miércoles, 31 de diciembre de 2014

"Derechos Humanos": los que no resisten archivo



La no apertura de los archivos es una política de estado y un pacto para esconder las responsabilidades civiles y políticas con la dictadura.

Las cínicas e intencionadas “confesiones” del represor Ernesto “Nabo” Barreiro en el megajuicio de La Perla/Campo de la Rivera en Córdoba, las declaraciones de la oposición de derecha como las de Sergio Massa o Mauricio Macri y el 31° aniversario de la democracia, pusieron la cuestión de los “derechos humanos” en la agenda y en la campaña electoral en curso.
En la coyuntura inmediata de fin de ciclo kirchnerista, las declaraciones y “operaciones” son parte de una pulseada política e ideológica para correr -también en este terreno-, el escenario hacia derecha. Para conquistar un nuevo perdón, en el marco de una política de mayor reconciliación. Todos ven en los posibles sucesores, ya sea de Massa, Macri o el mejor posicionado del oficialismo, Daniel Scioli, a interlocutores amigables y reconciliadores a tono con la nueva doctrina papal de Francisco, adoptada por el kirchnerismo maduro.
Sin embargo, la condena a los aberrantes crímenes de la dictadura desnuda -en primer lugar-, la impunidad que reina en la democracia, incluida la "década ganada". Y la impunidad que garantizó la democracia se basó en la negativa total y absoluta a abrir y hacer públicos los archivos de la dictadura.
Sobre la base de ese ocultamiento, genocidas como Barreiro hacen su juego de engaño y operaciones; Cesar Santos del Corazón de Jesús Milani lava sus culpas e incluso se transforma en un “general militante”; esconden su responsabilidad todos los partidos políticos tradicionales, asociaciones empresarias y burócratas sindicales que colaboraron con los represores. La justicia y la cúpula eclesiástica, de la que no se salva ni el papa y que hicieron su gran aporte al genocidio, disfrutan de la impunidad.
Sin la apertura de los archivos, la verdad hay que rastrearla en la memoria de las víctimas derramada en juicios arrancados por años de movilización; en las investigaciones independientes; o queda al arbitrio de apariciones fragmentarias para "carpetazos" obligados por las necesidades de la coyuntura; o de la manipulación de genocidas como Barreiro, que ahora ascienden de su infierno, colmados de "buenas intenciones".
La no apertura general de los archivos es una razón de estado, un hilo negro y un consenso que une a los que se apropiaron del discurso de los “derechos humanos” y no tuvieron límites ni morales ni políticos para cooptar a organizaciones emblemáticas; con los asesinos y sus defensores acérrimos.
Los archivos develarían la condena a todo el régimen político. Por el lado de los demócratas radicales no existieron solamente los famosos dichos de Ricardo Balbín que clamó por terminar con la “guerrilla fabril”, sino también los del “padre de la democracia”, Raúl Alfonsín, que a semanas del golpe afirmaba cosas como esta: "En la difícil situación por la que atravesamos, para preservar el orden y la cohesión, se necesita un mínimo de adhesión, sin la cual nos ubicaremos en el tobogán de la desobediencia que conduce a la resistencia y a la subversión". Y confesaba que el único denominador común que tenía con el nuevo gobierno era ’la lucha antisubversiva’".
Justamente fue el radicalismo el que encabezó la nómina de intendentes puestos a disposición de los genocidas, fueron 301 (35%) los que correspondieron a la UCR. El peronismo no se quedó atrás y aportó 169 (19,3%). La lista se completa con 23 neoperonistas (2.7%); 109 Demócratas Progresistas (12.4%), 94 del Movimiento de Integración y Desarrollo (10.7%), 78 de las fuerzas federalistas provinciales (8.9%), 16 de la Democracia Cristiana (1.6%); y 4 del Partido Intransigente (0,4%).
El Partido Comunista declaraba que había tenido un gran acierto al evitar “el grave error que hubiera significado enfrentar la Junta Militar, así como el de apoyarla ciegamente. Además de ser la suya una política de principios, permitió conservar las posibilidades legales, tan importantes para la lucha por un Convenio Nacional Democrático". Quizá los manuales del “DIAMAT” soviético puedan explicar esta extraña dialéctica del acierto en el error, que permite calificar como “política de principios” a una capitulación grande como una casa. O quizá revele la forma criolla que adoptaron los principios que tuvo el estalinismo a lo largo de su historia infame. Hoy el PC le aporta sus banderas rojas a los actos kirchneristas, para mantener coherencia en los "principios".
La colaboración de la burocracia sindical peronista está más que probada y con la Triple A habían iniciado la represión y los asesinatos. Los campos de concentración dentro de las empresas y las listas negras también se comprobaron y confirmaron la colaboración planificada de los patrones con el genocidio.
Decía Alfonsín, en esos artículos de antología “democrática” de su flamante mensuario “Propuesta y Control” (un nombre que era todo un programa) que comenzó a editar a poco del golpe: “El ámbito para desarrollar la participación es el respeto por la libertad, la igualdad y la dignidad de los hombres, espacio vital imposible de obtener en el marco de una guerra sucia en la que la guerrilla ha logrado el objetivo de que la voz de los exaltados truene como la de Marat: dictadura o derrota".
La realidad es que la esa altura de los convulsivos años 70s, lo que Alfonsín llamaba “guerra sucia” con la guerrilla no tenía ninguna existencia real, por el simple hecho del repliegue y casi desbande de las organizaciones que habían encarado la lucha armada.
El escarmiento que debía tronar era contra un proceso de auge obrero y popular que había tenido su inicio en Córdoba (y su prehistoria en la Resistencia), provincia en la que habían respondido con la represión del Comando Libertadores de América y el Navarrazo; que tuvo su continuidad en Villa Constitución y la “serpiente roja” del Paraná, hasta llegar a las Jornadas de junio y julio de 1975.
Una vez que Perón fracasó en detener ese extraordinario desarrollo de movilización obrera y popular, la opción fue el golpe.
Todas esas responsabilidades deben quedar bien archivadas, porque desnudan al régimen y a todos los encubridores, a los autores intelectuales y a los cómplices. A un sistema organizado y planificado para evitar la insurgencia obrera, que contó con el aval de todos los partidos democráticos y las “fuerzas vivas”.
Más de diez años del gobierno "de los derechos humanos" (con Milani, Berni et al incluidos) y los archivos no se abrieron. Nunca menos. Un nuevo aporte, esta vez “progresista”, a la responsabilidad histórica de la democracia con la impunidad, para ocultar los pilares y fundamentos profundos de la dictadura más sangrienta de la historia argentina.

Fernando Rosso
@RossoFer

Cromañón, diez años de aguante

El sistema intentó presentar una hipótesis reaccionaria: la cultura del aguante arruinó el rock. Tal deducción no puede sino negar la experiencia heroica de los 'desangelados' de Cromañón, los pibes que aguantaron, que salvaron.

Y si no te gusta
Te podés matar
Este es el aguante
Este es mi lugar
Aguante el Aguante
Aguanta también

Charly García – El Aguante

Repensar una trama tan compleja, que funde los traumas particulares del horror personal con una historia política universal (la historia de nuestro país, es decir, el resultado de las políticas neoliberales en su versión más desesperadamente siniestra), supone un gran esfuerzo. Más cuando la tarea está mediada por emociones descarnadas, por sentimientos que se contraponen, y por la locura. Qué fue Cromañón, sino, la locura del sistema en carne viva.
Se trata, nada más, ni nada menos, que de pensar cómo se interioriza una exterioridad histórica universal. Cómo un proceso histórico se condensa en una experiencia particular, cómo se conecta la pluralidad de lo social con la singularidad psicológica cuando experimentamos un acontecimiento tremendamente traumático (hablamos de una experiencia mortal, hablamos de la manifestación material de lo siniestro).
Por dónde empezar, qué decir y cómo decirlo. Son sólo algunas de las preguntas que se presentan. Lo principal, creemos, es remarcar el sentido que tiene nuestra voz, la voz de los que, de una u otra manera, fuimos (somos) parte. Una voz que adquiere su valor, precisamente, por no haber mirado a un costado y por haber sido activa, por ser una voz que tomó parte al construir su propio discurso. Una voz que se reveló contra un discurso dominante y contra una lógica comunicacional que la excluía. Ya que a la hora de elaborar los discursos que intentaron explicar la tragedia se han creado recortes ideológicos deliberadamente parciales, que posaron de neutrales.
El sistema intentó presentar una hipótesis reaccionaria: la cultura del aguante arruinó el rock, la culpa, por lo tanto, es de esta malformación popular, pseudo-futbolera, a la que miles de “inadaptados” sometieron a una cultura notable. Tal hipótesis no puede más que obedecer a un esquema de pensamiento absolutamente falaz y reaccionario. Tal deducción no puede sino negar la experiencia heroica de los “desangelados” de Cromañón, los pibes que aguantaron, los pibes que salvaron.
Roberto Perdía, en su reciente: “Montoneros, el peronismo combatiente en primera persona”, habla del aguante como la nueva resistencia de los pueblos frente al neoliberalismo y la presidenta Cristina Fernández, en la última plaza, habló del aguante como resistencia de los jóvenes.
En ese sentido, entendemos al aguante como una construcción popular, de resistencia barrial, de base, opuesta al reviente. Con sus limitaciones, desde luego, pero genuinamente popular. Fue el aguante, la resistencia popular de los jóvenes, quien dio vida en la muerte esa noche.
Tres periodistas escribieron una historia del rock coherente con una manera de entender el mundo y la cultura que excluía de plano las ideas, los sentimientos, y la propia experiencia de los pibes de Cromañón, una historia que demonizaba, con los cánones del sistema, al aguante.
Hablamos de Sergio Marchi, Eduardo Fabregat, y José Bellas. Cada uno en su propio ámbito se encargó de llevar adelante una cruzada contra el rock de los barrios. Detrás de las reaccionarias banderas del: “Todo tiempo pasado fue mejor”, con ligeras diferencias de estilo, cada uno de ellos se encargó de remarcar que “adelante siempre está atrás” y que, el problema, a fin de cuentas, eran los jóvenes que, de pronto, se conformaban con bandas mediocres y reproducían conductas éticamente reprobables (al tiempo que acusaban de asesinos a los músicos y alababan al dios underground Omar Chabán).
Mientras Chabán huía con la bolsa de la recaudación la noche del 30 de diciembre del 2004, los pibes de Callejeros (los “músicos mediocres”) junto con su público (el del aguante), entraron a rescatar compañeros que estaban siendo asfixiados por el cianuro que contenía el humo mortífero de Cromañón. Humo que se produjo por un “ahorro” de recursos, decisión exclusiva del “magnífico gestor cultural” Omar Emir Chabán (si bien es cierto que hoy por hoy faltan lugares como Cemento, donde la lógica comercial no domine las relaciones culturales, es necesario destacar que no podemos aceptar que un lugar que sea justo con los artistas, y plantee una lógica distinta a la del mercado, lo haga al precio de la muerte).
Los pibes y los músicos aguantaron. Aguantaron la toxicidad, aguantaron la mentira, aguantaron el dolor, aguantaron la muerte, aguantaron la vida. Bancaron la toma cuando nadie bancó, cuando los quebrados se dieron vuelta y los conjurados se multiplicaron. Ahí estuvieron. Se plantaron, porque lo que había que defender era la posibilidad de la vida, la posibilidad de una construcción que permitiera vencer, poéticamente, a la muerte.
Los pibes que aguantaron y lograron cambiar la percepción social que se tenía sobre la banda, ganándole al discurso hegemónico, se llevaron uno de los mayores tesoros, el acompañamiento de las Abuelas de Plaza de Mayo. Aquello que terminó por definir, ideológicamente hablando, de qué lado estamos. Esto aprendimos durante los últimos diez dolorosos e intensos años.
La vida, en éste sentido, no es otra cosa que una sucesión de duelos, que es preciso atravesar: ¿de dónde podremos agarrarnos frente a la muerte? Quizás de la palabra, quizás de un proyecto.
Utilicemos la palabra para reconocer lo que pudo el aguante de los pibes en éstos diez años: sobrevivir a la tragedia, organizarse, alzar la voz, crear un discurso, identificar a los reales responsables (políticos y empresarios), disputarle verdad al discurso hegemónico mentiroso, salvar a otros, defender a los músicos inocentes, salir de la muerte para entrar en la vida, salir de la inocencia para pensar y comprender, políticamente hablando, el entramado social, en suma, lograr hacer algo con aquello que hicieron de nosotros.
A diez años seguimos pidiendo, como en la hora cero, que Cromañón no se repita. Defendemos la inocencia de la banda, rescatamos el legado heroico de los pibes (los que no están y los que quedaron, que necesitan el amor para ver más allá del horror), y afirmamos que hemos construido una ética coherente con nuestras ideas y nuestra práctica. Hemos vencido, de algún modo, a la muerte, aunque ese sea un camino que continuamos recorriendo (los que no somos sobrevivientes, y los que lo son).

