domingo, 18 de diciembre de 2016
Ganancias: la crisis política los desnuda
Como una "tregua con un tendal de heridos" definió un matutino el derrape del proyecto de ganancias en la Comisión de Presupuesto del Senado. El apriete de Mauricio Macri amenazando con descontar de los envíos a las provincias el costo fiscal adicional del mezquino acuerdo de Diputados fue suficiente para el arrugue del Partido Justicialista (PJ)-Frente para la Victoria (FPV) que domina el Senado. Notorios gobernadores pejotistas como Rosana Bertone, la verduga de los trabajadores de Tierra del Fuego, fueron grandes protagonistas del frenazo. Sergio Massa arrugó con una carta por la "unidad nacional" y hasta Axel Kicillof pidió corregir un artículo.
Pero tal vez fue la Confederación General del Trabajo (CGT) la que se lleva la cucarda del entreguismo. Luego de declarar que si Macri vetaba, "perderá las elecciones", es decir, de aclarar que no movería un dedo por segunda vez, después de la entregada frente al veto de la ley antidespidos, concurrió al Senado a suplicar por un proyecto contrario a terminar con el impuesto al salario, que apenas mueve mínimos y escalas y establecía algunas exenciones. Pero no terminó ahí. Más tarde ser reunieron con Jorge Triaca y acordaron el pedido de "reunión multisectorial" con Macri para discutir un recontraconsenso que sólo podría bajar aún más el mínimo no imponible, para que no pague sólo el millón de trabajadores que vociferó Kicillof (10% de la nómina), sino muchos más. Eso sí, suplicando en este caso que no los dejaran afuera de la foto con Macri.
Massa, la CGT y el PJ pasaron de la foto opositora con los autores intelectuales de la confiscación de ganancias a pedir otra con el mismísimo Macri: unidad nacional para confiscar a los trabajadores. En paralelo, se reactivó la convocatoria a sesión del Senado para tratar la ley de aseguradoras de riesgo de trabajo (ART) contra los derechos judiciales de los trabajadores. En el medio operaron sectores enteros de la burguesía como la Cámara Argentina de la Construcción, clamando por la continuidad de la confiscación de ganancias para seguir mordiendo del bolsillo de los trabajadores mediante las licitaciones de la patria contratista. Paolo Rocca rápido pidió "gobernabilidad".
Para reventar las arcas del Estado a favor de los fondos buitres, aplausos; para rebajar impuestos a los pulpos automotrices, consenso; para blanquear capitales evasores y fugadores, unidad; para el presupuesto del recontraendeudamiento y un nuevo ajuste en 2017, mayorías parlamentarias. Cuando se trató del impuesto al salario, se callaron durante todo el 2016 y, finalmente, negocian su continuidad, ahora por ley, en 2017.
La entregada de todas las fracciones del PJ, de los falsos Progresistas, de Massa y del triunvirato cegetista es homérica. El movimiento obrero tiene que sacar conclusiones de fondo. En primer lugar del papel jugado por el Frente de Izquierda, que levantó la bandera de los trabajadores que no levantó nadie a través del proyecto del Partido Obrero: la abolición de ganancias en los salarios de convenio, las jubilaciones y el monotributo. Una bandera que defendimos hasta el final, haciendo docencia socialista en el Parlamento, para contribuir a la conciencia de la clase obrera sobre todo el sistema impositivo del que se ha desentendido la clase capitalista para descargarlo sobre los trabajadores. En el orden social capitalista, son los capitalistas los que tienen que sostener su Estado. La transferencia de esa carga a los trabajadores es una manifestación más del agotamiento de un régimen social. Si los trabajadores tienen que sostener el Estado, deben ser ellos los que lo gobiernen para terminar con el parasitismo capitalista en todos los órdenes.
Desde luego, la movida no cancela la crisis política, la pone en un nuevo escenario, porque, como se aprecia, el Gobierno quedó golpeado y el peronismo perfectamente desintegrado como antes. Al completo impasse de la política económica se agrega la frustración definitiva de la promesa de campaña de terminar con ganancias, una mancha más al tigre de una crisis política que se manifestó con las disidencias internas de Emilio Monzó y el crujido de la "coalición a la carta", obligada a acompañar un golpe a los trabajadores tras otro.
El default cegetista, en segundo lugar, plantea la necesidad de superar la burocracia sindical en todos los planos. La lucha contra el ajuste, contra el conjunto de la ofensiva contra la clase obrera, es al mismo tiempo una lucha contra la burocracia sindical. La inviabilidad de la política oficial, acompañada por todo el arco opositor, llevará a inevitables choques y luchas de los trabajadores. No se trata sólo de que el Gobierno podría perder las elecciones en octubre, esa es una conclusión pasiva y de recambio, se trata de que hoy un paro activo nacional podría convocar a millones de trabajadores y quebrar la ofensiva capitalista. El 20 de diciembre, con el clasismo, el Polo Obrero y la izquierda, a la convocatoria que encabezó el Sindicato Único de Trabajadores del Neumático (Sutna) desde la propuesta de Atlanta, seamos miles con el programa reivindicativo y político para que el movimiento se ponga en pie, a la altura de sus posibilidades. El Frente de Izquierda tiene que apoyar con todo la movida y puede explotar la crisis política si interviene con un plan de acción política único en el año que empieza.
Néstor Pitrola
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