viernes, 24 de febrero de 2017

¡Hasta siempre, Carlita!



Carla Artés, con parte de su familia, muestra una una foto de su madre desaparecida por la dictadura argentina.

Fallece la nieta restituida Carla Rutila Artés

¡Hasta siempre, sobrina! No creo que exista ninguna otra vida, pero qué lindo sería que te puedas encontrar con tu viejo y tu vieja, aunque sea por unos minutos… Difícil expresar algo más. Solo el inmenso dolor y recordar este texto que escribí hace muchos años, cuando fuiste recuperada. En todo caso, la vida es una mierda… sin duda…

Carla

La noche deslumbrante y helada sirve de fondo. Ella está ahí, mirándome, con sus ojitos entre vivarachos y sorprendidos. Su carita muestra un mundo de contradicciones que no puede ocultar, no sabe si decirme tío o llamarme Kintto. Al principio actúa tratando de protegerse, luego se va abriendo. Al habl ar trata de mostrarse fuerte, como que no teme a nada, sin embargo en algunos momentos sus ojos se llenan de lágrimas. Tiene solo diez años y hoy su vida tuvo un cambio total.
Nueve años antes, el 2 de abril de 1976 Carla había entrado en una pesadilla. Cuando los años de oscuridad comienzan a irse, con testimonios de algunos sobrevivientes de Orletti, tiempo de investigación de las Abuelas de Plaza de Mayo, confrontación de datos y mucho caminar se logrará armar el rompecabezas del recorrido de Carlita, hasta que será ubicada. Pero Eduardo Ruffo logrará huir un tiempo con ella porque mantendrá sus con- tactos en organismos de inteligencia argentinos. Cada vez que esté por ser capturado, le avisarán para que escape. Sin embargo, esta noche del 24 de agosto de 1985 no tuvo suerte, su casa fue rodeada por la policía argentina y fue preso. Tras la detención, el juez dio la tutela de Carla a su abuela materna, Matilde Artés. “Tus ojos son iguales a los míos”, dijo la niña al verme. Buscaba reconocerse en su verdadera familia. Y de a poco fue encontrando su historia... Días después, tras realizarse el examen hematológico que comprobó que ella era Carla, las lágrimas, el abrazo fuerte y aquel “soy 99.98% tu sobrina”, marcaba el reencuentro con su identidad.

Kintto Lucas

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