Este texto está dedicado a los sobrevivientes de Cromañón.

Rodrigo Lugones
Agencia Paco Urondo

martes, 30 de diciembre de 2014

Las fiestas de los sindicalistas de los $ 150 mil



Daer, Cavalieri, Venegas, Pignanelli. La Izquierda Diario revela cuánto ganan algunos de los sindicalistas preferidos de los empresarios y los políticos patronales. Mientras millones de familias obreras no llegan a fin de mes, los dirigentes de las CGT ganan entre 100 y 200 mil pesos. Las fiestas de los sindicalistas de los $ 150 mil

Fin de año. El calor raja la tierra, abrasa las máquinas y los hombres, suda sus espaldas.
Y con la canasta cargada, el “golondrina” camina por los surcos y se pregunta: ¿hasta cuando de sol a sol, “en negro”?
Y sacándose los guantes y la cofia empapados, la obrera se pregunta: ¿hasta cuando tercerizada, metiendo extras?
Y mientras estira las piernas casi entumecidas, la cajera se pregunta: ¿de que me disfrazo para pagar el alquiler?
Los hombres que se supone podrían responderles, están lejos. Hace décadas no trabajan esas tierras y esas máquinas. Fin de año, brindan con el ministro, con el gerente, con sus “pesados”. Dudan entre paquetes turísticos para (seguir) de vacaciones.
El fin de año de los sindicalistas de los 150 mil pesos no tiene nada que ver con el de sus “representados”.

Sindicalismo de valijas llenas

La Izquierda Diario quiso saber cómo vivían “esos dirigentes sabios y prudentes”, como los llamó alguna vez el General Perón. Cuesta repetir los números, por lo obsceno, pero los trabajadores tienen que saberlo.
Rodolfo Amado Daer, el secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Alimentación (STIA), cobra según los datos de la AFIP $130 mil todos los meses, $78 mil de parte del Sindicato y $52 mil de la Federación que agrupa a las distintas seccionales.
Gerónimo Venegas, secretario general de la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), no se conforma con el sueldo del “Turco”. Está cobrando $187 mil, $100 mil de la Obra Social que preside, el resto del sindicato.
Armando Oriente Cavalieri, secretario general del Sindicato de Empleados de Comercio (SEC), quiso que su “esfuerzo” tenga un premio mayor. Por sus tres “trabajos” le depositan todos los meses $217 mil. Una parte de la Obra Social, otra de la Federación, y la última del Sindicato.
Para llegar a esos sueldos no tienen paritarias ni tuvieron que amenazar con una huelga; el gancho lo ponen ellos.
La banda de los sindicalistas de $150 mil excede a los casos que aquí brindamos, y atraviesa con matices a todas las cúpulas gremiales. Hace más de dos años, el periódico La Verdad Obrera había revelado los $60 mil que cobraba, según la AFIP en ese entonces, el capo del SMATA Ricardo Pignanelli. La mayor parte de su sueldo no provenía de las arcas del sindicato, sino de la empresa Mercedes Benz. La misma que se hizo famosa por aportar el 1% de sus ventas al antecesor de Pignanelli, José Rodríguez, “con el objetivo de erradicar elementos negativos”. La historia de Rodríguez y Mercedes terminó con 17 obreros desaparecidos. Hoy el SMATA sigue con las mismas prácticas macartistas de entonces.
Los números son más obscenos si los comparamos con los sueldos de “sus representados”. Un tercerizado de limpieza de una fábrica alimenticia, con sus $5500, tarda 2 años en ganar lo que Daer en un mes. Siempre que trabaje las 9 horas los 6 días de la semana. Un peón, si es uno de los privilegiados que los sojeros tienen en blanco, tarda 2 años y 10 meses en juntar lo que Venegas en un mes. A una cajera le lleva 2 años y medio cobrar el mensual de Cavalieri.
La banda de los sindicalistas de los $150 mil no se conforma con sus abultados salarios. Como han comprobado diversas investigaciones, completan su ostentoso poder con otros “berretines”. Como decía Rodolfo Walsh en su famoso ¿Quién mató a Rosendo?, “han adoptado las formas de vida, los automóviles, las inversiones, las casas, los gustos de la oligarquía a la que dicen combatir”. Pero los burócratas de hoy ya no guardan ni las formas, a los únicos que “combaten” son a los trabajadores que desafían sus contubernios con los patrones.

No sólo “tipos ricos y malos”

La mayoría de los trabajadores tiene claro que los sindicalistas de los 150 mil pesos son corruptos y hace décadas están atornillados a sus sillones.
Pero esa historia de billetes, patotas y traiciones tiene un origen y un objetivo más profundos. Si los sindicatos surgieron como una necesidad de la clase obrera de organizarse para pelear por mejores salarios y condiciones de trabajo, la burocracia sindical surgió como una necesidad de la burguesía de contar con agentes propios dentro de esas organizaciones. “Invierte” entonces una parte de la explotación de la clase obrera en sostener a una casta privilegiada, separada del resto de los trabajadores, que a cambio de esas prebendas busca garantizar el orden en los lugares de trabajo y en las calles. Ese es el origen y la función social de la burocracia sindical.
León Trotsky lo definía con claridad: “el capitalismo sólo se puede mantener rebajando el nivel de vida de la clase obrera. En estas condiciones los sindicatos pueden o bien transformarse en organizaciones revolucionarias o bien convertirse en auxiliares del capital en la creciente explotación de los obreros. La burocracia sindical, que resolvió satisfactoriamente su propio problema social, tomó el segundo camino” (Los sindicatos en Inglaterra).
La burocratización de las cúpulas del movimiento obrero, un proceso mundial, en Argentina empezó en los años 30 pero pegó un salto con el peronismo. El General Perón otorgaría concesiones al movimiento obrero, pero a cambio de imponer el control del Estado sobre los sindicatos, y de la burocracia sobre las bases.
Cada uno de los gobiernos, en los últimos 70 años, más allá de sus distintas políticas, ha sostenido esa burocracia tan necesaria para los empresarios. Garantizando el cobro compulsivo de las cuotas sindicales, el manejo discrecional de los fondos de las obras sociales, la reelección indefinida en sus cargos, la posibilidad de montar empresas de “servicios” para provecho propio, y hasta la asociación al Estado en diversos negocios como fueron las privatizaciones.
Más allá del relato, los tres gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner sostuvieron a la burocracia y sus privilegios, con el objetivo de controlar a un movimiento obrero que luego de las duras derrotas de la dictadura y los años 90 recuperaba fuerzas y destacaba en su seno a sectores combativos y clasistas. Por eso los Moyano, los Daer, los Pignanelli siguieron manejando millonarios fondos, por eso la mayoría de los convenios que homologó el ministro Carlos Tomada incluyen “cuotas solidarias”, por eso la burocracia sigue manejando viejos (y nuevos) negociados. Pero eso, hoy manejan fondos por 5 mil millones de dólares.

Otra enseñanza de los Indomables

Este año, los obreros de Lear no sólo se convirtieron en un ejemplo para la clase trabajadora, y una preocupación para el mundo empresario. Hicieron otro aporte, significativo para las nuevas generaciones obreras. En sus 7 meses de lucha, lograron desnudar ante los ojos de millones que los burócratas sindicales no solo son tipos “corruptos y pesados”: son los mejores empleados de las multinacionales, los grandes custodios de sus negocios, la policía interna del movimiento obrero, la fuerza de choque que busca cortar el crecimiento del sindicalismo combativo y la izquierda. Ese papel que Ricardo Pignanelli, apasionado heredero del “Gordo” Rodríguez cumplió con dedicación desde que se inició la “crisis automotriz”. Los Indomables también demostraron que esa burocracia, aún con aliados tan influyentes, no es invencible si se le opone una lucha dura y una alianza poderosa.
La Izquierda Diario denuncia cuánto cobran la banda de los sindicalistas de los $ 150 mil. No con el objetivo del periodismo gorila, que atacando a sus cúpulas corruptas busca debilitar a las organizaciones obreras en general. Tampoco por puro afán periodístico. Estamos empeñados en reflejar y seguir aportando, junto al PTS y cientos de militantes en fábricas y empresas, a organizar la fuerza sindical y política que permita recuperar los sindicatos echando a los burócratas millonarios. Para transformarlos en poderosas organizaciones de clase, democráticas, independientes del Estado, que permitan organizar a los trabajadores para combatir la explotación capitalista.

Lucho Aguilar

La dependencia del ingreso de capitales define al capitalismo argentino

Estamos sobre el fin del año y muchos me consultan sobre la evolución de la inflación y el tipo de cambio, insistiendo en que este, el tipo de cambio es un precio más en la economía, el de las monedas extranjeras, o sea, las divisas, entre otras, el dólar, el euro, el yen o el yuan.
La cuestión de los precios trasciende la coyuntura y expresa, como aprendimos con Marx, aspectos esenciales de la producción y la circulación, ya que los precios son la manifestación en dinero del valor de cambio, y este, resume la contradictoria relación social de intercambio en el capitalismo, entre compradores y vendedores, entre valor de uso y valor de cambio o valor. Los precios condensan las contradicciones del capitalismo, el intercambio de equivalentes y la generación y apropiación del plusvalor.
Aludimos a una cuestión teórica que está en la esencia del régimen de explotación. Los precios remiten al dinero, y este es expresión de una forma histórica del valor, que fetichizado se impone con autonomía de su origen como relación social. La inflación o deflación de los precios está asociado a la teoría del valor y por ende del dinero. No hay autonomía del dinero sobre la producción y circulación en el capitalismo, y por lo tanto, en el dinero y la política monetaria, financiera, cambiaria o de precios se manifiestan las contradicciones inmanentes en el doble carácter del trabajo materializado en las mercancías.
El tema de los precios y la inflación requiere de consideraciones que remiten a la coyuntura y sus impactos en las distintas clases y sectores sociales, como una mirada teórica que permita dilucidar el origen del problema en las contradicciones sociales del orden capitalista.

