jueves, 24 de marzo de 2016

Las "alforjas" de Obama



Qué hay detrás de la visita colonial

La visita de Obama ha sido presentada como el punto de partida de un proceso de inversiones y relanzamiento económico de Argentina, bajo la tutela del país del Norte. Pero bien mirado, lo que se bailó Obama en la cena del CCK fue un tango- o sea, el duelo de dos necesitados. Macri recibió el aval político para el rescate financiero que está tramitando ante el capital internacional. Ese rescate requerirá, por un lado, de una suerte de “punto final” por parte de la justicia norteamericana. Por el otro, necesita reciclar una deuda que se acerca a los dos tercios del producto bruto argentino, y que tendrá que aumentar para refinanciar al Tesoso nacional y a las quebradas finanzas de las provincias. Ese rescate tendrá lugar a tasas de interés usurarias, que convertirán a la Argentina en una dependencia del capital financiero.
A cambio de este salvavidas de plomo, Obama dejó su factura. En primer lugar, la complacencia del gobierno Macri en el desenlace de la crisis política brasileña, cuyo trasfondo es una tentativa de acaparamiento económico de ese país en favor de las corporaciones imperialistas. El camino para ello ha sido pavimentado por las corruptelas de los Lázaro Báez brasileños, con el concurso de sus socios petistas.
Por fuera de estos objetivos, el verdadero contenido de las “alforjas” de Obama debe ser examinado a la luz de la crisis mundial capitalista. Las promesas de “inversiones” contrastan con el retiro de los capitales de los países emergentes, los cuales, en medio del derrumbe de los precios de sus materias primas, han perdido garantías para sostener un proceso de endeudamiento. El Citibank, compatriota de Obama, acaba de anunciar su retiro de Argentina, con un tendal de miles de bancarios en la calle.
La promesa de una “expansión del comercio” choca con una contracción del comercio internacional, como resultado de esa misma crisis mundial. La diplomacia yanqui está en una disputa por el botín cada vez más magro de ese comercio, en primer lugar, contra las exportaciones e inversiones de China. Este es el objetivo del Tratado TrasnPacífico, donde la integración de algunos países de la región a esa pelea –Chile, Perú- se procesa al precio de concesiones económicas leoninas. Una aproximación de Argentina –y eventualmente del Mercosur- al TPP debería pagar el mismo precio, por caso, el reconocimiento a Monsanto de las regalías que reclama por su “paquete tecnológico” de agrotóxicos; a las corporaciones farmacéuticas internacionales por sus cuestionadas patentes, o una apertura general del comercio automotriz, a costa de puestos de trabajo y de las conquistas laborales de los trabajadores mecánicos. Este paquete, que podría estar asociado al rescate financiero de la quiebra nacional, exigiría un mayor dislocamiento industrial y un choque de fondo contra los trabajadores.

“Derechos Humanos”

Esta plataforma de recolonización económica y política ha sido revestida con la bandera de los “derechos humanos”. Es la coartada utilizada por el imperialismo en todo el continente, incluso en la operación restauracionista sobre Cuba. Obama ha sido llevado al Parque de la Memoria con el objetivo de un doble blanqueo. Por un lado, de los servicios y la inteligencia militar de los Estados Unidos, para reforzar su injerencia continental detrás del pretexto de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo (ello, cuando la DEA –y sus gobernadores amigos- asisten desde hace años a la penetración del narco por el norte argentino). Por el otro, se trata de un blanqueo al ejército y “servicios” argentinos, para facilitar su colaboración en esta injerencia colonial. Es lo que el kirchnerismo había comenzado a tramitar con la ley antiterrorista, en sus primeros años de gobierno.

Kirchnerismo desnudo

La catadura colonial del viaje de Obama no le impidió al grueso de la oposición concurrir a la cena del mandatario yanqui con Macri, incluyendo en la lista al 95% de la burocracia de los sindicatos. Es un aval al pacto con los fondos buitres y al conjunto de sus consecuencias económicas. Pero más brutal que esto, si se quiere, es el silencio completo de la “Cámpora”, de sus diputados y socios políticos de cara a la visita de Obama. La movilización y el acto antiimperialista que realizaron en Plaza Italia organizaciones de izquierda y de derechos humanos fue boicoteada por el kirchnerismo. En esa ausencia, hay que incluir a sus tardíos socios de Patria Grande (¿?), que han descubierto la virtud de las “marchas únicas” para encubrir a Milani o a Pedraza, pero no cuando se trata de repudiar a los carceleros de Guantánamo.
Con su silencio, los K han reivindicado su propia política de “pagadores seriales” de la deuda usuraria. O sea, la reestructuración de deuda que llevó a pagar en diez años casi 200.000 millones de dólares para terminar con la misma hipoteca que tenía la Argentina quebrada del 2001. Esa política fue saludada por el departamento de Estado y por la ONU, los reductos de Obama.
Los lenguaraces mediáticos de Macri y Obama han saludado “el ingreso de Argentina al mundo”. En realidad, Argentina ha ingresado de lleno a la crisis mundial capitalista. La “alforja” de Obama terminará alumbrando convulsiones sociales y políticas de fondo.

Marcelo Ramal

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