martes, 20 de junio de 2017
La Fraternidad: el gremio de maquinistas ferroviarios cumple 130 años
Un 20 de junio de 1887 nació uno de los sindicatos más poderosos del país, por la importancia del ferrocarril en la estructura económica y social.
Hoy se cumple el 130 aniversario de la fundación de La Fraternidad, el gremio de maquinistas ferroviarios y foguistas (o “fogoneros”, ayudantes del maquinista que en las antiguas locomotoras a leña o carbón se encargaban de alimentar a la máquina a vapor). Aunque nació como una “sociedad de ayuda mutua” (es decir, tenía carácter de mutual más que de sindicato), rápidamente se transformó en una organización para canalizar reclamos gremiales, por lo que está entre las primeras organizaciones sindicales creadas en Argentina. Como lo denota su nombre, es clara la influencia en el origen de La Fraternidad de las tendencias fundadoras del movimiento obrero en nuestro país, particularmente socialistas.
El acto de fundación se celebró en el salón de la Sociedad “Italia Unita”, con la presencia de 13 representantes mandatados por 208 maquinistas y foguistas de Pergamino, Mercedes, Temperley, Merlo y Tolosa. Fue nombrado como primer presidente de la flamante entidad Aurelio Arévalo, maquinista del Ferrocarril Oeste, actual Sarmiento.
Debido a que el régimen político conservador (gobierno de Juárez Celman) prohibía la organización gremial, las características iniciales de la actividad de La Fraternidad eran las de las viejas “sociedades de resistencia”, no había instancias posibles de discusión o negociación con el Estado. Pero ya la primera huelga ferroviaria, organizada por los maquinistas un año después del nacimiento de La Fraternidad, le abrió una disyuntiva al gobierno.
En 1888, en la línea del entonces ferrocarril Buenos Aires y Rosario (Ferrocarril Central Argentino-Ferrocarril Mitre, después de la nacionalización) se produjo la detención arbitraria de un maquinista, debido a un accidente en el que perdió la vida una persona en la localidad de San Martín. La policía reprimió y detuvo al trabajador ferroviario tratándolo como a un delincuente, aduciendo que el conductor de la locomotora debía ir “con cuidado de los distraídos que transitaban la vía como si fuera una calle pública”, según relata el historiador ferroviario Juan Carlos Cena. Entre las reacciones de sus compañeros estuvo la convocatoria a una asamblea general de asociados de La Fraternidad, que fue realizada en el local de la Sociedad Científica Argentina. En la asamblea se resolvió declarar la huelga del personal de esa línea ferroviaria. El conflicto duró tres días, alterando el flujo comercial entre Buenos Aires y Rosario. El resultado: el maquinista detenido fue liberado y absuelto de culpa y cargo.
Esa huelga, que afectó a las dos principales ciudades argentinas, fue prefigurando el carácter de La Fraternidad como un sindicato de extensión nacional, en una época en la que predominaban los gremios por oficio y no por rama. Si bien agrupaba únicamente a uno de los oficios ferroviarios, demostraba el rol estratégico que jugaban esos trabajadores en el esquema productivo del país, el modelo agroexportador.
Juárez Celman fue el primero en entender que debía brindar un trato especial a los reclamos de los maquinistas y foguistas: por eso en 1889 reconoció el Estatuto de La Fraternidad, dándole cierto grado de legalidad.
Para 1890, con la colaboración de los ingenieros Otto Krause y Carlos Echagüe, se crea la Academia de Instrucción de La Fraternidad. Esto le permite al gremio tener la posibilidad de control del ingreso al oficio, y por ende a las empresas ferroviarias. El investigador Juan Suriano plantea que por este hecho y por contar con un muy alto grado de sindicalización, de nivel de instrucción y calificación, los maquinistas contaban con gran estabilidad laboral y adquirían cierto prestigio dentro de la escala de las empresas que los presionaba a actuar corporativamente.
Por sus características específicas y por su rol estratégico para el transporte de mercancías y personas (o mano de obra), fue estableciendo un vínculo con el Estado de tendencia permanente a la negociación, lo que pese a algunos importantes episodios de lucha radicalizada en sus métodos, enmarcó a La Fraternidad en una estrategia reformista y corporativa: el mayor ejemplo sucedió en la Semana Trágica de 1919 cuando, incorporando junto a la Federación Obrera Ferroviaria (FOF, antecedente de la Unión Ferroviaria) algunos reclamos sectoriales a la huelga general iniciada ante los asesinatos de los obreros de los talleres Vassena, fueron uno de los primeros gremios en levantar la huelga –a cambio concesiones otorgadas por Yrigoyen- debilitando fuertemente la huelga general.
Después de 130 años, sigue planteada una tarea de primer orden: recuperar una poderosa organización sindical como es La Fraternidad de manos de sus direcciones burocráticas y conciliadoras (actualmente el massista Omar Maturano) para ponerla al servicio de los intereses del conjunto del pueblo trabajador.
Augusto Dorado
@AugustoDorado
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