Los aumentos expresan la dominación de clases

Sobre la evolución de los precios en Argentina se evidencia una aceleración respecto de los años anteriores, proceso en curso desde el 2007. La afirmación se verifica con los datos de la medición oficial o con los que difunden otras mediciones alternativas, de privados o de algunas provincias aferradas a metodologías previas a los cambios en el INDEC. Los datos varían entre el 30 y el 40%. Puede creerse más en una o en otras mediciones, pero nadie duda del alza de los precios en la economía argentina, lo que evidencia un problema en la capacidad de compra para los sectores de menores ingresos y enfatiza la desigual relación social entre quienes fijan los precios y la mayoría que los sufre.
Nuestra economía es parte de la economía mundial, capitalista por cierto, que resume en un mercado mundial crecientemente sostenido con precios internacionales independientes de los costos de producción locales. Lo que se intercambia en el mundo son comodities, más que bienes y servicios. La soja o el petróleo, el oro, los minerales y el conocimiento son comodities y no interesa su localización para la producción, salvo en lo atinente a la búsqueda de la mayor productividad, o la disminución del costo de producción para maximizar la ganancia.
Es una afirmación para localizar a los fijadores de precios en el mercado mundial. No es desde la Argentina que se define el alza o la disminución del precio internacional de la soja o del petróleo, aunque sin duda y a escala, la producción local interviene en tanto y en cuanto participa de la producción global de cada mercancía. Sin perjuicio de lo dicho, el carácter nacional de la política y por ende del Estado, favorece una redistribución del poder global en el orden local, y eso explica las transferencias de ingresos al interior de cada país, siendo la inflación interna el mecanismo de redistribución regresiva del ingreso a escala interna, local. Es un ejercicio del poder, de quienes pueden subir precios y encontrar su realización en el mercado.

Las tendencias actuales en los precios y la política pública

También puede decirse que en el último tramo de este 2014 se percibe una desaceleración de la tendencia general ascendente de los precios, cuya explicación puede encontrarse en la baja de la actividad económica y la recesión productiva, con impacto directo en la pérdida de empleo y las restricciones para operar una reanimación de la economía local, que termina dependiendo de los estímulos externos, sean inversiones o préstamos provenientes desde el exterior.
El límite a la expansión de los precios está entonces condicionado por la reducción de la capacidad de realización en el mercado, sea por disminución de las compras empresarias o del consumo en general, especialmente entre los sectores de menores ingresos. Y por ende el ajuste en la contratación de fuerza de trabajo y un agravamiento de las formas de flexibilización laboral y salarial.
La política económica, es decir, el accionar del Estado, intenta frenar la evolución de los precios y activar la economía, incluso compensando con política social a los sectores más desprotegidos, vía planes sociales o renovadas moratorias previsionales. Es parte del aprendizaje del Estado capitalista en la administración de la crisis, legado de los 30´ y del keynesianismo que hoy asumen hasta los más conservadores de la política económica convencional en los principales Estados del capitalismo mundial.
En ese sentido y en la Argentina se anotan: a) los precios cuidados; b) los préstamos en cuotas para el consumo diverso; c) el estímulo al crédito para la vivienda o compra de automotores; d) las restricciones a la compra y venta de divisas; e) y ahora la disminución del 5% en el precio de los combustibles.
Uno de los problemas a destacar es que esas políticas no tienen efecto universal, ya que los precios cuidados no involucran más que una canasta de bienes que se distribuye en una cadena comercial de grandes supermercados y limitada geográficamente, con vencimiento a comienzos de enero y una fuerte disputa por la actualización de valores para su continuidad en el 2015.
Con el acceso a los créditos, el problema se presenta por los límites establecidos en los ingresos de los posibles adjudicatarios, excluyendo amplios sectores sociales que sufren el déficit habitacional.
Aun considerando los estímulos crediticios, con tasas subsidiadas a la pequeña producción, constituyen la minoría de la cartera bancaria, ya que lo principal del crédito bancario tiene destino en confirmar la estructura concentrada de la economía argentina y una orientación privilegiada en la especulación y el financiamiento estatal de la deuda pública.
Incluso la reducción de los combustibles es limitada para no entorpecer el estímulo al ingreso de inversores externos para la producción petrolera que morigere el déficit energético que supone la importación de combustibles, al tiempo que los estacioneros denuncian ser los principales perjudicados y señalan el privilegio hacia las grandes petroleras.
Vale también mencionar que las restricciones a la operatoria con moneda externa suponen una intervención para evitar la transferencia del precio de las divisas hacia el resto de los bienes y servicios. El problema es la referencia que supone en muchas actividades económicas el tipo de cambio paralelo y aún, la pérdida de reservas para atender las demandas de atesoramiento de pequeños inversores u ahorristas, que en cuenta gotas acumulan cuantiosos recursos, unos 3.000 millones de dólares estimados en todo el año, que son retirados de la actividad productiva.

La dependencia como lógica del funcionamiento del capitalismo local

En este marco, la economía en la Argentina está atrapada en la lógica capitalista de un excedente definido por el capital externo que presiona vía precios por su apropiación.
En el origen de la acumulación está el inversor de dinero (D) que pretende en un tiempo y espacio obtener más dinero (D´, o D +d, siendo d, el plusvalor). Esta ecuación define la valorización del inversor. Así, quien aporta D pretende D´ (D +d), o sea un incremento (d) de la inversión originaria (D). La economía local demanda crecientemente de inversores externos dispuestos a colocar su D en el proceso local de producción, y esos inversores demandan la búsqueda de seguridad jurídica para obtener el suficiente valor acrecentado (d) según la lógica de la ganancia monopolista de un capitalismo en crisis. Vale adicionar que los capitales hegemónicos, ya asentados en el país, defienden su posición de dominación vía precios, mientras pueden y no tienen límites de mercado o de la regulación estatal.
La cuestión de los precios en alza, incluso del tipo de cambio, apunta a capturar la renta socialmente generada en la Argentina y disponerla en el circuito de la valorización mundial que definen las corporaciones transnacionales que actúan en el país.
Por todo esto es que sostenemos que el gran problema de la economía capitalista argentina es la dependencia del ingreso de capitales para asegurar el ciclo de valorización económica. Es que para la valorización hace falta una dinámica de inversión reproductiva, la que proviene del excedente económico generado por el funcionamiento de la economía local o por su inserción en la economía mundial.
La dinámica del capitalismo argentino está definida por los capitales externos, tal como se deriva de la estructura económica social hegemónica del capital externo en los sectores productivos y de servicios. Por eso es que hablamos de dependencia de los capitales transnacionales y del mercado mundial capitalista. En el agro, la minería, la energía, la industria, el comercio y los servicios de comunicación, bancarios y transporte, entre muchos, resultan definitorias las inversiones externas y el paquete tecnológico en manos de las corporaciones transnacionales.
Más aún, en términos más generales, el punto de partida del ciclo del capital en la argentina se resume en la capacidad de ingresar capitales externos, siendo las fuentes de esos ingresos: a) el menguante superávit comercial; b) las renuentes inversiones externas; c) y el esquivo endeudamiento proveniente del exterior.
Es más, la apuesta de política económica apunta a sostener el superávit comercial, aun frenando importaciones y regulando las exportaciones; generando condiciones para el ingreso de inversiones, asegurando elevada rentabilidad, especialmente para petroleros interesados en explotar yacimientos no convencionales; y logrando una parcial inserción en el mercado de crédito mundial por medio del acuerdo bilateral con China. Por estas medidas es que puede explicarse la recomposición de reservas internacionales en torno de los 31.000 millones de dólares, la contención de las expectativas por una devaluación, claro que todo tiene un costo, principalmente social.
La afectación de la dinámica de producción y reproducción capitalista afecta principalmente a los trabajadores, la mayoría de la sociedad. El nuevo endeudamiento presiona sobre los recursos fiscales compitiendo con demandas sociales de gasto público en salarios, salud, educación, seguridad o promoción de las economías regionales y una política productiva y de desarrollo para satisfacer necesidades de otro modelo y patrón de producción y consumo.
Nuestra reflexión apunta a la construcción de una argumentación que supere los límites a que nos condena el régimen del capital e ir más allá, contra el orden capitalista, por la transformación social para la emancipación y la liberación. Ello supone la crítica a la mercantilización creciente, o sea, a la subordinación del orden social a la lógica mercantil de producción de valor y plusvalor que definen la producción, la distribución, el cambio y el consumo, y si se quiere superar estas condiciones históricas del funcionamiento social, se requiere ir más allá en la imaginación de la sociedad necesaria, pensando más en satisfacer necesidades que en la lógica de la ganancia, la acumulación, el poder y la dominación capitalista.
El tema es la revolución para modificar las relaciones sociales de producción, y aquella se juega en la acumulación de poder popular y su orientación en la construcción de una nueva sociedad sin explotación, un paradigma que define los nuevos horizontes de la lucha de clases desde los trabajadores y los pueblos.

Julio C. Gambina

Carlos Fuentealba, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán a la luz de El Príncipe

Ante la reapertura de la causa que juzga a los responsables políticos de la masacre de Avellaneda

El pasado 22 de diciembre, tanto el juez federal Ariel Lijo como el fiscal federal subrogante, recientemente asumido en el cargo, Diego Iglesias, confirmaron el desarchivo de la causa 14.215 "Ruckauf y otros s/homicidio", que investiga las responsabilidades intelectuales y políticas de la denominada Masacre de Avellaneda, donde resultaran asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, y se contabilizaran más de 30 heridos de bala de plomo. Al respecto, reproducimos un artículo publicado por la Revista Topía el pasado mes de noviembre.

