sábado, 29 de febrero de 2020

Comenzó la rebelión docente



La tan mentada “vuelta” de la paritaria nacional ha parido una crisis política, por un lado, y despuntado una rebelión, por el otro. Fernández y los gobernadores se topan con una reacción significativa de un sector del movimiento obrero, que transita una nueva experiencia política.
El gobierno y los cinco sindicatos nacionales (CTERA, UDA, CEA, SADOP y AMET) acordaron, en tiempo de descuento, un sueldo mínimo nacional, que el periodista Alejandro Bercovich calificó de “miserable”. El salario inicial, pasa de $20.250 a $23.000 a partir de marzo, un aumento del 13,5 %. Esto deja a los 250 mil docentes del país en la mitad de la canasta de pobreza, hoy de más de $40 mil, y menos de un tercio de la canasta familiar -$75 mil. A partir de julio, se iría a $25.000. Luego, se otorgarían cuatro sumas fijas no remunerativas (continuando con el achatamiento de la pirámide salarial), de $1.210, a cobrarse de abril a julio, y chau cláusula “gatillo”.
Alberto Fernández agradeció a los gremios en la Rosada por el “gran esfuerzo” realizado (Télam 26-2). La oferta nacional tenía el objetivo de allanarle el camino a los gobernadores en las provincias.

Diez provincias van al paro

En Chubut, el congreso de ATECH ya había votado no iniciar las clases, con 72 horas de paro, mientras Arcioni amenaza con sanciones. ADOSAC, en Santa Cruz, había decretado lo mismo, por 48 horas. En las últimas asambleas de ATEN, Neuquén, se ha votado impulsar el no inicio de clases con paro de 48 horas la primera semana y 72 horas la siguiente.
En Tucumán, la asamblea de los docentes autoconvocados le impuso a la dirección de ATEP el no inicio de clases por 48 horas. Manzur respondió con la conciliación obligatoria, que la burocracia se apresuró en aceptar. En Salta es inminente la votación de un paro de, por lo menos, 48 horas. El sector burocrático de los autoconvocados ha tenido que rechazar la propuesta gubernamental, plantear el paro y avalar la asamblea provincial autoconvocada para el sábado 29, en la cual se votarán medidas de lucha. En Misiones se ha producido una rebelión a través de un proceso de autoconvocatorias, luego de que los sindicatos adheridos a CTERA firmaran una paritaria del 20%, para arrancar el no inicio de clases. Los docentes chaqueños también han rechazado la oferta. El Frente Gremial irá a la huelga si se anula la cláusula gatillo.
Bajo la consigna “ellos quieren pagar la deuda, nosotros queremos comer”, en Formosa, el gremio Docentes Autoconvocados ha convocado al paro y a una marcha para este lunes 2, cuando Insfrán y el ministro Trotta encabezarán un acto de inauguración del ciclo lectivo. También van a la huelga por 48 horas los docentes de Catamarca, luego de rechazar sumas fijas de $1.500. El gobierno ha decretado la conciliación obligatoria (Catamarca Actual, 28/2). En Entre Ríos, AGMER, en su congreso extraordinario, votó paro por 72 horas y tampoco inician las clases. Los docentes de Santa Fe también van a la huelga en defensa de la cláusula gatillo y en rechazo a la propuesta de Perotti. Sólo resta definirse si será por 48 o 72 horas, que será decidida en una votación en las escuelas. Sonia Alesso, la Secretaria General de la CTERA, ha quedado en minoría en su propio sindicato
En la Provincia de Buenos Aires, la oferta de Kicillof, 16% en dos cuotas, quebró al Frente de Unidad Docente. Udocba y FEB han rechazado la oferta, pero sin convocar a medidas de fuerza. El Suteba provincial ha aceptado la propuesta, pero La Matanza, Escobar, Tigre, Berazategui, Marcos Paz, Ensenada y General Madariaga, dirigidas por la Multicolor, han rechazado la oferta oficial y votado medidas de huelga y una movilización para el lunes 2 al Palacio Pizzurno. Baradel ha pagado caro el precio de ser el principal “vocero” del gobierno y quedó aislado en la provincia, aceptando un acuerdo ruinoso en soledad. En Capital Federal, UTE rechazó las sumas fijas del macrista Larreta, pero aceptó el resultado de la paritaria nacional y no ha convocado al paro. Por su parte, Ademys resolvió en su asamblea convocar al paro en repudio.

Perspectivas

Cuando Alberto Fernández tuvo que retirar la decisión de suprimir los regímenes especiales de los docentes, en diciembre pasado, ya había recibido la primera advertencia. Ahora, mientras el gobierno negocia el “default” con el FMI, tenemos en marcha un proceso de lucha en numerosas provincias y un descontento generalizado en el conjunto de la docencia. La dirigencia sindical ha salido golpeada.
La rebelión docente recién comienza.

Mariano Hermida
29/02/2020

El Banco Mundial, el coronavirus y Wall Street



“Los `bonos pandémicos` del Banco Mundial podrían dejar de pagarse”

Que el capital lucra de las penurias humanas no es noticia. Lo que sí resulta relativamente novedoso es que desde 2017 el Banco Mundial –institución señera - emitió dos series de bonos por un total de u$s 320 millones atados a la eventualidad de cataclismos como … “una pandemia” (sic, Financial Times, 27/2). Lo hizo para “ayudar a los países en vías de desarrollo”.
Los bonos, muy atractivos, “pagarían intereses, de hasta un 15% anual (en dólares), siempre y cuando no se desatara una pandemia o se reunieran ciertos requisitos propios de ellas. (…) una vez que esas circunstancias se dieran, el repago a los acreedores se interrumpiría y el capital generado se utilizaría para ayudar a los países pobres que se vieran afectados por la emergencia sanitaria. Es decir, si efectivamente se desata una pandemia, el inversor pierde parte o la totalidad del dinero invertido en el bono” (ídem).
Según informa el Financial Times “los pagos no se interrumpieron durante anteriores brotes infecciosos como la epidemia de ébola de agosto de 2018 … sin embargo los inversores parecen creer que con el brote de coronavirus que se originó en China la cosa será diferente”.
Lo que los capitalistas llaman su “riesgo” (sic) se refleja en la cotización del bono en el mercado. Pues bien, el “llamado Tramo B –la más riesgosa de las dos series (emitidas)– ya se están negociando a un promedio de 57 centavos por dólar”. La eventualidad de que el capital pierda su inversión se produce, según los términos contractuales del bono, “pasadas doce semanas desde el brote inicial, lo que en el caso del coronavirus ocurrirá el 23 de marzo. Además, la enfermedad tiene que haber provocado al menos 250 muertes en el país de origen, una cifra ampliamente superada por el coronavirus en China … además es preciso que el virus haya cruzado una frontera internacional y provocado al menos 20 muertes en un segundo país, lo que según datos oficiales todavía no ha ocurrido” (aquí el Financial Times está atrasado; en Irán se superaron ya las 30 muertes).
El otro tramo del bono, el supuestamente menos riesgoso “se activa una vez que se han registrado al menos 2500 muertos”. Este bono “paga un interés anual del 6.9% por encima de la tasa Libor –el hecho que todavía se estén transando muy cerca de su valor nominal le da más munición a los críticos del instrumento” (ídem).
Como hasta ahora no hubo que activar la cláusula que transfiere el capital del bono al Banco Mundial, la operación ha representado una ganancia simplemente gigantesca para los fondos internacionales. Los intereses acumulados durante dos décadas, que ha debido pagar el BM superan la inversión inicial que recogió. Esto es así incluso si el BM ha invertido la recaudación de esos bonos en otros bonos o en préstamos a los países asociados. O sea que el Banco Mundial ha incurrido en un déficit – no tiene los recursos para ir en ayuda de la pandemia del coronavirus. Por eso la Organización Mundial de la Salud no la declara como tal. Si lo hiciera, los estados miembros del banco se convertirían en acreedores de un Banco Mundial que se encuentra en default. Esta circunstancia debe ser asociada al derrumbe de los mercados accionarios y de deuda pública.
Nada de esto, sin embargo, por importante que es, constituye lo fundamental. El capital derivado al Banco Mundial es el que falta al sistema de salud, que se encuentra definitivamente impreparado para atender a una pandemia. La utilización del sistema privado sería insoportablemente costosa para pacientes y estado; una pandemia obligaría a intervenirlo sin compensación para las compañías que lo regentean. Se hace evidente que la plata inyectada al BM es capital ficticio, no representa ningún activo productivo o real, como habría ocurrido con una inversión masiva en los sistemas de salud pública.
Es presumible que el impacto mayor de una pandemia recaería en Estados Unidos, que tiene el sistema privado más extenso del mundo. Para Wall Street el virus del capital ficticio podría ser más mortal que el coronavirus.

Norberto Malaj
28/02/2020

Perder como en la guerra: en los últimos dos años el salario se hundió un 15,2 %



El Indec publicó el Indice de salarios de diciembre de 2019, en el que se conforma que el poder de compra de los salarios disminuyó en un 15,2 % en los últimos dos años. En todo el ciclo macrista, la inflación superó el 300 %.

El Indec publicó este viernes el Índice de Salarios total del mes de diciembre de 2019. El mismo arrojó un incremento de 2,6% respecto al mes de noviembre, como consecuencia de la suba de los salarios registrados de 2% y un aumento del sector privado no registrado de 5,3%. Esta suba de los salarios se mantuvo por detrás de la inflación del mismo mes que fue del 3,7 %.
El índice de salarios total subió en 2019 un 40,9%. Una suba muy por detrás de la inflación registrada en el mismo año, que fue de 53,8 %. Si se mira de conjunto, los salarios de los trabajadores registrados y no registrados perdieron por goleada frente a la inflación.
El informe del Indec permite establecer que el “índice de salarios total registrado acumula en los últimos 12 meses un aumento de 43,8%, como consecuencia del incremento de 44,3% del sector privado registrado y un aumento del 42,9% del sector público”. Los salarios del sector privado no registrado -quienes tienen peores condiciones laborales y nulos derechos sindicales- tuvieron una suba menor del 29,5%. Es decir, quedaron muy rezagados.

Recuperar lo perdido

Los economistas Nadin Argañaraz y Bruno Panighel del IARAF -consultados por Ambito.com- señalaron que en los últimos 24 meses (tomando el salario promedio de cada año) la caída real de los salarios fue del 15,2%: "En 2018 el salario cayó un 6,3% y en 2019 cayó otro 9,5%, acumulando una caída de 15,2% respecto al nivel promedio de 2017. Para lograr una recuperación genuina de los salarios es necesaria una baja de la inflación."
Por su parte Luis Campos, abogado y coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, sostuvo en su cuenta de Twitter que, entre octubre de 2015 y diciembre de 2019, el salario real del privado registrado acumula una caída de 19,3 % y el del sector público del 23,3 %.
Los 4 años de gestión macrista no sólo dejaron una economía dinamitada y un fuerte endeudamiento, sino que también impusieron un fuerte ataque al salario real de los trabajadores. Este retroceso en el poder de compra erosionado por la creciente inflación -que en 2019 pegó un salto a partir de la devaluación post PASO- no pudo realizarse sin la complicidad de las direcciones sindicales.
Se trata de las mismas conducciones que ahora cierran filas con el Gobierno para eliminar las cláusulas gatillo. Hugo Yasky, titular de la CTA, fue el que lo expresó más descaradamente.
En época de apertura de paritarias es preciso exigir aumentos para recuperar lo perdido, con clausulas automáticas para que los salarios no sigan perdiendo frente a la inflación.
Los salarios de la clase trabajadora no pueden ser una variable de ajuste. Según la estimación de los trabajadores de la Junta Interna de ATE-Indec, en diciembre pasado eran necesarios $ 62.000 para alcanzar la Canasta Familiar. Ningún salario debería estar por debajo de esa cifra.

LID
Viernes 28 de febrero | 20:00

Francia: el movimiento obrero frente a un gobierno en la cuerda floja



Las movilizaciones contra el proyecto del presidente Emmanuel Macron de destrucción del sistema de jubilaciones por reparto reúnen cada vez menos manifestantes y el gobierno está cada vez más en dificultades. Esta aparente paradoja resume la situación actual en Francia.
La combatividad de la población y de la clase obrera en defensa de las jubilaciones es notoria pero no encuentra un nuevo eje de centralización -luego del levantamiento de la huelga histórica de los obreros del transporte de 50 días- y el proyecto de ley está empantanado. La crisis política emerge y el interrogante es si va a estallar con una intervención independiente de las masas.

