lunes, 10 de abril de 2017

La clase trabajadora ocupa el centro de la nueva situación política

Gente en las calles

Distintos condicionantes de la economía y la política, también raíces ideológicas profundas, confluyeron en una dinámica social hasta cierto punto inédita. Se trata de un momento bisagra, lo que define la coyuntura es que las clases y fracciones de clase van tomando posición.
Las fuerzas parece se van alineando. No se trata de un alineamiento en términos electorales, este se agita pero no concreta nada todavía, el oficialismo no tiene candidatos de peso y la oposición peronista sigue encerrada en su propio laberinto. Lo que en realidad define es la dinámica social en curso.

La economía que no ayuda

Las cifras, provengan de entidades privadas u oficiales, son inapelables. El último informe del INDEC mostró que en febrero la actividad industrial registró una baja del 6 por ciento y que la construcción se contrajo un 23.5. Que el consumo volvió a caer en enero y febrero (-7 y -5 respectivamente) y que acumula tres trimestres consecutivos de caída, algo que no sucedía desde el 2008. El INDEC confirmó que en 2016 la economía cayó un 2.3 por ciento, y que este año está creciendo al 2, por debajo de lo esperado.
A pesar de la recesión la inflación resiste a la baja. Las estimaciones para el mes de marzo arrojan un alza de precios en torno del 2.5 por ciento, con lo que el trimestre cerraría con 6.4 de inflación. Para varias consultoras privadas el piso para el año rondaría del 25 por ciento, mientras que para el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que produce el BCRA, “..la inflación esperada para todo 2017 pasó del 20,8% al 21,2%”. Cualquiera sea la estimación están alejadas de las metas oficiales del 12 al 17 por ciento para todo el año...
Si el diagnostico de crecimiento del 2do semestre 2016 fue un fracaso también lo ha sido el de este primer trimestre 2017. El gobierno ha cambiado, ahora apuesta a pasar el otoño y el invierno y a crecer en la primavera electoral. Intentará con una serie de medidas alentar el consumo en el corto plazo de modo tal que el repunte de la actividad se "note" para antes de las legislativas de octubre pero aún los más optimistas no pasan de estimar una suave reactivación que se duda “llegue a la calle”.
Con fines electorales el ministro de economía impulsa la demanda con una política fiscal expansiva, pero ante el rebote inflacionario el BCRA aumentó nuevamente las tasas de interés, una política monetaria es restrictiva. Así las políticas pueden neutralizarse.

La dinámica social

Los brotes que no brotan, la pobreza que aumenta, los errores no forzados de la gestión, los desequilibrios macroeconómicos que no se corrigen, la inflación que no cede, todo está en la base de la dinámica social que se desplegó en los últimos 30 días.
Del 6 de marzo al 1° de abril miles y miles de personas inundaron las calles, la gran mayoría impugnando la política del gobierno nacional, una minoría apoyándolo. El gobierno ha hecho de la concentración del sábado pasado una suerte de epopeya democrática multitudinaria. Es cierto que había miles de personas pero estas no empardan a la menor de las concentraciones anteriores, que fue la docente del 6 de marzo. Un analista precavido como Carlos Pagni escribió en La Nación “...los asistentes entraban y salían del punto de reunión. Circulaban. No obedecían a la pretensión más marcada del poder: retener. Imposible saber cuántos fueron. La inmensa mayoría era itinerante”. Un gambito periodístico para evitar la comparación.
Si el 1° de marzo de 2016 en su discurso de apertura de las sesiones del Congreso, Macri convocó al “arte del acuerdo”, un año después en el mismo recinto se plantó en la confrontación política. Ahora ha rearmado su relato, ha ratificado el rumbo y ha decidido profundizar la confrontación. Esto es, volver al enfrentamiento abierto con el kirchnerismo, como en tiempos de la anterior campaña electoral. Y hay que decir que ciertas actitudes y declaraciones del kirchnerismo fundamentalista (léase cristinismo) no hacen más que colaborar con esta estrategia electoral oficialista, terminan llevando agua para el molino de Cambiemos

Lo que importa es la composición social

Esa confrontación es entre dos minorías intensas que objetivamente no hacen más que quitarle el carácter de clase a la confrontación real, y subsumirla en lo electoral. Lo que impacta de estas movilizaciones es su masividad pero también que muestran que el conflicto social crece. Más allá de la densidad de cada una lo que importa es su composición y aquí la diferencias es notable. La del 1° de abril convocó a sectores de las clases media y medias altas urbanas, muy similar a los cacerolazos del 2012 y 2014, con un claro apoyo al gobierno y presiones para que profundice su política encubiertas en “la defensa de la democracia”. Las de Marzo fueron todas opositoras pero distintas en su composición social, claro que ningún sector conservador participó en ellas. La del 8 –Día internacional de la Mujer- y la del 24 –Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia- fueron claramente policlasistas, mientras que las concentraciones del 6 (docentes) y 7 (CGT) y la del 30 (las dos CTA) fueron claramente expresiones de la clase trabajadora. Sus reclamos y reivindicaciones expresaban intereses de clase concretos.
Este ciclo de movilizaciones deja en claro que no hay ninguna acción destituyente, que la democracia no peligra que lo que hay es la defensa del salario y de las condiciones laborales, del empleo y del cumplimiento de la emergencia social, de la defensa de los derechos de la mujer y de la libre expresión y organización del conjunto. El contundente paro general de hoy día -6 de abril- y los cortes y piquetes del clasismo y la izquierda lo ratifican.
Se ha abierto una nueva situación política y la clase trabajadora está en el centro de la escena. Lo que preside la dinámica social en curso es como siempre la relación Capital / Trabajo.

Eduardo Lucita

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