domingo, 31 de mayo de 2020

Programa de “servidores públicos”: Larreta y una intimidación a gran escala contra los municipales



Llamados telefónicos, amenazas, despidos, improvisación y exposición al Covid-19.

La resolución que creó el programa de “servidores públicos” en la Ciudad de Buenos Aires reveló rápidamente su verdadero carácter. El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta largó una ofensiva intimidatoria a gran escala contra los municipales; a través de llamados telefónicos se está obligando a tomar tareas presenciales a miles de trabajadores.
Los jefes de las distintas reparticiones interpretaron la resolución como una carta blanca para amenazar a los trabajadores a tomar distintas tareas, bajo amenaza de pasarlos al programa de servidores públicos. En otros ministerios, como el de Cultura, directamente están llamando desde la Jefatura de Gabinete comandada por Felipe Miguel, conocido únicamente por la escandalosa compra de barbijos con sobreprecios a una empresa de su hermano. Los llamados son indiscriminados y con tono intimidatorio y hasta amenazas.
Frente a las respuestas de trabajadores que pertenecen a grupos de riesgo o tienen hijos a su cuidado, la contra-respuesta de los funcionarios que llaman es “ah, ¿entonces no querés colaborar? Dejo asentado que no querés colaborar”. Los trabajadores deberían cumplir con esas tareas todos los días de la semana, incluido sábado y domingo. Los precarizados, 18.000 en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, son los más afectados por las amenazas, ya que tienen peores condiciones para hacer valer sus derechos. En el Ministerio de Desarrollo Humano, trabajadores precarizados fueron despedidos luego de negarse a seguir exponiéndose a los contagios a los que los empujan irresponsablemente los funcionarios.
Los contagios crecen exponencialmente en la Ciudad, y en vez de volver a una cuarentena más estricta, Larreta saca a los trabajadores a la calle para “acciones de concientización y distanciamiento social”. Se trata de una campaña publicitaria con el cuerpo de los trabajadores para hacer pasar la política de desmantelamiento de la cuarentena. Las tareas a cumplir nadie las conoce; tampoco la cantidad de trabajadores que se necesitan para ellas, o la capacitación que deben tener los trabajadores para realizarlas eficientemente y de manera segura. La improvisación es total y, como en las villas y los hospitales de la Ciudad, será un factor de nuevos contagios de trabajadores.
Esta avanzada ha generado un profundo rechazo entre los municipales, lo que ha obligado a la condución burocrática de la gremial municipal Sutecba a pegar una nueva voltereta. Luego de saludar la creación de programa como una muestra de solidaridad de los municipales, de la que no darían pruebas ni Amadeo Genta ni su séquito sino miles de precarizados, ahora sacaron un comunicado donde advierten la exposición de miles de trabajadores que cumplen tareas sin medidas de seguridad adecuadas. Por el lado de la Lista Verde y Blanca que conduce ATE Capital, solo sacaron un comunicado contra el programa, pero la ausencia de un plan de lucha para enfrentarlo deja el terreno abierto para el avance patronal.
Desde la agrupación Tribuna Municipal planteamos: frente al aumento de los contagios debe volverse a una cuarentena más estricta; todas las tareas que puedan hacerse de manera remota deben cumplirse de ese modo; las que no sean esenciales no deben hacerse hasta que el riesgo de contagio sea mínimo. Abajo el programa de “Servidores Públicos”; los cambios de tareas no deben ser compulsivos sino voluntarios. Todos los trabajadores afectados a tareas de atención de la pandemia deben recibir un plus de 20 mil pesos por el riesgo y el estrés que conllevan, y porque los salarios de los municipales son insultantemente bajos. Exigimos protocolos de actuación y provisión de equipos de protección personal de calidad.
Los 18.000 precarizados deben pasar a planta permanente; ningún precarizado debe cumplir tareas de atención de la pandemia y exponerse a un contagio; actualización mensual de salarios según índice de inflación. Pongamos en pie asambleas virtuales y presenciales donde corresponda, tomando las medidas de distanciamiento necesarias, para discutir medidas de acción contra esta nefasta avanzada.

Facundo Lahitte

Epidemia azul en San Luis: crímenes y abusos de la policía

En los días de la pandemia, la intervención policial en el contexto de la cuarentena hace erupción en San Luis a su manera. Florencia Magalí Morales tenía treinta y nueve años, y vivía con sus hijos pequeños y su nieta de dos años en Santa Rosa de Conlara. El domingo 5 de abril por la mañana salió con la bicicleta a comprar alimentos. Versiones policiales encontradas refieren que la detienen por circular en contramano y no estaba autorizada a salir ese día de acuerdo a la terminación de su documento. En el medio, alegan los policías, hubo resistencia a la autoridad. Demorada, Morales fue enviada a revisión médica y luego al calabozo de la comisaría 25, donde horas más tarde la encontrarían supuestamente ahorcada por su propia mano. La primera autopsia no desdice la versión policial del suicidio. El abogado de la familia consiguió que se practicara una segunda autopsia, que arrojó lesiones que la revisión médica del hospital no había consignado, consistentes con autodefensa.
El 24 de abril, en Villa Mercedes, a Franco Gastón Maranguello, de 16 años, lo levantó la policía a metros de la puerta de su casa, supuestamente por violar la cuarentena. No tenía consigo el documento, y por lo tanto no estaba habilitado para salir… ¿a la vereda? Dos horas después, a las diez de la noche, su madre (que recién llegaba del trabajo) se presentó a buscarlo en la Comisaría de Atención de la Niñez, Adolescencia y Familia (CANAF), donde el chico se hallaba detenido. El personal policial presente le dio vueltas al asunto hasta pasadas las doce de la noche, en que le dijeron que Franco se había “suicidado”.
Si bien es cierto que el adolescente había tenido un intento de suicidio cinco meses antes, el caso está plagado de inconsistencias: lo detuvieron arbitrariamente, no lo llevaron al hospital antes de ingresarlo en la comisaría del Menor, no llamaron inmediatamente a funcionarios judiciales después del deceso, y hubo premura por enterrar el cadáver, entre otras irregularidades, todas muy graves. Le fue concedida a la familia la exhumación y una nueva autopsia por peritos ajenos a San Luis, medida que deberá esperar a una flexibilización de la cuarentena. Pero trascendió que el juez advirtió a la familia que ellos iban a tener que pagar la exhumación y la segunda autopsia, una cifra que ronda los doscientos mil pesos.

El cuadro puntano y su gravedad

Los trabajadores de esta región cuyana ven desmentida en las condiciones de vida de su familia la leyenda del paraíso puntano, regenteado por los hermanos Rodríguez Saá, desde 1983.
Con problemas de cobro en el trabajo privado, fuerte incidencia del trabajo precario o en negro, sueldos municipales de nueve mil a trece mil pesos desde hace años, muchos trabajadores sufren mil y un pequeños o grandes abusos. La miseria endémica de la vida del trabajador puntano se ve potenciada por la situación pandémica.
Es en este contexto que en toda la provincia proliferan casos de abuso policial, que se han multiplicado en todo el país desde que comenzó la cuarentena.
Los crímenes de Florencia y Franco son el resultado de un lumpenaje uniformado que, al amparo del control de la cuarentena, ha dado rienda suelta a sus bajos instintos y a su estupidez más violenta.
A todos los crímenes del capital le oponemos la organización de la clase obrera. En el caso del control social por la cuarentena contra la pandemia, la mejor respuesta es la formación de comités vecinales que, por definición, serán la mejor garantía contra cualquier tipo de abuso.
En el inevitable “mientras tanto”, debemos impulsar decidida y fuertemente la movilización popular por el castigo a los responsables de estos crímenes.
Planteamos el desmantelamiento de las mafias policiales y la designación de las jerarquías por voto electoral y la revocabilidad del cargo.
Juicio y castigo a los culpables y responsables políticos de las muertes de Florencia y Franco.
Desplazamiento de sus cargos a todos los implicados en lo que duran la instrucción de sumarios, las investigaciones y los juicios.
Organización barrial para atender las implicancias de la cuarentena y contra cualquier forma de abuso policial u otros.

Leonardo Portillo y Ceferino Cruz

Con la pandemia en alza, Ginés prepara un ajuste privatista de la salud

El ministro se reunió con empresarios y burócratas sindicales para acordar una reducción de las prestaciones mínimas y el bloqueo a demandas de pacientes.

En pleno ascenso de la pandemia en el país y con una cuarentena sin resolución definida, el ministro Ginés Gonzalez García, seguramente sobrepasado de actividad y antes de internarse por un hematoma cerebral, se hizo un tiempo para reunirse con los representantes de la medicina privada y de las obras sociales para abrir un “período de consultas para un rediseño de los mecanismos de financiamiento y gestión” de la salud. La novedad la publicó Ambito.com el jueves 28, bajo el título “Lanzan reforma del sistema de salud con poda en plan médico”.
Asistieron al teleencuentro José Luis Lingeri, histórico representante de la burocracia sindical para las obras sociales; por los privados el presidente de la Asociación Civil de Actividades Medicas Integradas; y funcionarios de la Superintendencia de Servicios de Salud. Uno de los temas propuestos por el ministro fue “una mayor centralización de las decisiones” de todos los sistemas. Para “acompasar” –aclararon, para disipar toda duda estatista del titular de Swiss Medical Claudio Belocopitt– a todos los sistemas ante desafíos como los que impone una pandemia.
Tras esta introducción, vino lo que realmente más interesaba a los presentes: “el crecimiento exponencial de los gastos en el rubro como consecuencia del avance de la tecnología y de las sentencias judiciales protectoras de los afiliados” (ídem). Y entrando más en tema, se consideró el reemplazo del actual Programa Médico Obligatorio (PMO) -el conjunto de prestaciones mínimas que deben prestar los agentes de salud a cambio del aporte a obras sociales o la cuota de la prepaga- por una suerte de “canasta prestacional” menos onerosa, que pueda funcionar como piso de los tratamientos y coberturas que deberán brindar prepagas y obras sociales.
Pasado en limpio, el encarecimiento del gasto en salud será financiado con una reducción de las prestaciones a los afiliados. Lo que conlleva siempre en una peor atención médica y a que lo que se necesite por encima de la “canasta prestacional” deba salir de sus bolsillos.
Es inmoral que el encarecimiento de la atención médica se atribuya –como hacen los funcionarios- a la tecnología y a las “sentencias judiciales” que reconocen a los afiliados su derecho a la salud. Y no, por ejemplo, a los suculentos beneficios que las empresas médicas obtienen por una función de intermediación parasitaria y a la sobrefacturación de la industria farmacéutica y la de aparatología médica. A estos efectos la mayoría de las obras sociales y las privadas se superponen, compartiendo afiliados, planes e instalaciones, o con prepagas propias como lo es Accord Salud (de la gremial UPCN). En lugar de enfrentar este entramado, González García “se había manifestado en contra de lo que entendía como 'excesos' en las prestaciones a las que se obliga a empresas y obras sociales y ponía como ejemplo los tratamientos de reafirmación de género para personas trans” (ídem)
Ginés también habría propuesto “retomar las gestiones para la creación de una Agencia Nacional de Evaluación de Tecnologías Médicas (Agnet), una iniciativa que la CGT introdujo en la negociación con el gobierno de Cambiemos ideada como barrera para las prestaciones y medicamentos caros impuestos por fallos judiciales, y que alientan tanto obras sociales como prepagas”. Esta Agnet y la reforma a la baja del PMO fueron dos pilares del proyecto macrista de la Cobertura Universal de Salud (CUS), que esencialmente consistía en que los presupuestos estatales de salud sean reemplazados por el pago individual de las prestaciones. Una política privatista que con distintas variantes –desregulación de obras sociales; hospital de autogestión; descentralización hospitalaria; registro único de prestadores– ha sido promovida por los gobiernos de todo signo político, desde la dictadura a esta parte.
La tan productiva reunión trató también la compensación que pide la burocracia por la caída de la recaudación, que vendría de la mano de un decreto prometido por Ginés, implementando para ello aportes del Tesoro. En la misma línea que los burócratas acordaron con Fernández (como ya sucediera con Macri) repartirse fondos de la Superintendencia de Servicios de Salud, que deberían estar reservados para Discapacidad, HIV y tratamientos costosos.
En pleno agravamiento de la pandemia y al borde de una catástrofe sanitaria, el gobierno de “los que menos tienen”, en lugar de hacerse cargo de todos los recursos de salud para que funcionen bajo un plan y un comando único, retoma entre bambalinas la línea macrista de privatización –y menoscabo- de la atención médica, en beneficio de las poderosas empresas de seguro de salud. El Partido Obrero propugna un sistema único estatal y gratuito, que centralice e incaute los recursos de todos los subsistemas bajo control de los trabajadores.