Un régimen político cuestionado

El tratamiento del proyecto de ley comenzó en la Asamblea Nacional el lunes 17 y recién siete días después se aprobó el artículo primero -de 65. La obstrucción parlamentaria de la oposición -con la presentación de decenas de miles de enmiendas y de mociones de procedimiento- ha logrado paralizar el proceso legislativo. Este retroceso del Ejecutivo se explica simplemente porque la población rechaza el proyecto y los diputados mayoritarios están desmoralizados, se dividen y algunos comienzan a criticarlo públicamente.
El gobierno quería terminar el trámite en la Asamblea hacia el 6 de marzo, una semana antes de las elecciones municipales, que serán una nueva cachetada para Macron. Es materialmente imposible. Al ritmo actual, duraría un par de meses.
La única salida es la aplicación del artículo 49-3 de la Constitución, que permite la “aprobación” de un proyecto de ley sin debate parlamentario, salvo si una moción de censura derriba al gobierno. Este procedimiento supone un nuevo escalón muy ancho en la degradación política del presidente y del primer ministro.
Se sabe que el gobierno sustrajo al debate parlamentario una serie de puntos clave del nuevo sistema -que serían aprobados por decreto- y el tema candente del financiamiento, para llegar a un déficit cero. La CGT y FO (Fuerza Obrera) resolvieron participar en la “conferencia sobre el financiamiento” a pesar de que es una parodia de negociación. El gobierno es el único que decide y está claro y anunciado que impondrá un aumento progresivo de la edad de jubilación. Esta conferencia también se empantanó. El gobierno puso sobre la mesa un déficit de 113.000 millones de euros entre 2018 y 2030; y el presidente del Medef, la central patronal, indicó que “al menos 90% de esa cifra tiene que ser compensada por un aumento de la edad”.
El financiamiento del nuevo sistema es una de sus claves. El proyecto prevé que el déficit deberá ser de cero en un horizonte de cinco años. Si no fuera el caso, deberá alargarse la edad de jubilación (llegar rápidamente a los 65 años e ir más allá, ¿por qué no?) y/o disminuir las prestaciones. La participación del monto total de las jubilaciones en el producto bruto anual no puede exceder el 13%, por más que aumente el número de jubilados. Las decisiones serían tomadas en forma paritaria y en caso de falta de acuerdo la decisión está a cargo del gobierno. Se estatiza un sistema basado en las cotizaciones y se asegura que la jubilación va a bajar y, en el caso más que probable de una crisis, se va a derribar. El régimen capitalista legaliza así su política reaccionaria en este período en lo que concierne a las jubilaciones.
Los tropiezos del gobierno son tan evidentes que el Medef se inquieta a su vez y su presidente declara: “nosotros no queríamos una reforma tan profunda (… ) espero que el primer ministro tenga la capacidad de respondernos. No podemos abordar el nuevo sistema sin una certeza sobre su financiamiento. El calendario impuesto no es posible”. En otros términos: dudamos de la capacidad política del gobierno y tenemos que rediscutir su forma bonapartista de ejercicio del poder.

La reorganización del movimiento obrero

La CGT anunció que se retiraba de la conferencia sobre el financiamiento y luego rectificó el tiro: tomará una decisión en unos días. El secretario general de FO declaró que “el barco hace agua en todos lados” pero tampoco se retira. Las confederaciones anuncian, en cambio, “su propia conferencia sobre el sistema de jubilaciones” y prevén que la próxima jornada de movilización será el 31 de marzo y que el 8 de Marzo habrá una fuerte movilización de las mujeres (comunicado del 20 de febrero). El rol de las direcciones burocráticas queda claro: impedir el avance de la huelga en primera instancia, dilatar luego las movilizaciones.
Como todo movimiento profundo de la clase obrera, de la juventud y de la población oprimida, este largo período de huelga política de masas -que empezó con el paro masivo del subte parisino del 13 de septiembre- da lugar a cambios cualitativos en las formas y en los contenidos de la intervención popular. Hay una afirmación progresiva de la capacidad de intervención de los cuadros de vanguardia, hay nuevas estructuras de lucha que aparecen, nuevas formas de enfrentar al régimen político. Se sacude el conservadurismo y la rutina, mucho más después del año de presencia callejera y combativa de los "chalecos amarillos". Todo esto está pasando en Francia, incluso con el retroceso que implicó el levantamiento de la huelga de transporte y los obstáculos que encontró para generalizarse al sector privado. Los abogados, el personal de los hospitales, los docentes, los universitarios, no dejan de intervenir.
La “coordinación nacional de Asambleas Generales, comités y coordinaciones de huelguistas” tomó la iniciativa de organizar una nueva reunión de huelguistas para el domingo 23. El llamado indica correctamente que “se trata ahora de reagrupar todas las fuerzas que quieren luchar por el retiro del proyecto de ley sobre jubilaciones y contra Macron”. La convocatoria reunió unas 40 estructuras de lucha y decidió un plan de lucha cuya primera instancia es el 5 de marzo, cuando debe comenzar una huelga universitaria y continuar el 8 con la movilización de las mujeres y el 14 con la manifestación de los "chalecos amarillos". Se llama a una nueva reunión de coordinación nacional el 7 de marzo.
Esta iniciativa es valiosa. Hay dificultades para reunir en forma unitaria a las corrientes y estructuras combativas y para que se sucedan las iniciativas locales. La “Coordinación RATP-SNCF Región parisina”, que se expresa en el sitio Revolución Permanente, hizo su propio llamado a “un encuentro nacional por la huelga general”, junto a dos sindicatos de la CGT opuestos a la conducción, sin fecha. Participó en parte y firma el llamado del encuentro del domingo 23. Otras corrientes se concentran en este momento en el movimiento estudiantil y de los docentes, contra la destrucción de la educación nacional.
El 24 de febrero, las Uniones Departamentales CGT, FO, Solidaires, FSU y Unef de París llamaron a una nueva manifestación frente a la Asamblea Nacional para el día 26, si el gobierno concretaba la aplicación del 49-3. Aparentemente, quedó postergado para la semana próxima.
Las iniciativas diversas e incluso divergentes de los sectores combativos no deberían ser un obstáculo a un trabajo común para reforzar su capacidad de intervención. Se puede poner en pie un cuadro unitario de discusión y acción. Es una de las herramientas esenciales para lanzar nuevamente el movimiento de la huelga.

Roberto Gramar

viernes, 28 de febrero de 2020

A 200 años de la primera Batalla de Cepeda



El 1° de febrero se cumplieron 200 años de la batalla que terminó con el régimen del Directorio, el que había dado lugar a la Declaración de Independencia –Congreso de Tucumán (1816)– y a la primera constitución nacional, que duró apenas un año. Con esta batalla nacen las visiones “unitaria” y “federal” que sirvieron de parteaguas de la historiografía (burguesa) argentina.
Bajo esa denominación se enfrentaron en un arroyo que lleva ese nombre y divide a Buenos Aires de Santa Fe, los caudillos de esas dos provincias denominados “federales” contra las fuerzas porteñas o bonaerenses, identificadas como “unitarios”. Si bien esta batalla no las inaugura, inicia si el mayor ciclo de guerras civiles y desunión nacional, que dura casi 50 años.
La denominación de esos campos ha sido siempre muy controvertida. Los “unitarios”, se distinguieron por promover un régimen centralista con epicentro en la ciudad puerto a beneficio de las casas comerciales porteñas asociadas a Inglaterra. De este modo querían estrangular económicamente al interior; como antes permitieron (y virtualmente promovieron) que medio ex Virreinato del Río de la Plata se desmembrara (Paraguay y todo el Alto Perú) y, lo más grave, prefirieron entregar la Banda Oriental (hoy Uruguay) a Portugal –poder colonial sobre el Brasil– antes que dar satisfacción al proyecto plebeyo-republicano de Artigas; al contrario, buscaron aplastarlo por todos los medios. Artigas junto a Mariano Moreno y Castelli fueron las expresiones más avanzadas de un intento de emancipación nacional revolucionario para la época en todo el ex Virreinato.

Rivadavia, prototipo de los ´unitarios´

La figura más destacada de los “unitarios” (que Mitre y Sarmiento luego enaltecerán tras su muerte, en 1845) fue Bernardino Rivadavia: secretario del Primer Triunvirato (1811/2), luego gobernador de la provincia de Buenos Aires a inicios de los años 20 y finalmente cabeza (1826/7) del primer gobierno ´patrio´ (de allí lo del “sillón de Rivadavia”). El que lleva al país al primer default de nuestra historia, con la banca inglesa (Baring Brothers). Sería necio negar que este sector tuvo, al mismo tiempo, rasgos enormemente progresivos para la época: Rivadavia se enfrentó con el Vaticano y la iglesia como no lo hizo nadie en Argentina después en casi 200 años (en el subcontinente, sólo México conoció un gobierno que fue más allá, el de Benito Juarez, a mediados del siglo XIX: Benito Juárez expropió todas las propiedades de la iglesia). B.Juárez, a diferencia de Rivadavia, encabezó la resistencia nacional contra la invasión francesa de México (el Vaticano bendijo a la emperatriz Carlota, esposa del emperador Maximiliano I, designado por su hermano el Segundo Napoleón para regir los destinos de México. A la iglesia poco le importó que el sobrino de Napoleón el ´grande´ (tío del otro) hubiese roto relaciones con el Vaticano: en América Latina éste operó siempre a favor de las fuerzas más oscuras de la reacción: antes, primero bajo la colonia; luego (y en forma descarada) en la era de la independencia y más tarde y hasta el presente, salvo muy escasas excepciones, siempre estuvo a la ´vanguardia´ de los intereses más nefastos.
El enfrentamiento de Rivadavia con la iglesia, a escala de Argentina, tuvo un correlato bajo otro gobierno oligárquico: con el del general Roca en sus dos presidencias. Curiosamente el “unitario” Rivadavia; y Roca, ´prócer´ compartido por igual por historiadores de uno y otro bando de la historiografía (igual que San Martín y Belgrano –los tres únicos) estuvieron en las antípodas de lo que ocurrirá bajo los gobiernos de los dos más grandes ´próceres´ del nacionalismo burgués del siglo XX: Hipólito Yrigoyen (en ambas presidencias) y Perón, bajo sus 10 años de gobierno, se apoyaron y postraron ambos ante la iglesia –otra historia es el enfrentamiento de Perón (1954/5) con la iglesia; que ´compensa´ con creces en su último gobierno (1973/5) entregando la educación a la ´misión Ivanisevich´.

Los ´federales´ a lo Ramirez-López-Rosas, los ´nac&pop´ del siglo XIX

Los “federales” por lo ya dicho sobre Artigas, se dividen claramente en dos sectores: el minoritario que encabeza Artigas con la Liga Federal y que todos los gobiernos desde 1813, incluida la famosa Asamblea Constituyente de ese año, el Congreso de Tucumán y todos los Directores Supremos, especialmente Juan Martín de Pueyrredón, buscaron y finalmente lograron derrotar. Todos ellos superpusieron (o bien dicho colocaron en primer plano) este objetivo reaccionario y antinacional antes que apuntalar, primero las expediciones al Alto Perú y luego al Ejército de los Andes, encabezado por San Martín (sobre esto hay consenso unánime entre todos los historiadores).
La derrota de Artigas hubiese sido imposible sin afectar la causa de la independencia; pero más importante aún, hubiese sido más imposible aún sin la colaboración de los otros caudillos “federales”, especialmente los de Entre Ríos y Santa Fe, que en principio integraron la Liga Federal y luego traicionaron a Artigas. Fueron precisamente esos caudillos, Francisco Ramirez y Estanislao López quienes, batalla de Cepeda mediante, terminaron con el gobierno “unitario” porteño que encabezaba José Rondeau –un general mediocre responsable en buena medida de la derrota de los ejércitos patrios en Sipe Sipe, enviados a defender (¿o a entregar?) el Alto Perú.
La batalla de Cepeda será recordada en la historia por su brevedad como la batalla “de los 10 minutos”. Como resultado los 13 estados miembros de las Provincias Unidas (nunca se reconoció como tal a la Banda Oriental) quedaron desmembrados. Hasta la siguiente batalla de Cepeda, en 1859, cuando Buenos Aires es obligada a reintegrarse al régimen nacional post-rosista, la República Argentina virtualmente no existió. Ambas batallas tienen mucho en común. No sólo su escasa duración o que sus víctimas se contaron por cientos entre masas indígenas y negras conchavadas como carne de cañón de ambos ejércitos. De paso sea dicho: el desprecio a la ´sangre´ gaucha e indígena de Sarmiento y los ´unitarios´ queda casi empalidecida frente al de Rosas y Roca –y ni hablemos de Perón (la última gran matanza de pueblos originarios, la de Pilagá, ocurrió bajo el primer gobierno del ´general´).
Mientras la primera batalla concluye en el Tratado del Pilar que deja la ´unión nacional´ contradictoriamente a merced, una vez más, de los ´derrotados´ porteños –el interior ´federal´ reclama sólo una compensación en armamento–; en la segunda, el ´triunfante´ general Urquiza, el gran estanciero y gobernador entrerriano que lidera ahora al ´federalismo´ capitula olímpica y políticamente frente al mitrismo porteño.
Si hubo un asunto sobre el que jamás hubo ´grieta´ entre federales y unitarios fue en torno al estrangulamiento del Paraguay. La guerra de la ´triple infamia´ de Mitre y Sarmiento y el imperio esclavista del Brasil contra el Paraguay de López Solano fue apoyada, sin fisura alguna, por todas las huestes oligárquicas. Rosas habrá tenido el mérito de enfrentarse –relativamente– a ingleses y franceses frente al bloqueo del Río de la Plata de estos; pero el bloqueo del libre tránsito de los ríos Paraná y Uruguay contra el Paraguay fue impuesto como nadie por Rosas durante más de 20 años.

