El asesinato de Brian Aguinaco desató la furia de cientos de vecinos, que exigen la renuncia del comisario del barrio y denuncian la zona liberada.
“Pará que hay pibes, eh”, le dice un hombre con el torso desnudo a un grupo de diez policías, que se enfilaban para marchar. El que parece ser el jefe le pide con un gesto que se calme, pero entonces otras diez o quince personas corren para ponerse por delante de la fila de los uniformados. Un cordón de seguridad para que no pase la policía. Los efectivos dieron media vuelta y, en fila, se movieron hacia atrás. La imagen de los vecinos de Flores bloqueando el paso a los policías en la calle Bonorino, explica por sí sola el cuadro de rebelión popular que generó el asesinato de Brian Aguinaco (14), luego de ser baleado el sábado pasado.
El asesinato del joven generó una revulsión completa en el barrio y en toda la comuna 7. El día domingo alrededor de 50 vecinos entraron a la comisaría 38 a pedir la renuncia del jefe a cargo y denunciar la complicidad policial por las zonas liberadas. Hicieron temblar la calle Bonorino al grito de “que se vayan todos”.
La movilización continuó ayer lunes. También el destino fue la comisaría barrial, en una caminata llena de carteleras con la consigna “justicia por Brian”. Más de 500 personas se atrincheraron en Bonorino 248 para volver a pedir la salida del comisario a cargo y denunciar la zona liberada de los efectivos. “Pará de defender a los narcos”, gritaban los vecinos. “Andate, Bullrich”, entonaban enfurecidos, atacando a la ministra de Seguridad de la Nación.
Un grupo de vecinos ingresó a la comisaría y tomó el hall central del establecimiento. Solamente un grupo de policías mujeres escudadas contra la pared permanecía en esa zona mixta, en la que jamás dio la cara el comisario ni ningún funcionario del gobierno porteño o nacional. La gran mayoría de los efectivos se quedaron parapetados detrás de una pared, sin llegar al hall.
Dentro de la comisaría se generó un cuadro de asamblea popular. Los vecinos deliberaron cerca de los pasos a seguir. Si bien un grupo de vecinos y familiares tuvieron el compromiso de una reunión con el ministro de Seguridad porteño Martín Ocampo, la mayoría permaneció en el establecimiento.
El principal reclamo era la renuncia del comisario, de una policía que hace la vista gorda y es cómplice del delito organizado. El barrio de Flores está atravesado por el narcotráfico, las redes de trata y los talleres clandestinos, que se siguen cobrando víctimas a la vista de todos y cada uno de los funcionarios policiales. Por eso el hartazgo de la gente.
Al no poder persuadir a los manifestantes, la policía tiró gas pimiento y puso a la gendarmería a desalojar el lugar. Debieron reprimir la movilización alrededor de la media noche. No obstante, los vecinos siguen en pie de lucha.
Hoy, a las 8 de la mañana, se llevó adelante una asamblea y a las 19 está prevista una movilización, posiblemente más masiva aún que la de ayer, desde la sede comunal (Culpina y Rivadavia) hasta la comisaría 38, nuevamente.
Que se vaya el comisario. Que se abran los libros de la comisaría. Que se castigue a los responsables de haber convertido al barrio de Flores en una zona liberada.
Santi de Flores
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