La Legislatura porteña debatió en la sesión del 15 de diciembre la transferencia de los juegos de azar de la Nación a la órbita de la Ciudad de Buenos Aires.
El legislador del Frente de Izquierda realizó una denuncia integral sobre el punto.
“El Casino es la metáfora de la inexistencia de una real autonomía porteña que no pudo defenderse cuando el negocio del juego privado entró por la costa del río y se instaló a pesar de todos los poderes del Estado”, dijo Ramal en referencia al establecimiento del casino flotante en 1999.
“Luego vinieron las máquinas tragamonedas del Hipódromo. El decreto de Néstor Kirchner otorgó la expansión de las máquinas tragamonedas a Cristobal López hasta 2032”.
Denunció la complicidad de los sucesivos jefes de gobierno de la Ciudad desde De la Rúa en adelante, especialmente el convenio de 2003 entre el entonces jefe de gobierno Aníbal Ibarra y el entonces presidente Eduardo Duhalde que consolidó el juego a cambio de que la Ciudad participe de alguna manera de la recaudación.
“En 1999 nos invadió un barco. Ahora lo integramos al cuerpo legal de la Ciudad de Buenos Aires. El juego pasa a estar en las vísceras y entrañas de la Ciudad y en la estructura recaudatoria”.
Ramal recordó la huelga de los trabajadores del Casino en 2007. “Centenares de chicos a los que no se les reconocía sus derechos gremiales fueron atacados salvajemente por una patota de Omar “Caballo” Suárez (burócrata del Somu y hoy preso por sus fechorías económicas).”
Y recordó que en aquellos piquetes de huelga que desarrollaban los trabajadores del Casino pudo ver personalmente la desesperación de los adictos al juego. “Entraban frenéticamente para poder desarrollar su adicción. El 83% de los adictos al juego son resultado de las tragamonedas. Familias enteras liquidan sus pocos ingresos”.
Así, calificó el nuevo impuesto como un “impuesto a la desesperación popular”.
Y alertó contra la pantalla de que parte de los ingresos obtenidos por la recaudación del juego sean destinados a necesidades sociales. “Una parte de los trabajadores que no llega a fin de mes y que por eso juega financia con el juego la realidad de otros millones de trabajadores que están desocupados, precarizados, y que deben sostenerse en base a la asistencia social”.
Ramal denunció tambiénque la ley no contempla un proceso de reconversión para terminar con la tragedia del juego en la Ciudad. No plantea una reconversión de los casinos en salas culturales, artísticas, “para que el ciudadano porteño encuentre otra vía para su desarrollo humano y cultural”.
Y concluyó refiriéndose a una “doble adicción”: “transferimos los ingresos a la ciudad pero pasamos a depender de esos ingresos. Tendremos entonces una ciudadanía adicta al juego como resultado de la proliferación de los casinos y un Estado que ahora será adicto a la recaudación que emana de él”.
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