El prototípico ´federal´: Sarratea

Las fuerzas ´federales´ jamás fueron homogéneas, y mejor aun frecuentemente cambiaron de bando. Entre los integrantes de esta fracción revisten no pocos de los ´próceres´ más entreguistas de nuestra historia: entre los más destacados, Manuel de Sarratea. Embajador de la Primera Junta de gobierno ante Lord Strangford en Río de Janeiro, integra luego también el Primer Triunvirato. Es entonces que firma un tratado con el virrey Francisco Javier de Elío, por el que se le cedía la Banda Oriental a cambio de nada (la capacidad de de Elío de atacar Buenos Aires desde Montevideo eran nulas); cuando en 1812 se rompe ese acuerdo Sarratea encabeza las tropas porteñas cuya principal misión era hacerle frente a Artigas. Lo intenta por las buenas y luego por el soborno; como no tiene éxito, lo declara traidor. En 1814 el director Gervasio Posadas lo envía a Madrid para ofrecer a Fernando VII la sumisión a la corona española bajo una cierta autonomía. Fracasa y viaja a Inglaterra, allí se encuentra con Belgrano y Rivadavia, a quienes convence de coronar como rey del Río de la Plata a un hermano de Fernando, Francisco de Paula de Borbón, con el aval de su padre, Carlos IV. Las negociaciones fracasan, pero llegaron bastante lejos (se redactó incluso un proyecto de constitución monárquica). En 1816 Sarratea fue ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de Juan Martín de Pueyrredón. Caído éste cambia de ´camiseta´. Tras la batalla de Cepeda se une al ejército federal de Ramírez y López, quienes lo designan gobernador porteño. En condición de tal firma el Tratado del Pilar que cierra el conflicto. Junto a Ramírez da la batalla final contra Artigas (1920). Según los historiadores fue su mayor éxito personal. En 1825, Juan Gregorio de Las Heras lo nombra Encargado de Negocios de las Provincias Unidas del Río de la Plata cerca de S. M. B. En 1826, nuevo giro al campo ´unitario´, el presidente Rivadavia lo envía a desempeñar distintas misiones diplomáticas a Inglaterra. En Londres apoya la política inglesa de separar la Banda Oriental de las demás provincias argentinas. En 1928 el gobernador ´federal´ Manuel Dorrego lo mantuvo en su puesto, y más tarde Juan Manuel de Rosas lo nombra su embajador en Río de Janeiro y Francia.

Una clase dirigente endeble y de escasos principios

Las fronteras entre ´unitarios´ y ´federales´, igual que antes y después con la mayoría de los ´prohombres´ de nuestras clases dominantes fueron siempre difusas. La burguesía argentina, salida de las entrañas de una clase oligárquica contraria a un desarrollo agrario y nacional fecundo –tipo farmer, como en los Estados Unidos– se caracterizó por mamar de la renta agraria, impedir el desarrollo del mercado interno y la industrialización nacional. Con muy escasas excepciones que este texto no puede abordar, desde el altoperuano-argentino Bernardo de Monteagudo al chileno José Miguel Carrera (combatió en la primera batalla de Cepeda junto a los ´federales´), destacamos a estos dos por sus conductas inicialmente radicales, los próceres de nuestra independencia se caracterizan mayoritariamente por sus conductas contradictorias –pasaron en breve tiempo de revestir posiciones revolucionarias a conservadoras. Vale no sólo para los señalados: Manuel Dorrego, hermano de Mariano y miembro del ala ´moreno-castellista´ de Mayo se transforma años después en un político conservador rosista; Bernardo de Monteagudo –también miembro de ese ´club´, en Perú primero como lugarteniente de San Martín y luego con Bolivar, adopta posturas igualmente conservadoras. Ni hablar del creador de la bandera de quien se cumplen este año también 200 años de su muerte.
Toda la historia de América Latina es la de sus ´prohombres´ con enormes limitaciones. José Martí, el gran prócer o ´apóstol´ como lo denominaron siempre los cubanos, pagó tributo a Bartolomé Mitre, para quien no sólo trabajó como columnista de La Nación, sino que suscribió a pie juntillas su historiografía liberal, especialmente su odio visceral a la experiencia nacionalista del ´dictador´ Solano López.
Curiosamente muchos de los que surcaron las primeras etapas de la vida ´independiente´ nacional, como ocurrió con Monteagudo entre los primeros patriotas; Rivadavia o Sarmiento, entre los unitarios; o Rosas y muchos otros federales, terminaran sus vidas en el exilio o bajo la bayoneta de sus enemigos (Monteagudo es asesinado en Lima; Facundo Quiroga, el ´Chacho´ Peñaloza, Urquiza y otros federales fueron asesinados dentro del país).

La izquierda y su historiografía

La endeblez de las delimitaciones en el campo de la burguesía entre unitarios y federales, se reprodujo de alguna manera en el campo de la izquierda. A pesar del auspicioso inicio del Partido Socialista (PS) en la última década del siglo XIX con un famoso manifiesto en que parecía afirmarse una postura de independencia de clase la izquierda tradicional de nuestro país fue mayoritariamente tributaria del campo liberal-burgués, o sea se valió del discurso Levene-mitrista. Esto fue así desde José Ingenieros, el primero que dio lugar a una producción historiográfica, que suscribieron tanto el PS como el stalinismo hasta bien avanzados los años 70 del siglo XX. Nadie fue más mitrista que el PC argentino, quien denigró como a la peste a Artigas (hay un texto del luego ´renovador´ y finalmente menemista, Fernando Nadra, de inicios de los años 50, que reivindica a Juan Martín de Pueyrredón frente al “anarquista” (sic) Artigas. Frente a esta deformación-degeneración, el peronismo especialmente, desde alas ´integristas´ (derechistas) en particular, dio lugar a una literatura alternativa de carácter ´revisionista´ de reivindicación de los “federales” a lo Rosas, Roca y entonces Perón, de la que abrevó toda la llamada ´izquierda nacionalista´, incluido el PC reciclado filoK y todas sus variantes nac&pop. Entre estos destacan no sólo el (bien financiado) Centro Cultural de la Cooperación del Credicoop, sino particularmente los chavistas que actúan bajo el ropaje de las Madres. Los ´teóricos´ de esta escuela salieron casi todos del viejo tronco stalinista, con Rodolfo Puiggros, Astesano & Cía. a la cabeza; con quienes contribuyó el ´trotsko´ Jorge Abelardo Ramos –se inició como Nahuel Moreno como filogorila (ambos caracterizaron al 17 de octubre de “asalto policial”) y terminó, igual que Nadra, como funcionario del riojano.
Frente a ambos exabruptos se alzó Milcíades Peña a quien reivindicamos precisamente por esto. Peña, sin embargo, como bien señaló nuestro querido compañero Christian Rath, no supo ver las energías revolucionarias de nuestra gesta independiente. Peña no sólo ignora a Artigas o desprecia a Moreno, ignora olímpicamente la gran revolución haitiana.
La tarea de reconstruir la historia de nuestros explotados, del país y del continente, queda enteramente en nuestras manos.

Norberto Malaj
27/02/2020

"Llegó la hora... de la Coordinadora"

A lo largo del siglo XX la clase obrera ha dado a luz diversos organismos de coordinación que cumplieron el rol, con mayor o menor éxito, de centralizar su acción como sujeto des alienado del Estado. Desde los soviets rusos de 1905 a las coordinadoras interfabriles de 1975, el proletariado articuló su acción logrando constituir una intervención revolucionaria en períodos de crisis. En dichas experiencias, que analizaremos a continuación, existió una articulación entre clase y partido/s que determinó, en una relación dialéctica, sus alcances.
Existe un error en la izquierda argentina al rechazar la formación de coordinadoras que aglutinen al conjunto de los trabajadores. La argumentación compartida para oponerse a esta línea y discutir su pertinencia es que no estaríamos en una situación prerrevolucionaria que lo ameritaría: la experiencia histórica del ‘75 es analizada entonces como una experiencia fetichizada, originada en un marco de ascenso de la lucha de masas que en la actualidad no se estaría produciendo. De igual manera y sosteniendo la tesis de un reflujo de las masas, la fracción oficial del PO se niega a discutir la posibilidad de desarrollo de esta línea táctica priorizando los espacios de proselitismo y ombliguismo, como el Plenario del Sindicalismo Combativo (PSC) que ha demostrado su incapacidad de articular una intervención revolucionaria de la clase obrera. Por tales motivos, en este breve artículo pretendemos discutir dicha idea, puntualizando en lo oportuno de realizar un planteo estratégico que sirva al conjunto de la clase obrera para intervenir en esta coyuntura.

Un poco de historia

Las coordinadoras no son una invención nacional, como la identificación por huellas dactilares, el bypass coronario o la birome. A lo largo de su historia, la clase obrera se ha dotado de diversos elementos y organismos con el objetivo de establecer su unidad y evitar el aislamiento frente a la patronal y el Estado. Sin embargo, la cuestión más importante –y que se ignora-, es que dichos organismos la dotaron de un programa para alcanzar su victoria y, en ese proceso, se produjeron notables experiencias de elaboración y discusión política. De esta manera, en tanto laboratorios políticos, la existencia de coordinadoras o soviets (o como quiera llamárseles) ha dado a los partidos revolucionarios un escenario y marco de acción sumamente valioso.
El proceso revolucionario ruso, nos da la pauta de, al menos, dos formas que puede tomar el surgimiento de este tipo de organizaciones. Por un lado, la revolución de 1905 parió la forma soviética como una creación espontanea de las masas obreras urbanas, que venían de protagonizar grandes huelgas sectoriales y estaban empezando a experimentar la confluencia con otros sectores sociales. Los dirigentes revolucionarios se sumaron a la experiencia una vez esta se encontraba en marcha y, en algunos casos, llegaron a dirigir soviets, jugando roles significativos. Sin embargo, en la experiencia de 1917 encontramos a los partidos organizándolos desde el primer momento. En los meses de abril y mayo de 1917, los soviets se encontraban principalmente dirigidos por las fuerzas políticas mencheviques, los socialistas revolucionarios y el Partido Kadete que apoyaban al Gobierno Provisional de Kerensky. Frente a este escenario, Lenin, con una parte del CC bolchevique en contra, llamó a formar comités fabriles (organizaciones similares a los soviets, pero por lugar de trabajo) que dieron origen a una red alternativa de organismos de base que disputó la dirección de los soviets y logró establecer una situación de “doble poder” en las fábricas, donde se producía una encarnizada lucha contra los locks outs patronales y el desabastecimiento. El desarrollo de esta política allanó el camino a los bolcheviques para conquistar la mayoría en los soviets y, pese a su marginalidad inicial, poder concretar el desplazamiento del gobierno provisional.
En Italia de 1943, también se desarrollaron este tipo de organismos. En las principales ciudades del norte italiano (Turín, Génova y Milán) la clase obrera desplegó un movimiento huelguístico de tal magnitud, en el contexto de la lucha contra la ocupación nazi, que llegaron a conformarse Consejos de Fabriles. Estos organismos, que en la mayoría de los casos tomaron formas soviéticas, fueron el centro de la deliberación y organización de la clase obrera, cuyo principal órgano de dirección era el Comité de Liberación Nacional (CNL) impulsado principalmente por el Partido Comunista (PC) italiano. En 1944, cuando el nazismo fue derrotado, estos organismos encabezaron las ocupaciones masivas de las fábricas. Derruido el régimen fascista local, que cayó junto a Hitler, la burguesía italiana se encontró en una gran encrucijada: cómo recomponer el régimen político de dominación sobre las cenizas del fascismo y con una imparable movilización popular. Los acuerdos de Yalta y Postdam le dieron su salida y el PC italiano operó para desmovilizar a la clase obrera industrial, a un sector importante de la población rural y al estudiantado disolviendo todos los organismos de doble poder e incautando sus armas. Viniendo un poco más para acá, existió una experiencia de este tipo del otro lado de la Cordillera de los Andes. Los Cordones Industriales de Santiago de Chile (1972-1973) fueron una creación de las masas chilenas que rápidamente se convirtieron en organismos de doble poder y con posibilidad de dirigir al conjunto de las clases explotadas frente a la deriva de la vía pacífica al socialismo. Además de los planteos reivindicativos, en los cordones la deliberación popular se llegó a imponer la consigna de control obrero de la producción (incluyendo la minería) y la conformación de una “Asamblea de Trabajadores” para reemplazar al Congreso chileno. En tanto órganos de deliberación popular y organización obrera por lugar de trabajo, los cordones industriales lograron superar a la conducción de la central obrera chilena (CUT) abriendo un camino independiente de movilización obrera. El gobierno de Allende y el PC chileno consideraron a las acciones llevada a cabo por los obreros como “desestabilizadoras” y divisionistas –al “romper la organicidad” de la CUT–, razón por la cual desarrollaron acciones de presión y cooptación para lograr diluir su alcance político y propiciar su desarme. De esta manera, el reformismo preparó las condiciones para el golpe de Augusto Pinochet (1973).

¿Y en Argentina?