A Jorge Julio López
En el 8º año de su desaparición

El 5 de setiembre pasado concluyó un proceso de impunidad a favor del ex gobernador Jorge Sobisch. La jueza de Garantías Ana Malvido sobreseyó a todos los imputados en la causa Fuentealba II de sus responsabilidades políticas sobre la represión en Arroyito el 4 de abril de 2007 y del asesinato de Carlos Fuentealba por la policía de la provincia de Neuquén.
Su decisión representa una advertencia a toda la población que lucha por sus derechos. Es la manifestación de una política de profundización de la represión y judicialización de la protesta social que está en sintonía con las causas abiertas por luchar a más de 400 trabajadores/as en la provincia, a las represiones a los vecinos que luchan por un pedazo de tierra para vivir o a la campaña del intendente “Pechi” Quiroga de mano dura.
Es el modo de aplicar un ajuste aún mayor y un mensaje a las luchas que seguramente deberán librarse en defensa del salario, la salud, la educación, etc.
Días después, la presidenta Cristina Fernández criticaba al ex presidente Eduardo Duhalde por hablar de la posibilidad que se produzcan estallidos sociales y preguntándose si pedía una nueva masacre como los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
¿Qué tienen que ver estos hechos con El Príncipe y su autor, Nicolás Maquiavelo?
Los teóricos de “espejos para príncipes” sostuvieron que el principal asunto del gobierno consistía en mantener al pueblo no tanto en estado de libertad como de seguridad y paz.
El verdadero oficio de un buen gobernante era que el pueblo pudiera vivir en paz y tranquilidad. De allí que en El Príncipe Maquiavelo sostenga varias veces que el principal deber de un gobernante debe ser velar por su propia fuerza y seguridad y, al mismo tiempo, que sus súbditos estén seguros.
Dos principales conceptos de la idea de virtú habían surgido de la tradición humanista del pensamiento moral y político. En primer lugar, que es la cualidad que capacita al gobernante a alcanzar sus fines más nobles y, en segundo lugar, que puede equipararse a la posesión de todas las grandes virtudes. Si un gobernante deseaba conservar su Estado y alcanzar el honor, la gloria y la fama, necesitaría ante todo cultivar toda la gama de virtudes cristianas así como morales. Esta conclusión es negada por Maquiavelo. Está de acuerdo en que son los objetivos apropiados para un príncipe, pero rechaza que siempre haya que actuar de una manera virtuosa. (Negritas mías).
Aunque siempre es esencial que los príncipes parezcan convencionalmente virtuosos, a menudo es para ellos imposible comportarse de esa manera. El príncipe “encontrará que algunas de las cosas que parecen ser virtudes, si las practica, le arruinarán, y que algunas de las cosas que parecen ser perversas le darán la seguridad y la prosperidad”. Por lo tanto, un príncipe que desee conservar su gobierno “y alcanzar las mayores alabanzas de honor, gloria y fama”, ha de “aprender cómo no ser virtuoso y a valerse de esto, o no, según la necesidad”.
Maquiavelo y los autores de obras sobre el gobierno principesco -Bartolomeo Sacchi, Patrizi, Pontano, Castiglione- están de acuerdo en las metas que el príncipe debe fijarse: conservar el Estado, lograr grandes cosas, tender al honor, la gloria y la fama. La diferencia se encuentra en los métodos para alcanzar esos fines. Para los teóricos más convencionales el príncipe debía seguir los dictados de la moral cristiana porque, según Maquiavelo, admiran a un gran jefe como Aníbal pero “condenan lo que hace posible sus realizaciones”, especialmente la “crueldad inhumana” que ve como la clave de sus triunfos.
Para Maquiavelo, si un príncipe está genuinamente interesado en “conservar su Estado” tendrá que desatender las demandas de la virtud cristiana y abrazar la moral que le dicta la situación. El gobernante puede intentar mantener hasta donde le sea posible la apariencia de poseer las cualidades cristianas, pero debe abandonarlas por completo en la conducción real de su gobierno. El príncipe “no debe desviarse de lo que es bueno, si ello es posible, pero debe saber actuar mal, si ello es necesario”.
En Maquiavelo el concepto de virtú es utilizado para referirse a cualquiera de las cualidades que el príncipe considere necesarias para “conservar su Estado”. La idea de una equivalencia entre virtú y virtudes es un error.
A esta altura el lector se preguntará si no es una arbitrariedad de mi parte asimilar a la figura de príncipes a Jorge Sobisch y Eduardo Duhalde. Pero sigamos.
¿Cuál era la principal razón para que Maquiavelo pensara que “un príncipe no debe preocuparse de la fama de cruel si con ello mantiene a sus súbditos unidos y leales; porque, con poquísimos castigos ejemplares, será más compasivo que aquéllos que, por excesiva clemencia, dejan prosperar los desórdenes de los que resultan asesinatos y rapiñas; porque éstas suelen perjudicar a toda una comunidad, mientras las ejecuciones ordenadas por el príncipe perjudican tan solo a los menos”?
La respuesta es su visión profundamente pesimista de la naturaleza humana. Declara que “podemos hacer esta generalización acerca de los hombres: son ingratos, inconstantes, mentirosos y engañadores, cobardes ante el peligro y ávidos de lucro”. Así se siente en la obligación de advertir al príncipe que, como los hombres comúnmente son “tan miserables criaturas”, deberá estar dispuesto a actuar desafiando las virtudes convencionales si desea permanecer seguro. Un señor prudente no puede, ni debe, mantener la palabra dada cuando se vuelva en su contra porque “si los hombres fuesen todos buenos, este precepto no lo sería, pero como son malos y no mantienen lo que te prometen”, él tampoco deberá hacerlo. Para concluir: “Procure pues el príncipe ganar y conservar el estado: los medios serán siempre juzgados honorables y alabados por todos, ya que el vulgo se deja cautivar por la apariencia y el éxito…”. (Negritas mías).
La reacción del pueblo neuquino y de todo el pueblo argentino que le dio la espalda a la candidatura presidencial de Jorge Sobisch desmienten a Maquiavelo, así como la lucha que hasta hoy llevan adelante por el juicio y castigo a quienes planificaron el asesinato de Carlos Fuentealba y que le hizo decir a su compañera, Sandra Rodríguez, nuevamente parada bajo una lluvia torrencial como la que el 9 de junio de 2007 cayó sobre los más de 15.000 neuquinos que clamaron justicia por el asesinato de un maestro: "si las Abuelas de Plaza de Mayo tardaron más de 30 años en tener los juicios, yo esperaré también si hace falta 30 años para que se sepa la verdad".
También los casos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán son aleccionadores ya que sus familiares y compañeros de militancia no cejaron en su lucha hasta ver condenados y presos a los autores materiales de los asesinatos, mientras el poder político y judicial, a pesar de la promesa de Néstor Kirchner en el 2003 de investigar “hasta las últimas consecuencias”, mostraron que frente a los poderosos, la respuesta es la inacción y la complicidad.
Sin duda, la “naturaleza humana” ha mejorado desde los tiempos en que Maquiavelo escribió El Príncipe, no así la de su clase política.

Mario Hernandez

Bibliografía

Maquiavelo, Nicolas, El Príncipe, Altaya, Barcelona, 1996.
Skinner, Quentin, Los fundamentos del pensamiento político moderno, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.

Mario Hernandez. Licenciado y Profesor en Sociología. Periodista y escritor. Autor de El movimiento de autogestión obrera en Argentina (Editorial Topía, 2013), co-autor, junto a Gerardo Bavio, de El peronismo que no fue. La (otra) otra historia (Editorial Metrópolis, 2014) y compilador de Hugo Chávez y la revolución bolivariana. Ensayos y El debate Piketty sobre El Capital en el siglo XXI (Metrópolis, 2014).

lunes, 29 de diciembre de 2014

Las palabras y los silencios del progresismo K



Exceptuando lo escrito por Mario Wainfeld en Página12, este domingo no encontramos lo que podrían ser balances del año que se cierra. Los editorialistas de Clarín, como casi siempre, aburren. La Nación cierra el año festejando la inestable situación de Milani.

Las palabras…

Jean Paul Sartre señalaba que el intelectual comprometido se definía tanto por lo que dice como por aquello que calla. El mismo rasero podría aplicarse al periodismo político progresista. La última columna del año de Horacio Verbitsky reafirma al apotegma sartreano.
En lo que dice, el periodista escribe reivindicando los juicios a los genocidas en la Argentina en comparación con procesos similares en todo el mundo. En aquellos ha primado la impunidad. En la Argentina, por el contrario, ha avanzado el juzgamiento a represores. Sin embargo, tiene que señalar que “con los procesos terminados este año ya llega a 553 el número de personas condenadas, mientras 50 fueron absueltas.
Otras 51 personas fueron sobreseídas en la etapa de instrucción y los jueces resolvieron que no había pruebas suficientes para acusar a 112 imputados (…) el número de autores de esos crímenes fue muy superior, pero la clandestinidad de la represión, el exterminio de la mayor parte de las víctimas y la destrucción de los documentos probatorios torna imposible llegar a cada uno de ellos”.
Esta última afirmación choca con lo ocurrido hace pocos meses cuando el gobierno nacional hizo públicos documentos “súbitamente” encontrados sobre el terrorismo de Estado. Existe un caudal de archivos en poder del estado nacional que no han sido abiertos a pesar del pedido expreso de los organismos de DDHH.
El periodista plantea que “la alternativa sería procesar a todos y cada uno de quienes estuvieron en actividad durante esos años en las fuerzas actuantes (…) Nadie entra ya condenado a los tribunales y cada acusado goza de todas las garantías que durante la dictadura fueron suprimidas por bando”.
Como han señalado diversos organismos de DDHH -entre ellos el CeProDH- los represores deben ser juzgados por actuar en el marco de un Genocidio, es decir un plan sistemático de asesinatos, torturas y desaparición de personas, destinado a destruir a una parte de la población en función de una reorganización social profunda.
Eso fue lo que ocurrió entre los años 1976 y 1983. El genocidio, como plan de exterminio está ampliamente documentado. El mismo Verbitsky demuestra en el libro Cuentas pendientes (Siglo XXI, 2013) como se trató de un plan donde el empresariado nacional y extranjero jugó un rol esencial en la planificación y la realización del mismo.
Quienes deberían demostrar que no estuvieron implicados con su participación en ese plan global son los mismos represores.
Los juicios instrumentados hasta el presente son, efectivamente, inéditos en relación a otros procesos a escala internacional. Pero aún están lejos de haber sancionado verdaderamente el genocidio. En esta década decenas de represores ha muerto impunes, miles de ellos aún revisten en las fuerzas represivas nacionales y provinciales, la casta judicial se halla poblada de funcionarios que participaron de la dictadura y el empresariado que propulsó el golpe sigue, esencialmente, impune.

…y los silencios

Nombremos a los ausentes en el texto de Verbitsky: César Milani y Daniel Scioli.
El silencio sobre el nombre de Milani no es un detalle. Constituye la confesión de la debacle del discurso kirchnerista sobre los DDHH. Los pedidos para que sea destituido por su relación con la desaparición del soldado Ledo golpean sobre el frente ideológico del universo oficialista.
Es, precisamente, la confirmación del limitado alcance de los juicios que se sustancian contra los genocidas y del carácter vacuo del “relato” que puede enfatizarse contra los torturadores desechables pero tiene que frenarse ante el umbral de los que aun prestan servicios y (santas paradojas Batman!) adhieren políticamente al gobierno.
Tan manifiesta resulta la contradicción que hasta Morales Solá, columnista del eternamente golpista diario La Nación, puede señalar sin ambages que “Milani tiene tres causas abiertas. Una en La Rioja, por torturas agravadas durante el gobierno militar; otra en Tucumán, por la desaparición del soldado Ledo, y otra por enriquecimiento ilícito. Una cuarta causa podría abrirse por la desaparición del hijo de Nora Cortiñas, histórica y coherente dirigente de Madres de Plaza de Mayo”.
Intentando demostrar la continuidad -ya instalada- de los juicios a los genocidas, Verbitsky ensaya una defensa parcial de Macri y Massa contra quienes los atacan diciendo que no van a continuar con esos procesos. El periodista señala que “lo que con toda probabilidad existe es una operación impulsada por las cámaras patronales y sus órganos de prensa para que las investigaciones se ciñan a los autores materiales de los crímenes y no se extiendan a sus instigadores, cómplices y beneficiarios económicos, judiciales y eclesiásticos, como está marcado en la agenda de 2015.
Ante ello, los candidatos en la campaña presidencial que se avecina deberían fijar posición con la menor ambigüedad posible, en forma personal e indudable”.
Es difícil no pensar que estamos ante un mensaje hacia Scioli, con el cual el kirchnerismo partidario parece haber anudado los lazos necesarios para caminar juntos hacia el 2015. El ala progresista del kirchnerismo sufre la contradicción de ese escenario de la mano del ex motonauta, que alguna vez calificó de “terroristas” a los militantes de las organizaciones armadas revolucionarias de los años 70. En esa encerrona, es otro de los ausentes de la columna de Verbitsky.

Balances

Mario Wainfeld propone, entre los ejes de lo que serán varias notas, una suerte de balance “social”. Los grises de la década “ganada” rápidamente ganan el primer plano.
El periodista tiene que señalar una deuda (y van…) cuando afirma que “un largo tercio de los trabajadores con conchabo es informal. El porcentaje está estancado desde hace años, no es el único pero sí uno de los más afligentes. El Gobierno hizo mucho, lo primero fue disminuirlo drásticamente en sus primeros años. También combatirlo con leyes y acciones administrativas bien rumbeadas, aunque no siempre exitosas. El Ministerio de Trabajo impulsó una ley digna, en línea con los cambios de la época. Acaso llegó tarde o en mal momento económico”.
Lo “mucho” que hizo el gobierno debiera ser relativizado. La caída del trabajo precario -desde niveles cercanos al 50% en el 2002 a un porcentaje que oscila el 34%- se debió, en gran medida, a la recuperación económica resultante de la devaluación y de los altos precios de los comoditties en el mercado mundial. La caída del trabajo precario no fue, centralmente, resultado de una política estatal. Las medidas destinadas buscaron, en la mayoría de los casos, incentivar el blanqueo laboral mediante beneficios impositivos a las patronales.