Sergio Villamil
Médico

Cómo enfrentamos el colapso político que se avecina

El apoyo del 65 al 80% de apoyo que las encuestas atribuyen, en forma repetida, a Alberto Fernández esconden más de lo que revelan. Es cierto que ese apoyo responde a los resultados ‘positivos’ de la aplicación relativamente anticipada de la cuarentena legal, aunque se fundaba en la incapacidad del sistema de salud para desarrollar testeos masivos consistentes; precariedad hospitalaria para acoger a los infectados; destrucción del sistema sanitario nacional; y una impotencia manifiesta para someter al sistema privado a un programa único de atención – cuando no complicidad de intereses con los capitales privados. Esta contradicción no demoró, sin embargo, en estallar, cuando el propósito anunciado de atenuar las restricciones al comercio y la industria tuvo que abandonarse debido a la irrupción masiva del virus en los asentamientos precarios de la Ciudad y la Provincia. En lugar de un convoy de tropas sanitarias, el equipo de Kicillof-Berni recurrió, para Villa Azul, al envío de la bonaerense y a la gendarmería. El ‘operativo’ naturalmente fracasó, porque las fuerzas ‘de seguridad’ no sirven para prevenir contagios ni curar, y porque las condiciones políticas del país no dan espacio a las aventuras represivas, mucho menos en miles de villas.
Mientras la situación sanitaria se ha agravado, lo peor se insinúa en el plano económico y político. Ocurre que la dilatada negociación de la deuda externa amenaza con dinamitar a la coalición de gobierno – algo que hemos advertido desde la asunción del gobierno actual. Los fondos acreedores, encabezados por BlackRock, han planteado un acortamiento de los plazos de pago propuestos por el gobierno; la incorporación a los nuevos bonos de los intereses que Guzmán pretendía desconocer en el “período de gracia”; y adicionar un título en función del crecimiento del PBI – algo que sería una verdadera estafa, porque Argentina deberá registrar algún tipo de crecimiento en los próximos dos a cuatro años, desde el subsuelo económico en el que se encontrará a finales de 2020. El valor de mercado que tendrán los bonos de un canje después de un acuerdo es un dato completamente incierto, dada la crisis mundial, e imposible de calcular para su plazo de vigencia, de diez a quince años. No es lo que debería importar, de ningún modo, a Argentina, que no reúne ninguna condición para hacer frente a esa deuda, y menos si prospera el ´acercamiento´ de posiciones con los fondos que promueve el gobierno. La cuestión política es que personajes fuertes de la coalición oficial, FdeT, como Massa, los petroleros Galuccio y Nielsen, y el directorio del Banco Central, reclaman que se acuerde a cualquier precio. Alberto Fernández se inclina hacia este grupo.
Se ventila escasamente en los medios que los capitalistas ‘nacionales’ tienen también una deuda externa, o sea en jurisdicción Nueva York y Londres, por casi el mismo valor de la deuda pública de esa categoría. No hace falta decir que no pueden pagar sus vencimientos e incluso intereses, o sea que necesitan renovar el endeudamiento. Esta gran burguesía -Arcor, Ledesma, Techint, el grupo Clarín, especialmente YPF- exige un acuerdo del estado con los fondos internacionales, para poder renegociar ella su propia deuda, incluso con alguna quita, dada la pérdida de valor de la deuda de Argentina en general. Lo mismo ocurre con las provincias y con las posiciones variables de sus gobernadores (Neuquén y Mendoza furiosamente a favor de arreglar con los nuevos buitres). Es esta burguesía la que mueve los hilos de los distintos mercados paralelos del dólar – la ‘mejor’ forma de forzar a los Fernández a actuar como ella necesita. Lo dijo sin pelos nada menos que el presidente del Banco Central, Miguel Pesce: si hay acuerdo con los fondos, se eliminan las restricciones a la compraventa de divisas; casi una extorsión desde adentro del oficialismo. Se cuidó de decir, sin embargo, que esos pulpos nacionales especulan contra el peso con los pesos que les da el gobierno, supuestamente para pagar los salarios de sus trabajadores.
El mismo Pesce ha puesto una bomba de tiempo financiera para el gobierno de un modo más ‘práctico’, al aumentar la deuda del Banco Central con los bancos locales, por medio de Leliqs, que alcanzan a dos billones de pesos (pagan intereses por 700 mil millones de pesos anuales) e igualan el monto de la base monetaria. Alberto Fernández había dicho que con las Leliq de Macri pagaría aumentos a los jubilados – ahora es él quien reduce por decreto las jubilaciones, mientras lleva las Leliq a su máximo. Este operativo obedece a que los bancos no dan crédito a la industria o comercio, en medio de las protestas contra la ´desatención a la economía´. El Central le ofrece, a cambio, el negocio de las Leliq como ´compensación´, para que no deriven su dinero y el de los depositantes al dólar – con la consecuencia de un estallido económico.
A esta bomba, ahora se añade otra: los pulpos locales rechazan el subsidio oficial para pagar salarios, porque el gobierno les ha puesto como condición para recibirlos que no pueden negociar en los mercados paralelos de divisas. Unos y otros reconocen que las ATP son una estafa al pueblo. Este rechazo, sin embargo, tiene una consecuencia clara: si no hay más plata para salarios – más despidos. Alberto Fernández declara que ´es una cosa loca´ que el estado entre en el capital de las empresas, pero éstas interpretan que eso ya ocurre a través de las restricciones a operar como le venga en gana. Detrás de la polémica ´loca´ hay una confrontación política más loca aún.
El escenario que abre esta crisis no se compagina con el apoyo que tiene Alberto Fernández en los sondeos. No hace falta la declaración oficial de un default para que se desarrolle un estallido político. Es difícil, por un lado, que Martín Guzmán sobreviva a un acuerdo dibujado por BlackRock, y que, por otro lado, la gran burguesía y los mismos fondos internacionales se conformen con haber impuesto al gobierno su planteo de deuda. Un viraje ´neo-liberal´, incluso inconsecuente, por parte del gobierno, hará saltar las contradicciones y hasta antagonismos de la coalición oficial. Cualquiera de las variantes de este escenario, tendrá enfrente la curva ascendente de la pandemia y el enorme descontento de los trabajadores frente a la desocupación, caída de salarios y la inflación.
Este impasse a punto de eclosionar agita a todas las clases sociales. La tendencia a ganar las calles se acrecienta, como ocurre en todo el mundo, bajo formas políticas diferentes, pero con un contenido social que no difiere – que es el choque entre el capitalismo y la sobrevivencia de la humanidad y la cobertura de las necesidades elementales de las masas. Los estudios que demuestran el vínculo entre el cambio climático y las irrupciones virales contribuyen aún más a poner de relieve la conexión entre el agotamiento histórico del capitalismo y la violencia de la crisis actual.
Argentina se enfrenta, entonces, a una perspectiva de crisis de poder en medio de la pandemia y el derrumbe de las condiciones sociales. La única respuesta positiva a este desafío sólo puede provenir de la clase obrera, y el contenido de esa respuesta es un programa que abola la dominación capitalismo y desarrolle un programa socialista transicional. Las reivindicaciones fundamentales pueden resumirse en los siguientes términos – desconocimiento de la deuda, nacionalización de los monopolios financieros, industriales, agrarios, de salud, y control obrero de la producción y plan único de acción para satisfacer las necesidades sanitarias y sociales de las mayorías.
Es necesaria la coordinación de todas las organizaciones en lucha para responder en forma unificada al estallido político se encuentra en desarrollo. Es necesario arribar a una gran Convención o Congreso de Trabajadores, para marcar la alternativa de poder que deja planteado la crisis descomunal que la humanidad está viviendo.

Jorge Altamira
31/05/2020

El blooper de los anticuarentena

La movilización convocada por los anticuarentena resultó ser un blooper. Reunió solo a un reducido grupo de personas, que contrastaban con la enorme amplitud de la 9 de Julio y la Plaza de la República que rodea al Obelisco. Para colmo, las expresiones que vociferaban los manifestantes convertían a la marginalidad numérica en marginalidad política. Cantos como el “virus no existe” o declaraciones antisemitas eran levantados con habilidad por los periodistas de los medios que responden al oficialismo, para completar un cuadro de bochorno. Al final, terminaron en una pequeña gresca con la Policía de la Ciudad, que detuvo a un par de manifestantes. En las redes sociales los anticuarentena se la agarraron con el gobierno de la Ciudad, instalando el hashtag #LarretaTraidor, dejando expuestas las divisiones que cruzan a la oposición. A los intelectuales que editaron la carta contra la “infectadura” tampoco se los vio por el Obelisco. Actuaron tirando la piedra y escondiendo la mano. O dicho de otro modo, prefirieron quedarse en casa y que se contagien otros.
Que la convocatoria no haya atraído a ningún sector popular era por completo esperado. Cualquiera sabe que detrás del slogan “libertad para trabajar” se esconde el reclamo de imponer una coerción para que los trabajadores concurran a sus lugares de trabajo aunque no estén reunidas las condiciones sanitarias para ello. En una sociedad dividida en clases, las cosas cambian depende desde dónde se las mire.
El fracaso de la convocatoria anticuarentena no significa que la clase capitalista haya renunciado a su propósito de torpedearla. Todos los comunicados emitidos por los grandes grupos empresariales machacan incansablemente con ello, señalando que “hay que conciliar la salud con la economía” o que “la cuarentena fue exitosa pero ahora hay que pasar a otra etapa”. El problema que tienen, claro, es que esas declaraciones las realizan justo cuando crece de modo alarmante la curva de casos, al punto tal que ya se estima que, de seguir así, el sistema de salud de la Ciudad de Buenos Aires vería desbordadas sus camas de terapia intensiva para mediados o fines de junio.
En estas condiciones cualquiera se da cuenta que una marcha anticuarentena no podría recoger apoyo popular. Por eso los capitalistas prefieren darse otra política: actuar dentro del gobierno y canalizar por allí sus reivindicaciones. Después de todo, tan mal no les va. El presidente en persona, acompañado por el gobernador Axel Kicillof, concurrió a actos en las principales fábricas del conurbano bonaerense para poner en marcha otra vez la producción. La presencia de las figuras más altas del gobierno representa para las patronales un fuerte respaldo ante sus trabajadores, sobre todo cuando empiecen a aparecer los primeros contagios entre ellos –algo que ya está ocurriendo. Estos grandes capitalistas se desentienden por el momento de la suerte de los estratos inferiores de su clase, como ser los comerciantes medios que no pueden abrir aún las puertas de sus negocios. Estos, sin orientación de los dueños de los grandes monopolios, rápidamente derrapan a posiciones fachistas, como se vio ayer en el Obelisco.
Estos jefes de la clase capitalista ya habían dejado en claro su política y su táctica. Días antes se reunieron con Alberto Fernández en “muy buenos términos”, según hicieron notar muchos medios de prensa. Los Paolo Rocca y Bulgheroni no le pidieron al gobierno que ponga fin a la cuarentena, sino que llegue a un acuerdo con los fondos de inversión para evitar el default y que deje de lado los proyectos para que el Estado se quede con las acciones de las empresas que reciben ayuda estatal. El gobierno respondió positivamente a ambos reclamos. Sobre la deuda ya hizo saber que mejorará, otra vez, la propuesta para satisfacer las demandas de BlackRock y compañía. Y sobre el segundo reclamo fue categórico: tildó de alocada la idea de quedarse con las acciones de las empresas. A esto hay que agregar, además, que el proyecto de impuesto a los ricos sigue sin ver la luz.
Desde ya, la bancarrota de fondo que recorre a la Argentina y al conjunto de la economía mundial, pondrá todos estos acuerdos a prueba aumentando los choques, las divisiones y fracturas. Esos choques tendrán impacto dentro del oficialismo, que representa una coalición que cobija intereses capitalistas diversos. Pero mientras tanto la clase capitalista opera dentro del gobierno, entre otras cosas porque es el mejor recurso que tiene para evitar una rebelión popular. Para los trabajadores esta conclusión es importante, porque permite identificar donde se coloca el peso específico de la clase capitalista en cada momento. Y evitar así los tramposos llamados a defender al gobierno ante una ofensiva de la derecha o, peor aún, pronosticando movidas golpistas contra Alberto Fernández, como han hecho algunos descarrilados izquierdistas disparatados.
Para que la crisis la paguen los capitalistas es necesaria una lucha de fondo de los trabajadores contra el capital y sus gobiernos, empezando por el gobierno nacional.