En la Argentina del post-Cordobazo, la clase obrera en lucha fue encontrando distintas formas de organización colectiva. De esta manera, en la Córdoba de julio de 1970, en el contexto de una huelga mecánica, los sectores activistas impulsaron la formación de un “Comité de Acción” que unificaba la actividad huelguística de las principales fábricas de la provincia. Pese a la derrota y el despido de 400 activistas de este comité, tal movimiento expresó un profundo cambio respecto a las formas de organización de la acción sindical que marcaría a fuego la recuperación del SMATA en 1972. Además, daría lugar al uso de violencia por los obreros para su defensa: la organización consciente del enfrentamiento, cuyo caso más cristalizado fue la experiencia de SITRAC-SITRAM. Estos sindicatos de fábrica, convocaron en agosto de 1971 a un congreso nacional de agrupaciones clasistas para votar un programa y, sobre todo, desarrollar la coordinación nacional de las organizaciones obreras antiburocráticas y clasistas. Ante la negativa de algunos sectores de votar el documento por contener expresiones como “gobierno obrero” y realizar una crítica al peronismo, el congreso culminó en un fracaso. Además, la iniciativa fue abiertamente boicoteada, algunos sectores como la JTP, el PC y los sectores independientes (Tosco) llamaron a no participar. El fracaso de este congreso marcaría el inicio del ocaso de la experiencia clasista de SITRAC-SITRAM, produciéndose la intervención militar y encarcelamiento de sus principales cuadros.
Una vez producida la vuelta de Perón, el movimiento obrero no detuvo su marcha ascendente. Pese a la política del Pacto Social, en abril de 1974 el comité de lucha compuesto por las principales fábricas metalúrgicas de Villa Constitución (provincia de Santa Fe) llamó a un Plenario Antiburocrático. Como tal, este plenario se inscribió en una coyuntura muy particular que determinó su carácter, empalmó con la lucha de los metalúrgicos de la ciudad, con la lucha por la revalidación de la Lista Marrón en la seccional del SMATA Córdoba y las luchas salariales en varios gremios. En dicho plenario fue donde Jorge Fischer (Miluz – PO) realizó la propuesta de impulsar una coordinadora nacional, al considerarla una tarea prioritaria para fortalecer la intervención política de la clase obrera. Pese al clima propicio, la propuesta fue rechazada por Salamanca, Piccinini y Tosco, con el argumento de que no estaban dadas las condiciones para organizarla. En esencia, esta negativa expresaba el rechazo a enfrentar a Perón y a impulsar una dirección clasista en el movimiento obrero, en oposición al nacionalismo burgués y a la política de conciliación de clases.
Entre finales de 1974 y comienzos de 1975 comenzaron a surgir las coordinadoras en los principales centros industriales del Conurbano bonaerense y el Cordón industrial santafesino. La clase obrera y su vanguardia desarrollaban aquello que las fuerzas políticas conciliadoras con distintos sectores de la burguesía nacional habían rechazado. Muchas de ellas comenzaron a organizarse luego del plenario en Villa Constitución, impulsadas por agrupamientos minoritarios que habían sostenido dicha posición, sobre la base de articular las luchas salariales y sortear tanto la presión patronal como la persecución de la burocracia sindical y la Triple A. En tanto organismos semiclandestinos e, inicialmente, como una línea minoritaria en el movimiento obrero, las coordinadoras estaban compuestas mayormente por activistas de o vinculados a organizaciones de izquierda. Pese a esto, las coordinadoras jugaron un rol muy importante en la convocatoria y la movilización en las jornadas de junio-julio de 1975, aunque no llegaron a plantearse, salvo notables excepciones, la necesidad de una estructuración a nivel nacional, la recuperación de los sindicatos y la construcción de una alternativa de gobierno frente a la renuncia de medio gabinete y el vacío político que dejó la primera huelga política de masas a un gobierno peronista. Este aspecto es sumamente importante para diferenciar con el caso chileno. La dirección política de las coordinadoras se encontraba en manos de la JTP-Montoneros y del PRT que llamó a impulsar “el pleno respeto de la soberanía popular”, la defensa “de la unidad nacional” y no a constituir un polo de disputa al poder político peronista. Esta situación fue provocando el paulatino retroceso de la movilización de los trabajadores, dándole oxígeno a la burguesía nacional para preparar una salida en favor de un golpe militar que se concretará en marzo de 1976. Luego de casi veinte años, a fines de la década de los 90, volverían a aparecer, con otro carácter, organismos similares. En medio de la desocupación y las ollas populares surgieron coordinadoras de trabajadores desocupados. En muchas de ellas se puede observar el protagonismo de activistas sindicales que dirigieron las huelgas petroleras, telefónicas, ferroviarias y fabriles a lo largo de los 80 y los 90. En ese plano se produjo la unión práctica de obreros ocupados y desocupados que compartían el barrio como lugar de sociabilidad y de la que pasaron a formar parte las fabricas recuperadas. Dicho canal de organización marcó una tendencia nacional que se replicó por todo el territorio nacional y de la que participó activamente el Polo Obrero. De esta madera, la línea que se dio nuestra organización fue la conformación de las Asamblea Nacional de Trabajadores (ANT) como una herramienta para impulsar, a través de la deliberación y la acción directa, un espacio de deliberación y centralización de la clase obrera. La recuperación de la tradición de organización obrera y el combate de la burocracia sindical y las corrientes de colaboración de clases (como FTV de D´Elia) determinaron el carácter de la participación y movilización popular durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001.

¿Pueden organizarse coordinadoras en el escenario actual?

Las elecciones nacionales reflejaron no solamente la crisis del macrismo sino que lo convirtieron en un cadáver político. Además, este proceso puso sobre la mesa que la “transición” es una etapa convulsiva a la cual la clase obrera no llega ni “planchada” ni “frenada”. Se han reflejado una serie de luchas que tomadas de conjunto expresan una importante tendencia a la movilización popular que no se proyecta como alternativa por la ausencia de un planteo estratégico de movilización política de clase. Por lo tanto, el primer motivo de la necesidad por impulsar coordinadoras debe ser el superar el estado del aislamiento, asegurado por la burocracia sindical, y constituir una red de unidad de clase con perspectiva política. En el mismo sentido, es primordial establecer, junto con los movimientos de desocupados, un pliego reivindicativo común que se base en la defensa de las condiciones de vida de la población laboriosa y tenga como eje rector la independencia política de clase.
Un segundo propósito, para conformar las coordinadoras, recae en que los sindicatos y comisiones internas clasistas tienen una autoridad ganada en el conjunto del activismo y la clase obrera movilizada que permitirá estructurar la coordinación territorial e, incluso, plantearse objetivos a escala nacional. Además, en este proceso, las direcciones clasistas pueden plantearse como un ámbito de formación de la vanguardia que tendrá como tarea recuperar los sindicatos de las manos de la burocracia. Sin embargo, en el desarrollo de esta situación de inestabilidad política y bancarrota del régimen en su conjunto, se podría dar una situación donde persista, por un lado, la dirección burocrática de los sindicatos formales y, por el otro, las coordinadoras o comités fabriles en los lugares de trabajo jueguen el rol dirigente y le arrebaten la representatividad obrera.
En relación a ello y como un tercer propósito, consideramos que la situación convulsiva incuba las condiciones para una irrupción masiva de la clase obrera argentina. Frente a esto, reviste una importancia excepcional estar a la altura de las circunstancias. Siendo la crisis nacional una forma de emergencia de la crisis de la dirección proletaria: consideramos central llevar al conjunto de la clase obrera una propuesta estratégica, que sirva de base para transformarla en un sujeto consciente que logre imponer su programa de salida a la crisis. Los albañiles no ven el mundo como los jardineros y necesitamos que los trabajadores cambien de oficio, transformándose en clase dirigente.
Las coordinadoras pueden ser un instrumento revolucionario para la clase obrera argentina en la medida que exista una dirección política que se coloque a la altura de sus tareas históricas. Esto es, preparar las condiciones para fusionar vanguardia revolucionaria y clase. Tomando el marxismo y el desarrollo histórico desde el método de la revolución proletaria destacamos la importancia de analizar el devenir de la situación política como un proceso vivo y no como un conjunto de datos empíricos sometidos a un esquema predeterminado. Esto último, en nuestra consideración, fue lo que permitió a Lenin y el Partido Bolchevique triunfar en octubre de 1917. Esta es la tarea que nos proponemos desde la Tendencia Pública del Partido Obrero.

José Barraza y José Valente
20/01/2020

Chile: entre las jornadas de marzo y el plebiscito de abril



El miércoles 26 de febrero comenzó formalmente la campaña hacia el plebiscito emanado del Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, que se realizará el 26 de abril. En la votación se definirá si se procede o no a una reforma constitucional, y si los representantes a la Constituyente serán electos por el voto popular o si esta será mixta -es decir que la mitad de sus miembros sean los actuales parlamentarios.
El Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución fue la estrategia contrarrevolucionaria montada por el gobierno de Piñera y el conjunto de los partidos del régimen en noviembre pasado, con el objetivo de desviar el proceso abierto por la rebelión popular iniciada el 18 de octubre.
Jaqueado por esta rebelión, y especialmente por la gran huelga general del 12 de noviembre, el gobierno debió echar lastre y habilitó la realización de una Convención Constituyente, tutelada por el propio presidente Sebastián Piñera.
El carácter amañado de esa Constituyente está dado por el hecho de que se garantiza el derecho de veto a la derecha en el poder, porque establece un piso de dos tercios en la Convención para aprobar una reforma. Además es un intento de dilatarla en el tiempo, ya que los parlamentarios se elegirían recién en octubre y el proceso constituyente se extendería de 9 a 12 meses, tras los cuales las modificaciones que surjan a la constitución deberán ser ratificadas en un nuevo plebiscito.
Aferrados a la agenda emanada del Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, todos los partidos del régimen (la coalición oficial Chile Vamos, la “oposición” de la ex Nueva Mayoría, el Frente Amplio e incluso el Partido Comunista) se han lanzado a la campaña por el plebiscito. Con la excepción del ala derecha de la coalición oficialista -que se ha dividido entre el “rechazo” y el “apruebo”- el resto del arco político se pronunció en favor de una nueva constitución. Buscan cierta relegitimación entre las masas, luego de haber jugado un papel fundamental en el sostenimiento en el poder del asesino Piñera.
Pero antes de que el plebiscito sea la noticia excluyente, Chile deberá atravesar el mes de marzo, en el que se prevé la emergencia de “un nuevo estallido social”. Sucede que, desde el 18 de octubre a esta parte, el gobierno ha sido incapaz de satisfacer las reivindicaciones motoras de la rebelión popular: la recomposición de salarios y pensiones, terminar con el régimen de las AFP (jubilación privada), garantizar el derecho a la vivienda, al agua, a la salud y educación gratuitas. Por el contrario, el gobierno -con el apoyo de todo el arco político tradicional- sólo ha reforzado su política represiva.
Es por eso que para el primer día hábil del mes se prepara un “súper lunes” por parte del movimiento de mujeres, que realizará acciones en todo el país y concentraciones masivas por la tarde. El 4 de marzo retornarán los secundarios a las escuelas y se prevé la toma generalizada de los establecimientos, y es probable que la onda se expanda a las universidades. El 7 y 8 serán días de lucha protagonizados por las mujeres y, para el 9, la Coordinadora Feminista 8M llama a una huelga laboral a la que se sumarán los estudiantes y la Mesa de Unidad Social (CUT, Colegio de Profesores, Confusam y No+AFP). Entre muchas otras, las organizaciones sindicales convocan a una movilización a la Casa de la Moneda para el 11, cuando se cumple un nuevo aniversario de la asunción de Sebastián Piñera como presidente de Chile. También está citada una “marcha de las marchas” para el 22 y otra por “NO + AFP” para el 31.
Las consignas “Fuera Piñera, por una Asamblea Constituyente libre y soberana” seguirán presidiendo todas y cada una de las movilizaciones y protestas. Como se ve, en Chile, el otoño arrancará más que caliente.
Las grandes jornadas que se vienen en marzo ponen en el orden del día la necesidad de impulsar un Encuentro Nacional de asambleas y organizaciones populares para centralizar y potenciar el movimiento de lucha. Al mismo tiempo, plantean la pelea por un congreso de delegados de base de todos los sindicatos, para superar el rol colaboracionista de la burocracia de la CUT y la Mesa de la Unidad Social, y sumar a la lucha al conjunto del movimiento obrero impulsando la huelga general.

Pablo Giachello

Retrocediendo en chancletas (ante el FMI)



El gobierno ha aceptado la revisión del FMI (artículo 4) y se compromete a pagar los 44.000 millones de dólares tomados por Macri

Durante muchos años el kirchnerismo presentó la decisión de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner de rechazar la revisión establecida en el artículo 4 del FMI como un acto de soberanía nacional y justicia social. La misma lógica debería llevar a concluir ahora que el reciente anuncio del ministro de Economía, Martín Guzmán, de que el gobierno argentino solicitó el envío de una misión del Fondo Monetario para llevar adelante la revisión de acuerdo al artículo 4, indica que estamos ante un recule en chancletas con efectos políticos, económicos y hasta simbólicos de enormes dimensiones. Los guardianes del relato kirchnerista se han visto obligados a improvisar sobre la marcha. Del rechazo al Fondo han pasado a la versión macrista de que existiría un nuevo FMI; una especie de aliado que nos ayudará a lidiar con los codiciosos especuladores internacionales. En el recule, sin guardar siquiera las formas, dejaron atrás el reclamo de quita de la deuda con el propio organismo, que había sido agitado por Cristina Kirchner desde Cuba y luego avalado por el propio Alberto Fernández solo un par de semanas atrás. O sea que la decisión del gobierno argentino ha tenido una doble significación: aceptar la revisión del FMI y comprometerse a pagar los 44.000 millones de dólares tomados por Macri, que sirvieron para financiar la fuga de capitales y pagar la deuda.
No debe pasar inadvertido que este recule supone antes que nada un cambio en la hoja de ruta que se había fijado el gobierno. Inicialmente Alberto Fernández se había declarado partidario de una reestructuración de deuda que priorizara la negociación con los bonistas y dejara de lado al FMI. Pero en la gira europea, sus nuevos amigos, los Merkel-Macron y compañía le hicieron saber que esa decisión no sería bien vista y que debía negociar primero con el Fondo Monetario. El mismo mensaje llegó desde los EE.UU. El fracaso de Kicillof en renegociar el vencimiento de la deuda provincial y el chasco posterior de Guzmán con el llamado “Bono Dual” completaron el mensaje y llevaron al gobierno a buscar el amparo del FMI. El mismo reclamo había sido realizado por los acreedores privados, que le pedían una negociación con el Fondo Monetario como condición para una reestructuración de la deuda. El motivo es muy sencillo: los Templeton y los BlackRock no están en condiciones de negociar y monitorear la aplicación de un determinado plan económico, que asegure las condiciones de repago de la deuda. Para eso, claro, los Estados imperialistas y el capital financiero internacional tienen al FMI.