La recuperación de los puestos de trabajo y el crecimiento ayudó a la clase

trabajadora a pelear por recuperar sus condiciones de trabajo. El ingreso de una franja enorme de jóvenes trabajadores, que no contaban en su conciencia con las derrotas en la lucha de clases de los años 90, fue parte de esas nuevas condiciones de lucha.
El asesinato de Mariano Ferreyra, a manos de una patota de la Unión Ferroviaria de Pedraza -liberada por la patronal concesionaria del ferrocarril-, fue resultado de una lucha contra la tercerización laboral. Solo después de la muerte de Mariano miles de trabajadores tercerizados pasaron a formar parte de la planta permanente. Una confirmación de quienes combatieron (y quienes no) el trabajo precario en la Argentina reciente.
Esta última cuestión nos pone cerca de otra afirmación de Wainfeld, quien señala que, para combatir, el trabajo precario, “la participación de los sindicatos es ineludible y muy difícil de convocar: la pereza de las más poderosas cúpulas gremiales, su falta de activismo son clásicos (…) Su libido y su inventiva son improductivas en lo atinente a la desocupación, subocupación o informalidad (…) la mayoría de los jerarcas ni se percatan. Es una desdicha porque son imprescindibles para buscar una ardua y trabajosa solución”.
Recordando al personaje de Ricardo Zevi en la novela El Traductor, de Salvador Benesdra, Wainfeld pareciera sufrir, por momentos, una especie de candorosa ingenuidad. Ya señalamos el rol de la Unión Ferroviaria, aliada del gobierno nacional, en el asesinato de Mariano Ferreyra. Sumemos un dato no menor. En estos meses la gran lucha de los trabajadores de Lear dejó al desnudo el rol de la conducción mafiosa y semi fascista del SMATA, gremio cuyo secretario general, Ricardo Pignanelli, es un aliado estratégico fundamental del gobierno nacional.
Sobre la base de esa alianza duradera, que se mantuvo a lo largo de todo el ciclo político del kirchnerismo, se garantizó la precariedad laboral de amplias franjas de la clase trabajadora. Precariedad que revistió las formas del trabajo en negro pero también las de la tercerización y contratación masiva, la conversión de trabajadores en monotributistas, contratos a tiempo fijo y la creación de múltiples convenios al interior de una misma compañía e, incluso, una misma unidad productiva. El “llamado” de Wainfeld a los líderes sindicales se choca con el rol que han cumplido en las últimas décadas al servicio de las grandes patronales.
Por el contrario, en estos años, la pelea contra la precarización laboral ha estado ligada estrechamente a los sectores de la clase trabajadora donde conquistó influencia la izquierda trotskista. Las luchas que han acontecido en los últimos años han puesto de manifiesto una creciente relación entre sectores de la clase trabajadora y la izquierda. Es por eso que hemos asistido, en el último año, al rebrote de las anatemas contra “los zurdos” de la mano del SMATA y una amplia franja de las conducciones sindicales como se vio en el conflicto de Lear.
Esa relación creciente entre la izquierda y la clase trabajadora debe ser contada como un dato político central del año que se cierra. Ese vínculo acompaña y complementa el crecimiento de la izquierda en el terreno electoral, crecimiento que se verá potenciado en elecciones del 2015 por la debacle del relato kirchnerista a la que asistimos.
Las palabras y los silencios del progresismo K

Eduardo Castilla
Comunicador Social @castillaeduardo

El memorable aluvión del Colorado



Para Walter Cazenave,
que conoce los sentidos del agua

Hasta no hace mucho, dicen las crónicas, había una viejita en la zona del río Barrancas, en el límite entre Mendoza y Neuquén, que se acordaba. Porque cuando se desató el desastre –hace hoy exactamente un siglo, el 29 de diciembre de 1914– ella, Avelina Canale, tenía seis años y vio saltar el agua y las piedras y llevarse todo. Murió con 104 y todavía, entre otras cosas, repetía con rencor el nombre de un tal Becaria, el que tenía que controlar el nivel y avisar si subía demasiado. Y parece que el hombre no avisó, no estaba, se había ido a emborrachar a Malargüe o algo así. Siempre hay pequeñas historias trágicas, anécdotas devenidas leyenda en el origen de las catástrofes. Y ésta lo fue, una de las peores de las que se tenga memoria: la rotura del dique natural de la laguna Cari Lauquén y el ulterior aluvión que devastó las costas del Colorado.
Lo que debe haber sido eso. De pronto, tras un invierno del catorce de mucha nieve y una primavera hinchada de deshielos, reventó, allá arriba, en la precordillera, el dique natural que desde hacía más de dos mil años –dicen los precisos geólogos– contenía las aguas de la laguna Cari Lauquén. Esta belleza se había formado precisamente por entonces, cuando parte de la ladera del cerro Pelan se derrumbó transversalmente sobre el curso de un Barrancas que todavía no sabía su nombre y lo obturó, lo endicó –así se dice– embalsando su cauce e inventando hacia arriba una ominosa palangana de borde irregular de más de veinte kilómetros de agua verde (eso quiere decir “Cari Lauquen” en el idioma de los originarios que la disfrutaron) que desde entonces estuvo allí, a más de mil metros sobre el nivel del mar, como un balde dispuesto a verterse al menor desequilibrio. Se tomó veinte siglos, pero un día lo hizo.
Hay que ver los números, que dan miedo incluso –o sobre todo– ahora. Cuando el dique natural se rajó, en la tarde del 29, y la columna de agua creciente de casi cien metros de alto que presionaba se abrió una brecha de 250 metros, comenzó a verterse en el cauce del habitualmente medido Barrancas un torrente que arrastraba rocas y todo lo que pudiera ser movido y removido por la bestialidad de 2800 millones de metros cúbicos de agua (sic) en vertiginoso movimiento, cuesta abajo y de oeste a este.
Calculemos, imaginemos: el nivel de la laguna bajó, casi hasta desagotarse del todo, 95 metros; el viaje del agua desatada buscando el mar –primero algunos cientos de kilómetros a través del encauzado Barrancas, después los mil quinientos del generoso y abierto Colorado hasta su desembocadura– duró una semana larga y no empezó a remitir hasta mediados de enero del quince. Para entonces, la devastación que había dejado atrás era incalculable.
El aluvión –mucho más que una creciente simple– se llevó puesto todo lo que había y la prensa señala: gente, comisarías, poblados enteros, estancias, cultivos, ganado, fauna natural, telégrafo, estaciones y kilómetros y kilómetros de ferrocarril. Pero se llevó, sobre todo –y esto no aparece en los partes– años de trabajo y de futuro en una zona en que, históricamente, nada se dio jamás sin esfuerzo y constancia en el trabajo duro. Eso es lo que subraya hoy y siempre la gente de Fundación Chadileuvú, dedicada a la defensa de los siempre amenazados recursos hídricos pampeanos. De ahí el sentido de la recordación de este aniversario, por eso la información –un detallado artículo del profesor Emilio González Díaz que utilizo de fuente primordial en este caso– que pone el suceso en su verdadero lugar y dimensión. Quiero decir: también nosotros tuvimos nuestro ominoso tsunami. Y hubo quienes jamás remontaron sus consecuencias.
Por eso es que, como nunca antes ni después, en aquellos últimos días del movidísimo 1914, el lejano Colorado estuvo tanto tiempo en las penosas noticias y en las columnas de los desatentos diarios capitalinos. Compitió incluso con La Gran Guerra. Raro destino. Porque este bello río Colorado nuestro nunca tuvo, como el del Norte, un cañón famoso que lo encajonara, ni un compositor efectista y efectivo como Ferde Gofré para que le hiciera una suite, ni un Hollywood dispuesto a fotografiarlo seguido y en colores, postal de recién casados. Nada de eso para el austero y austral Colorado –hermoso nombre– que ha de tener, eso sí, su loncomeo o su cordillerana que lo evoque y celebre en la lengua que siempre entendió y le hablaron a dos orillas.
Nacido de otros menores en las laderas orientales de la Cordillera, el Colorado es de algún modo la arruga horizontal que señala el extremo norte de la Patagonia, ya que entra en el llano desértico marcando el límite entre La Pampa y Río Negro, y atraviesa sobre todo soledades y más soledades de oeste a este hasta dar, con un tardío delta bonaerense, en el mar, bastante arriba de Patagones.
Si uno mira hoy el mapa y busca la laguna del estallido original –reducida a la mitad de lo que era en el momento en que se vació, de prepo y sin aviso– y sigue el recorrido río abajo, habrá faltantes en las orillas, encontrará otros parajes y otros nombres que los que figuran en las crónicas de la época. Es que algunos directamente desaparecieron. La altura que alcanzó el agua es difícil de concebir sin estremecerse. Acompañemos los números, imaginemos.
En el origen, en lugar casi deshabitado, el torrente corrió a más de 32 metros por encima de su cauce habitual, y cuando a las ocho de la noche pasó por el pueblo de Barrancas –no quedó nada, hoy está en otro emplazamiento– el nivel era aún de 17 metros por encima, y cuando destruyó la Estancia Santa Margarita y mató a todos sus pobladores sobrepasaba los nueve metros. Al clarear el día 30 el nivel estaba aún cinco metros arriba. Por la Colonia 25 de Mayo, una de las poblaciones importantes ya entonces, pasó a las dos de la tarde del 30 de diciembre y de ahí sí hay cifras precisas y espantosas: 110 muertos y 58 desaparecidos, y hubo 60 desaparecidos más ahí nomás, en Catriel. Para el 3 de enero, en Pichi Mahuida, bastante más abajo ya, las vías del ferrocarril quedaron bajo tres metros y medio de agua, y entre esta localidad y Fortín Uno desaparecieron los postes del telégrafo, tapados por el agua. Y ya en Fortín Mercedes y alrededores –zona de bajos bonaerenses: Pradere, Pedro Luro, Asacasubi– con el año nuevo el Colorado se desparramó a placer, llegando a las cinco leguas –más de veinte kilómetros– de ancho: un mar poco antes del mar.
El galés Arthur Coleman, que tenía por entonces responsabilidades directivas en del Ferro Carril Sud, con sede en Bahía Blanca, ha dejado en sus memorias testimonio de esas horas y esos días de épica pelea por llegar al lugar, ayudar y mantenerse sobre los rieles. Todo muy difícil. Mandó un tren con más de veinte vagones con personal y con botes. Los terraplenes se hundían, los vagones se iban de costado, no había mucho que hacer. Se perdieron 140 kilómetros de vías. El puente de fierro que unía río Colorado y Buena Bajada –una en cada orilla del río– no aguantó. Fue difícil la evacuación, terminaron en los techos de la estación, viendo pasar las raudas aguas achocolatadas, los animales muertos, los árboles arrancados de cuajo.
Y así todo. El balance siempre provisorio habla de 186 muertos identificados y unos trescientos en total, con los desaparecidos que nunca faltan. La lista de nombres de los partes es conmovedora: familias enteras, chicos... De lo económico, mejor no hay que hablar. Además de los destrozos urbanos y medios/vías de comunicación y la pérdida del ganado, una laboriosa agricultura incipiente se perdió, en apenas un puñado de horas de pesadilla.
Cuando uno piensa/escribe sobre estas u otras cosas, lo que se dispara en el auditorio es imprevisible. O no tanto, de acuerdo con los tiempos: se podría (habría que) hacer la película del Aluvión del Colorado. En 3D, con efectos digitales, que ahora no son tan caros. Acá hay incluso quien la haga, tenemos nivel de producción, o se coproduce y listo. Con un par de figuras. Y de paso se muestra el país, nos pone en el mapa.
Por favor: no todo lo que sucedió lo hizo para convertirse en espectáculo. Hay otras tantas cosas por hacer y saber. Por lo pronto: hace un siglo se desbocó el Colorado. ¿Cuántos saben hoy dónde queda?

