domingo, 19 de febrero de 2017

Asesinato múltiple en Florencio Varela: narcos y zonas liberadas

Con el correr de los días, la hipótesis que adscribía el acribillamiento de cuatro mujeres adolescentes en Florencia Varela (dos de las cuales murieron en el acto, mientras las otras se encuentran internadas) a una represalia porque una de las víctimas no quería salir con el asesino se ha desvanecido.
De acuerdo a declaraciones de vecinos, pero especialmente de Ismael, padre de Sabrina, una de las chicas asesinadas, Luis Weiman -acusado por la masacre- les franqueaba la entrada a diversos boliches a las chicas, valiéndose de su pertenencia a una agencia de seguridad privada. El propósito del vínculo entablado por Weiman y otros miembros del grupo criminal ("la banda de Adrián") con las víctimas era usarlas para distribuir droga en los locales bailables.
La Comisaría 3ª de Florencio Varela ha sido señalada como propiciadora de ese negocio: alrededor de la misma existe una zona liberada –justamente donde tuvo lugar el crimen. Las movilizaciones que han tenido lugar, impulsadas por los familiares, vecinos y amigos de las víctimas fueron acompañadas por otros sectores de la población, que han padecido muertes, violaciones y toda suerte de delitos en la zona. Así, el atentado ha puesto al desnudo con absoluta crudeza la naturaleza podrida de las fuerzas represivas y el Estado, entrelazado con el crimen organizado. El padre de Denise, otra de las víctimas, denunció también que la escena del crimen fue ensuciada.
Está planteada una lucha integral, que una al reclamo de cárcel para los autores de este macabro asesinato la exigencia de que se abran los libros de guardia de la Comisaría 3ª de Florencio Varela, sometiéndola a la investigación de una comisión independiente de vecinos y amigos de las víctimas junto a organizaciones de lucha y de Derechos Humanos. Es necesario, a su vez, poner en foco la responsabilidad del poder político –en primer lugar, del intendente Pereyra y sus funcionarios–, quienes habilitan estos boliches como tugurios para el negocio de la prostitución y la droga.

Roberto Gellert

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