Mucho más que un ajuste

Los funcionarios del gobierno festejaron el comunicado del FMI resaltando unas frases donde señala que la deuda actual “no es sostenible”. Menos difusión le dieron a la frase que dice que “hay que asegurar la sustentabilidad fiscal y comercial”, que en buen criollo es el superávit de las cuentas públicas y prolongar el superávit comercial logrado con una pavorosa recesión, para asegurar el repago de la posible reestructuración. Se trata de un operativo político para ocultar el ajuste que ya está en marcha. En primer lugar, el que afectó a los jubilados, con la anulación de la movilidad previsional que dispuso la ley de emergencia económica. Según todos los cálculos, el ahorro fiscal de esta medida alcanza los 5.000 millones de pesos mensuales. Si una medida similar se tomase con el aumento que estaba previsto para mitad de año, el robo a los jubilados rondará los 100.000 millones de pesos en el año. A esto debe agregarse el aumento de impuestos, especialmente en las provincias, que tiene un impacto directo en los precios finales, como sucede con los Ingresos Brutos. Como si esto fuera poco, el gobierno anunció también aumentos de tarifas en los servicios de gas y electricidad, y también en el transporte público, aunque después debieron desdecirse. El motivo de las idas y venidas tuvo que ver con que incomodaban al pacto anudado con las distintas burocracias sindicales para hacer pasar la suspensión de hecho de las paritarias, así como la imposición de sumas fijas que convalidan lo perdido bajo el macrismo y achatan las escalas salariales.
A los recortes jubilatorios, a los impuestazos y a la eliminación de la cláusula gatillo en las paritarias, el gobierno impuso un ajuste más sutil, que es mantener los gastos del Estado sobre la base del Presupuesto 2019, que ha quedado desvalorizado por una inflación anual superior al 50%. Este es el significado de su negativa de enviar al Congreso el Presupuesto 2020, viabilizando un ajuste de hecho de enormes proporciones. Por otra parte, mediante el poco difundido decreto 132/20 congelaron la planta estatal, cuando 10.000 estatales despedidos por Macri esperan reincorporación y, además, obtura todo reemplazo -una medida que caracterizó el ajuste brasileño que empezó Dilma y sigue Bolsonaro.
Las consecuencias de la decisión del gobierno de pactar con el FMI y aceptar sus revisiones no solo son económicas sino también políticas. Mientras Guzmán negociaba en las oficinas del FMI, el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello, se reunía con el secretario de Estado, Mike Pompeo, para discutir la agenda yanqui para la región. Según trascendió, los acuerdos alcanzados incluyeron la política sobre Venezuela y estuvo en la mesa la cuestión boliviana. De modo sugerente, el gobierno argentino no emitió comunicado alguno denunciando la proscripción de la candidatura de Evo Morales y de decenas de dirigentes del MAS.

¿Alcanza?

Sería un error, sin embargo, deducir que estos recules del gobierno en términos económicos y políticos aseguran por sí mismos una reestructuración exitosa de la deuda. Como lo hicieron saber los grandes fondos de inversión, la negociación de la deuda aún no comenzó y no están dispuestos a aceptar quitas significativas de capital. No solo eso. Además, piden que se presente primero un plan económico que asegure las condiciones de repago de la deuda -es decir, un fuerte ajuste. El gobierno ya tomó nota de ello. No es casual que se hable ahora de que las quitas serían sobre el llamado “valor presente” (una relación entre capital, intereses y plazos) y en mucho menor medida sobre el capital. Algunas versiones hablan que el 30% de quita que el gobierno plantearía sería solo un 15% sobre el capital y el otro 15% sobre la tasa de interés o los plazos de pago. Así, para quienes compren los bonos en la actualidad el negocio sería redondo, pues su cotización ronda entre el 45 y el 55%. Si a esto se le suman los intereses, que con seguridad estarán muy por encima de la tasa internacional actual, la reestructuración podría ofrecer beneficios cercanos al 100% para quienes compraron bonos ya desvalorizados y asegurar ganancias igualmente a los que entraron al principio, a valor nominal.
Muchos analistas han señalado que si el gobierno pretende una quita mayor deberá pasar primero por un default. Aunque la variante no puede descartarse, ya que hay fondos de inversión que pueden pretender cobrar el 100% mediante juicios, lo cierto es que no es la política del gobierno, que sigue orientado a hacer concesiones para lograr un acuerdo. Es lo que acaba de suceder con el Bono Dual: luego de dos fracasos consecutivos, acaban de formular una propuesta que equivale a pagar casi el 100%. Estos recules del gobierno anuncian otros nuevos. Queda por ver si esas capitulaciones son suficientes porque el deterioro económico continúa y se agravan las contradicciones de fondo. En los próximos días los vencimientos de deuda en pesos son gigantescos: solo en Lecap alcanzan los 80.000 millones de pesos en marzo y 90.000 millones en abril. La “solución” del gobierno ha sido recurrir a la emisión monetaria, luego de prometer que no usaría la “maquinita”. Los efectos inflacionarios de esta medida serán inevitables, echando más leña al fuego a una carestía que no cesa. Durante enero la caída de la actividad económica se agudizó -“fue el peor enero de los últimos 10 años”, titularon varios diarios- y con ello la recaudación impositiva, que creció muy por debajo de la inflación. La posibilidad de alcanzar un superávit fiscal choca con el retroceso económico y más en general con el pago de la deuda. Medidas como la pesificación de una parte de la generación eléctrica traerán con seguridad crisis, pues chocan con la dolarización que mantiene el precio del gas -que le sirve como insumo. Como ya sucediera en el pasado, las empresas ajustarán sus costos por el lado de la inversión, afectando el servicio. Si se procediera a la pesificación del gas a boca de pozo, el choque con las petroleras golpearía el proyecto madre de Alberto Fernández, que es usar a Vaca Muerta como usina de divisas. Otro tanto ocurre con el aumento de las retenciones a la soja, que de todos modos buscaría ser compensado con la reducción de los impuestos que pagan el maíz y el trigo. La promesa de reactivación vía el mercado interno choca con la caída del salario y las jubilaciones y con la parálisis de la obra pública impuesta por la necesidad de ajuste fiscal. Es natural que en estas condiciones todos los pronósticos coincidan en una nueva caída económica en el 2020.

Que la crisis la paguen los capitalistas

Como lo explicamos en la campaña electoral en mil ocasiones, la bancarrota económica plantea una cuestión de fondo: quién paga la crisis, si los trabajadores o los capitalistas. La decisión del gobierno de abrazarse al FMI, admitiendo los monitoreos y revisiones, preanuncia una capitulación de fondo ante los acreedores internacionales. Esto planteará mantener el hipotecamiento nacional y más ajustes como los que ya están en marcha contra los trabajadores, los jubilados, la salud y la educación. La derecha macrista avala esta política y es por ello que ha dicho que acompañará al gobierno, votando sus leyes y aplicándolas en las provincias donde gobierna. No es solo un gobierno, es un régimen del FMI.
El Partido Obrero, integrante del Frente de Izquierda, plantea que la crisis la paguen los capitalistas. Esto significa repudiar la deuda usuraria, nacionalizar la banca y el comercio exterior y tomar todas las medidas de defensa nacional contra los usureros internacionales y nacionales. A la vez, llamamos a defender las jubilaciones luchando por la indexación por inflación arrebatada y el 82% móvil, la recomposición de los salarios recuperando lo perdido bajo el macrismo y la vigencia de las cláusulas gatillo, la prohibición de los despidos y las suspensiones, la puesta en marcha de un plan de obras públicas para reactivar la economía bajo el control de los trabajadores. Sobre esta base planteamos una campaña en todos los sindicatos por asambleas y plenarios de delegados, para deliberar y resolver un plan de acción en defensa de nuestras reivindicaciones. Los docentes de Chubut vuelven a mostrar este camino.

Gabriel Solano

El Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS) ¿un frente único de clase o frente popular? (1971-1976)

Resumen:

El presente trabajo pretende abordar la experiencia del Frente Antimperialista y por el Socialismo (FAS) impulsado por un número de organizaciones de izquierda, entre ellas el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), El Obrero, El Frente Revolucionario Peronista, etc. En primer lugar veremos como el FAS pretendió ser la respuesta al “desvío democrático” impuesto por la burguesía y las Fuerzas Armadas para derrotar al ascenso de la clase obrera argentina luego del Cordobazo, y cuyo principal operador fue Juan D. Perón.
En segundo lugar, analizaremos el FAS dentro de la experiencia de la clase obrera argentina a partir del Cordobazo (1969) hasta el Golpe militar de 1976, en el sentido de visualizar las estrategias que impulso el activismo obrero en conjunto con la organizaciones de izquierda con el intento de construir una alternativa política que defienda sus intereses genuinos. En tercer lugar, pondremos en debate esta experiencia colocando sobre la mesa si el FAS constituyó un “frente único de clase” o un “frente popular” lo cual abordaremos metodológicamente no sólo a través de las caracterizaciones de la etapa que poseían las distintas organizaciones de izquierda que conformaron el Frente. En cuarto lugar, abordaremos el FAS desde la etapa previa a formación en 1971 hasta el año 1976 en plena dictadura militar. Para ello nos valdremos no tanto de la documentación de la época sino también de la bibliografía complementaria. En este sentido, y para no caer en el acervo de lo ya escrito, analizaremos las diversas etapas por las que atravesó el FAS teniendo en cuenta sus perspectivas y limitaciones en términos de estrategia y programa, es decir expondremos sus contradicciones y como éstas actuaron hasta su disolución.
Por último es importante destacar la necesidad por estudiar las diversas experiencias de la clase obrera argentina, cuyo interés no recae en un aspecto meramente académico, sino que el mismo surge por demostrar la vigencia como la construcción de una alternativa de los trabajadores.

Introducción

El 9 de marzo de 1971, el semanario Panorama nombraba a la provincia de Córdoba como la “vanguardia opositora” a la dictadura militar. A su vez, caracterizaba al movimiento obrero de la provincia a partir de la existencia de tres tendencias que convergían en su dirección. La primera, estaba reflejada en “la Hora del Pueblo” que fue constituida bajo la orden de Perón; la segunda, la del “Encuentro de los Argentinos”, asociada al Partido Comunista; y por último, aquellos “núcleos obreros” que proponían como salida “un orden socialista”.
El Cordobazo, en mayo de 1969, dio inicio a una nueva etapa en la situación política argentina. La huelga política impulsada por los trabajadores cordobeses se extendió no solo a nivel territorial sino hacia el conjunto del movimiento obrero del país. La maduración política de un sector de la clase obrera – como los obreros de la fábricas de IKA, Perdriel y Transax- se expresó tanto en la organización de las columnas que confluyeron al centro cordobés como en el famoso cántico: “luche, luche y no deje de luchar, por un gobierno obrero, obrero y popular”.
La situación que describía la revista, expresaba la preocupación de los principales círculos en las fuerzas armadas, de los partidos tradicionales y, por supuesto, del empresariado nacional y la Embajada norteamericana. Es por ello que a finales de 1970 y durante el año siguiente, que se constituyó el operativo del Gran Acuerdo Nacional´ que preparaba el camino para la vuelta de Perón y laapertura democrática´ como el recurso para `desviar´ y reprimir la tendencia revolucionaria abierta por el Cordobazo.
Pero a su vez, la irrupción de los obreros cordobeses generó un debate en el seno de las organizaciones de izquierda. La gran mayoría de las corrientes de izquierda no visualizaban una intervención independiente del proletariado en el escenario nacional, y por lo tanto establecía como salida la organización de frente populares´. La política del frente popular traslucía la caracterización de que la clase obrera no constituía una vanguardia y por ende no estaba preparada para emprender el camino de la liberación nacional y latinoamericana. Es por ello, que estas corrientes veían necesaria lasalianzas´ con sectores pertenecientes a la burguesía nacional. En el mismo sentido, planteaban la formación de `focos insurreccionales´ que reclutase a aquellos sectores provenientes del campesinado y del proletariado rural. Esta tesis fue desarrollada en el Congreso de la OLAS en 1967. No obstante, no nos interesa ingresar en el debate sobre la estrategia en torno a la lucha armada sino analizar su trasfondo: la conformación de frentes con sectores provenientes de la pequeña burguesía y de la propia burguesía en detrimento del imperialismo y sus socios en los distintos países del continente americano. El desarrollo de los frentes políticos en la Argentina va a tener un carácter distintivo a partir del período abierto por el Cordobazo. Esto es justamente lo que describe el artículo de la revista Panorama citada anteriormente. A partir de entonces nos preguntamos ¿Qué características tenían dichos frentes? ¿Cuál debían ser su composición, programa y estrategia? En el presente artículo nos proponemos abordar la historia del Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS) en la Argentina en el período comprendido entre los años 1971-1976. En un principio, el FAS pretendía ser una respuesta al “desvío democrático” impuesto por la burguesía y las Fuerzas Armadas para derrotar al ascenso de la clase obrera argentina luego del Cordobazo, y cuyo principal operador fue Juan D. Perón. En el presente artículo, analizaremos al FAS en el sentido de visualizar las diversas estrategias que impulso el activismo obrero en conjunto con la organizaciones de izquierda por construir una alternativa política que defendiese sus intereses genuinos. El frente estaba conformado por diversas organizaciones de izquierda como el Partido Revolucionario de los Trabajadores, El Obrero, el Frente Revolucionario Peronista, entre otros. También llegó a contar con la incorporación de activistas obreros como Gregorio Flores, Domingo Bizzi, Leandro Fote, Eduardo Castelo y Armando Jaime además de la adhesión de Agustín Tosco entre otros dirigentes con una reconocida trayectoria y autoridad en el movimiento obrero. En su último congreso en la ciudad de Rosario en 1974, el FAS llegó a convocar alrededor de 25 mil personas. De aquí surgen una nueva serie de interrogantes ¿Por qué tuvo una existencia efímera dada la capacidad creciente de convocatoria? ¿Cuáles eran las contradicciones que habitaban en su interior?
Por último, en cuanto al recorte temporal partimos desde el año 1971 donde comienza a tener un mayor sustento las diversas tendencias frentistas al interior del movimiento obrero y que se va a reflejar en la dispersión de la vanguardia obrera y clasista surgida al interior del Cordobazo en las elecciones de 1973. Para ello nos valdremos tanto de la documentación de la época sino también de la bibliografía complementaria. En este sentido, y para no caer en el acervo de lo ya escrito, solamente analizaremos las diversas etapas por las que atravesó el FAS teniendo en cuenta sus perspectivas y limitaciones en términos de estrategia y programa, es decir solamente nos detendremos a exponer sus contradicciones y como éstas actuaron hasta su disolución. Es por ello, que nuestro recorte temporal culmina en el año 1976, con el golpe militar del 24 de marzo que condujo a la disolución del FAS y la eliminación (o desaparición) física de una parte importante de su dirigencia.