Juan Sasturain

domingo, 28 de diciembre de 2014

Los espías del poder y el poder de los espías



Los servicios de inteligencia no son “imperfecciones” o cuentas pendientes de la democracia, sino parte de su estructura.

La judicialización de la política es propia de la naturaleza de todo fin de ciclo. La multiplicación de las operaciones e internas en los aparatos de inteligencia del Estado se inscriben en la misma dinámica del ya no más del poder actual y el todavía no del poder futuro.
Los aparatos de los “servicios” no son -como se dijo-, los “sótanos de la democracia”, sino parte de sus pilares estructurales, su lado B. Las internas levantan el velo que permite visibilizar retazos de la trama oculta detrás de la fachada de los debates, los consensos y los relatos de la política. El agujero negro del poder real.
Los servicios de inteligencia tienen una función estratégica, pero no están exentos de escaramuzas internas.
La función estratégica es fortalecer el poder de policía del Estado, aceitando con información verídica o fabricada la maquinaria para la represión o la persecución contra aquellos que cuestionan de alguna manera u otra el orden social y político. Américo Balbuena infiltrado en la Agencia Walsh o el famoso “Proyecto X”.
Pero las disputas entre sus distintas fracciones se desatan cuando ganan autonomía y exigen extraer su cuota de “plusvalía” en base a los propios intereses de aparato. O cuando comienzan a reordenar sus lealtades por los recambios en el poder político y en el gobierno. De Stiusso, como modelo del servicio permanente a Larcher saltando en garrocha hacia el oasis de Tigre para esquivar la dieta de sardinas en el desierto. Hasta llegar a “el Lauchón” Viale, cuando la interna se continúa por otros medios y adopta la forma de guerra de baja intensidad.
Como las policías, que obtienen sus “adicionales” manejando el grueso de las industrias del gran delito, los espías comercian y operan con la información generada con recursos del Estado destinados para tal fin. El detalle de esos gastos también es secreto. Excepto la remuneración del jefe y sub jefe, el resto de los montos designados para tareas de inteligencia son “reservados”.
Los servicios son una ampliación del Estado disfrazado de "sociedad civil" con licencia para infiltrase y operar en las sombras con el monopolio de la información como arma.
El poder de los espías se nutre de los secretos de la democracia. O mejor dicho, son los gestores de los secretos de una casta política, judicial, empresarial y hasta sindical, que tiene mucho que esconder y todavía más para perder si sus privilegios se hacen públicos. Las operaciones y los “carpetazos” sacan a la luz grandes privilegios y ventajas que pasadas a valores suman millones de pesos o dólares. Contubernios, corruptelas, estafas y maniobras legales o ilegales; entre la casta política y judicial y los poderes fácticos de los dueños del país. Su poder se basa en las mil traiciones que se cocinan en la trastienda de los grandes discursos sobre la lealtad y el honestismo.
Si los servicios actuales no existieran legalmente, brotarían como los hongos de la putrefacción que está en la naturaleza de la política tradicional y de la descomposición de su Estado.
La exigencia de la disolución de los aparatos de inteligencia es un punto de partida, necesario pero no suficiente. La cuestión de fondo radica en terminar con los privilegios de una casta política y judicial subordinada al poder económico, con el que tiene íntimas y secretas relaciones que deja al resguardo de “serviciales” empleados.
Las “rebeliones de los espías” y los escándalos pasan, pero el aparato de espionaje queda y vuelve a su tarea estratégica. Salen de las tapas de los diarios para regresar a las sombras y operar en equipo contra el “enemigo común”.
La democracia (burguesa) es la mejor envoltura para el dominio del capital, los espías son un producto natural de un régimen de clase. El costado oscuro de una democracia que es necesariamente “estrecha, amputada, falsa, hipócrita, trampa y engaño para los explotados” (Lenin).
Cada régimen político tiene los espías que se merece. Están hechos a su imagen y semejanza.

Fernando Rosso
@RossoFer

¿Limpieza en la cloaca?

A propósito de los cambios en el Servicio de Inteligencia.

La remoción de la cúpula dirigente del Servicio de Inteligencia (SI) reveló una crisis del gobierno nacional, expresada en el acto de asunción de las nuevas autoridades, que resultó apagado, expeditivo, sin pompa de relato y con un Salón Blanco semi vacío de la claque de consortes. Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher fueron reemplazados por Oscar Parrilli y Juan Martin Mena, dos incondicionales del kirchnerismo. La crisis puso al desnudo la presunta división de poderes del Estado, revelando la relación orgánica entre el Poder Ejecutivo, la SI y la Justicia para armar, acelerar o frenar causas judiciales, de la que se valieron los sucesivos gobiernos constitucionales para damnificar a sus enemigos políticos y conspirar contra los intereses de las grandes mayorías populares, pero que hoy se vuelven en contra del kirchnerismo en su fin de ciclo, ventilando los negocios ilegales de Cristina, Boudou y cía. Esas intrigas revelan las diferencias entre las diversas fracciones de las clases dominantes, y a su vez expresan elementos de descomposición estatal dados en la violación del secreto de Estado, el fundamento que sostiene el orden jerárquico y verticalista de la burocracia civil y militar que administra el Estado contra los intereses de las clases subalternas.
Todos los gobiernos constitucionales recurrieron a esta institución represiva, fundada por el general Perón en 1951. Raúl Alfonsín contaba en su custodia a Raúl Guglielminetti, agente de la SIDE, miembro del Batallón 601 y socio de la banda de Aníbal Gordon, que tras la experiencia adquirida durante la dictadura se dedicaba a secuestros extorsivos. No se trataba de un error. El entonces ministro del Interior Enrique “Coti” Nosiglia y los jóvenes radicales la Junta Coordinadora Nacional pisaron fuerte en la SIDE fabricando los rumores sobre un golpe de Estado, que condujo a los militantes del Movimiento Todos por la Patria al asalto del cuartel de La Tablada, los cuales terminaron asesinados, fortaleciendo el gobierno de Alfonsín. Carlos Menem se apoyó sobre la SIDE y el ex juez Juan José Galeano para sobornar al vendedor de autos robados Carlos Telleldín con 500 mil dólares a cambio de un testimonio falso.
Fernando De la Rúa utilizó a la SIDE para vehiculizar las coimas a los legisladores del PJ y la UCR y así sancionar la Reforma Laboral, recordada como la Ley Banelco. Eduardo Duhalde dio rienda suelta a la SIDE a cargo de Carlos Soria junto a Aníbal Fernández desde la Secretaria de Presidencia, quienes montaron el escenario de la masacre del Puente Pueyrredón y lanzaron una campaña de engaños, adjudicando el asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki a un “enfrentamiento entre piqueteros”.
El kirchnerismo se jacta de haber prestado un gran favor a la democracia pasando a disponibilidad a Antonio “Jaime” Stiusso, el temible jefe de Operaciones de la SI, junto a otros quince agentes como Santiago Vila, director de Observaciones Judiciales, conocida como OJ, el área dedicada a intervenir teléfonos y correos a discreción.
Eduardo Aliverti advierte como una panacea “que se recorte el poder una banda autónoma”, mientras Horacio Verbitsky calificó el cambio de “oportuno” aunque “tardío”, desestimando “que vayan a repetir la hemorragia que provocó la Alianza, cuando el millar de especialistas que purgó el banquero Fernando de Santibáñez se volcaron… al negocio (privado) de las pinchaduras de teléfonos y computadoras y la venta de las interceptaciones”, por el cual está procesado el ex secretario de Inteligencia Juan Bautista “Tata” Yofre. ¿Acaso Verbitsky aspira a que esos represores sean “contenidos” en el aparato de Estado? Así los progresistas en bancarrota naturalizan la conservación y vigencia de esa institución represiva del mismo modo que la derecha, habilitando encima la impunidad de muchos que integraron el staff de la Triple A y la dictadura genocida, y que es vox populi su vinculación con el narcotráfico, la prostitución y todo tipo de negocios ilegales.
En realidad, durante la década ganada Néstor y Cristina se valieron de la SI para lanzar “carpetazos” contra sus enemigos políticos, mientras dejaban a Stiusso hacer y deshacer en esa cloaca de casi 2000 agentes sin ningún control, con gastos reservados por $686 millones. Avalados por la oposición, ni siquiera cumplieron la formalidad de convocar la Comisión Bicameral de Fiscalización para ejercer algún tipo de controlar sobre esa banda de criminales.
Después de reunirse con el ex presidente norteamericano George Bush en 2006, Néstor Kirchner instruyó a Stiusso a aportar “pruebas” sobre la responsabilidad de Irán en el atentado a la AMIA de 1994 y simultáneamente envió al Congreso la Ley Antiterrorista, sancionada en un abrir y cerrar de ojos. Stiusso se puso a disposición del Mossad y la CIA, y juntos elaboraron un dictamen de más de mil páginas, repleto de falsedades e irregularidades. Basado en ese dictamen trucho que no resistía ninguna prueba, el fiscal Alberto Nisman libró orden de captura a Interpol contra ocho ex funcionarios iraníes. Sin embargo, en 2012 Cristina firmó el Memorándum de Entendimiento con Irán por la causa AMIA, siguiendo el curso de un sector de la Secretaría de Estado norteamericana, que al mismo tiempo produjo roces con el Estado de Israel y gran parte de las instituciones del establishment norteamericano.
Formados por la CIA y el Mossad en el espíritu pro occidental y anti comunista de la Guerra Fría, Stiusso y sus colaboradores comenzaron a operar para la oposición junto a los mismos jueces, como Claudio Bonadío, que habían trabajado otrora para el kirchnerismo. Si bien Cristina cuenta con los organismos de espionaje de las FF.SS. (Gendarmería con Proyecto X y la Policía Federal con mil agentes infiltrados), apuesta en particular a los servicios de las FF.AA. y su Dirección de Inteligencia conducida por el teniente general Milani, incrementando su presupuesto un 156%, pasando de $168,2 millones en 2010 a $431,1 millones, una cifra que según especialistas en la materia correspondería a una amenaza de conflicto bélico con una potencia extranjera.
La limpieza de una cloaca de ningún modo puede enmendar su naturaleza sostenida en los deshechos y la inmundicia. La disolución de todos los organismos de espionaje es una tarea ineludible para la autopreservación y la salud de los intereses populares.

Miguel Raider

Nora Cortiñas: es hora de que se ponga en claro la historia de Milani



La dirigente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora Nora Cortiñas confirmó ayer que presentó un habeas corpus para que el jefe del Ejército, teniente general César Milani, "comparezca en la causa" por la desaparición de su hijo Gustavo.