Gabriel Solano

Libertad a Sebastián Romero



Por la mañana del sábado 30, fue detenido en la ciudad uruguaya de Chuy Sebastián Romero, el militante del PSTU perseguido desde el 18 de diciembre de 2017, cuando participó de la movilización al Congreso para rechazar el robo a los jubilados. Ahora se aguarda su extradición al país.
El exdelegado de la planta de General Motors de Santa Fe estaba prófugo y con pedido de captura nacional e internacional por los delitos de intimidación pública y resistencia a la autoridad, tras haber sido filmado tirando fuegos de artificio de venta libre mientras la Policía Metropolitana reprimía a mansalva contra los manifestantes, dejando decenas de heridos, para garantizar la sanción de la reforma antijubilatoria impulsada por el gobierno de Mauricio Macri y pactada con los gobernadores del PJ.
En un operativo comandado por Patricia Bullrich y el gobierno porteño, la policía no solo hirió a quienes se habían concentrado frente al Congreso, hiriendo gravemente y hasta haciendo perder el ojo a varias personas, sino que además desplegó una verdadera cacería y brutal represión contra transeúntes. La ferocidad del accionar policial y la tenacidad de la persecución contra Romero buscaban ser aleccionadoras contra el movimiento obrero y popular que rechazó aquel robo de 100.000 millones de pesos contra los jubilados. Fue también la función de las detenciones y las cusas contra César Arakaki, Dimas Ponce y Daniel Ruiz (quien permaneció más de un año preso).
Sin embargo, la multitud de cacerolazos que se replicaron en todo el país por la noche de ese 18 de diciembre mostró que el pueblo argentino respaldaba a los manifestantes y repudiaba la represión. De hecho, el gobierno de Macri debió, tras esas jornadas, mandar al freezer su proyecto de reforma anitlaboral que había pactado ya con la burocracia de la CGT.
El hecho de que la causa contra Sebastián Romero siga en pie debe llamar la atención de los trabajadores. Su función sigue siendo la misma, amedrentar al movimiento obrero cuando se está perpetrando un nuevo robo a los jubilados, imponiendo ajustes por debajo de la movilidad establecida por esa ley de diciembre de 2017. El gobierno de Alberto Fernández busca curarse en salud.
Romero debe quedar en libertad y poder reencontrarse con su familia. Son Bullrich y los efectivos de la brutal represión quienes deberían ser investigados y juzgados por sus atropellos contra el pueblo. Vamos por su desprocesamiento, y el de Arakaki y Ruiz. Basta de presos por luchar.

Prensa Obrera

“Infectadura”



Sobre el documento de investigadores del Conicet e intelectuales

Un grupo de investigadores del Conicet e intelectuales (como Juan José Sebrelli, Santiago Kovadloff y Federico Andahazi) han emitido un documento crítico del gobierno de Alberto Fernández y de las medidas de cuarentena, titulado “La democracia está en peligro”, en que afirman que con el pretexto de la salud pública, el gobierno ha avanzado en una “fenomenal concentración del poder para eludir cualquier tipo de control institucional”. Critican el funcionamiento discontinuo del Congreso y la extensión de la feria judicial y hacen referencia a una “infectadura”.
El documento busca entrar en sintonía con un sector del empresariado, descontento con las medidas de aislamiento social. “El desdén por el mundo productivo no tiene antecedente y su consecuencia es la pérdida de empleos, el cierre de comercios minoristas, empresas y el aumento de la pobreza”, dice.
Que el leitmotiv del texto son las medidas de cuarentena lo demuestra la exigencia de “un plan de salida para esta situación anormal”. El documento, en cambio, no hace ninguna referencia a Villa Azul y la proliferación de los casos de coronavirus en los barrios populares. Ni siquiera alude a los cientos de miles de muertos en el mundo y la peligrosidad de la pandemia. Es lógico: si lo hiciera, quedaría en evidencia la irresponsabilidad de su solapado planteo de levantar la cuarentena, en el pico de contagios.
El documento sí se refiere a la militarización de los barrios populares y a la brutalidad policial (los casos de Magalí Morales y Luis Espinoza), pero con el único propósito de justificar su planteo contrario a la cuarentena. La alternativa al reforzamiento represivo del aparato estatal deben ser los comités de higiene y seguridad en los barrios y lugares de trabajo, no la salida del aislamiento social.
El gobierno salió a cruzar rápidamente el documento, por boca del jefe de gabinete, Santiago Cafiero. Sin embargo, es el mismo gobierno el que viene flexibilizando cada vez más la cuarentena en función de las presiones e intereses empresarios.
El documento se alarma con el reforzamiento de facultades de Fernández. Pero lo cierto es que la clase capitalista no quiere restarle hoy por hoy atribuciones al gobierno, porque quiere que éste cuente con los recursos políticos necesarios para cerrar el acuerdo de deuda y reforzar el salvataje de las empresas.
Esto explica el fracaso del macrismo al intentar montar una sesión extraordinaria en el Congreso, con el propósito de derogar el decreto que le da al jefe de gabinete una amplia potestad para reasignar partidas presupuestarias. No obtuvo quórum, al sumar solo los diputados de Juntos por el Cambio (PRO, UCR, Coalición Cívica) y un puñado de aliados. El Interbloque Federal (de Graciela Caamaño) sólo aportó 4 de 11 diputados, y del interbloque Unidad Federal para el Desarrollo solo bajó José Luis Ramón.
Frente a la flexibilización de la cuarentena por parte del gobierno y el lobby empresario es necesario plantear una agenda de los trabajadores.

Prensa Obrera

sábado, 30 de mayo de 2020

Default, lobos de Wall Street y un póker con las cartas marcadas

Argentina entró en default técnico este viernes 22 de mayo debido a que el Gobierno decidió no pagar U$S 503 millones de intereses correspondientes a un bono denominado Global.

¿A cuánto equivale ese dinero? Al pago mensual del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para 3,5 millones de personas. Hasta que llegó este viernes, Alberto Fernández sí había decidido pagar entre U$S 4.000 y U$S 5.000 millones a los especuladores, diez veces más que el impago del global: el equivalente a 35 millones de IFE está ahora en las cuentas bancarias de los miserables, solo por los vencimientos de los primeros meses del año. La deuda muestra a toda hora ese tipo de disyuntivas, atender la necesidad de millones que no tienen nada o arrodillarse ante los que les sobra todo.
Para los lobos de Wall Street (llamados así en alusión a la película de Martin Scorsese donde el desenfrenado corredor de bolsa Jordan Belfort lleva una vida de lujos y excesos) la cesación de pagos es apenas una “anécdota”, como la definió Martín Guzmán. Para el ministro de Economía se trata de un capítulo más en un tira y afloje con BlackRock, Fidelity, Templeton, Ashmore, Pimco y otros fondos de inversión que manejan recursos gigantescos. Solo BlackRock gestiona un volumen de dinero que supera en casi veinte veces la generación de riqueza anual de la economía argentina. Recientemente la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos puso en manos de BlackRock la gestión de millonarios recursos para administrar el salvataje de empresas en la tormenta económica del coronavirus. Según relata Magdalena Rua en el portal “El Cohete a la Luna”, por su propia cuenta, este fondo tiene participación accionaria en un tercio de las 205 empresas más grandes del planeta. En nuestro país, posee acciones de Pampa Energía, Globant, YPF, Grupo Galicia, Telecom y otras compañías. No es un dato menor: tiene incidencia en los núcleos estratégicos del aparato productivo.
El default rige a partir del viernes a las 18 horas de Buenos Aires o 17 horas de Nueva York. Es que, para el tramo de la deuda que ahora se está negociando (bajo ley extranjera), que es el de mayor importancia, la hora y todas las condiciones las impone el norte, allí las calificadoras de riesgo deciden si el país hace las cosas bien o mal, allí la Securities and Exchange Commission (SEC) regula las emisiones de bonos argentinos, allí nuestro país deposita los dólares para que bancos yanquis paguen a los bonistas y allí los jueces se preparan ante eventuales juicios.
¿Por qué es así? Entre muchas cuestiones, porque en gran parte de las emisiones de deuda en moneda extranjera los gobiernos argentinos aceptan la prórroga de jurisdicción, esto significa que frente a cualquier litigio se concede que quien dirima sea un juez de Nueva York o, eventualmente, de Londres. En febrero de este año el Congreso dio el aval a Guzmán para que establezca la prórroga de jurisdicción en la oferta en curso para reestructurar la deuda. Lo mismo hicieron Néstor Kirchner y Roberto Lavagna con el canje 2005, lo cual habilitó al fallecido juez neoyorquino, Thomas Griesa, para trabar los fondos argentinos en 2014. La prórroga de jurisdicción es un requisito que ponen los fondos especulativos, una práctica que se extendió durante el neoliberalismo y que Argentina incorporó en su legislación a partir de las dictaduras de Juan Carlos Onganía y la última dictadura genocida. Hay abogados que la consideran inconstitucional. Se trata lisa y llanamente de una cesión de soberanía. No cabe duda, la deuda es un mecanismo de dominación de los centros financieros imperialistas sobre las economías dependientes y atrasadas, como la de estas pampas.
Cuando en 2014 Griesa condujo al país a la enésima crisis de deuda, Axel Kicillof trajinó nervioso las calles neoyorquina, ofrecía 300 % de ganancias a los buitres. Como en el canje de Néstor, les decía. Los buitres prefirieron esperar un gobierno más dócil. En otro andarivel, la situación social era tensa. La economía llevaba meses de recesión. La multinacional estadounidense Donnelley abandonó el país con una quiebra fraudulenta, la mañana del 12 de agosto dejó un cartelito en la puerta de su imprenta de Garín con un número de teléfono para que los trabajadores reclamasen su indemnización. La maniobra de Donnelley fue denunciada no solo por los trabajadores. En un acto público en Casa Rosada, Cristina Fernández afirmó que Donnelley había sido transferida desde NML (el fondo buitre propiedad Paul Singer, el beneficiario del fallo de Griesa) a BlackRock. La conclusión era contundente, señaló que quieren una “situación de zozobra en un país al que quieren ver de rodillas”. Y anunció que el Gobierno iba a denunciar a la empresa por “alteración del orden económico y financiero”, utilizando por primera vez la Ley Antiterrorista.
En aquel 2014, un tiempo después de esta denuncia, se supo que BlackRock, además, poseía acciones de YPF, una empresa con mayoría accionaria estatal ¿No estaba informada Cristina de que los terroristas eran socios de YPF? Parece que no. En la última semana, en el tiempo actual, ahora en 2020, abundan las crónicas periodísticas que indican que la negociación de Guzmán tiene perspectivas de destrabarse gracias a la gestión de Miguel Galuccio, ex-CEO de YPF durante el Gobierno de Cristina. ¿Qué pasó? La expresidenta le habría encomendado una gestión ante Laurence “Larry” Fink, el magnate dueño de BlackRock, para acercar posiciones.
El 31 de julio es la fecha en que los bonistas podrían tener más posibilidades de establecer una acción colectiva contra el país en los juzgados de Nueva York, es que en ese momento entraría en default un segundo bono, el Discount, emitido en el canje de 2005. Si no se precipita un acuerdo antes, el juego de póker de Alberto Fernández y Martín Guzmán con los lobos de Wall Street seguirá al menos hasta ese momento. Pero, a decir verdad, las cartas están marcadas.