La etapa previa al FAS (1971-1972)

La situación que describía Panorama en marzo de 1971 reflejaba mucho más que la combatividad del movimiento obrero cordobés. La situación en Córdoba produjo un realineamiento al interior de las fuerzas armadas. El relevo del Gral Levingston por Lanusse expresaba la necesidad por reconstruir el régimen político en crisis por el mayo cordobés. Aquí tuvo lugar, la constitución del `Gran Acuerdo Nacional´ (GAN). Este acuerdo implicaba un nuevo realineamiento de las fuerzas políticas donde, bajo la orden del propio Perón, la dirigencia sindical y agrupaciones peronistas fueron exhortadas por su líder para encolumnarse bajo esta perspectiva. Bajo este acuerdo, surgirá la necesidad de preparar el retorno del líder, lo cual debía reflejarse en el inmediato apoyo por parte de las organizaciones políticas, sindicatos o agrupaciones gremiales al GAN. Quienes no apoyasen esta salida fueron reprimidos por el régimen gubernamental y con el visto bueno de Perón.
El Gran Acuerdo Nacional produjo una serie de movimientos al interior de las organizaciones de izquierda. En lo que a nosotros nos concierne, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), uno de los fundadores del FAS, desarrolló un cambio de su estrategia durante el año 1972 en función de la presión que ejercía el GAN sobre el conjunto de las organizaciones políticas. Es decir, comenzó a abarajar la posibilidad de la participación en las elecciones. De ser así, esto implicaba un cambio en la estrategia de intervención sobre las masas que sostenía hasta el momento. De una orientación fuertemente “militarista”, es decir donde se concentraba sus recursos y militantes principalmente a la lucha armada, se pasó a una actividad combinada entre el trabajo sobre los frentes fabriles y estudiantiles junto a la actividad militar. Principalmente esto obedecía a seguir las resoluciones del V Congreso de 1970 orientada a desarrollar –lo que para el PRT era primordial- los tres pilares: un partido marxista-leninista; un ejército revolucionario según el modelo vietnamita y sanmartiniano; y por último “la conformación de un Frente de Liberación Nacional” (De Santis, 2015: 309). Para citar un caso, durante su confinamiento en el Penal de Rawson, Gregorio Flores –quien fue encarcelado luego del Viborazo- comenzó a adherir al programa del PRT aunque todavía no efectivizaba su incorporación. Especialmente coincidía tanto con la creación de un partido marxista-leninista como con la conformación de un Frente de Liberación Nacional. Junto a Alfredo Curuchet, Flores apoyó desde la cárcel todas aquellas campañas políticas a conformar un frente común “contra el GAN” que reuniese a todas las organizaciones armadas, marxistas, peronistas y radicales. Un claro ejemplo fue la campaña por la liberación de los presos cuya consigna principal era la de “articular un vasto frente obrero y popular antidictatorial que encare enérgicamente la solidaridad con los presos sociales y políticos”. El 3 de diciembre de 1972, en un local en la provincia de Córdoba, alrededor de 200 personas representando a diversas organizaciones políticas, conformaron el Frente Antiimperialista Antidictatorial (FAA). La reunión estuvo presidida por Silvio Frondizi, director de la revista Nuevo Hombre. Un tiempo después, Gregorio Flores, quien participó del evento como delegado en representación del PRT, manifestó que la reunión solamente “tuvo un carácter partidario” (Flores, 2006: 117). Una segunda reunión tuvo lugar el 21 de enero de 1973 en la Ciudad de Paraná en la provincia de Entre Ríos, en un local de la CGT de “Los Argentinos” (CGTA). En aquella reunión se incorporaron a sectores provenientes del peronismo como el FRP (Frente Revolucionario Peronista). Entre sus principales referentes podemos citar a Armando Jaime de la CGT de Salta, Martín Federico uno de los abogados del SiTraC-SiTraM, y Manuel Gaggero también abogado y ligado al movimiento obrero en Entre Ríos. Existió una tercera reunión, la cual no hemos podido confirmar fecha, en un local del Partido Intransigente, lo cual el dato relevante era la idea de ampliar el frente a otros sectores vinculados a la clase media o pequeña burguesía. Las diversas reuniones fueron arrojando como conclusión la necesidad de conformar un frente “con otras corrientes afines, (…) con un programa por la guerra y el socialismo, a nivel fabril, local, provincial y nacional”. De estas reuniones surgió el Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS). Su nombre también fue motivo de debate. Esto lo expresó en sus memorias el propio Flores: “para disgustos de algunos compañeros del PRT, en un momento iba a llamarse Frente Popular de Liberación que era la propuesta que traía Mariano (Benito Urteaga). Luis Fabbri (…) militante de El Obrero, fue quien propuso que se llamara FAS” (Flores, 2006: 118).

Las contradicciones en el FAS (1973-1974)

El FAS desde su formación tenía dos propósitos. El primero es que pretendió ser una plataforma política para presentarse a las elecciones presidenciales de setiembre de 1973. Especialmente se pretendía impulsar la fórmula Tosco-Jaime. Luego de la renuncia de Cámpora, Flores junto al “Negro” Germán fueron al local de Luz y Fuerza para tener una entrevista con Agustín Tosco y proponerle candidatura presidencial. El recuerdo de aquellas conversaciones son traídas gracias a Gregorio que comentó: “en esa entrevista y en otras que estuve con el gringo Tosco me dijo “si mi candidatura sirve para unir a la izquierda, yo no tengo ningún inconveniente en ser candidato. Pero si es factor de que la izquierda se divida, yo no puedo aceptar” (Flores, 2006: 83-84). La fórmula Tosco-Jaime no fue solamente levantada por el PRT y las organizaciones que formaban el FAS. También las organizaciones como Política Obrera y el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) apoyaron esta iniciativa. Sin embargo Agustín Tosco, y luego Armando Jaime, declinaron a ser parte de una lista para enfrentar al FREJULI y a Perón en las elecciones de 1973. En el caso de Tosco, su postura consistía en que su candidatura “no se convertiría en un polo antiperonista” (Carrera; Grau; Martí, 2014: 323). Las elecciones presidenciales de 1973 generaron una crisis no solamente en el PRT, sino en el conjunto de las organizaciones de izquierda en el sentido de que caracterización, posicionamiento e intervención debía adoptarse frente a la situación que se presentaba. En primer término, ante la negativa de Agustín Tosco a encabezar la fórmula presidencial manifestó que ningún agrupamiento de izquierda pudiese ocupar sus listas y capitalizar a sus dirigentes proyectados por el Cordobazo.
Las elecciones expresaron un inconveniente en gran parte de los agrupamientos: cómo enfrentar a Perón. El Partido Comunista no solamente se negó a esta iniciativa sino que convenció a Agustín Tosco que su candidatura era inviable frente a Perón. La JTP-Montoneros y Peronismo de Base llamaron a votar explícitamente por la fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FreJuLi) con el objeto de conformar un frente nacional´ bajo la dirección de Perón. El Partido Socialista de los Trabajadores (PST) fue uno de las pocas organizaciones que concretó ese requisito. En una declaración llamaron a Gregorio Flores, Leandro Fote, José Guillán, Agustín Tosco y varios referentes sindicales de diversas corrientes políticas a constituir “candidaturas obreras”. La campaña por las candidaturas obreras también reflejaba una suerte defrente amplio´ ya que planteaba la inclusión de dirigentes provenientes de distintas corrientes políticas sin una delimitación frente a Perón. Por último, el FAS, luego de la negativa de Agustín Tosco y Armando Jaime, no fijó una posición electoral de cara a los comicios del 23 de setiembre donde se presentaba la fórmula Juan D, Perón-Isabel Perón. Al tratarse de un frente heterogéneo, que albergaba entre ellas a organizaciones como el PRT y El Obrero y agrupaciones peronistas, solamente se limitó a resolver la libertad de voto. Esta decisión reflejaba una cierta confianza hacia el gobierno de Perón y sobre todo que la libertad de voto se sometía a favor de “un frente nacional antiburocrático y antipatronal en el cual tengan cabida todas las corrientes gremiales y políticas”. El segundo propósito recaía en conformar un frente amplio que aglutinase a sectores provenientes tanto de la clase obrera como de los sectores populares. Esto lo afirmo Gregorio Flores en la inauguración del IV Congreso del FAS, llevado a cabo el 18 de agosto en la ciudad de Villa Luján en la provincia de Tucumán. Allí afirmó lo siguiente:
Los convocamos a este congreso para que todos depongamos actitudes partidistas y construyamos realmente este frente, a los compañeros peronistas, radicales, marxistas, cristianos, a que salgamos de aquí y que llevemos al seno de nuestros barrios, de la fábrica y la villa, la idea, la necesidad y la posibilidad de construir un frente de los explotados contra el frente de los explotadores que es histórico y no se desarma en forma circunstancia.
Durante el congreso se corearon numerosas consignas y cánticos, entre ellos: “vea, vea que cosa más bonita, peronistas y marxistas por la Patria Socialista”. Entonces conviene preguntarnos ¿Qué carácter político poseía el FAS? ¿Un frente cuya dirección estaba bajo la clase obrera o un frente de colaboración de clases sociales dirigido por la pequeño burguesía o una fracción de la burguesía nacional? Según Mario Santucho en un folleto titulado Las definiciones del peronismo, afirmaba la intención del PRT de formar un “frente popular” que se podría sintetizar en el siguiente párrafo:
Nuestro Partido ha llamado y llama al Peronismo progresista y revolucionario, a las organizaciones armadas peronistas y no peronistas, al Partido Comunista, a las demás organizaciones de izquierda, a la Juventud Radical, al Sindicalismo Clasista y a las Ligas Agrarias, a estrechar relaciones, a defenderse mutuamente, avanzar en el conocimiento mutuo en relaciones políticas fraternales, hacia la más amplia unidad obrera y popular. A partir de ella, las fuerzas populares podemos darnos después una política de Frente Popular más amplio y dirigido a neutralizar y después ganar a sectores de la burguesía media o nacional uniéndolos al pueblo bajo la firme dirección Antiimperialista y Revolucionaria del proletariado (Santucho, 1973: 16).
En cuanto al programa votado en el IV Congreso, si bien planteaba la expropiación y el control obrero solamente se dirigía a las “grandes empresas monopólicas”. Es decir, se podría decir que la misma consigna no incluía a las propiedades de la burguesía nacional. Este aspecto no era menor, porque evidenciaba por un lado una concesión para constituir un “amplio frente de todas las fuerzas sociales y políticas del pueblo contra el imperialismo y sus lacayos”. Por el otro, evidenciaba una caracterización por la cual tanto en la economía como en la dirección del régimen político argentino existen dos sectores: uno expresado por las empresas extranjeros y sus socios nacionales con lazos en las fuerzas armadas, y el otro compuesto por una fracción de la burguesía nacional y ante el presente cuadro de situación cumpliría una función `progresiva´. Pero sobre todo expresa una suerte de fetiche hacia las expropiaciones. Porque su progresividad y carácter solamente depende de quién dirige el proceso expropiatorio: la burguesía nacional o la clase obrera. Esta es la esencia de la transformación socialista de los medios de producción, lo cual reflejaba que para llevarse a cabo debía enfrentar políticamente el liderazgo de Perón.
Entonces de acuerdo al carácter contradictorio reflejado no solamente en su programa sino al interior de las organizaciones que componen el FAS, se publicó un folleto titulado Política de Frente ¿Colaboración de clases con dirección burguesa, o frente único de la clase obrera y el pueblo? que recogía una serie de artículos del dirigente comunista Giorgio Dimitrov sobre la situación de clase obrera búlgara durante 1921-1923. Este material pretendía clarificar o despejar toda inquietud acerca del `frente popular´, pero sobre todo su objeto recaía en:
hacer un llamamiento muy especial a los compañeros que pese a tener objetivos semejantes a los que nosotros expresamos en nuestro programa, confían excesivamente en las direcciones burguesas, llegando a colaborar abiertamente con ellas, integrándose en casos a una experiencia que están muy lejos de controlar, y en la que no son aceptados más que temporalmente. E igualmente a los compañeros que mantienen posiciones de ultraizquierda, creyendo que la clase obrera puede prescindir de otras clases populares, también interesadas en la liberación social.
El texto de Dimitrov, se contextualiza en el golpe del 9 de junio de 1923 en Bulgaria orquestado por la Unión Militar frente a un gobierno de coalición que contaba con el apoyo de la Unión Agraria y la socialdemocracia búlgara. El autor concluye a un `frente único del trabajo´ donde confluyen tanto la clase obrera como los sectores provenientes de la pequeña burguesía en una plataforma común:
El frente único no significa en la práctica un abandono de sus principios de partido, ni tampoco perder su fisonomía como partido, sino la adopción de una plataforma anticapitalista común, concreta en defensa de las masas trabajadoras y en defensa de las masas trabajadoras y de lucha conjunta por la realización de esta plataforma (Dimitrov, 1973: 6).
Los editores del folleto no tomaron en cuenta que el golpe de junio en Bulgaria contó con el inmovilismo del Partido Comunista búlgaro que a su vez tuvo una posición neutral ante el hecho porque lo caracterizaba como un enfrentamiento al interior de la burguesía de aquel país. Esto valió una respuesta de la Internacional Comunista y particularmente de León Trotsky.
Para la mesa nacional del FAS la presentación del folleto con el artículo de Dimitrov permitía extraer una serie conclusiones para la Argentina. La primera es que la conformación del frente sería una respuesta ante un sector reaccionario que conformado por un sector de la burguesía nacional, que cuenta con sólidos lazos con el imperialismo y que se encuentra referenciado en las Fuerzas Armadas y el ala derechista´ del gobierno de Perón. La segunda, es que era necesaria la conformación de una plataforma o programa de características anticapitalistas´ para incluir además de la clase obrera a aquellos sectores vinculados a la pequeña burguesía y de la burguesía que se enfrentasen al capital internacional. La tercera era claro que la intención del folleto era la de llamar a Montoneros y al Partido Comunista a sumarse al FAS para conformar “un frente sólidamente unido del campo popular”.
En el marco preparatorio al V Congreso del FAS, que iba a desarrollarse en la ciudad Roque Saenz Peña en la provincia de Chaco, se presentó un “proyecto de declaración” a la dirección nacional. En dicho documento, se establecía una serie de lineamientos programáticos como la disolución de la clase obrera en un concepto más amplio como “los de abajo”. Si bien el texto reconoce al proletariado como la “columna vertebral de la nación”, bajo la terminología “los de abajo” se incorpora a los pequeños comerciantes y productores que no se encuentran catalogados en su antagonismo: “los de arriba” que estaría conformado por “un grupo de privilegiados que viven de la miseria de los demás”. El documento destacaba la línea histórica de las luchas obreras, donde se incorpora al Cordobazo y el surgimiento de los sindicatos clasistas como el SiTraC-SiTraM. Pero menciona a las elecciones de 1973 “como una victoria” dado que “la elección de Campora primero, y luego de Perón, después, fueron triunfos populares”. Es decir, para el FAS las elecciones de 1973 no fue el intento del régimen político por desviar el carácter revolucionario del Cordobazo y los sindicatos clasistas. Como conclusión a esta tesis, es que dicho triunfo puede ser arrebatado por la “derecha, representada por los políticos “antipueblo” y en la burocracia sindical”. Por último, el documento propone la “unificación de las fuerzas progresistas y revolucionarias” sean “peronistas, radicales, cristianos, comunistas o socialistas” en la lucha común por el socialismo. Este documento llevó a una serie de debates hacia el interior del frente, superando incluso la instancia congresal, lo cual se decidió que fuese debatido por el conjunto de los militantes del FAS.
Pero no obstante la tesis de la presencia de un ala derechista´ ofascista´ en el gobierno nacional fue sostenida y especialmente por los principales oradores en el V Congreso del FAS el 23 de noviembre de 1973. Agustín Tosco planteó un llamado a “fortalecer el frente con todas las organizaciones populares” para formar “un frente antisfacista”. En el mismo sentido intervino Alicia Eguren (Cooke) quien caracterizó la lucha interna dentro del peronismo entre un sector de derecha y otro revolucionario. Entonces para ella el FAS “debía tener una política sumamente flexible” para incorporar a aquellos sectores peronistas. Por último a la plataforma programática del V Congreso resolvió la conformación de un “frente antisfascista” a través de la “unidad amplia y fraternal entre todas las organizaciones y sectores populares comprometidos en la lucha por la libertad y la democracia” sin mencionar el carácter de la represión llevado a cabo por el gobierno de Perón. En un comunicado posterior al congreso, la mesa nacional FAS caracterizó al gobierno nacional como de “antiimperialismo limitado” ya que para llevar a cabo la liberación nacional sólo se podría concretar a través de: “efectivas medidas que tiendan a expropiar a todas las empresas monopolistas y llevando a cabo una profunda reforma agraria. Desconfiamos de su cumplimiento, pues lejos de aproximarse a ella, toda la política económica mantiene vivos los vínculos de dependencia con el imperialismo”. Para el FAS el proceso de expropiación de los medios de producción podría llevarlo a cabo Perón o un gobierno peronista para lo cual convertía en innecesario un gobierno de los trabajadores.

