“Existe una continuidad entre los reyes españoles que nos negaron una universidad por cuatro siglos con el que ayer negó nuestra nacionalidad. Perdura una barbarie incesante entre sus antepasados y Felipe VI”. El escritor puertorriqueño Eduardo Lalo planteó esta crítica en el VII Congreso Internacional de la Lengua Española que se acaba de desarrollar en San Juan de Puerto Rico. Lo aplaudió media sala de pie.
El escritor hizo referencia así a las palabras de inauguración del rey español Felipe VI, quien había señalado: “La Reina y yo sentimos una gran alegría por viajar nuevamente a los EE.UU de América y por hacerlo poco después de haber visitado La Florida. Hoy estamos en Puerto Rico, donde también se manifiestan de una manera tan intensa y fructífera nuestra historia y cultura (…). Es la primera vez que un congreso panhispánico de esta serie inaugurada en 1997 se celebra en un país tan íntimamente ligado al conjunto de los Estados Unidos (…). El (idioma) español ha dejado de ser una lengua marginal de emigrantes para integrarse como lengua social y de cultura en la sociedad americana” (AFP, 15/03/16).
Horas antes de hacer ese pronunciamiento en el Congreso de la Lengua (al que asistieron 300 escritores y académicos de 24 países), el premiado Eduardo Lalo (una de las voces literarias más prestigiosas de la isla) había escrito una columna en un diario titulada “Actos de barbarie”. Allí desarrolló un alegato político contra el discurso colonialista de Felipe y un manifiesto de defensa de los derechos políticos, sociales y culturales de los puertorriqueños:
“En el discurso de Felipe VI se nos anuncia que está contento de visitar Estados Unidos y de descubrir un lugar donde el español 'mestizo' alterna con el inglés. Luego añadiría que éste ‘no es el lugar para tratar la historia de Puerto Rico’. Pues sí, Majestad y señor (director del Instituto Cervantes, Víctor García) de la Concha, este Congreso es el lugar y la ocasión perfectos para tratar esa historia. ¿Dónde sería más pertinente y apropiado?”.
Siguió: “Si Puerto Rico, luego de casi 118 años de agresiones y presiones estadounidenses, ha preservado la lengua española y su cultura caribeña y latinoamericana, y las ha desarrollado tanto o más que otros países de América, ha sido por la voluntad, la resistencia y la energía creativa que poseemos. Ignorar olímpicamente el grave problema político de Puerto Rico, del que también son responsables tanto España como Estados Unidos, es cuanto menos un acto de inconsciencia o ignorancia y, además, una violencia dirigida a nosotros que somos sus anfitriones” (La columna completa: http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/actosdebarbarie-columna-2174535/).
En una entrevista con la Revista Ñ publicada días después, Lalo caracterizó: “Los puertorriqueños hablamos español, no hablamos un español mestizo como dijo el Rey en la inauguración del Congreso. Dicho esto por un español, resulta abiertamente racista porque lo menos que presupone es ‘mira esta gente qué raro que habla’. Somos supervivientes. Filipinas perdió la lengua hace 50 años, nosotros no”.
Ese español, al que refiere reivindicativamente el escritor, se traduce dominantemente en el “boricua como gentilicio –popular– y como un lenguaje que oficia como jerga, lunfardo que le da identidad en tanto aporte singular de los habitantes de la isla” (Revista Ñ, 18/03).
En Puerto Rico, el inglés se enseña como segunda lengua, aunque se ha estimado que sólo 10% a 20% de los isleños domina el inglés “muy bien” y, según datos de 2009, 9 de cada 10 residentes no hablan el inglés “en un nivel avanzado”. El 95% de los residentes habla español en la casa. El País de España destacó el 19/03: “La relación de los puertorriqueños con el país del norte resulta compleja. En las calles se respira una auténtica manera de ser latina y el español es una barricada que reivindican con orgullo”.
En otro discurso del Congreso, el escritor puertorriqueño Luis Rafael Sánchez incorporó: “Algunos compatriotas menosprecian la palabra puertorriqueñidad, benigna después de todo. Nada más a lo que alude el Inca Garcilaso de la Vega cuando bautizó –va para 400 años–, el amor natural de patria”. Y acusó que esa palabra —“puertorriqueñidad”— no era aceptada por la RAE (La Academia la agregaría días después en su versión digital).
Aún más: durante la inauguración, antes de que comenzara a hablar el rey Felipe VI de España, un activista local (el cineasta puertorriqueño Pedro Muñiz) pidió por la libertad del independentista Oscar López Rivera, preso en una cárcel estadounidense acusado de intentar atentar contra el gobierno federal hace más de tres décadas (Ídem anterior).
Puerto Rico es un "Estado asociado" de la Unión Americana que se encuentra en bancarrota, con deudas impagables de más de 70.000 millones de dólares, en poder de acreedores en territorio de Estados Unidos y de bancos locales. Fue un territorio invadido por Estados Unidos en 1898, hasta entonces colonia española.
“Aquí el idioma es un hecho político”, señaló el escritor y periodista Héctor Feliciano. El alegato de Eduardo Lalo contra Felipe opera como ese hecho político: la defensa de la cultura como principio de soberanía; es, en ese sentido, una categórica denuncia contra la histórica opresión de España y Estados Unidos contra el pueblo puertorriqueño (en la isla y como inmigrantes en EE.UU), una sociedad sumida hoy en la crisis económica.
Esto debe ser un punto de apoyo en la comprensión política del pueblo de Puerto Rico en el camino hacia su independencia, en la perspectiva de la unión a una América Latina socialista.
Daniel Mecca
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