martes, 13 de junio de 2017

La Protesta Humana



A 120 años de la fundación del periódico de los “anarquistas organizadores”. En 1903 cambiará su nombre por La Protesta. Uno de los lemas era: “Ni dios, ni nación, ni patrón”.

El 13 de junio de 1897, un grupo de militantes anarquistas dan vida en Buenos Aires al periódico La Protesta Humana. Participan obreros españoles, italianos, franceses y algunos criollos. Entre sus oficios hay periodistas y escritores, y también zapateros, panaderos, carpinteros, albañiles, tipógrafos, estibadores y cocheros. También hay algunas mujeres trabajadoras.
La mayoría de esos trabajadores e intelectuales escapan de Europa, perseguidos por su militancia revolucionaria. Y llegan a la Argentina cargados de prácticas e ideas nuevas. Traen consigo el pulso de la lucha de clases junto a una capacidad de organización y niveles de educación muy altos.
Sus primeras tiradas son quincenales, de 2000 ejemplares, pasando al poco tiempo a salir semanalmente, con promedios de 4000; con llegada a Montevideo, San Pablo, Río de Janeiro, y ciudades de Chile y Perú.
“Entre 1897 y 1901 –recordamos en el libro Cien años de historia obrera en la Argentina-, la lista de suscriptores a periódicos anarquistas incluye a las ciudades de Buenos Aires, Rosario, Mendoza, Mar del Plata, Junín, Ensenada, La Plata, San Juan, Villa Constitución, Carcarañá, Chascomús, Zárate, Bahía Blanca, Villa Mercedes, Córdoba, Victoria, Río Cuarto, Corrientes, Santa Fe, Resistencia, y más de 100 localidades en todo el país, además de numerosos barrios de la Ciudad de Buenos Aires”.
Esos núcleos anarquistas crecerán al calor de la oleada de huelgas de 1895-1896, y con la salida del periódico La Protesta Humana los sectores “organizadores” lograrán preponderancia, participando de las huelgas e impulsando la formación de nuevos sindicatos. Para 1900, junto con el Partido Socialista, se convertirán en una corriente muy importante dentro del movimiento obrero.
Esta influencia lleva a un corresponsal del periódico inglés The Times a escribir en 1910, en los meses del Centenario, que “el problema más serio al que se enfrentan las repúblicas sudamericanas sea la dispersión del anarquismo y su crecimiento en las nuevas atmósferas libres. Y Argentina es el Estado más afectado”.
Los primeros números salen a dos páginas, para evolucionar al poco tiempo a un pliego de cuatro páginas. Sobresalen las informaciones internacionales, como las duras huelgas en Barcelona y traducciones, por ejemplo, sobre la historia de la Comuna de Paris.
Las formas gráficas son cuidadas. Se imprime a cuatro columnas junto a títulos en distintas tipografías, subtítulos en negritas y frases destacadas.
Publican también noticias cortas, y tienen corresponsalías desde las provincias y ciudades del país como Bahía Blanca, Rosario, Tucumán. Y realizan “giras de propaganda” por el interior.
Viven de la “suscripción voluntaria”, que publican en cada número, con entradas y gastos; todo muy detallado y prolijo.
Hay “Avisos y comunicaciones” de grupos como “Libertad y amor”, de Rosario, que publican el folleto “Milongas Sociales”, y otros que hacen teatro, poesía y música, y hasta uno que firma como el grupo “La venganza será terrible”. Avisan también de cambios, como el traslado de “la redacción e imprenta de nuestros colegas anticlericales El Infierno, a la calle Alsina 1665”, y la instalación definitiva del “Centro de Estudios Sociales ‘Malhechores honrados’, en la calle Río de Janeiro 1043”.
Se anuncian las reuniones gremiales de las nacientes sociedades de resistencia obrera, como la “Sociedad de hojalateros y gasistas” y la “Sociedad de Obreros Ebanistas y anexos”. Son las primeras organizaciones de resistencia obrera, que luego evolucionaran hacia los sindicatos modernos
Publican boletines de las primeras huelgas, donde extienden la solidaridad de clase y agitan que la revolución es la vida y el progreso; la regeneradora del mundo; “¡Viva la huelga general! ¡Viva la revolución!”, escriben.
Hay informaciones y debates internacionales que comparten desde España, Francia, Austria, Alemania, Holanda e Italia. Abordan, por ejemplo, la “Huelga General en Barcelona” y “La farsa de la legislación obrera” en Francia, a propósito de la lucha de los mineros por la jornada de 8 horas, donde denuncian las trampas, maniobras y coacción de las leyes burguesas.
Acompañan sus números también artículos de debates con los socialistas, a los que retan en enero de 1902 a “un meeting público de controversia para depurar responsabilidades sobre el fracaso de las huelgas de Rosario”. “Si el Partido Socialista –expresan- posee razones para sostener los cargos levantados contra los anarquistas, nunca mejor ocasión que la presente para divorciarnos con los trabajadores (…)” Y ¡“Hála, buena ocasión para reventarnos!”.
A la vez llevan adelante campañas contra la prensa burguesa, como el diario La Nación, al que tratan de “conservador, reaccionario, y órgano de los negreros y capitalistas”.
Hay anuncios también de boicot, bajo el título de “Casas y artículos boycoteados”, que van desde panaderías, periódicos burgueses y marcas de tabaco. Y recomendaciones a comprar los cigarrillos “Germinal” que produce una Cooperativa Obrera.
Se anuncian fiestas en beneficio de la escuela libertaria “Nueva Humanidad”, donde habrá oradores, y se entonarán los “Hijos del Pueblo”, y actuarán los dramas “La fuerza de la razón” y “Pan del pobre”, cerrando con baile familiar. Y la inauguración en Capital de una gran “Casa del Pueblo, con el fin de instituir en ella una gran Bolsa de Trabajo y la Universidad Libre”.
Hay también informaciones de reuniones de obreras, donde recomiendan “la asistencia a todas las mujeres”, en la que participarán “varias compañeras del grupo Las Libertarias”.
El periódico fue clausurado a finales de 1902. Bajo la aplicación de la Ley de Residencia y el Estado de Sitio sufrió la deportación de muchos de los periodistas y militantes que lo escribían, lo producían y lo distribuían. En enero del año siguiente publicarán La Protesta.
Esta rápida recorrida por algunas de sus páginas nos muestra un sentir un espíritu de época, que impulsa organización e ideas al tiempo que levanta la lucha por la reducción de la jornada laboral a 8 horas, y la aspiración a construir una nueva era de cara al siglo XX que se iniciaba.
Una escuela de periodismo obrero que pone a la luz hojas para la memoria, que permiten ver algunas de las primeras bases políticas e ideológicas desde dónde se comenzará a construir el proletariado argentino.

Hugo Echeverre

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