El Ocaso del FAS y la Dictadura militar (1974-1976)

El 15 de junio de 1974 se desarrolló el VI Congreso del FAS en la ciudad de Rosario. En este caso, la consigna principal era la “formación de una coordinadora de lucha de las organizaciones revolucionarias y populares” para fortalecer el Frente Antifascista. Esto se puede reflejar en la declaración final cuando afirma:
las organizaciones políticas y sindicales del pueblo como la JP, el peronismo de base, la izquierda revolucionaria, los diputados del pueblo, la juventud Radical, el Movimiento Sindical Combativo, el Movimiento Sindical de Base, la Intersindical, fueron madurando desde las entrañas mismas de la clase obrera y el pueblo, desde su conciencia, su organización y sus luchas, el proyecto de la Patria Socialista. En cuanto a las resoluciones, la propuesta principal estaba en la formación de un “Frente Antifascista y Antirrepresivo” conformado por “todas las fuerzas progresistas, patrióticas, antiimperialistas, democráticas y revolucionarias” para “ampliar la brecha abierta por el pueblo el 25 de mayo de 1973”. Las contradicciones políticas al interior del frente estallaron previamente, durante y después del congreso con el abandono de la delegación y posterior renuncia al FAS de OCPO. El motivo de su renuncia se deduce en la declaración de convocatoria al Congreso que firmaron junto al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y El Obrero. El eje polémico del documento se resume:
Si los revolucionarios nos planteamos estrategias, programas y frentes tratando de “no espantar” a los reformistas, no llegaremos a la revolución porque los reformistas pretenden llegar al socialismo con estrategias, programas y frentes que no asusten a la burguesía (…) seguimos levantando la bandera de la formación de un frente revolucionario como una de las tareas políticas de la hora. Pero lamentablemente resulta que evidente que no es esa la orientación y el objetivo que se plantean otras fuerzas en el FAS (…) Estamos convencidos que la unidad orgánica con el reformismo debilita y divide a los revolucionarios.
La declaración expresaba una diferencia política en torno a la estructuración del frente, pero especialmente apuntaba al FRP y al PRT respectivamente por convertir al programa del FAS en un instrumento flexible para poder integrar a Montoneros y al Partido Comunista. Estas contradicciones al interior de la dirección del frente la confirma el discurso de cierre de Armando Jaime: “en la propuesta actual que nosotros hacemos, no solamente tratamos de unir estratégicamente a las distintas fuerzas populares, sino que también hacemos un llamado a todas las fuerzas políticas que quieran unirse (…) todas las fuerzas políticas que quieran luchar contra el fascismo”.
En una carta dirigida a la militancia, Armando Jaime planteó su renuncia a la mesa nacional del FAS: “siendo mi interés luchar por una ampliación política de alianzas, he decidido renunciar a la presidencia del FAS y al Comité Permanente, a fin de poder trabajar por la unidad en un marco más amplio de fuerzas revolucionarias, progresistas y populares” (Silva Mariños, 2017: 224). La acefalia en su dirección, luego de la renuncia de Jaime, se intentó resolver con el nombramiento de Gregorio Flores. Pero para evitar la profundización de las críticas referidas al FAS “como un apéndice del PRT”. En la presidencia se nombró a Manuel Gaggero. En una editorial en la revista Nuevo Hombre, la dirección del FAS respondió a la renuncia de Jaime con un nuevo llamado hacia la “unidad entre el peronismo y la izquierda” para derrotar al partido militar que está desplazando al sector “progresista” del gobierno.
La muerte de Perón, en junio de 1974, no solamente acrecentó la crisis política que asistía el régimen argentino. Sino, que evidenciaba el fracaso del operativo en torno a su regreso para “desviar” a las masas laboriosas detrás de su figura y liquidar la tendencia abierta por el Cordobazo. El conjunto de estas contradicciones llevaría a una situación límite. A comienzos de 1975, el gobierno nacional impulsó una serie de operativos represivos: la intervención de los sindicatos como luz y Fuerza y el SMATA en Córdoba; la invasión y represión sobre los obreros y el pueblo de Villa Constitución y los ingenios tucumanos. En cuanto al FAS, el 10 de abril de abril de 1975 salió una solicitada denunciando la embestida gubernamental sobre algunos sindicatos cordobeses y el operativo represivo en Villa Constitución. En dicho comunicado, se anticipaba que la respuesta frente a la situación que vivía la provincia se debía “respetar la Constitución y el llamado a elecciones democráticas”. En una carta a la militancia del Partido Comunista en el mes de junio, Santucho volvía a insistir con la idea de formar un Frente Democrático y Patriótico afirmando: “no puede haber obstáculos inmediatos (…) expresa claramente las intenciones del PRT de luchar hombro con hombro con el PC y otras organizaciones populares” (Silva Mariños, 2017: 237-238).
En una solicitada publicada en el diario Córdoba el 16 de julio, el FAS propuso: “ante la situación de aguda crisis política provocada por la fuerza de las masas obreras y populares en la calle que hicieron tambalear al núcleo fascista gobernante (…) proponemos un Frente Democrático y Antiimperialista (…) con sectores radicales y peronistas honestos y combativos, los cristianos y comunistas”. Frente al clima huelguístico y la profundización de las coordinadoras interfabriles, el planteo del Partido Comunista ante la crisis nacional no estaba alineado con la formación de un “frente democrático” sino más bien la conformación de un gabinete cívico-militar. La JTP no pretendía “romper con el frente nacional burgués” sino que su política sindical se integraba al interior del Partido Peronista Auténtico. Tiempo después, Gregorio Flores afirmó que los propósitos detrás de Montoneros estaba el de establecer “una alianza con la burguesía, una salida dentro del capitalismo” (Sartelli y Camera, 2001: 20).
Frente a un cuadro de irrupción de clase obrera a nivel nacional de manera inversamente proporcional las intervenciones del FAS comenzaron a mermar. A comienzos de marzo de 1976 se concretó el II Congreso del Partido Intransigente, en Capital Federal. Del mismo participaron sectores provenientes del Partido Auténtico, Partido Comunista, etc. Una comitiva del FAS concurrió al acto y lo caracterizó como “progresivo” dado que expresaba “el ánimo favorable a la construcción de un “Frente de Liberación Nacional” de que están imbuidos los partidos y organizaciones populares que se declaran antiimperialistas y democráticas”. Luego del golpe del 24 de marzo, se conformó la Organización para la Liberación de Argentina (OLA) donde convergían Montoneros, OCPO y el PRT. La idea era constituir un movimiento nacionalista para “convergir en un solo Partido Revolucionario” (Mattini, 2007: 348). La conformación de este nuevo frente quedaría solamente en las tratativas – por ejemplo en ese momento fue informado al conjunto de la base del PRT- ya que entre abril a julio, las tres organizaciones vivieron una sangría en sus fuerzas, cuyo resultado fue la eliminación física de casi toda su dirección, tanto en Montoneros como en el PRT.

Conclusiones

A partir del mayo francés, la clase obrera irrumpió en el escenario internacional con una clara perspectiva política y revolucionaria. Es bajo este escenario donde debemos circunscribir al Cordobazo, quien fue encabezado principalmente por el activismo de las fábricas automotrices y reparticiones estatales bajo la consigna `gobierno obrero y popular´. Sin embargo, esta consigna nunca logró desenvolverse a lo largo de la etapa histórica que culminó con el golpe militar de 1976. Ahora bien ¿Por qué no logró desenvolverse?
Una de las principales causas, y es la que tratamos de desarrollar en el presente artículo, la debemos buscar en la estrategia del frente popular que se manifestó en la mayoría de las organizaciones de izquierda y que prácticamente primó a lo largo del periodo histórico analizado. Una cruel paradoja si partimos que el `mayo cordobés´, como intervención independiente y organizada de clase obrera tiró abajo todas aquellas tesis que favorecían la constitución de frentes populares, focos insurreccionales y el regreso de Perón como medios para impulsar la liberación nacional de la clase trabajadora.
Si bien a nivel internacional el frente popular fue impulsado desde Moscú, en el continente americano podemos extraer una característica distintiva. El frente popular impulsado por las organizaciones de izquierda se desenvolvió de manera subordinada a los movimientos nacionales de contenido burgués. En nuestro país, la conformación de un frente popular implicaba colocar a la clase obrera detrás de la figura de Perón, sin delimitarse de él y sobre todo detrás de algún sector `progresivo´ de la burguesía nacional. Detrás de esta perspectiva podemos enumerar a las corrientes peronistas, estalinistas, maoístas e incluso trotskistas que atravesaron la historia argentina.
El caso del Frente Antiimperialista y por el Socialismo no escapó a esta tesis con solamente tomar sus reiterados llamados a incorporar a sus filas a aquellos sectores provenientes del peronismo, estalinismo y el radicalismo. También se lo pudo visualizar en el análisis de su programa expresado en el listado de reclamos de carácter `anticapitalista´. En su programa, se expresaba la ausencia de la disputa por el poder político o, mejor dicho, la lucha por romper la subordinación del movimiento obrero frente a Perón. La movilización de importantes contingentes y concentraciones, que incluso podría llenar un estadio de futbol, no deben hacernos obnubilar el aspecto esencial por lo que obstaculizó al FAS, a tal punto de desaparecer del escenario político un año antes del golpe militar de 1976.
Detrás de un debate acerca de cuál estrategia es más acertada a la hora de intervenir sobre un determinado momento histórico se expresa una postura o un posicionamiento programático. Para casi todo el conjunto de las organizaciones políticas, la independencia de la clase obrera y su correspondiente estructuración política -que tuvo su máxima expresión con el Cordobazo- debía subordinarse a la necesidad de impulsar alianzas con sectores de la burguesía nacional.
Como cierre del presente artículo, nos parece sumamente importante destacar las conclusiones que elaboraron aquellos activistas obreros que participaron de la experiencia del FAS. Lo hicieron pensando que construían una alternativa política para los trabajadores. El caso de la trayectoria de Gregorio Flores nos parece ilustrativo, porque por un lado nos abre la posibilidad de extraer las enseñanzas políticas que nos ofrece el estudio de nuestro pasado. Pero por el otro, nos permite vincular su trayectoria con nuestro presente, de lo contrario nunca podremos puntualizar su vigencia.