Mucha información para llenarse de guita

Finalmente, con Mauricio Macri en el poder, los buitres consiguieron lo que quisieron. En marzo de 2016 la Cámara de Diputados aprobó una ley para habilitar el pago. Esa ley contó con los votos del macrismo, Sergio Massa, Diego Bossio –elegido diputado en las listas del Frente para la Victoria–, el GEN de Margarita Stolbizer, los “socialistas” santafecinos y al Movimiento Popular Neuquino (MPN). En la otra Cámara 54 senadores votaron a favor de los buitres, no solo los macristas, que eran minoría, no solo los del Frente Renovador de “ventajita” Massa, que eran poquitos, sino también más de la mitad de la bancada del Frente para la Victoria, que en diputados había votado en contra, pero que en senadores aportaron la mayoría. Macri lo hizo, casi todos lo votaron.
En un contexto mundial ya por entonces caracterizado por tasas de interés cercanas a cero o negativas, luego de quince años de litigio los fondos buitre obtuvieron, dependiendo el momento en el que habían adquirido los bonos a precios de remate, más de 1.000 % de rentabilidad o un exorbitante 38 % anual. Los datos los ofrece el ministro de Economía, Martín Guzmán, en un artículo de hace tres años titulado “Reestructuración de deuda soberana en una arquitectura financiera-legal con huecos” [1]. Las tasas que obtuvieron los buitres dejarían pasmado a Shylock, el usurero de la obra teatral El Mercader de Venecia, que exigía a Antonio, su deudor, una libra de su propia carne si no pagaba.
Para Macri constituyó “un hito importante, el cierre de una etapa”. Para ser precisos se reabría otra, la del megaendeudamiento, la de la “bicicleta financiera”. En abril de 2016, para cancelar la deuda con los buitres, se realizó una de las más grandes colocaciones de bonos en moneda extranjera de la historia para un país emergente (dependiente, con rasgos semicoloniales, según los marxistas). La gestión de esa colocación estuvo en manos de Deutsche Bank, HSBC, J.P. Morgan, Santander, BBVA, Citigroup y UBS. Los dos primeros bancos habían sido los jefes de Alfonso Prat Gay y Luis Caputo. O, visto de otra forma, estos eran sus exempleados. Pero en ese entonces, dirigían el Ministerio de Hacienda. Los bancos estaban de los dos lados del mostrador.
Todo el endeudamiento macrista es una estafa. El ejemplo más notable es la emisión de un bono a 100 años, que fue realizada por el “Messi” (perdón Lio) de las finanzas Luis Caputo, de manera secreta y en beneficio de bancos internacionales (los sospechosos de siempre) y de un fondo de inversión del que él había sido el gestor, Noctua. En una de las pocas reuniones que tuvo la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Deuda, en abril de 2018, Axel Kicillof cuestionó a Caputo: “usted tiene mucha información confidencial, mucha información clasificada, mucha información central, para llenarse de guita”, lanzó el entonces diputado nacional.
La política de endeudarnos hasta que duela se derrumbó por esos días debido a las turbulencias internacionales y a que los especuladores exigían más ajuste, a pesar de los despidos de miles de estatales, los tarifazos, el robo a los jubilados con el cambio en la movilidad jubilatoria votado, represión mediante, en un Congreso militarizado en diciembre de 2017, el capital financiero quería más sangre. A fines de abril de 2018 J.P. Morgan decide retirar un volumen importante de recursos del país. Significó una salida abrupta que desató una corrida cambiaria, un rebrote inflacionario y la caída del salario real. Otra vez quedaban en evidencia los lazos entre deuda, ajuste y condiciones de vida, como en el hecho de Donnelley en Garín.
Macri corrió a los brazos del FMI, que otorgó su mayor préstamo de la historia sin atender un detalle, el acuerdo no pasó por el Congreso. No solo eso, el Fondo autorizó desde abril de 2019 al Banco Central a financiar la fuga de capitales, algo que prohíbe sus propios estatutos.
Ahora el Gobierno de Alberto Fernández está en medio de una compleja negociación de deuda sin establecer una investigación de lo actuado por el macrismo. Aun cuando días atrás el Banco Central comprobó que la mayor parte del endeudamiento macrista financió la fuga de capitales, no se tomó ninguna vía de acción para reparar esa situación. Ni siquiera se dieron a conocer los nombres de las 10.000 personas y empresas que realizaron la mitad de toda esa fuga. Solo a partir de información develada por Horacio Verbitsky se supo que el Grupo Clarín, Techint, Arcor, Pampa Energía y Aceitera General Deheza figuran en el listado de vaciadores del país. No hay que ser Sherlock Holmes para asegurar que la mayor parte de esos dólares terminaron en paraísos fiscales, las guaridas donde ocultan sus patrimonios para evitar pagar impuestos.
Los dueños de la Argentina tienen fugados U$S 400.000 millones en el exterior, es el equivalente a lo que produce el país durante un año. El equivalente a un PBI. Si esos recursos no se hubieran fugado, sin caer en la simplificación de soluciones mágicas, no es exagerado decir que la realidad sería distinta. El circuito de endeudamiento y fuga es una constante desde la última dictadura. Es una marca característica de la asociación entre la burguesía local y el capital extranjero. El atraso productivo, la escasez de inversiones, la “restricción externa” (es decir, la falta de dólares para sostener el crecimiento), el débil desarrollo de las fuerzas productivas, no emergen de la naturaleza, sino de una clase social parasitaria.

Una historia oscura

La utilización del mecanismo del endeudamiento para ejercer el dominio sobre estas pampas no es, obvio, ninguna novedad, reconoce su origen en el primer empréstito de Baring Brothers a Bernardino Rivadavia en 1824. No obstante, es claro que durante la dictadura, pega un salto de cantidad y calidad, dio inicio a una etapa más agresiva del capital financiero internacional y al despliegue de las políticas neoliberales. Los países latinoamericanos experimentaron un incremento exponencial de su endeudamiento, una política impuesta por los centros imperialistas frente a la ausencia de salida rentable para capitales acumulados. La deuda también se acrecentó por la nacionalización de deudas privadas. Los últimos años de la dictadura, Domingo Cavallo, entonces al frente del Banco Central, nacionalizó deudas de Techint, Renault, Pérez Companc, Bridas de la familia Bulgheroni, Industrias Metalúrgicas Pescarmona (Impsa), Ford y los Macri, entre otras nobles familias. Si se tira del hilo, esa deuda la sigue pagando hasta hoy el pueblo trabajador. En el año 2000, el juez Jorge Ballestero dictaminó en un fallo 477 ilícitos en la constitución de la deuda durante la dictadura. El Congreso nunca trató ese fallo, pero sí votó, como se mencionó, pagar a los fondos buitres lo que decía un fallo de un juez de Nueva York.
La deuda se recicló en diferentes etapas hasta el día de hoy. El Gobierno de Raúl Alfonsín terminó de convalidar la nacionalización de deudas privadas bajo la impronta de José Luis Machinea, que como Cavallo volvería a ser funcionario con Fernando de la Rúa. En los 80 y 90, primero con el Plan Baker y luego con el Plan Brady (ambos nombres de titulares del Tesoro de los Estados Unidos para que no queden dudas de quién manda), las renegociaciones de la deuda facilitaron las políticas neoliberales y el despojo de las empresas de servicios públicos a través de privatizaciones a “precios cuidados”. El “blindaje” a cargo de Machinea en el 2000 y el “megacanje” de Domingo Cavallo de 2001 son sospechosos de fraudes con la colaboración del FMI, el Banco Mundial y bancos privados (los de siempre). En 2001, el desembolso del FMI que siguió al “déficit cero” de Cavallo (para que no queden dudas de una “conducta intachable” fue votado por el peronismo en el Senado) se evaporó prácticamente todo en la fuga de capitales. Existen investigaciones que indican que en los últimos meses con De la Rúa al mando del Titanic, el 80 % de la fuga fue organizada por el Citibank, Bank Boston, Banco Galicia, Banco General de Negocios y BBVA. Mientras vaciaban el país, al pequeño ahorrista lo encerraron en el “corralito”.
El canje de 2005 es caracterizado por Claudio Lozano, actual funcionario del Banco Nación, como el megacanje de Kirchner – Duhalde – Lavagna – Prat Gay (quien hasta 2004 fue presidente del Banco Central). El mismo Lozano señala que es un canje inconstitucional e ilegal. Es que cada reestructuración de deuda convalidó la estafa previa. En 2005, lo que se buscaba era reestablecer el pago de los compromisos asumidos con el “blindaje” y el “megacanje”, que habían sido «defaulteados» en 2001, con todo el régimen político capitalista aplaudiendo de pie la decisión de Adolfo Rodríguez Saá en el Congreso de la Nación.

Desconocimiento soberano

Sobran los motivos para establecer un desconocimiento soberano (no pago) de la deuda odiosa ¿Por qué es una deuda odiosa? Porque fue contraída contra los intereses del pueblo trabajador. La prueba más evidente es el incremento de la pobreza en el largo plazo, menos del 5 % de los hogares era pobre en 1975; en el segundo semestre de 2019 casi el 26 %. Macri puso en funcionamiento la “máquina de la pobreza”, pero todos los gobiernos desde la dictadura a esta parte son corresponsables. No solo eso. Siempre, pero en particular en el último ciclo de endeudamiento, los fondos especulativos actúan bajo plena conciencia de que en las altas tasas de interés que perciben gracias al afamado “riesgo país” está implícita la posibilidad de una cesación de pagos. Justamente ese es el “riesgo país” que asumen. Además, las altas tasas de interés contribuyen a generar el ahogo de las cuentas públicas, en 2019, el 20 % del presupuesto fue destinado a los servicios de deuda. La contrapartida fue el ajuste fiscal. A los bonos que emitía Caputo se los llama delivery porque en varias ocasiones contrajo deuda a pedido de los fondos de inversión repitiendo el esquema de la dictadura, en algunas colocaciones se endeudó al país por necesidad de los centros financieros de canalizar excedentes de capital sin posibilidad de realizar en otros lugares del mundo ganancias equivalentes a las que obtenían en Argentina.
Sin embargo, el gobierno de Alberto Fernández se apresta a pagar sin investigar la estafa de Cambiemos. Un desconocimiento soberano, como plantea la izquierda, no es lo mismo que la aventura de un default, como el de Argentina en 2001 o el que puede ampliarse en los próximos meses si las negociaciones se van de cauce. El default es una medida a la que recurren los estados capitalistas cuando se quedan sin recursos. No comprende una acción soberana, sino la expresión de una quiebra económica y social, la crisis del 2001 condujo a niveles históricos de pobreza y desocupación.
Un default en los términos capitalistas es una aventura porque constituye una medida aislada y circunstancial que solo ocurre cuando como en 2001 los gobiernos hacen hasta lo imposible por pagar con el hambre y la sed del pueblo trabajador. Es una aventura porque se libra a los capitalistas para hacer lo que quieran, como hacen ahora fondos de inversión y grandes empresarios, que vacían al país fugando capitales con operaciones como el “contado con liqui” o con el “dólar bolsa”, que el Gobierno no logra detener debido a las tibias medidas que toma. O como hacen las multinacionales agroexportadoras (que comercian soja, maíz, trigo y otros productos agropecuarios al mundo) y los grandes productores sojeros, que retienen las ventas al exterior para limitar el ingreso de dólares al país, presionar a que suba su cotización y luego facturar más. Se sabe que cuando aumenta el dólar aumenta la inflación y el poder de compra del salario se derrumba. Lejos de la aventura de un default, un desconocimiento soberano impulsado mediante la movilización popular debe ser acompañado con medidas que impidan la fuga de capitales y eviten el caos económico ¿Cuáles son esas medidas? Entre otras, la nacionalización de la banca y el comercio exterior. También la expulsión del FMI del país.

