Barrido y limpieza general, con las excusas de siempre
Hubo especial ensañamiento con las áreas de Cultura, Comunicaciones, Investigadores, Publicaciones, en una tanda de despidos que incluye a personas con 20 años de antigüedad y embarazadas. Elsa Barber, directora interina, ingresó ayer custodiada por la Policía.
El clima de desconsuelo crece en la Biblioteca Nacional (BN) desde el lunes por la tarde, cuando llegaron los primeros telegramas de despidos, que ascienden a 250, el 25 por ciento del personal del organismo: una cifra escalofriante que responde al plan sistemático de ajuste y reducción del Estado del gobierno de Mauricio Macri. Para espanto de muchos, no se descarta que haya más despidos. Elsa Barber, la actual directora –que ayer ingresó al organismo muy temprano, escoltada por la Policía federal–, empeñó su palabra y dijo en una reunión con los representantes de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) que si había despidos masivos ella renunciaría. ¿Cumplirá con lo que prometió o se transformará en una funcionara macrista de foja impecable, alumna ejemplar que aplica el manual de despidos seriales? Escenas de llanto, desmayos, ambulancias... “Es uno de los peores días de mi vida”, confiesa un trabajador que no puede digerir imágenes que podrían pertenecer a una película siniestra, codirigida a la distancia por el “primer ñoqui”, el escritor Alberto Manguel –a esta altura resulta extraño que pueda asumir en julio próximo, y su conferencia inaugural de la 42 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires tendrá manifestaciones en repudio, un escándalo para su devaluado prestigio– junto con el ministro de Cultura, Pablo Avelluto. “Se llevaron a la directora Técnica Bibliotecológica, Elsa Rapetti, en ambulancia porque se descompuso cuando supo que echaron a su hijo y a su nuera. Echaron cientos, de distintas áreas, con particular ensañamiento en Cultura, Comunicaciones, Investigadores, Publicaciones; personas con 20 años de antigüedad, embarazadas... un verdadero desastre. He visto llorar gente de todas las edades: ninguno era ñoqui, ninguno era militante de la Cámpora. Muchos eran gente común que trabajaba en microfilmación, en personal, en investigación”, explica el mismo trabajador cuyo nombre y apellido Página/12 preservará para evitar el ensañamiento y la persecución ideológica, una práctica implementada en distintos ministerios y organismos.
Los 250 empleados excluidos a mansalva de la existencia laboral tuvieron en sus manos la entumecida rúbrica del lenguaje burocrático en serie: “Les comunicamos que prescindiremos de sus servicios a partir del día 21 de abril del corriente, conforme lo dispuesto por el Decreto 1421/2002 y la Resolución NRO 48SGP/2002 Anexo II, Cláusula 7MA, relevándoselo de prestar servicios durante el mes del preaviso. Queda usted debidamente notificado”. Los rumores de despidos masivos en la BN empezaron en enero y se dispararon en febrero, a la par de la estampida de precios y la inflación, cuando Manguel visitó la Biblioteca, como una especie de director en la clandestinidad, para reunirse con los directores de áreas y con los delegados gremiales de ATE, Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) y Sindicato de Obreros y Empleados de la Educación y la Minoridad (Soeme). Nadie pudo conseguir que el escritor se comprometiera públicamente a desestimar de plano el horizonte de futuros despidos porque “no tenía injerencia” en la materia, según argumentaba el autor de Historia natural de la curiosidad y El viajero, la torre y la larva, entre otros libros. Entonces se supo que en el ministerio de Modernización hay un listado con la cantidad de empleados que pasarían a disponibilidad en cada uno de los ministerios. En el Ministerio de Cultura figuran unos 1400, de los cuales echaron a 494. Ahora se suman 250 con la BN. La cifra en Cultura alcanza los 744, o sea la mitad de la “meta” estipulada.