José Barraza
22/01/2020

Notas

[*] Josè Barraza es historiador y trabaja junto al equipo de Historia Contemporánea en la Universidad Nacional de Córdoba a cargo de Daniel Gaido. Mail: kbzonbarraza@hotmail.com
[1] “Córdoba: se necesita comisionado popular y de buena presencia” en Revista Panorama, Argentina, 9 de marzo de 1971, pág. 14. [2] Desde España, Perón apuntaló para la dirección de la CGT a José Rucci proveniente del Unión Obrera Metalúrgica. Su principal objetivo partía de “contrarrestar la eventual expansión del clasismo o, en todo caso, absorber los brotes rebeldes, mediante la articulación de un abanico de líneas divergentes entre sí pero convergentes en Puerta de Hierro” en Revista Panorama, 19 de febrero de 1973. En los primeros meses de 1973, los obreros metalúrgicos de la fábrica SOMISA ubicada en la ciudad santafesina de San Nicolás ocuparon la planta e iniciaron una huelga con un petitorio de demandas que incluía el aumento de salarios la insalubridad en algunas tareas, y los despidos selectivos a los activistas fabriles. Esta huelga, en el propio bastión gremial de Rucci, desató la ira de Perón que se refirió al conflicto de la siguiente manera: “el reciente caso de una entidad estatal por un grupo de agentes de la provocación (…) fabricando a la vez el dirigente de la “triste figura” [se refiere a Agustín Tosco] para armar un conflicto artificial con la finalidad de crear gremios independientes como lo habían hecho ya en Córdoba con SiTraC-SiTraM (…) Rucci anunció medidas para depurar de marxistas los sindicatos” en Diario Mayoría, 26 de enero de 1973. Ambas citas reflejan que elregreso´ de Perón venía con la clara intención de liquidar a la corriente clasista y antiburocrática en los gremios.
[3] Bajo el GAN, el gobierno de facto de Lanusse se propuso una cacería sobre la dirigencia obrera clasista y combativa cordobesa. Activistas y delegados gremiales pertenecientes al SiTraC-SiTraM, Luz y Fuerza, etc fueron encarcelados y confinados en Rawson. En el mes de octubre de 1971, por orden nacional se decretó la represión y la ocupación sobre los sindicatos clasistas de Fiat, la disolución y el cesanteo de la comisión directiva del sindicato de Empleados Públicos y el cesanteo del ala clasista del gremio de municipales. Mientras Perón apoyó y exhortó a Atilio Lopez a normalizar la CGT cordobesa en el apoyo al Acuerdo Nacional.
[4] “La desviación militarista” o el énfasis en la actividad militar produjo una fuerte crisis al interior del PRT. Esto se expresaba en un reclutamiento prácticamente molecular que no contrarrestaban las bajas de militantes. Esta situación se empeoró entre mayo a junio cuando prácticamente la mitad de la dirección nacional del partido culminó en prisión, creando enormes inconvenientes en la estructuración nacional de la organización. [5] El nombre de “Viborazo” se debe a los dichos del entonces gobernador de Córdoba, José Felix Uriburu: “por definición se anida una venenosa serpiente cuya cabeza Dios me depare el honor histórico de cortar de un solo tajo” La Nación, 8 de marzo de 1971. El 15 de marzo, se decretó un paro con movilización en la provincia que movilizó y concentro alrededor de 12 mil personas en el centro de la provincia. Si bien excede a nuestro trabajo, muchos historiadores colocan al Viborazo en la misma sintonía que el Cordobazo. Si bien el primero reflejó la disposición al combate de los trabajadores cordobeses, no se evidencio el frente único que sí había caracterizado al Cordobazo. En este último se puede visualizar las columnas obreras ingresado al centro de la ciudad dirigidas y encabezadas principalmente por los trabajadores mecánicos de IKA, Transax y Perdriel superando a la dirección de la CGT Regional. En cambio, durante las jornadas de marzo de 1971 estuvieron marcadas por un lado, por la dispersión de los activistas: algunos se encontraban ocupando reparticiones estatales como el caso de municipales, empleados públicos y el sindicato encabezado por Agustín Tosco. Otros fueron a la Plaza Velez Sarfield quien ante el llamado de Bagué (del SMATA) los manifestantes se dispersaron y fueron a los barrios donde ocurrieron una serie de saqueos a comercios y supermercados. Estos hechos fueron relatados en un documental por Domingo Bizzi y Gregorio Flores del SiTraC que durante el Viborazo se replegaron a barrio Guemes. Alli, los manifestantes saquearon un supermercado mayorista llamado “El Tabano”, y sobre aquel episodio Flores relato lo siguiente: “cuestión que estaba un negro del PRT y se subió arriba y grito: “Compañeros el pueblo ha expropiado este supermercado y vengan a llevar la mercadería” y los negros iban en carretilla, en carros y cargaban bolsas de azúcar, de todo” en “La Política sindical del PRT-ERP” De Mascaro Cine Argentino (Argentina, 2014). Por el otro lado, esta dispersión también se manifestó en la llamada “guerra de consignas” reflejada en los cánticos “ni golpe ni elección, revolución”, “el pueblo unido jamás será vencido”, “Perón y Evita, la patria socialista”, “lucha armada viva el Che Guevara”, entre otros. En cambio, durante el Cordobazo la canción más vociferada fue “Luche no deje de luchar por un gobierno obrero y popular”. A pesar de la extensión de la cita podemos visualizar que en las jornadas del Viborazo comenzó a manifestarse la ausencia del frente único por parte de las organizaciones de izquierda para plantear que el movimiento obrero debía colocarse como furgón de cola de la burguesía nacional abandonando su independencia de clase. [6] Según el PRT, esta línea política debía expresar una unidad frente al GAN “en una estrategia de guerra revolucionaria popular (…) hacer todo lo posible por lograr un acuerdo operativo con todas las demás organizaciones armadas” En “Resoluciones del Comité Ejecutivo del PRT”, enero de 1972. [7] “Para SiTraC y Activistas del SiTraM” Penal de Rawson, 2 de mayo de 1972. En Archivo del SiTraC, Subarchivo N°1, Ficha N°5 [8] “Resolución sobre sindical” en Resoluciones del Comité Ejecutivo del PRT, abril de 1973. [9] En una entrevista de Pablo Pozzi a Jorge Canelles, dirigente del Partido Comunista y del gremio de la construcción en Córdoba, afirmaba: cuando a Tosco le comunican desde… creo que fue Jaime quien le comunicó telefónicamente, la candidatura, yo estaba presente. Y adelante mío llamo a Zarate por teléfono para preguntarle qué opinaba. Zárate sin tener tampoco en ese momento todavía la opinión orgánica del partido, le dijo que le parecía una barbaridad porque era enfrentarlo a Perón y que no correspondía en ese momento políticamente dar ese paso, porque no íbamos a enfrentar con el peronismo. Eso, la opinión que le dio Zarate. Y Tosco, sin esperar la opinión orgánica del partido, decidió no hacerlo” (Pozzi, 2004:317) [10] El candidato a presidente por el PST, Juan Carlos Coral afirmaba que la “legalidad para Perón y su derecho a ser candidato pueden ser la prenda de unidad de los trabajadores argentinos y su vanguardia revolucionaria” en Avanzada Socialista, N° 19, 13 de setiembre de 1972. [11] Había diversas apreciaciones en torno a la fórmula Tosco-Jaime. Como se analizó anteriormente, para el Partido Comunista era negativa dada su inviabilidad para enfrentar a Perón. Para el PRT constituía una herramienta para impulsar la conformación de un Frente Nacional de Liberación. Según el PST, la fórmula presidencial era una fórmula independiente´ pero que no constituía una alternativa política dado que en su plataforma no figuraba una delimitación de conjunto acerca de Perón. En cambio para la organización Política Obrera, era necesario impulsar realizó una campaña a favor de la fórmula Tosco-Jaime porque constituíaun bloque obrero independiente para romper “con la subordinación a Perón y con los frentes burgueses” en “Declaración del Comité Ejecutivo Nacional”, Política Obrera, 10 de noviembre de 1972. Ante el fracaso de la fórmula, la organización trotskista no se presentó a ninguno de los comicios por no tomar recaudos para legalizar una lista independiente culminando a llamar a votar por la lista del PST. [12] “Declaración política” documento elaborado por El Obrero, agosto de 1973. [13] “El frente en Tucumán: la unidad combativa” Nuevo Hombre N°47, primera quincena de 1973 pág. 5. [14] “Surge en Tucumán el Frente Antiimperialista” en El Combatiente N°88 31 de agosto de 1973, pág.8 [15] “Lo que decían los carteles” en Nuevo Hombre N°47, primera quincena de 1973 pág.12 [16] “Prólogo de Política de Frente ¿Colaboración de clases con dirección burguesa, o frente único de la clase obrera y el pueblo?”, setiembre, 1973, p. 1. [17] El historiador francés Jean Jaques Marie una breve descripción sobre el dirigente comunista búlgaro y secretario general de la Komintern: “Dimitrov, cuya reputación de aficionado a las faldas y el vodka no le sirve en las oficinas del Komintern, tiene sobre todo un enorme pasado político: había pertenecido a la dirección del Partido Socialista llamado tesniak (que significa estricto) y convertido en Partido Comunista, que se distinguió desgraciadamente por un sectarismo asesino en 1918 y, luego, en 1923. En 1918, los soldados búlgaros, cansados de la guerra, se sublevaron en Radomir; la monarquía estaba al borde de la caída; ahora bien, los “tesniaks” se negaron a aliarse con los labradores (Partido Campesino) por un sencillo desacuerdo en el programa relativo a los pequeños campesinos, contribuyendo de este modo a salvar la monarquía. En 1923 dejaron que un golpe fascista aplastara, sin mover un dedo, a aquellos labradores que habían llegado al poder el año anterior” (Marie, 2001: 464). [18] En un artículo titulado “¿Es posible fijar un horario preciso para una revolución o contrarrevolución?” en septiembre de 1923, León Trotsky había Incorporado el golpe de estado en Bulgaria con los hechos ocurridos en España e Italia extrayendo un elemento en común: la ausencia de una estrategia de preparación, organización e intervención de los partidos comunistas en los respectivos países culminando en la desilusión y apatía de la clase obrera para propiciar el terreno para un golpe militar organizado y preparado. [19] “Política de Frente ¿Colaboración de clases con dirección burguesa, o frente único de la clase obrera y el pueblo?” setiembre, 1973, pp. 1-2. [20] “Proyecto de Declaración política del Frente Antiimperialista y por el Socialismo. Regional Córdoba” en Archivo del SiTraC, Subarchivo N° 18, Ficha N°14 pp1-5. [21] “La Fuerza del FAS” En Nuevo Hombre N°52, 1° quincena de diciembre de 1973, pp.11-17 [22] La escalada represiva del gobierno de Perón se puede apreciar en su propia declaración llamando a “terminar con las organizaciones de base” La Nación 23 de enero de 1973. [23] “El FAS contra el terrorismo blanco” en Revista Nuevo Hombre, N° 49 2da quincena de octubre de 1973 pág 10. Esta cita viene a alusión a que el centro de la denuncia para el FAS se centraba en el Imperialismo y no en Perón. [24] “Resolución Política” en VI Congreso del FAS, 14 de junio de 1974, pág.23. [25] “Documentos del VI Congreso del FAS” en Nuevo Hombre N°65, pág. 22. [26] “Frente Revolucionario o Frente Popular”, mayo de 1974 [27] “Unir a todas las fuerzas populares” en Nuevo Hombre N°66, 2da quincena de julio de 1974 [28] En una reunión de la dirección cordobesa del PRT, Gregorio Flores llevo como inquietud un debate en la mesa del FAS de la misma provincia. Dicha preocupación, o mejor dicho debate, radicaba en que un sector de su dirección manifestaba que el frente era un “apéndice del PRT”. A modo de un apparatchik soviético, German Gomez alias “el Negro Mauro”, responsable del PRT en Córdoba, le respondió a Gregorio: “el PRT pone el 80% de los militantes, el 80% de los locales y el 80% de la guita. Entonces, con todo derecho tiene que poner el 80% de la política” (Flores, 2006: 125) [29] “Como en Trelew, Izquierda y Peronismo unidos” en Nuevo Hombre N° 67, 1ra quincena de agosto de 1974, pp 2-3 [30] “El pueblo de Córdoba exige el respeto por la libertad y la democracia” en solicitada del FAS, 6 de abril de 1975. [31] “Solicitada” Diario Córdoba 16 de julio de 1975, s/n. Según Silva Mariños: “Bajo esta perspectiva estratégica, el PRT impulsó desde un primer momento a través del frente la necesaria alianza con el PC y Montoneros, sin temor alguno de ser caracterizado de estalinista o peronista (…) Incluso iba más allá de los esperado, cuando llevaba a fondo la idea de conformar el FLNyS y se hizo presente el 17 de octubre del 75 en Plaza de Mayo, o evaluó la posibilidad de levantar la candidatura de Cámpora-Alende (Silva Mariños, 2017: 251) [32] En “Hacia el Frente” en Nuevo Hombre N° 9, 3 de marzo de 1976, pág. 12.

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Enlace Audiovisual “La Política sindical del PRT-ERP” De Mascaro Cine Argentino (Argentina, 2014) https://www.youtube.com/watch?v=xFJYyb2-P5I