Una salida de fondo

El sistema bancario privado es una asociación ilícita que roba con los intereses que cobra en las tarjetas de crédito y préstamos personales, con los créditos UVA tiene con la soga al cuello a miles de deudores hipotecarios. Privilegia hacer ganancias prestando al Estado (Tesoro y Banco Central) y sus rendimientos se multiplican a la par del descalabro económico. En 2019, mientras se hundía la economía y aumentaba la pobreza, los bancos privados vieron incrementar 160 % sus beneficios. En la actualidad incluso boicotean (con la complicidad del Banco Central) la política oficial que busca canalizar créditos baratos a las empresas para contrarrestar los efectos del coronavirus. A la vez que existe un “cepo” de U$S 200 para la compra de divisas del pequeño ahorrista, los grandes pulpos financieros (bancos, fondos de inversión, grandes empresas) son los que especulan, se llevan los dólares al exterior y hacen subir la cotización. No es nuevo en la historia que los bancos comprenden una asociación ilícita. En 1989 con el Plan Bonex o en 2001 con el “corralito” confiscaron, en complicidad con los gobiernos de Carlos Menem y De la Rúa, a los pequeños ahorristas.
Como se mencionó, está comprobado que HSBC, J.P. Morgan, BBVA, Citibank, Banco Galicia y otros bancos organizaron la fuga de capitales de los empresarios más ricos del país a paraísos fiscales. En el caso de J.P. Morgan y del HSBC fueron exempleados que develaron la “banca paralela” que tienen esos bancos para evadir impuestos y fugar capitales, no solo de Argentina, sino en todo el mundo. Pero eso no importa. El HSBC fue premiado por el Gobierno, Guzmán lo eligió, junto al Bank of America, como agente colocador en la reestructuración de deuda en curso. Van a ganar generosas comisiones si se cierra un acuerdo. La expropiación de los bancos privados y la conformación de una banca pública única, bajo gestión de los trabajadores, es una necesidad para preservar el ahorro nacional, canalizar recursos a la actividad económica, otorgar créditos hipotecarios y personales baratos, asistir al pequeño comerciante y productor fundido por la crisis. Pero también para cortar de raíz con la especulación y terminar con el vaciamiento del país vía la fuga de capitales.
La nacionalización del comercio exterior también es una necesidad imperiosa, en un país donde se privatizaron hasta los puertos y los agroexportadores “monopolizan” los dólares que la economía necesita para atender necesidades sociales. Lo mismo rige para los servicios públicos, no pueden seguir siendo un negocio. Deben ser un derecho elemental de toda la población. Entre los ganadores de la era macrista se encuentran Marcelo Mindlin de Pampa Energía (la compañía donde BlackRock es accionista) y Nicolás Caputo, dueños de Edenor y Edesur. Ambos son amigos del expresidente Macri. Las privatizaciones de las empresas públicas son una herencia noventista que en lo esencial no es cuestionada por el régimen político capitalista. Es necesaria la creación de una empresa pública única que gestione todo el sistema energético nacional, es decir de todas las etapas productivas, desde la extracción de los recursos, la generación eléctrica, el transporte y distribución a los usuarios, que sea administrada por los propios trabajadores y que sea controlada por usuarios populares. El oficialismo habla desde el inicio de la cuarentena acerca de un proyecto de impuesto a las grandes fortunas. Pero el proyecto no aparece. El Frente de Izquierda y los Trabajadores-Unidad presentó el único proyecto a las grandes fortunas que existe hoy en el Congreso. Ahora es cuando se tiene que imponer un impuesto a los ricos. Lo contrario es dejar que los miserables se salgan con las suyas.
La izquierda realiza un planteo de conjunto para cortar la dependencia del capital financiero internacional, atacar los intereses de los capitalistas, terminar con la decadencia nacional y reorganizar la economía, mediante la planificación democrática de trabajadoras y trabajadores, para orientar todos los recursos al desarrollo y la atención de las necesidades sociales más urgentes. Es un programa que solo puede ser conquistado mediante la transferencia del poder a la clase trabajadora.

Pablo Anino

Nota

[1] Guzmán, Martín (2017). Reestructuración de deuda soberana en una arquitectura financiera-legal con huecos. Buenos Aires. Disponible en: http://cdi.mecon.gov.ar/bases/docelec/ed1047.pdf

Pablo Anino es licenciado en Economía con Maestría en Historia Económica. Es docente en la UBA (Universidad de Buenos Aires). Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Es columnista de economía en el programa de radio El Círculo Rojo y en La Izquierda Diario.

Chile, camino a la catástrofe


Organizar la lucha en defensa de la salud, el trabajo y el seguro al parado contra el nuevo “acuerdo nacional”.

Como todo el mundo previó, la política del gobierno de Sebastián Piñera llevó al colapso al sistema sanitario chileno. La situación se torna dramática.
El viernes 29 Chile tuvo un pico de fallecidos y de nuevos infectados de coronavirus en 24 horas. Acumula 86.000 contagiados y ya supera, en términos absolutos, la cantidad de contagios registrados en China. La situación es aún peor si se contempla la cantidad de infectados por habitantes, índice que ubica al país trasandino entre los diez países más golpeados por la propagación del virus.
En estos días, el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington proyectó que Chile acumulará, para principios de agosto, 12.000 víctimas fatales por Covid-19 (La Tercera 26/5). Esta nueva proyección es una variación notable respecto de su proyección previa, publicada a principios de mayo, donde estimaba menos de 700 muertes por coronavirus para principios de agosto. Ahora, el IHME prevé que Chile será el país latinoamericano con más víctimas fatales por Covid-19 cada 100.000 habitantes, superando incluso a Brasil.
A esta altura, la situación se ha tornado especialmente grave en la Región Metropolitana, dado que uno de cada diez pacientes necesitados de ventiladores mecánicos se encuentra fuera de las camas de cuidados intensivos (UCI) por falta de disponibilidad (El Mercurio 28/5). Esta situación es la que ha llevado a que se realicen más de cien traslados desde Santiago a distintas regiones del país, con el objetivo de habilitar camas UCI para los nuevos infectados en situación crítica. Asimismo, la falta de camas comunes para poder aislar a los infectados con Covid-19 que no se encuentran en estado de gravedad pero que no pueden realizar el aislamiento correspondiente en sus propias viviendas, ha puesto en evidencia el flagelo del déficit habitacional y los niveles de hacinamiento que padecen las familias trabajadoras chilenas.
Es claro que Chile ingresa a esta situación como resultado de la política de Piñera y todo su gobierno, que rechazaron implementar la cuarentena en aras de “proteger la economía” capitalista, y solo la decretaron luego de que el virus se propagara profusamente. Pero también es claro que el coronavirus encuentra al sistema sanitario público chileno golpeado por décadas de vaciamiento, que el gobierno no ha tratado de revertir ni siquiera ante la emergencia pandémica. La falta de instrumentos e insumos en los hospitales ha llevado a que en los últimos 40 días se quintupliquen la cantidad de trabajadores de la salud contagiados.

La otra pandemia

El progreso de la catástrofe sanitaria se entrecruza con la otra pandemia, la de la crisis capitalista y sus consecuencias sociales. La desocupación en el Gran Santiago alcanzó el 15,6% de la población económicamente activa, y se proyecta que llegue al 20% en junio. La ministra de Trabajo, María José Zaldívar, señaló que los índices de desempleo que se harán públicos este viernes “serán muy duros” y que en todo Chile la cifra de desocupados llegará al millón. Se trata de los índices de desempleo más altos de los últimos 30 años. Naturalmente, de la mano del crecimiento de la desocupación ha crecido la carestía y la hambruna, que están motivando importantes movilizaciones y jornadas de protestas de parte de los pobladores y trabajadores.
En este escenario, las medidas de contención social impulsadas por el gobierno y el parlamento han sido completamente irrisorias. El Ingreso Familiar de Emergencia representa un subsidio que apenas cubre el 20% del costo de la canasta básica; y el ingreso mínimo garantizado, que recibirán cerca de 700.000 trabajadores, es apenas un subsidio para llevar los salarios mínimos al 75% de la canasta básica. El escamoteo del gobierno a la hora de dar respuesta a las necesidades más apremiantes de los trabajadores chilenos contrasta con su voluntad de avanzar en un rescate a Latam, la principal empresa aérea de América Latina. Latam acaba de despedir a casi 2.000 trabajadores en el subcontinente, de los cuales 290 son de Chile.

Estrategias en danza

Consciente de la profunda crisis que atraviesa el país, y más aun de la que le depara, Piñera ha lanzado una campaña para poner en pie un nuevo “acuerdo nacional”. El trasfondo de la iniciativa apunta a que los partidos del régimen cierren filas contra un potencial nuevo alzamiento generalizado de las masas. Sucede que todas las contradicciones sociales que dieron lugar a la rebelión popular iniciada en octubre de 2019 no se han resuelto y, por el contrario, se han agudizado sensiblemente. La oposición ya ha dado señales de que se allanaría a esta nueva convocatoria, ratificando la orientación plasmada en el “acuerdo por la paz social y la nueva constitución” de noviembre del año pasado. El PC, que ha pretendido colocarse distante de la iniciativa de Piñera, se ha limitado a un cretinismo parlamentario y ha colocado a la CUT en una completa parálisis.
En oposición a toda esta orientación, se impone la necesidad de organizar la lucha por las reivindicaciones más inmediatas del pueblo chileno: en defensa de la salud, de los puestos de trabajo y por el seguro al parado. El crecimiento exponencial del desempleo plantea la necesidad de avanzar en la organización independiente de los trabajadores desocupados, recogiendo la experiencia y enseñanzas que arroja el movimiento piquetero argentino. La pelea por estas reivindicaciones será un motor fundamental para lograr echar a Piñera y dar lugar a una Asamblea Constituyente libre y soberana.

