martes, 27 de junio de 2017

“Momo” Venegas, un símbolo de la burocracia sindical



No puede dudarse de la sinceridad de las nota de condolencia que en todas las redes sociales han dado a conocer el gobierno y las patronales agrarias por la muerte de Gerardo “Momo” Venegas. Mauricio Macri, la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales, la Carbap y Federación Agraria, entre otras, despiden a un socio y a un cómplice en la superexplotación de los peones rurales, incluidos la trata de personas con fines laborales, el trabajo esclavo y la constitución de empresas fantasma con esos fines. Venegas fue ladero de Eduardo Duhalde, aunque después se aproximó a José Manuel De la Sota y, finalmente, a Cambiemos. Secretario general de la Uatre (Unión Argentina de Trabajadores Rurales) lo fue también de las 62 Organizaciones Peronistas y miembro del consejo directivo de la CGT durante la gestión de Hugo Moyano. Jefe de sindicalistas de cuatro por cuatro, fue amo y patrón del peronismo de Necochea. Un sindicalista patronal en toda la línea, con todo lo que eso implica en materia de negocios sucios y mafiosos. En definitiva, Venegas fue un símbolo de la descomposición terminal de la burocracia peronista y del peronismo mismo, como lo demuestra haber puesto las “62” al servicio de Macri.
“En tiempos de la gestión presidencial de Duhalde, Venegas expandió su influencia y llegó a controlar el Registro Nacional de Trabajadores Rurales (Renatre), el organismo que marcó su máximo punto de expansión sindical y política” (Clarín, 27/6). En esos tiempos, añade la información, el número de peones rurales "adheridos" a la Uatre ascendió a más de medio millón.
El Renatre había sido creado en marzo de 1999, durante los últimos meses de la presidencia de Carlos Menem y fue, a su modo, una recreación del viejo sistema de “conchabos” usado por la oligarquía agraria argentina desde el siglo XIX. Además de la Uatre, el directorio del Renatre estaba integrado por la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales y la Federación Agraria, y se encargaba de extender las “libretas de trabajo” que convierten al peón rural en un rehén de la burocracia y los terratenientes.
El Renatre abrió de par en par las puertas a las agencias de empleo como Gregard SA, propiedad de Venegas, proveedoras de esclavos para trabajar en el campo en condiciones infrahumanas, sin agua potable ni baños, hacinados en pocilgas y por supuesto en negro para el festín de los contratistas de siembra, de cosecha o pulverización. Aquel organismo manejado por Venegas y las patronales del campo tuvo su sustento legal en el decreto-ley 22.248 de la dictadura militar, aún hoy vigente, que permite a la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA) controlar salarios, condiciones de trabajo y hasta derecho de huelga, sin paritarias y con aumentos por incremento de la producción. También dio fuerza legal a otra caja de las patronales y de Venegas: las “cooperativas de trabajo”, que permiten eludir el pago de cargas sociales empresarias. En definitiva, un mecanismo delictivo de superexplotación casi servil del peón rural.
En 2008, en oportunidad del conflicto por la frustrada Resolución 125 –que intentó aumentar las retenciones a las exportaciones agrarias−, Venegas se alineó activamente con las patronales y se encargó de llevar a los peones a hacerle asado al patrón a la vera de las rutas que cortaban la Sociedad Rural, la Federación Agraria y Confederaciones Rurales.
En represalia, el gobierno de Cristina Kirchner le arrebató a Venegas la caja del Renatre, reemplazado por el Renatea. Fue más o menos lo mismo que el anterior, sólo que a cargo del Ministerio de Trabajo. La caja negra pasó de las manos de Venegas a las de Carlos Tomada y compañía. El nuevo régimen, más allá de algunos cosméticos que nunca se cumplieron (jornada de 8 horas, vivienda “digna”) ni siquiera derogó la 22.248 de la dictadura y mantuvo el negocio infame de la trata laboral, la esclavitud, el trabajo en negro.
En 2011, Venegas, con otros sindicalistas como José Zanola, de La Bancaria, fue detenido en la causa de venta de medicamentos adulterados en las obras sociales, una causa que develó el funcionamiento de mafias farmacéuticas vinculadas con la política, incluido el financiamiento de las campañas electorales del kirchnerismo.
Por entonces, Venegas, en su condición de titular de las 62 Organizaciones, ya se había encargado de hacer la defensa pública de la Triple A creada por Perón en 1973. Cuando diversas investigaciones históricas demostraron documentalmente lo que ya se sabía en cuanto al papel personal y directo del general en la creación de aquella organización terrorista, Venegas empapeló la ciudad y el país con afiches que decían “No jodan con Perón”.
Cuando, en mayo pasado, se le descubrió el cáncer de páncreas que acaba de matarlo, Venegas discutía con el oficialismo el lugar que habría de ocupar en la lista de diputados del macrismo.
Por último, debe decirse que las grandes luchas de los trabajadores rurales durante los últimos años, se desenvolvieron en contra no sólo de la patronal; también contra el carneraje organizado y las patotas de la Uatre conducidas por Venegas. Otro símbolo de la pelea del movimiento obrero argentino contra una burocracia sindical corrompida, transformada ella misma en patronal mafiosa.

Alejandro Guerrero

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