“Es hora de que se ponga en claro la historia de este militar", dijo la dirigente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora en diálogo con radio La Red
Lo sostuvo al confirmar también que presentó un habeas corpus para que el jefe del Ejército, teniente general César Milani , "comparezca en la causa" por la desaparición de su hijo Gustavo.
"Milani estaba cerca de Videla cuando desapareció mi hijo Gustavo", aseguró, afirmando también que "Milani mancha al Gobierno". "Tiene que ser alejado de su cargo", "es hora que se ponga en claro la historia de este militar".
Las declaraciones de Cortiñas se dan en el marco de que la Fiscalía de Tucumán pidió el martes último que el jefe del Ejército, César Milani, sea indagado por la desaparición del conscripto riojano Alberto Agapito Ledo, ocurrida durante la última dictadura militar.
La medida fue solicitada por el fiscal federal Carlos Brito al juez federal Daniel Bejas, según informó el diario La Gaceta de Tucumán.
Ledo, que tenía 20 años y fue uno de los 129 soldados que desaparecieron en la dictadura de 1976-1983, era estudiante de Historia. El conscripto, oriundo de La Rioja, fue trasladado a Tucumán y se convirtió en virtual "mano derecha" de Milani, pero desde junio de 1976 integra la lista de desaparecidos.

sábado, 27 de diciembre de 2014

La justicia reabrió la causa que investiga las responsabilidades políticas de la Masacre de Avellaneda



Crónica de la presentación del pedido de reapertura en la investigación por las responsabilidades políticas de la Masacre de Avellaneda.

Tanto el juez federal Ariel Lijo como el fiscal federal subrogante, recientemente asumido en el cargo, Diego Iglesias, confirmaron el desarchivo de la causa 14.215 "Ruckauf y otros s/homicidio", que investiga las responsabilidades intelectuales y políticas de la denominada Masacre de Avellaneda, donde resultaran asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, y se contabilizaran más de 30 heridos de bala de plomo.
Así lo informaron Alberto y Leonardo Santillán (padre y hermano de Darío) quienes, junto a los abogados patrocinantes de la APDH La Matanza, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y la APDH Nacional, Nora Cortiñas (cofundadora y presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora), Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nóbel de la Paz y presidente de Serpaj), Enrique Fuckman de la Asociación de Ex Detenidos Desparecidos, militantes del Frente Popular Darío Santillán, y diferentes referentes de organismos de derechos humanos, se reunieron con Lijo e Iglesias para entregarles un escrito solicitando el desarchivo e imprescriptibilidad de la causa, así como una serie de nuevas medidas probatorias para reactivar el expediente que se encontraba archivado desde el 2010 por pedido de la fiscalía, en aquel momento a cargo de Miguel Angel Osorio.
En la puerta de los Tribunales Federales de Comodoro Py, luego de la reunión, Alberto Santillán sostuvo que “celebramos la noticia luego de tantos años de inacción, pero les reiteramos al juez Lijo y al fiscal Iglesias nuestro pedido de que investiguen a fondo para lograr enjuiciar y castigar a los responsables intelectuales y políticos del asesinato de Darío y Maxi”.
“Ha sido un largo y difícil camino, pero gracias a que nunca bajamos los brazos vamos logrando estos pequeños pero importantes avances. Seguimos acá y nadie nos va a correr de nuestro reclamo por verdad y justicia”, agregó Santillán.
La familia Santillán y los compañeros de militancia de Darío señalan a Eduardo Duhalde como principal autor intelectual de la Masacre, y a varios ex funcionarios nacionales y bonaerenses de entonces: el gobernador de la provincia de Buenos Aires en el momento de la Masacre y actual diputado nacional por el “Frente Renovador” que conduce Sergio Massa, Felipe Solá; Carlos Ruckauf, que en aquel momento presidía el Ministerio de Relaciones Exteriores; Juan José Álvarez, ex agente de la SIDE durante la última dictadura cívico-militar, Secretario de Seguridad de Duhalde, y actual “armador y operador político” de Massa; Alfredo Atanasof, por entonces jefe de gabinete, hoy cercano al empresario Francisco De Narváez; el Ministro del Interior de Duhalde, Jorge Matzkin; el actual , actual juez de la Suprema Corte bonaerense Luis Genoud, por aquellos años Ministro de Seguridad y Justicia de la provincia de Buenos Aires y conductor político de la Policía Bonaerense; el entonces Ministro de Justicia Jorge Vanossi, hoy ligado al PRO de Mauricio Macri; el fallecido Carlos Soria, ex jefe de la SIDE y su en aquel momento vicejefe, Oscar Rodríguez; y Aníbal Fernández, quien nuevamente ocupa el mismo cargo que tenía en 2002, Secretario General de la Presidencia.
A más de 12 años, seguimos exigiendo que se investigue, enjuicie y castigue a los autores intelectuales y políticos de la Masacre de Avellaneda:

#YOPIDOCÁRCEL PARA EDUARDO DUHALDE, FELIPE SOLÁ, CARLOS RUCKAUF, JUAN JOSÉ ALVAREZ, JORGE VANOSSI, ALFREDO ATANASOFF, LUIS GENOUD, JORGE MATZKIN, OSCAR RODRÍGUEZ Y ANÍBAL FERNÁNDEZ.

FPDS

Otros 10 represores de la dictadura condenados en Argentina

El Tribunal Federal de Tucumán condenó a 10 represores de la última dictadura cívico-militar por crímenes de esa humanidad, lo cual eleva hasta hoy a 576 el total de sentenciados por esa causa en el país. Con este van tres los juicios que concluyen en los últimos días de diciembre por la política de restitución de la verdad, la memoria y la justicia por los crímenes del terrorismo de Estado de 1976 a 1983.
Entre la decena de imputados en la llamada megacausa "Villa Urquiza", tres recibieron penas a prisión perpetua, en tanto el juzgado hizo un pronunciamiento inédito al considerar que las secuestradas en el penal sufrieron actos considerados de violencia contra la mujer.
La resolución del juicio que comenzó el pasado septiembre se conoció el martes 23, suscitó satisfacción entre las víctimas sobrevivientes que actuaron como testigos y entre los familiares de los desaparecidos en Villa Urquiza y defensores de los derechos humanos.
Los condenados a cadena perpetua fueron Juan Carlos Medrano, Pedro García, exjefe de la guardia del pabellón "de la muerte" y Héctor Valenzuela.
Fueron hallados culpables de los delitos de violación de domicilio, privación ilegítima de la libertad, torturas, delitos sexuales y de los homicidios de Juan Torrente y Juan Carlos Suter.
El tribunal sentenció a Arturo Álvarez a 25 años; a Ángel Audes, a 20; a Jorge Omar Lazarte, a 18; a Augusto Montenegro, a 16; a Francisco Ledesma, a 16, a y Heriberto Albornoz, a 8 años.
Todos deberán cumplir la sentencia en efectivo en el penal de Villa Urquiza para evitar posibles fugas, mientras que dispuso que una junta médica determine si el condenado Audes está en condiciones físicas de ser alojado en ese lugar o sigue con detención domiciliaria.
El proceso que comenzó a mediados de septiembre fue el décimo por delitos de lesa humanidad que se celebró en la norteña provincia de Tucumán, y el segundo que adquirió carácter de megacausa por la cantidad de imputados y víctimas implicadas.
La mayoría de las 39 víctimas fueron funcionarios o militantes políticos o gremiales. El primero de esas características fue el denominado "Arsenales II-Jefatura II"
Uno de los dos juicios que concluyó ese diciembre fue el de la megacausa Vesubio II, en el cual cuatro represores recibieron el pasado día 18 cadenas perpetuas por ser coautores de los delitos de privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidio contra 203 víctimas.
Los condenados por el Tribunal Federal No. 4 fueron el excoronel Gustavo Cacivio, los exmilitares Jorge Raúl Crespi y Federico Antonio Minicucci y el expenitenciario Néstor Norberto Cendón.
Cuatro días después, el 22, terminó el segundo proceso por el robo de bebés en Campo de Mayo en el cual fueron condenados a 30 y 25 años los exgenerales Reinaldo Bignone y Santiago Omar Rivero, que ya cumplían penas por otros crímenes de lesa humanidad.
El Tribunal Federal No. 6 impuso 13 años de prisión para el médico militar Norberto Atilio Bianco y siete años para la partera Yolanda Arroche de Sala García, donde operó la maternidad clandestina en el Hospital Militar.

Prensa Latina

Al Che Guevara, marxista y revolucionario comunista, no se lo puede degradar, inventándole coincidencias, con el Facio Capitalista Perón