Pablo Giachello

Entrevista a Silvio Schachter del Consejo Editor de la revista 'Herramienta'

«Haroldo Conti sabía que estaba amenazado y era probable que lo mataran, pero siguió peleando acá porque este era su lugar»

M.H.: Silvio tuvo el privilegio de tener como profesor a Haroldo Conti. Desaparecido el 5 de mayo de 1976, se cumplieron 44 años. ¿Qué recuerdos tenés de Haroldo?
S.S.: Yo lo conocí cuando cursaba el segundo año del colegio secundario, en el Nacional Nº 5, Bartolomé Mitre, en el Abasto, cuando todavía era un mercado y no un shopping, y le daba toda una impronta al barrio.
Para mí el encuentro con Haroldo en esa instancia, como profesor, fue una epifanía, una iluminación. Imaginate que era un colegio de varones, con una cantidad de docentes aferrados a códigos estrictos de disciplina y textos anquilosados. Recordarás que en esa época los libros duraban 10 o 15 años porque no cambiaban nunca la historia. Muy apegados a la nota, al programa, poco innovadores y de golpe encontrarse con un personaje como Haroldo fue muy impactante.
Éramos muy jóvenes, teníamos 14/15 años. De entrada cambió los códigos para todos nosotros, dijo ‘acá no hay textos, no hay notas, los que cumplan con ciertas pautas tienen la nota puesta. Lo único que pido es que presten voluntaria atención y participación’.
El trabajo consistía básicamente en recortar artículos de los diarios y revistas que nos parecieran interesantes de la situación sociocultural y política del mundo, y él aleatoriamente llamaba a alguno de los alumnos y le empezaba a preguntar cosas sobre lo que había recortado. Eso era un disparador de debate impresionante.
M.H.: ¿En qué año?
S.S.: En el 1966. Mi madre tenía una gran militancia, mi tía, la hermana mayor de mi madre estaba en Santiago de Cuba como médica apoyando la revolución, había un clima en mi casa muy favorable y que me influyó para ser muy receptivo de lo que Haroldo planteaba en ese momento. Nos hablaba de los trabajadores, de la gente más humilde, de la guerra de Vietnam, la Revolución Cubana. Eso en un colegio con formas envejecidas de educación era revolucionario, esperábamos la clase con él.
Un colegio secundario que como el resto, salvo excepciones como el Nacional Buenos Aires, todavía vivía en el Siglo XIX. En ese año se dio la particularidad que Haroldo recibe el premio en Veracruz por su novela Alrededor de la jaula. Ese viaje coincide con las vacaciones de invierno del colegio, se despide de nosotros hasta después de las vacaciones y en ese receso se da el golpe de Estado de Onganía que un mes después pasó por la famosa y siniestra “Noche de los bastones largos” y que hizo mucho hincapié en todo el tema cultural y educativo, con la censura, con un perfil clerical, corporativo y fascista, generaba una política de mucho control y vigilancia a lo cultural.
Nosotros estábamos a la expectativa de qué iba a hacer Haroldo. Vuelve a clases sorprendentemente igual que antes, siguió manejando esos temas a pesar de que en el colegio ya se sentía mucho el rigor disciplinario, un nuevo enfoque de muchos profesores, la rectora del colegio que era más abierta había sido reemplazada por un interventor de corte clerical, etc.
Rescato esa actitud de Haroldo de seguir sosteniendo su postura ética frente a lo que tenía que ser la enseñanza y la educación, saber de la influencia que eso tenía en nosotros. Una influencia que para mí y para muchos de mis compañeros duró a lo largo de todo el secundario y mucho más. Un dato interesante es que no hizo ninguna mención del premio que había recibido, solo dijo que tenía que viajar a México. Eso da también una pauta de dónde ponía el acento, su humildad.
Así que ese fue mi primer contacto, después seguí leyendo sus libros, poemas, cuentos, en alguna oportunidad lo crucé en alguna actividad y después quiso la vida, que cuando lo secuestran en la calle Fitz Roy al 1205, esquina Castillo, yo estaba viviendo en Fitz Roy y Paraguay a unas 8 cuadras. Una coincidencia fortuita.
M.H.: Llama la atención que en aquella reunión convocada por el dictador Videla, a la que asisten Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato el único que se preocupara por la situación de Haroldo Conti fuera el padre Castellani que estaba en sus antípodas ideológicas.
S.S.: Es conocido que él nació en Chacabuco, allí adquirió parte de su pasión por la literatura porque su padre, que era un vendedor ambulante, cuando encaraba a algún cliente acostumbraba contar cuentos. Él lo acompañaba y empezó a tener esa pasión.
La segunda es que cuando viene a un colegio religioso en Ramos Mejía, como era un internado, no tenían televisión ni cine, entonces para entretenerse los fines de semana hacían funciones de títeres para los chicos y él era el encargado de hacer los libretos.
Esas son dos experiencias que lo formaron y ahí es a donde conoció al padre Castellani, que a pesar de estar en las antípodas, hubo una relación personal de afecto, por eso Castellani plantea el tema. No lo plantearon Sábato ni Borges. Sí Ratti que también estuvo en esa reunión, y era el Presidente de la SADE, reclamó por su caso y después siguió reclamando por los casos de “Paco” Urondo, Rodolfo Walsh, etc.
Son conocidas las circunstancias en las que lo secuestran, él volvía del cine, había ido a ver “El padrino II”, era un amante del cine, de hecho había sido crítico cinematográfico en un momento de su vida, había participado de la fundación del Cine Club Buenos Aires, en un guión de una película, era muy afecto al cine. Vuelven a su casa y a la media noche lo estaba esperando una patota que lo golpeó, le destruye la casa, le saquean los sueldos que había cobrado en esos días, destruyeron todos los originales de su obra.
M.H.: Pero no estamos hablando solamente de un escritor, hablamos de un militante comprometido.
S.S.: Sí. Él tuvo un viaje clave para su militancia que fue cuando lo invitaron a Cuba de La Casa de las Américas a ser jurado en 1971. Después en 1975 le premian su libro Mascaró. El cazador americano y a partir de esa relación con Cuba mantiene una relación de enorme afecto con la revolución cubana. Y él mismo dice que fue en ese viaje de 1971 cuando su perspectiva de América Latina cambió y decide no solo militar con la pluma sino incorporarse a una fuerza política, el PRT, al cual él aporta más desde la lógica y su actividad intelectual. No formó parte de ninguna organización armada concreta, pero sí siguiendo mucho el concepto de la lucha guerrillera.
Había recibido amenazas de la Triple A por su propia militancia, que ignoró. Hay una carta que le escribe a García Márquez pocos meses antes de que lo secuestren. Había conocido a García Márquez porque fue parte de un jurado que premia uno de sus textos y a partir de ahí mantiene un vínculo epistolar bastante constante y le cuenta que sabía que estaba amenazado y que era probable que lo mataran, pero que este era su lugar y que iba a seguir peleando acá. A pesar de que García Márquez le plantea que se vaya, conociendo los peligros que corría.
M.H.: Una relación muy especial con el Tigre y también Rodolfo Walsh. De alguna manera me ubica mucho porque mi compañera tiene una casa en el Tigre a la que vamos desde hace muchos años. Vi en estos días “Homo Viator”, la película sobre Haroldo Conti donde está muy presente el Tigre.
S.S.: Él era piloto civil y en uno de sus viajes recorre el Tigre con el avión que piloteaba y queda fascinado. Decide a partir de ese momento conocer más sobre la situación del Tigre y compra su casa en el Arroyo Gambado, muy cerca de la estación terminal, es un desvío del Sarmiento.
Yo también tengo casa en el Tigre, sobre el Arroyo Espera, un desvío del Carapachay. Estoy perdiéndome el otoño ahí, hay una paleta de colores fantástica en esta época. Se llena de ocres, marrones. Yo llegué al Tigre mucho tiempo después, cuando él ya estaba secuestrado y desaparecido y viviendo ahí entendí mucho mejor su pasión por las islas, entendí mucho mejor su novela Sudeste que ocurre más en la zona de San Fernando, en Las Anguilas, en su cruce con el San Antonio, una zona que él mismo decía que estaba igual que hace 300 años. Lamentablemente hoy ya no es así porque el negocio inmobiliario está arrasando con esa zona, ya los vecinos de la zona han hecho acciones para enfrentar la poda indiscriminada, etc.
Pero sí, él era un hombre apasionado por el río y en esa novela lo expresa muy bien, si bien el Boga es el personaje principal, para mí el personaje principal es el río y la isla.
Esa es su primer novela, que para muchos es la mejor, a mí me gusta más Mascaró pero Sudeste me parece una gran novela.
M.H.: ¿Querés agregar algo más?
S.S.: Se podrían decir muchas cosas de la vida de Haroldo, hay dos datos que me parecen fundamentales, primero que una de las personas que dirigió todo el operativo de su secuestro fue un infiltrado del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, que se presentó varias veces en su casa como un militante del PRT que necesitaba refugio y Haroldo en su actitud solidaria y hasta ingenua, lo recibió en su casa mucho tiempo.
Este personaje que luego dirigió el operativo, fue reconocido por la mujer de Haroldo, lo detuvieron en Suiza porque tenía pedido de captura. Los hijos mayores también reconocen haberlo visto muchas veces en su casa. Lamentablemente este personaje en 2015 fue absuelto junto con otros agentes de Inteligencia, por un tribunal en lo criminal.
Un dato que por ahí no todo el mundo conoce pero hay que saberlo porque este hombre creó una empresa de seguridad privada en San Juan que se encargó de la seguridad privada de la Barrick Gold a partir de 2006 hasta el 2013 que estuvo en San Juan.
M.H.: ¿Tenés el nombre?
S.S.: Se llama Rubén Orlando Bufano. El otro dato que pinta mucho la personalidad de Haroldo y los intelectuales de la Revista Contorno, los hermanos Viñas, Rozitchner, etc., es que cuando sus novelas empiezan a ser premiadas le ofrecen la beca Guggenheim y la rechaza y en la carta explica que esa institución es parte de un sistema de colonialismo mediante el cual EE UU ha manipulado a toda América Latina.
No se me ocurre pensar en ningún artista ni intelectual que hoy en día estuviera dispuesto a rechazar una beca así. Lo toman como un lugar de prestigio, a pesar que la función de esa beca sigue siendo la misma. Pero él tuvo esa actitud que para mí pinta la personalidad de los intelectuales y militantes de esa época.
M.H.: “Paco” Urondo, Rodolfo Walsh, Haroldo Conti. Alguna vez en este programa Héctor Freire dijo que si hubieran nacido en EE UU estarían vivos. Porque no solamente fueron militantes revolucionarios sino grandes intelectuales que lamentablemente no supimos preservar.
S.S.: Coincido, por eso creo que es muy importante no solo recordarlo como víctima por todo lo que fue, por su significado y su trayectoria.
M.H.: No solo fueron grandes intelectuales sino que también fueron grandes militantes revolucionarios.

Mario Hernandez

Los cerrojos al dólar no detienen la fuga



La corrida al dólar venía acrecentándose durante el último mes. De hecho, las reservas internacionales del Banco Central cayeron en mayo 1.120 millones de dólares por las ventas efectuadas para contener el alza de la divisa norteamericana. Para intentar frenar esta fuga y la suba de los tipos de cambio alternativos, el gobierno dio un salto en las restricciones a las operaciones en dólares, interviniendo ahora sobre las comerciales.

El Banco Central publicó una resolución en la que establece que las empresas que hayan realizado operaciones con los llamados dólares financieros (el contado con liqui o el dólar bolsa -MEP-) estarán inhabilitados por 90 días para recurrir al mercado oficial de cambios, y viceversa. Esto, días después de haber restringido el acceso de las empresas a la compra de dólares del Central para cancelar sus obligaciones con el exterior o para importaciones, para obligarlas a utilizar lo que tienen atesorado o disponible en el extranjero.
Estas disposiciones marcan un salto en la intervención, que ya excede al mercado financiero y pasa ahora a limitar el dólar comercial. Pero la importación es fundamental para el funcionamiento de la industria argentina, y con esta restricción del acceso a divisas las empresas recurrirán al blue que cotiza a $125 –y que pasará a ser tomado como referencia para las operaciones comerciales- lo cual encarecerá todos los costos y hasta podría quebrar la cadena de abastecimiento. Para las familias trabajadores equivale a una devaluación de hecho, porque esos mayores costos serán transferidos a los precios.
Con estas medidas no se detendrá la fuga, pero sí aumentarán las presiones devaluatorias. Una muestra de las expectativas en una devaluación es que en el curso de mayo los contratos de dólar futuro crecieron de unos 1.600 a 3.500 millones de dólares. Por eso el gobierno, buscando contener los ahorros en pesos, incrementó la tasa mínima que deben pagar los bancos por plazos fijos al 30%, y para tentar a las patronales agrarias a liquidar los dólares de sus cosechas habilitó el llamado dollar-linked, es decir la posibilidad de efectuar depósitos a tasa variable atados a la cotización del dólar. Esto evidencia la desesperación ante la incapacidad de dirigir la economía hacia otro lugar que no sea la corrida al dólar.
De fondo, el asunto es que el gobierno está en la palma de la mano del capital financiero, que es quien dirige la batuta. La caída de las reservas del Central y la depreciación de la moneda son indicios de la precariedad de la economía argentina, utilizadas para tensar aún más las exigencias de los BlackRock justo cuando Fernández y Guzmán ceden en buena parte de su oferta de canje para intentar llegar a un acuerdo.