El pasado 7 de marzo, Barber asumió como directora. La primera medida que “tomó” –por expresa voluntad de Manguel– fue “suspender” los 19 talleres gratuitos de poesía, teatro, ópera, lunfardo y tango, ajedrez, dramaturgia y cuento latinoamericano, entre otros, que la institución ofrecía de abril a diciembre; talleres que se iniciaron en 2003, con la gestión de Horacio Salas en la dirección de la Biblioteca, y que la gestión de Horacio González amplificó. No hubo ninguna explicación, simplemente se comunicó que quedaban stand by hasta la asunción de Manguel en julio próximo.
“Estoy prendido fuego”, cuenta Diego Martínez, secretario general adjunto de ATE en la Biblioteca. “Se enviaron aproximadamente 250 telegramas, sin distinción de modalidad contractual, tipo resolución 48 o contratos de locación. Algunos compañeros despedidos son de planta permanente y tienen más de 10 años de antigüedad. Los tres gremios que tenemos competencia en la Biblioteca estamos analizando qué medidas vamos a tomar. Barber nos prometió hace un tiempo que ella no iba a ser utilizada para despedir trabajadores. Que si eso sucedía, renunciaba. Si la directora no puede o no está con facultad para intervenir, vamos a pedir la interlocución del Ministerio de Cultura para empezar a discutir este asunto”, advierte Martínez, y agrega que hoy se realizará una asamblea con los tres sindicatos para implementar una mesa de negociación “lo más urgente posible”. El escritor y periodista Marcos Mayer, director de la revista Estado Crítico, publicada por la BN, confirmó ayer que está entre los trabajadores despedidos a través de Facebook. “Hoy a la mañana temprano me llegó el telegrama de despido de la Biblioteca Nacional”, escribió Mayer y comentó que Estado Crítico, que codirigía con Guillermo Saavedra, fue “discontinuada”, para apelar al vocabulario de la eficiencia cultural que impuso el macrismo de un tiempo a esta parte.
La elección de Manguel como director de la BN, a mediados de diciembre, generó al principio cierta expectativa en la comunidad cultural. El impacto que tuvo la visita secreta del escritor entre los trabajadores del organismo terminó por licuar esa oportunidad de continuar con la pluralidad y diversidad que adquirió la institución durante la gestión de González. El futuro de la BN es un tema que preocupa a intelectuales, escritores y artistas que no pueden ser etiquetados de kirchneristas, como Beatriz Sarlo, Maristella Svampa, Eduardo Grüner, Martín Kohan, Rafael Filipelli, Eduardo Stupía, Roberto Gargarella, Christian Ferrer y Rafael Spregelburd, entre otros, quienes a través de una solicitada publicada en distintos medios y redes sociales expresaron su preocupación por la situación que atraviesa el organismo, “en el contexto del despliegue de una política de despidos masivos en el área de cultura del Estado”, y le solicitaron al Ejecutivo “el máximo cuidado y precaución en el tratamiento de una institución que, en los últimos años, no sólo se orientó a preservar, acrecentar, registrar y difundir la memoria impresa de la Nación sino que a la vez fue un espacio de pluralismo y libertad de pensamiento”.
El Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) difundió una declaración en la que “rechaza unánimemente los despidos”, pide “la inmediata reincorporación de las compañeras y compañeros trabajadores a sus puestos de trabajo” y exige “la renuncia de los funcionarios responsables de los despidos”, que se producen “bajo la dirección interina de una profesora de nuestra casa de estudios”, en alusión a Barber, que es docente de la UBA. No hubo prudencia como reclamaron en esa carta Ricardo Piglia, Rogelio García Lupo, Luisa Valenzuela, Luis Chitarroni, Sergio Olguín, Marcelo Cohen y Sergio Chejfec, entre tantos otros. “Como sociedad tenemos la oportunidad de preservarla de revanchismos y perspectivas facciosas; y la necesidad de comprender que un atropello contra la Biblioteca significaría un agravio a toda la comunidad”. El agravio, lamentablemente, continuará.
Silvina Friera
Página 12
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