A propósito de la serie “Uno de los nuestros: Guevara y Perón “, aparecida en Kaos. Contrariamente a lo que allí se dice, el nivel de las convicciones marxistas y revolucionarias del Che Guevara, constituyeron el blindaje que lo preservo, ante el Fascismo Capitalista demagógico, de Perón.
El título del artículo, fue tomado de una expresión de Perón, en una carta del 24 de Octubre de 1967, referente al asesinato del Che en Bolivia. Ningún argentino, que tenga respeto por la disciplina del análisis histórico y político, puede tomar en serio cualquier expresión de Perón, rey de la demagogia y del histrionismo político, sin revisar cuidadosamente las razones y los objetivos subyacentes en sus dichos.
Sin contar, que la carta fue remitida desde el exilio dorado de Perón, en la Madrid Franquista y fascista del Opus Dei, donde ”El primer trabajador argentino”, gozaba del privilegio de invitado de honor del Caudillo, y vivía en un Palacio, que adquirió con los dineros depositados por la corrupción, en sus cuentas de Suiza .
En Perón, se daban la conjunción de la demagogia aprendida, en los Balcones de Mussolini y del Vaticano, donde se educó en aquello de “haz lo que te digo y no lo que yo hago”.
Las ficciones y volteretas ideológicas, que los seguidores del Peronismo, emplearon y emplean, para justificar su devoción, hacia la figura de Perón, son bastante conocidas. Pero el autor de la serie, “Uno de los nuestros; Guevara y Perón “se pasó de revoluciones.
Se le ocurrió utilizar al Che Guevara, figura respetada y más aún, querida, por todos los que en el mundo se nuclean, detrás de las ideas humanistas del socialismo y del anticapitalismo, con el objetivo de reivindicar a Perón y al peronismo.
A Perón, un activo nazi fascista, defensor infatigable y colaborador del capitalismo, en eso de retrasar la concientización del clase trabajadora argentina , poniéndola a través del Estado Capitalista, en manos de las patronales.
A Perón : que luego de poner en prisión y empujar a la clandestinidad a los verdaderos dirigentes de la clase trabajadora argentina, anarquistas, comunistas, socialistas, y apoderarse de los sindicatos a punta de pistola, organizo un sindicalismo venal, corrupto, vigente hasta el día de hoy, y a los pies de los patrones.
A Perón: protector de los criminales de guerra nazis, y uno de los primeros promotores de la tortura, a sus enemigos políticos en la Argentina.
A Perón : Defensor servil de la oligarquía terrateniente, a quien él temía y que lo utilizo cuando le fue necesario, tolerándolo en los primeros tiempos del peronismo en el poder, por la función de distraer y confundir a la clase de los trabajadores, hasta que su política errática económica capitalista, fracasó y entonces lo echó, para volverlo a traer, cuando los jóvenes de la clase media se desmadraron en los 70.
Y por si fuera poco, cobarde hasta el extremo de huir en 1955, refugiándose como era lógico, primero en cuatro países latinoamericanos, gestionados por dictadores criminales pro yanquis, y terminado abrazado a Franco su protector durante muchos años , criando a su semejanza, a dos enanos fascistas como López Rega e Isabel, gozando de los dineros robados al Estado Nacional, con las comisiones por la compra de los ferrocarriles ingleses, el recibido de los nazis en pago de favores y otras comisiones parecidas cuando fue gobierno ,depositadas en Suiza.
A Perón: que cuando volvió, con su oportunismo demagógico en la política, colaboro queriendo o no, en el asesinato futuro de los miles de jóvenes de la clase media, por la dictadura de los terratenientes.
A semejante tránsfuga y corrupto demagogo, el articulista suelto de cuerpo, insinúa que tenían algo en común ideológicamente e intenta hermanarlo al Che Guevara.
Al Che, luchador lucido e infatigable contra el Capitalismo, Revolucionario y marxista. Profundo antinazi y antifascista.
Al Che, que disponía de una claridad meridiana, que le permitió avizorar tempranamente, los riesgos que corría la Revolución en la propia Unión Soviética.
Al Che, Mártir que dio su vida por el ideal, que murió en la selva de Bolivia, intentando llevar el sueño de la Revolución a otro pueblo Latinoamericano.
Frente a esa realidad, el articulista se ve obligado a inventar y tirar de los pelos la Historia, los dichos y las intenciones.
Dejando de lado que la mayoría de los dichos son versiones de terceros, conversaciones de terceros , que no hay al pie de los artículos, la necesaria explicitación de los archivos, de donde se tomó la información, lo que tampoco sería señal de la veracidad, pero por lo menos permitiría apreciar quienes escriben, cuando y con qué intención.
Porque aunque el articulista no lo diga, está claro que las razones que pueda tener alguien, hoy para traer este tema a colación, es pretender subrepticiamente, colaborar con el relato del Peronismo en el poder en esta época: el Kirchnerismo.
Ahora bien, desde luego que no es este el primer caso, de querer blanquear y dar a Perón, la identidad que no tuvo.
Son varios los historiadores peronistas, que cerrando los ojos a la realidad, intentaron e intentan construir un personaje inexistente, y tergiversando las intenciones y los hechos, construir un relato aceptable, para las clases humildes y trabajadoras mayoritarias en Argentina.
En esos relatos emplean el sistema de “olvidar “todo lo negativo de Perón y exacerbar una supuesta preocupación de Perón por la suerte de los trabajadores, dejando de lado la realidad de que el Peronismo fue el creador y desarrollador de la Clase Media en Argentina y el que encerró y aplasto a la Clase Trabajadora, dentro de los límites del sistema capitalista.
Ante este hecho objetivo, muchos intelectuales, argentinos y extranjeros, se preguntan de dónde viene la fuerza y la vigencia, del mito peronista en el seno de las mayorías humildes.
La respuesta a esta inquietud no es difícil.
Cualquiera que analice, la composición social del pueblo argentino, en especial la inmigración que constituyo su núcleo más importante, vera que se formó mayoritariamente, de grupos de campesinos pobres, de baja condición cultural, que escapaban de la explotación de los terratenientes de sus países, como Italia España y también de Rusia, Ucrania, etc., y que hallaron refugio y trabajo, en Argentina y que con el tiempo los más dotados de ellos, constituyeron la base de la clase media.
Unidos a los trabajadores del campo, originarios del país, también de nulo nivel de educación, explotados por los terratenientes argentinos, al principio en cuidado de los animales y luego a también de la agricultura, con la llegada de los extranjeros que la trajeron con ellos.
Verá que en este, un país donde los trabajadores y campesinos además de su bajo nivel de educación, carecían totalmente de conciencia de clase, era fácil que el Catolicismo, acompañando en el Poder a la oligarquía, sometiera al pueblo humilde, a la demagogia del asistencialismo, el método Católico de la limosna para los pobres y la propiedad para los ricos.
Y verá que en esas condiciones, no es nada difícil construir un relato como el de Perón, que une la demagogia católica de la limosna asistencialista, en su relación con la clase trabajadora, a la defensa simultanea de la propiedad terrateniente y capitalista. Política practica que Perón importó, de su admirado Fascismo de Mussolini.
Por eso, lo primero que Perón hizo, fue disolver los sindicatos y meter presos a los que se oponían, y que fueron sus víctimas preferidas, aquellos que trajeron de Europa, la semilla del socialismo del marxismo, de la lucha de clases.
El oportunismo demagógico, le `permitió también, aprovechar la ola de nacionalismo que surgió en América Latina, no solo en Argentina, frente a la retirada momentánea del Imperio Yanqui del control de su patio trasero, junto a sus primos ingleses, para ocuparse de atacar, detrás de su títere Hitler, a la Unión Soviética del socialismo, en la Segunda Guerra Mundial .
Pero cuando volvió, al término de la Guerra, a apretar el dogal en el cuello de América Latina, Perón fue uno de los primeros en arrodillarse ante el Imperio y cerrar trato con la Standard Oíl, olvidando el discurso nacionalista y traicionando a YPF
Los relatos peronistas, se sucedieron aprovechando el dominio ideológico obtenido por él peronismo, sobre las masas de trabajadores, permanentemente empobrecidas hasta el día de hoy, que vivieron la dictadura peronista primera , seguida de las varias dictaduras, ejercidas por el Ejército, como brazo armado de la oligarquía terrateniente, con interrupciones mínimas de los gobiernos social demócratas del radicalismo, conciliadores con la oligarquía,
Esas vueltas aparentes a la legalidad burguesa con sus elecciones “democráticas representativas “, en las que a las clases medias se les permite ejercer el funcionariado ejecutivo y saquear la Caja del Estado, a cambio de la perpetuación de la oligarquía terrateniente y de las multinacionales en el Poder Real.
Cada momento peronista en el Poder, tuvo su relato correspondiente,adaptando lo básico del pensamiento fascista demagógico de Perón, a la circunstancia histórica del momento y la situación económica respectivas. Así fue en el Peronismo de Perón, en el de Menen y ahora en el de los Kirchner.
Para mi está claro, que los historiadores peronistas, politólogos de esa extracción e intelectuales varios, necesitan ganar su sustento, en una profesión que no es tan rentable como otras profesiones, el comercio o la renta que ejercen otros sectores de la clase media. Y es comprensible que la cercanía del peronismo a la Caja del Estado, provea esas posibilidades a cambio del apoyo ideológico.

Afectuosamente

Hersh Zakheim

2015, un año crítico y turbulento

El 2014 termina con la decisión de Barack Obama de restablecer relaciones con Cuba, luego de medio siglo de bloqueo y ataques a la soberanía de la isla. La alegría que suscita la noticia debe matizarse. El acercamiento se produce en el momento en que Estados Unidos muestra marcadas tendencias hacia la provocación de conflictos y guerras, como parte de estrategia de crear caos sistémico para seguir dominando.
El año que finaliza fue uno de los más tensos e intensos, ya que la Casa Blanca desplegó un conjunto de iniciativas que pueden llevar a la guerra entre países que poseen armas atómicas. El caso más crítico es el de Ucrania. Washington pergeñó un golpe de Estado en la frontera de Rusia, con la intención de convertir a Ucrania en plataforma para la desestabilización y, eventualmente, la agresión militar contra Rusia. La estrategia estadunidense se orienta a establecer un cerco militar, económico y político a Rusia, para impedir todo acercamiento con la Unión Europea.
Entre los hechos más graves de 2014, debemos recordar que Estados Unidos no movió un dedo para impedir los bombardeos indiscriminados de Israel sobre la Franja de Gaza. La política de la Casa Blanca en Medio Oriente es de una hipocresía alarmante. Avaló unas elecciones más que dudosas en Egipto, luego de un golpe de Estado contra el primer gobierno democrático, que llevaron a su incondicional aliado Albdelfatah Al-Sisi al poder.
La situación caótica que atraviesan Siria, Sudán, Irak y Libia es una muestra clara de que se ha diseñado una estrategia del caos, como vienen denunciando varios analistas, como medio para rediseñar las relaciones de poder a su favor. Siguen siendo un misterio cómo las poderosas fuerzas militares occidentales no pueden abatir al Estado Islámico, haciendo crecer las sospechas de que la organización terrorista trabaja en la misma estrategia que impulsa el Pentágono.
En América Latina, llama la atención el silencio de la administración Obama sobre las masacres en México. Por mucho menos, funcionarios del gobierno de Venezuela están siendo denunciados y perseguidos por la Casa Blanca.
No deja de llamar la atención que la nueva escalada contra el gobierno de Nicolás Maduro sea simultánea con el acercamiento a Cuba. Parece obligado preguntarse: ¿qué intenciones abriga Estados Unidos con esta nueva política hacia la isla?
Es evidente que no hay una política estadunidense hacia Venezuela y otra hacia Cuba, o hacia México. El objetivo es el mismo: seguir imperando en el Caribe, en Centroamérica, México y todo el norte de Sudamérica, el área donde Estados Unidos no admite desafíos. Para evitarlo, todo vale. La guerra contra los sectores populares en México (con la excusa del narco) fue diseñada para impedir un levantamiento popular, que era posible en los primeros años del nuevo siglo.
Pero en México, Estados Unidos puede contar con una clase políticaentrenada y financiada por ellos, fiel y sumisa. Algo con lo que no pueden contar en Venezuela (donde la oposición no tiene ni la cohesión ni la capacidad como para dirigir el país), mucho menos en Cuba, donde los cuadros técnicos y políticos no son manejables por las agencias del imperio.
En Venezuela se está apostando fuerte por el caos, como se desprende del tipo de acciones llevadas adelante en los primeros meses de este año por los sectores más radicalizados de la oposición. Es probable que intenten llevar la estrategia del caos en Cuba, con todo lo que implica: desde la introducción de la cultura capitalista (en particular consumismo y drogas) hasta las formas venales de la democracia electoral al uso en occidente.
Al parecer, porque aún es pronto para saber si la Casa Blanca está promoviendo un viraje en su política exterior, existe la intención de jerarquizar el papel de América Latina. El análisis del Diario del Pueblo, apunta en esa dirección. La estrategia de Estados Unidos de influir en la zona Asia-Pacífico fue una decisión trasnochada y ya se han dado cuenta. Ahora Estados Unidos mueve sus piezas hacia otros derroteros. La normalización de las relaciones con Cuba intenta eliminar la gran piedra para su activa participación en los asuntos de América Latina, y desliza una discreta adecuación en su fallida estrategia de regresar a Asia-Pacífico( Diario del Pueblo, 19 de diciembre de 2014).
Es cierto que Obama en su alocución hizo referencia a que la política hacia Cuba distanció a Estados Unidos de la región y limitó las posibilidades de impulsar cambios en la isla. A través de Cuba, simbólicamente, Estados Unidos enfatiza su interés por la comunidad americana, concluye el diario oficialista chino.
Si es cierto que la potencia apunta sus baterías hacia América, estaríamos ante un viraje de proporciones a la vez que se estaría evidenciando la escasa consistencia de su política exterior, que desde 1945 estuvo focalizada en Medio Oriente y en los dos últimos años se propuso bascular hacia Asia-Pacífico.
En todo caso, los latinoamericanos estamos ante problemas nuevos. En los últimos años el poder blando de Estados Unidos provocó dos golpes de Estado exitosos (Honduras y Paraguay), una guerra de alta intensidad contra un pueblo (México), puso en jaque la gobernabilidad en varios países (Venezuela y en menor medida Argentina) y ahora la emprende contra la mayor empresa del continente (la brasileña Petrobras). Es cierto, todo hay que decirlo, que la incompetencia de algunos gobiernos les facilita la tarea.
Todo indica que 2015 será un año difícil, en el cual las tendencias hacia la guerra, la desestabilización y el caos sistémico crecerán de forma probablemente exponencial. Esto va a afectar a los gobiernos conservadores y a los progresistas, entre los cuales hay cada vez menos diferencias. Para los movimientos de los de abajo y para quienes seguimos empeñados en acompañarlos, toca aprender a vivir y a resistir en escenarios de agudas tempestades. Es en ellas donde se forjan los verdaderos navegantes.

Raúl Zibechi
La Jornada