Iván Hirsch

“No puedo respirar”, el coronavirus racial del capitalismo en Estados Unidos

En 2015, la revista Time publicaba en su portada la fecha de 1968 tachada -año en el que tuvieron lugar las protestas luego de la muerte de Martin Luther King Jr.-, y encima de ella colocó "2015". En 2015 lugar, de nuevo, una protesta en Baltimore por el asesinato de un afroamericano por parte de la policía. La revista pretendía con ello remarcar que el parásito social del racismo no había sido extirpado de EE.UU. Hoy, podríamos volver a tachar aquella fecha y reemplazarla por 2020. El racismo pervive, mientras las bases sociales capitalistas se encuentran en una crisis terminal.

La chispa

La protesta local contra el asesinato de George Floyd por parte de la policía, el lunes pasado, ya tiene el alcance de un levantamiento popular. La manifestación pegó un giro, un día después, cuando uno de los manifestantes destruyó el vidrio de un patrullero. En ese instante, la marcha, que se dirigía a una comisaría cercana, se transformó en una sublevación.
La ciudad fue tomada. Las comisarías, comercios y supermercados fueron incendiados y destruidos. La lucha contra la represión en las calles se desarrolló con barricadas. La bronca subió cuando el fiscal del condado de Hennepin -con jurisdicción sobre Minneapolis-, Mike Freeman, compareció el jueves para anunciar que no tiene intención, de momento, de imputar cargos ni de detener al agente responsable de la muerte de Floyd, Derek Chauvin (DW, 29/05).

Racismo

Tim Walz, gobernador de Minnesota, calificó de "repugnante" el crimen racista. Sin embargo, decretó el estado de emergencia y envió a la Guardia Nacional a las calles de Minneapolis para "reconstruir la ciudad, reconstruir nuestro sistema de justicia, y reconstruir la relación entre las fuerzas del orden y aquellos a los que se les encarga proteger". El sistema de justicia y las fuerzas del orden son los engranajes sociales que sostienen la violencia racial. Han perdido toda confianza en el orden social en el que viven. La rebelión ha empujado al Departamento de Justicia a otorgar nivel de "máxima prioridad" a la investigación sobre la muerte de Floyd (Infobae, 28/05).
Las manifestaciones se replicaron en el corazón político del país, Nueva York. La policía se desplegó hasta el Union Square y detuvo a cinco manifestantes. "I Can't breathe" (“No puedo respirar”, la frase que repetía Floyd bajo la bota del policía que lo mató) se esparce en todo el país, que con la pandemia en el medio denuncia la asfixia de la sociedad racial del capitalismo.

Lucas Noguera
29/05/2020

Vecinos alerta en los asentamientos de La Boca

Desde hace dos semanas, los vecinos de los asentamientos Lamadrid y El Triángulo, ambos linderos al riachuelo y en proceso de urbanización, vienen reclamando que el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) y los gobiernos porteño y de Nación cumplan con sus compromisos. Tras los primeros casos de familias infectadas por coronavirus en la zona de El Triángulo, nunca se cumplieron los protocolos sanitarios ni se realizó ningún tipo de testeo o control sanitario. Ni en los asentamientos ni en las casas aledañas al brote. Tampoco se tomaron medidas para aislar a grupos de riesgo o trasladarlos a lugares adecuados. Para esto se podrían reconvertir algunas de las decenas de casas tapiadas y deshabitadas que alimentan la especulación inmobiliaria o poner a disposición la Usina del Arte, que se encuentra a unas pocas cuadras. A esto se suma el corte de la asistencia alimentaria a más de 150 familias desde principios de marzo. El único merendero en estos asentamientos no está reconocido por los gobiernos; esto significa que funciona completamente a pulmón y es sostenido de manera solidaria por los vecinos.
Crece la preocupación ante los nuevos casos en el resto del barrio que van recogiendo las organizaciones sociales y que aún no se encuentran reflejados en los partes diarios. Frente a esta situación de incertidumbre los vecinos del asentamiento y sus delegados de manzana obtuvieron una reunión de emergencia con los entes responsables. Exigieron como primer punto los testeos masivos que vienen siendo negados sistemáticamente y la asistencia alimentaria para las familias en riesgo. Se obtuvo una primera partida de 200 bolsas con alimentos para las familias que se repartió casa por casa con un compromiso del IVC a seguir asistiendo. La pelea es para que sea semanal, y no quincenal, ya que las partidas son chicas. También se obtuvo una entrega de lavandina, alcohol en gel y elementos de limpieza. Sobre los testeos hubo un compromiso de empezar a realizar algunos tests en la zona lindera a la Av. Pedro de Mendoza, algo completamente insuficiente ya que el hacinamiento más fuerte es en los pasillos que van hacia adentro de los asentamientos.
El avance exponencial de casos en la Villa 31 y en la Villa 21-24 de estas semanas muestran que la desidia del gobierno y la falta de testeos es un gran peligro para la salud de las familias. La única propuesta frente a este aumento son los cercos y guetos como en la Villa Azul. Y tener que esperar horas por los resultados de los test en las salas de espera abarrotadas de los Hospitales.
Formemos un comité barrial para afrontar esta situación discutiendo la mejor manera de cuidar la salud en La Boca, frenemos la desidia del Estado a tiempo para evitar situaciones de abuso y cerco contra las barriadas más vulnerables. Sumémonos a acciones de lucha por testeos masivos, asistencia alimentaria y sanitaria inmediata junto a todos los barrios para evitar una masacre sanitaria.

Leonardo Perna
29/05/2020

viernes, 29 de mayo de 2020

Pandemia: Alberto, Horacio y Axel, entre la flexibilización y el abismo



El azote de la pandemia de Covid–19 se concentra en Argentina, como problema, en el Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA – Capital y Gran Buenos Aires) que concentra más del 80% de los casos. El gobierno nacional y ambos gobernadores se encuentran tironeados por dos grandes presiones: la de los empresarios para levantar la cuarentena en beneficio del funcionamiento de sus negocios y la del “espanto” de un descontrol de la pandemia que desborde el sistema de atención médica. Gobiernos que oscilan entre esos extremos, en el cuadro crítico de un quebranto económico sin parangón en las últimas décadas, no son los más indicados para tomar las decisiones radicales que se necesitan.

Cuál es el cuadro

En los últimos 20 días el tiempo de duplicación de los casos detectados nacionales se redujo 19 a 10 días y a 6 días en el AMBA. Es evidente que la “flexibilización” de la cuarentena decidida el 8 de mayo para Capital y Provincia, bajo fuerte presión empresarial, tuvo consecuencias negativas en materia de contagios, cada infectado contagia a más de una persona (1,3). A eso se sumó la estampida de casos en geriátricos y villas de emergencia. En Villa 31 y Villa 1-11-14 de CABA los casos positivos son el 60% de los testeados, contra un promedio nacional de 9.8%. La detección en villas de provincia, como la Villa Azul también está arrojando un 50% de positivos y en aumento a medida que avanza la detección. Completando el cuadro aumentan diariamente los contagios del personal de salud en los hospitales. Suman un 15% de todos los casos. Un tema más que crítico dado que cada infectado implicará el aislamiento de sus compañeros cercanos y, frecuentemente, del sector donde trabajan, como sucedió con la Terapia del hospital Zubizarreta o Neonatología del Ramos Mejía. Significa una reducción de la capacidad del sistema cuando más se lo necesita por el ascenso de la curva en nuevos casos y mayor cantidad de fallecidos.

Los límites

Un estudio de previsión estadística de técnicos del Conicet, estima que a la velocidad de expansión actual de la enfermedad, el sistema de salud se saturaría poco después de mediados de junio. La existencia real de camas críticas sigue siendo un secreto guardado bajo siete llaves. Datos indirectos refieren que en CABA hay 1250 camas de terapia (300 del sistema público) y en la Provincia de Bs As 4600 (2000 del sistema público). Si la disponibilidad estimada se calcula en un 55%, se contará con unas 3200 camas de terapia. El ministro Fernán Quirós adelantó que en la trepada de la curva, que probablemente haya comenzado, son de esperar 1000 nuevos casos diarios solo en CABA. De ellos, un 20% requerirá atención médica, un 5% terapia intensiva y un 2,5% respiración mecánica. Se estima que son cifras críticas para una internación promedio de 7 días por paciente si se tiene en cuenta que el 70% de esas camas pertenecen al sector privado y no están integradas a un comando único de toma de decisiones y distribución de recursos, algo a lo que el gobierno renunció ni bien el lobby de la medicina privada le mostró los dientes. Otra limitación es la escasa cantidad relativa de personal especializado - terapistas, enfermeras y kinesiólogas- entrenado para manejar esos servicios. Un tema que se debe encarar con jerarquización y aumento de salario, para evitar el pluriempleo, el stress y la sobreexposición de jornadas interminables. Hasta ahora las autoridades no solo no han contemplado estos requerimientos sino que súper explotan todo el recurso humano – residentes, concurrentes, enfermería - con precarización y amenazas.

Programa

Las limitaciones políticas evidentes para evitar una estampida de contagios que desborde la capacidad sanitaria, que de eso se trata, deben ser superadas mediante una vasta movilización social. En las villas, geriátricos, cárceles, hospitales y actividades imprescindibles, es urgente una campaña masiva y sistemática de detección y testeo de casos sospechosos y aislamiento de contactos estrechos. La detección debe ser masiva, meticulosa y eficaz. Vecinos de la Villa Azul han denunciado falencias del operativo Detectar, que de por sí arrancó muy tarde: por su sector no pasaron a encuestarlos. En los hospitales es imprescindible una reorganización general de la actividad y de los protocolos, según criterios estrictos de bio seguridad y aislamiento de áreas que hoy no existe o es precaria. Lo mismo que la provisión de los insumos y materiales correspondientes. Una inversión extraordinaria debe ser dedicada a estas medidas que solo serán garantizadas por los trabajadores organizados en cada establecimiento y con la centralización de los sistemas – público, de obras sociales y privado – bajo un comando único con control de los trabajadores de salud.
En las villas, los operativos de detección y aislamiento tienen requisitos básicos, como alojamientos para cuarentena confortables y sanitariamente seguros, con apoyo económico para los aislados y sus familias. Sostén estatal y obras urgentes para agua potable, energía e insumos de higiene y desinfección. Subsidio económico de 30.000 pesos para los que no tengan ingresos. La organización del barrio, incluso en los casos en que corresponda restringirse la circulación, no puede estar a cargo de los Berni y la policía, que es inepta, intimidante y represiva. Es prioritario retirar las fuerzas de seguridad y el ejército de las villas. La auto organización de los vecinos, con sus referentes, sus organizaciones sociales y el personal técnico necesario con protección de pandemia, debe hacerse cargo de la alimentación, la provisión de insumos, la colaboración con los operativos sanitarios y la circulación segura. Y decidir colectivamente cuando corresponde el aislamiento en alojamientos de campaña o en el mismo barrio según los casos. Todo eso volcado en protocolos de lucha contra la pandemia aprobado por las asambleas de vecinos.
En las fábricas, supermercados y medios de transporte, la detección y aislamiento también debe regirse por protocolos aprobados por los trabajadores: controles de temperatura, detección de casos, testeos y aislamientos, deben estar bajo control de los obreros y sus organizaciones, que contrarresten las presiones patronales para mantener la producción a como venga.

Conducción

La implementación del conjunto de las medidas requiere afectar intereses capitalistas de todo orden con firmeza política en esa orientación. Prohibición estricta de despidos y suspensiones o rebajas de sueldo (derogación de la resolución oficial que autoriza el pacto CGT-UIA de suspensiones con quita salarial). Subsidio a desocupados y cuentapropistas. Y, muy básico, para el financiamiento de esta gran campaña en la emergencia, frenar la fuga de capitales, aplicar un impuesto gravoso a la riqueza y suspender el pago de la deuda externa.
No es la política de estos gobiernos capitalistas, en sus versiones liberales o populistas, subordinados a los intereses de su clase patronal y al mismo tiempo temerosos de que un descontrol “a la italiana” de la pandemia acabe con sus carreras políticas. Que subvencionan a los grandes capitalistas con el dinero de los jubilados y habilitan a manos llenas la sangría de recursos nacionales. Se requiere la intervención organizada de los trabajadores, comenzando con la organización por empresa, por barrio, por villa y por hospital, de comisiones electas en asamblea de lucha contra la pandemia. Mineros, frigoríficos, repartidores, docentes, gráficos, choferes, vienen trazando un camino promisorio. Un frente de la clase obrera y sectores populares, que supere a las direcciones burocráticas cómplices, pueden dar una salida propia a la crisis sanitaria y económica.

