La polémica firma biotecnológica, en alianza con Toyota, lanzó Locos por el campo, un programa dedicado a lavarle la cara al agromodelo.
Parece mentira, pero para Monsanto no es suficiente tener en su poder la cuarta parte de la producción mundial de agrotóxicos y la tercera parte de la comercialización de semillas. Ahora tiene un programa en la TV Pública Argentina, la cual se encuentra actualmente bajo la dirección de Hernán Lombardi al frente del Sistema de Medios y de Horacio Levin como el director del canal. Todo un hecho que simboliza el avance sobre la soberanía nacional por parte de esta multinacional imperialista y contaminante.
Lo hizo en alianza con Toyota, otra firma que degusta del agronegocio. Según la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola, auspiciante, el programa debió haberse lanzado el año pasado a través de A24, pero evidentemente con el cambio de gobierno fue a través de la TV Pública por donde finalmente lanzaron el proyecto.
Locos por el campo es un programa conducido por Fernando Entín y emitido los domingos a las 14 en formato de “docu-reality”, que según ellos mismos reconocen “busca ser un medio para acercar el campo a la ciudad de una manera amigable y entretenida, y pretende ser un certero reflejo de lo que es la actividad agropecuaria en la Argentina”.
Una verdad ni amigable ni entretenida
Pero lejos de las risas con los chanchos, las vacas y las peripecias de un cheto de Palermo por las comarcas del agropower, la realidad es bien hostil y perversa.
¿Qué es lo que no veremos en este programa? En este programa no veremos los casos de los obreros fumigados por el agronegocio. Casos como los del exfumigador Fabián Tomassi, hoy con polineuropatía tóxica severa y atrofia muscular generalizada.
Tampoco veremos el caso de Ana Zabaloy, la maestra y exdirectora de la escuela N° 11 José Manuel Estrada de San Antonio de Areco, escuela fumigada testigo, como las miles que hay en el país. Ana fue fumigada en plena actividad docente por lo que sufrió de un adormecimiento facial por dos semanas.
Tampoco estará en Locos por el campo el caso del banderillero Jorge Salvador Guillaume, asistente de aplicación aérea de agrotóxicos, quien en 2007 contrajo carcinoma labial inferior, un tipo de cáncer de boca, y que luego falleciera.
Tampoco estará el caso del pequeño de cuatro años Nicolás Arévalo, fallecido en 2011 luego de haberse intoxicado con endosulfán mientras jugaba a las puertas de su casa. Nicolás aspiró el agroquímico pero también al pisar un charco con el tóxico el veneno entró a través de su piel. El agroquímico venía de la fumigación de tomates de la finca de Nicolás Prieto, hoy imputado por homicidio culposo en un histórico juicio que se desarrolla en estos mismos momentos en la ciudad de Goya, Corrientes.
“En 2012 se utilizaron 370 millones de litros de agroquímicos sobre 21 millones de hectáreas, el 60 % de la superficie cultivada del país. Esto significó que, en una década, los casos de cáncer en niños y las malformaciones en recién nacidos aumentarán un 400 %”, denunció en su momento el fotógrafo Pablo Piovano quien recorrió todas las zonas rurales registrando el drama del lado más oscuro del agronegocio y que se reflejara en su exposición El costo humano de los agrotóxicos.
El herbicida Roundup, comercializado por Monsanto, una de las más vendidas formulaciones comerciales de glifosato, provocan la muerte celular en pocas horas, provocando malformaciones durante el embarazo, abortos, además de distintos tipos de tumores y enfermedades respiratorias. No casualmente coinciden las zonas de mayores fumigaciones, con las de mayor concentración de muertos por cáncer.
Tan solo en Santa Fe la población expuesta a estos químicos llega al 50 %, y en toda Argentina suman aproximadamente 13 millones, casi un tercio del país.
En Argentina el 50 % del suelo cultivable, 15 millones de hectáreas, le pertenece solo a un puñado de 2 mil grandes propietarios, arrendando también muchas otras, llegándose a utilizar este “paquete tecnológico” sobre más de 20 millones de hectáreas.
Hay una ofensiva de imperialistas como Monsanto, recientemente adquirida por la alemana Bayer, en su intención de avanzar sobre la soberanía nacional a costa de la salud popular y el medioambiente. Recientemente la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria, cueva de mercenarios al servicio de Monsanto, Bayer y Syngenta, celebró 25 años de agromodelo contaminante profundizándolo con el lanzamiento de dos nuevos OVGM de la imperialista Dow Agroscience. Por otro lado, el macrismo busca sancionar una ley de semillas pactada con Monsanto a medida del agronegocio, tratando de finalizar el largo proceso de avance en el control imperialista de la cadena productiva de alimentos y así garantizarle una mayor porción de la renta agraria. La finalización de este proceso tiene como condición tanto la criminalización de la agricultura familiar como la criminalización de los opositores políticos a un modelo agroextractivista que condena no solo a los trabajadores rurales y pequeños campesinos a cada vez peores condiciones económicas y sociales, sino que también a la población de las zonas agrícolas a la proliferación del cáncer y otras enfermedades respiratorias asociadas a su paquete tecnológico.
Es en este marco que el macrismo le abrió las puertas a esta multinacional asesina para tener un programa en la TV Pública. ¡Claro que sí, señores! ¡Locos por el campo!
Roberto Andrés @RoberAndres1982
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