viernes, 23 de diciembre de 2016

Salta: nuevo escándalo de pedofilia y abuso sexual en la Iglesia

Esta vez se trata de los curas Agustín Rosa Torino y Nicolás Parma.

Un nuevo escándalo estalló en la curia salteña a partir de una investigación de Miriam Lewin, la periodista que puso al descubierto, hace unos años, al cura Grassi.
Esta vez se trata de Agustín Rosa Torino y Nicolás Parma. Ambos religiosos pertenecían al Instituto Religioso Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, que depende del Arzobispado de Salta. El cura Rosa está detenido en un sanatorio privado por razones de salud, mientras Parma actualmente reside en Barcelona.
Agustín Rosa Torino fundó en el año 1986 el Instituto Religioso Clerical Hermanos, discípulos de Jesús de San Juan Bautista, Casa Exaltación de la Santa Cruz. El cura estuvo al frente de la comunidad hasta el año pasado, que está integrada por cientos de franciscanos en varios países. También obtuvo fama de “cura sanador” e incluso fue director del Colegio Secundario de Las Lajitas-Anta en los años 90.
Los denunciantes son un ex novicio, Yair Gyurkovitz, quien denuncia a los dos sacerdotes por abuso sexual simple; y el de la ex monja Valeria Zarsa. Las causas están radicadas en la fiscalía Nº 2 de delitos contra la integridad sexual de Salta, a cargo de María Luján Sodero. La mujer denuncia a Rosa por amenazas coactivas, reducción a la servidumbre y abusos sexuales reiterados contra su persona y otros miembros de la comunidad e incluye una petición de prohibición de acercamiento. Yair Gyurkovitz denuncia que le pidió ayuda a Rosa porque sufrió abusos por parte de Parma, pero éste no sólo no lo ayudo sino que también abusando de él. Gravísimo.
En octubre del año pasado, arribó a Salta el Obispo de Quilmes y representante del Vaticano, Luis Stöckler, para investigar a Rosa. Aquella vez se dijo que se lo estaba investigando por malversación de fondos y hasta se habló de lavado de dinero proveniente del narcotráfico a través de extrañas donaciones. Los medios salteños daban cuenta de que junto al enviado del Vaticano ingresaron a la iglesia la Policía Aeroportuaria. En ese momento, el cura Rosa y una monja perteneciente a la misma congregación fueron apartados de la Iglesia de la Santa Cruz. Rosa se recluyó en una finca alejada de la ciudad de Salta.
Con el pasar de los días, apareció otro testimonio de una ex novicia que también denuncia a otros miembros de la misma congregación.
El arzobispado de Salta dijo, en un primer momento, que la congregación de Rosa tiene independencia del mismo; sin embargo, en un comunicado admite estar al tanto de las denuncias de abusos y sólo las envió a la Santa Sede: “El arzobispado, cuando recibió las denuncias en abril de 2015, procedió de acuerdo a lo establecido por las leyes eclesiásticas y envió la documentación correspondiente a la Santa Sede. Una vez que la misma decidió la intervención nombrando un Comisario Pontificio, el proceso correspondiente está en manos de la Santa Sede, según lo ha informado Mons. Luis Stockler. Frente a la decisión de algunos ex miembros de los Institutos de presentar las denuncias en el ámbito civil, corresponde a dicho fuero actuar en consecuencia. El arzobispado procederá de acuerdo a lo que se le solicite”.

Encubrimiento

Las máximas autoridades de la iglesia salteña no tienen cómo lavarse las manos. En su momento, encubrieron a otro cura pedófilo, el italiano Alessandro De Rossi, que es nombrado en la película Spotlight. El mismo estaba a cargo de un merendero y abusó de un número indefinido de niños y adolescentes; fue enviado a Roma, antes que la justicia salteña emita la orden de detención. La justicia romana negó la extradición alegando faltas de pruebas. El Vaticano protege a sus miembros para evitar que vayan a la cárcel como Grassi.
El Papa Francisco impulsó la promoción de las denuncias internas de abusos para llevar adelante los juicios canónicos; los mismos tienen la finalidad de evitar que las víctimas acudan a la justicia.
En el informe periodístico de la periodista Miriam Lewin se señala que el responsable del Vaticano, Luis Stockler, encomendado a investigar a Rosa, tiene una condena por encubrir un caso de abuso sexual en Quilmes.
Este es otro de los escándalos que salen a la luz, pero hay miles de víctimas en todo el mundo. En Salta, la Iglesia manda sobre la Justicia, como lo reflejan hasta los fundamentos reaccionarios de sus fallos. Las denuncias están hace un año, pero recién ante el escándalo público ordenan detener a Rosa y un allanamiento.
Desde el Partido Obrero exigimos la separación de la Iglesia del Estado y de toda forma de ayuda social a niños a través de esta institución reaccionaria. La Iglesia, como institución, oculta y encubre los abusos. Así ocurrió con el caso Próvolo, de Mendoza, donde sacerdotes con antecedentes de pederastia fueron enviados desde Italia a Argentina.

Gabriela Cerrano

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