Sergio Villamil

Arcioni en la picota, los trabajadores en la calle

La continuidad del gobierno de Mariano Arcioni es un tema de todos los medios de comunicación de la provincia durante la cuarentena, pese a que Chubut registra oficialmente 5 casos confirmados de Covid-19. Su nueva gestión se mantiene a tientas a pie debido a las órdenes impartidas por Alberto Fernández, quien bajó línea a las conducciones sindicales y al PJ-kirchnerismo a favor de sostenerlo, pese a las exigencias del pueblo movilizado que pide desde el año pasado su destitución ante los incumplimientos en los pagos de los salarios en tiempo y forma.
Las arcas provinciales quebraron. De conjunto la deuda llegó a rondar los 1100 millones de dólares. Chubut la viene pagando religiosamente, tras el acuerdo por el cual se le devenga el importe acordado con los acreedores de lo recaudado por regalías petroleras. En la actualidad debe unos 900 millones de dólares, y pretende reestructurarla para comenzar a pagar lo que corresponde al capital a partir de 2023. Según trascendió, en el proyecto presentado ante Legislatura se “renuncia a la inmunidad soberana, lo cual habilitaría los embargos de los bienes públicos de la Provincia incluso, recursos naturales” (La Tecla de la Patagonia, 24/05). Además, se afectarían los fondos de la coparticipación.
La masa salarial mensual es de unos 4.900 millones de pesos, pero el déficit fiscal rondaría los 2500 millones. La caída en los ingresos por regalías petroleras y coparticipación federal explican en parte esta situación. Los vencimientos de deuda entre mayo y julio superan los 1600 millones de pesos.
Los primeros afectados por esta situación son los trabajadores estatales, quienes vienen cobrando en rangos desde el año pasado. A algunos aún les deben el mes de marzo, y de no concretarse el depósito antes del 5 de junio, el atrasó llegará a 3 meses de deuda. La provincia acaba de firmar un acuerdo con Nación para recibir 5 mil millones de pesos, aunque en dos tramos. La complejidad del panorama se acentúa si se tiene en cuenta que en junio el Estado debe pagar el medio aguinaldo.
La quiebra económica se ha traducido en una crisis política. Esta semana, se oficializó la ruptura del bloque oficialista en Legislatura. A ello se agrega que la relación del Ejecutivo con el Poder Judicial está en su peor momento, luego del envío a Legislatura de un proyecto para declarar la autarquía presupuestaría del Poder Judicial y Legislativo, que en los hechos es una transferencia de una parte de la crisis económica a esos poderes.
Este combo entre bancarrota económica y crisis política llevó en las últimas semanas a especulaciones sobre la continuidad de Arcioni al frente del Ejecutivo. La posibilidad de que Alberto Fernández intervenga la provincia ya se deja correr en algunos medios. Tal arbitraje implicaría la decisión (¿impotente?) de intentar prevenir un estallido social. Para que ello surta efecto, se haría imprescindible la derivación de recursos económicos para saldar la deuda con los trabajadores, lo cual sentaría un precedente para provincias que se encuentran en situaciones similares. Si la intervención se realizara con la provincia desbordada por las movilizaciones, la situación sería aún más compleja.
El fantasma del juicio político vuelve a hacerse presente, También se baraja una embestida del Poder Judicial contra Arcioni, que lo fuerce a presentar su renuncia. Se trata de salidas institucionales que intentan anticiparse o dar respuesta al ascenso de luchas y descontento general que existe en la provincia.

El dato fundamental

Más allá de estos enjuagues palaciegos, el dato relevante de la situación política es un nuevo ascenso de luchas, y la tendencia de los sindicatos privados a confluir con las movilizaciones estatales. Contra esta escalada, el régimen tiene como aliadas a las centrales sindicales de la provincia y la devaluada Mesa de Unidad Sindical (MUS). Desde ya, la cuarentena por el coronavirus se transformó en una aliada circunstancial impensada hasta el momento.
Sin embargo, las bases obreras mostraron los dientes la semana pasada, cuando trabajadores que se encuentran ocupando la textil Sedamil y la pesquera FYR S.A. movilizaron por las calles de Trelew con estatales autoconvocados. La acción fue coordinada por las bases sin ninguna participación de las conducciones sindicales de dichos sectores.
El gobierno, las patronales y las burocracias sindicales tomaron nota inmediatamente y comenzaron las maniobras. El secretario de Trabajo de Chubut, Cristian Ayala, lleva adelante operaciones con la conducción del STIA (Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación) y de la AOT (Asociación Obrera Textil) para presionar a los trabajadores de FYR S. A. y Sedamil a que no vuelvan a movilizar con el sector estatal. Son conscientes de la embrionaria fortaleza estratégica que implica la unidad del sector privado con el estatal en defensa del salario y sus conquistas.
El reclamo en curso de los sectores movilizados se transformará indefectiblemente en una demanda política de conjunto por la magnitud de la crisis que atraviesa la provincia. Es necesario que el activismo y las oposiciones combativas a la burocracia aprecien el alcance de esa crisis, para coordinar a las bases en lucha y promover un programa y una salida de conjunto al derrumbe de la provincia. La suerte de Arcioni depende del pulmotor que le brinde Fernández. La izquierda y los luchadores debemos oponernos a cualquier salida “institucional” dirigida a salvar al régimen de endeudamiento e hipotecamiento provincial a costa de los trabajadores, y a favor de la megaminería.
La experiencia que se está dando en Trelew debe servir para que discutamos la pertinencia de un congreso de bases obreras, que debata un programa y un plan de acción frente al derrumbe económico y la crisis política. Debemos exigir el no pago de la deuda y su investigación. Hay que desarrollar la coordinación de los trabajadores mediante plenarios de delegados de bases y asambleas populares. La debilidad del gobierno de Arcioni debe ser aprovechada por el pueblo y no por los capitalistas.

Iván Marín
29/05/2020

Un parlamento sin quórum

La frustrada sesión de diputados para derogar los 'superpoderes' de Cafiero-Fernández dejó una señal de alarma para el gobierno FF. La oposición de JpC estuvo a sólo cinco bancas de alcanzar el quórum. No significa esto que los "superpoderes” mismos estuvieran en peligro – lo más probable es que se hubiera llegado a un acuerdo que tampoco habría resuelto nada. Tampoco hubiera pasado el Senado. El reproche del macrismo declinante es que los “superpoderes” hubieran salido por decreto y no por ley. Los Fernández le dan un espacio televisivo a Larreta cada quince días desde Olivos, pero les cierra 'la casa común' de rango constitucional.
La 'oposición' pretende convertirse en una caja única de reclamos, que obviamente 'selecciona' de acuerdo a los intereses de clase que representa. Los gerentes y directivos de las corporaciones capitalistas que demandan una “nueva normalidad” viven de los ATP que les asigna Cafiero. Los diarios ‘hegemónicos’ apenas dieron espacio a la bullanga. ¡Por qué habrían de morder la teta de la que maman! Los apoyos internacionales de esta ‘oposición’ no dieron señales de apoyar esta ‘movida’, cuando consiguen que el gobierno acerque posiciones acerca de la deuda con quien es visto como futuro secretario de Estado de un gobierno Biden, Larry Fink, el mandamás del fondo BlackRock, y operador en jefe de las operaciones de deuda de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Quórum de izquierda

Entre los 124 diputados presentes estuvieron los dos del Frente de Izquierda. Es probable que el FIT-U se haya hecho presente en función de no perderse nunca una sesión parlamentaria. En el pasado reciente ha servido en bandeja al gobierno varios quórums – uno para aprobar el presupuesto de Capitanich en Chaco y el otro para aprobar la reforma que exigía el FMI a los regímenes previsionales especiales. En un caso, la “emergencia alimentaria” que señalizó el pacto de transición entre el FdT y JpC, votó a favor, en forma dividida. En esta ocasión, la agenda contra los ‘superpoderes’ que se autoadjudicó el gobierno debía servir, mediante la denuncia de esa facultad absolutista del Ejecutivo, para atacar la alianza, formal y de hecho, entre oposición y oficialismo para subsidiar al capital, bajar las jubilaciones, autorizar rebajas salariales y disponerse a firmar un canje de deuda externa que reforzará aún más el sometimiento nacional. JpC habría podido seguir adelante con esa “sesión especial” que no consiguió quórum, para proceder a un debate político sin posibilidad de voto, pero no lo hizo en función de evitar un agrietamiento del frente de la cuarentena que mantiene con el gobierno, bajo el pretexto de la cuarentena.
En lo que a nosotros, el PO (T), respecta, habríamos aprovechado la mancada sesión especial para insistir en que el movimiento obrero imponga sus protocolos y métodos en la cuarentena, en los lugares de trabajo y los barrios; que se nacionalicen sin indemnización las industrias que son esenciales para una producción al servicio de la salud y el sistema sanitario (grandes empresas metalúrgicas); la nacionalización del sistema de salud; y la inmediata convocatoria de las paritarias con delegados elegidos en asamblea. Habríamos denunciado el carácter usurario de los acuerdos que el oficialismo se apresta a firmar con los fondos internacionales, acompañado por la oposición. El repudio de la deuda externa debe ser acompañado por un programa, bajo la dirección de la clase obrera El parlamentario de izquierda no se dirige al parlamento -ese foro no es su audiencia-, sino a las masas – es la esencia de la táctica política del socialismo revolucionario.
El derribamiento del régimen que habilita superpoderes (no sólo ‘para Cafiero’) habría sido un hecho positivo para el desarrollo del programa arriba planteado. Pero esa no era la intención del macrismo, que se reservó una cuota porcentual de superpoderes cuando gobernó, y todo el tiempo en la Ciudad de Buenos Aires, donde el porcentaje de arbitrariedades presupuestarias es ¡constitucional! Lo hubiéramos denunciado en la sesión ‘opositora’; un gobierno socialista sería un gobierno que concentraría los poderes, pero en manos de la Asamblea del pueblo – a la vez deliberativa y ejecutiva; lo que se vota, se hace, sin que necesite el certificado de legitimidad de un poder judicial elegido por nadie e inamovible.
La izquierda revolucionaria no se embarca en ninguno de los campos capitalistas: como opositores consecuentes a todo poder y superpoder burgués, habríamos votado contra el proyecto del macrismo, que no deroga los superpoderes, sino que los “reglamenta” o “regula”. En momentos de confrontación excepcional y extraparlamentaria entre fuerzas capitalistas, en el marco de una crisis excepcional, dirigiríamos sus fuerzas principalmente contra aquel que representa los mayores peligros inmediatos para las masas, sin apoyar, ni por un instante, al resto de los campos capitalistas en pugna. Así hemos actuado en todos los golpes de estado en Argentina y en América Latina, incluso cuando pretendían revestir un carácter ‘parlamentario’; en todas las declaraciones de estado de sitio.
El hundimiento de los parlamentos, bajo la presión de la crisis gigantesca que la pandemia ha reforzado en gran escala, no es motivo para pedir que se le asigne un respirador en un hospital de campaña. Debe servir, por el contrario, para señalar que esa institución no es una salida para los trabajadores en la crisis presente; no vehiculiza las necesidades de los trabajadores porque no son construcciones políticas de los trabajadores mismos. En el marco de una crisis vertebral de la sociedad capitalista, la exposición de una alternativa socialista y de los métodos para alcanzarla, es más imperiosa que nunca.

Jorge Altamira
29/05/2020