domingo, 13 de marzo de 2016

Stiuso o la descomposición del Estado



La crisis que deriva de la muerte de Nisman es un gran escenario de ocultamientos, de los dos lados del mostrador. Sólo por mencionar un caso, la jueza Sandra Arroyo Salgado, ex mujer de Nisman, impidió que se revisaran las computadoras del fiscal con el argumento de “preservar su privacidad”. Algo oculta también ella

Ahora, cuando Stiuso se ve obligado a salir a la luz pública, queda claro por qué tanto le convenía la oscuridad. Este hombre, que durante décadas ha sido un instrumento y a la vez ha tenido de rehenes a tantos políticos de la burguesía argentina, es un personaje de una mediocridad sorprendente y un extorsionador (puede dar fe Luis Moreno Ocampo, que recibió de Stiuso un “carpetazo” por la cabeza, al aire, en un programa de televisión). Con él queda a la luz la condición mafiosa del personal político del Estado argentino, fiel expresión de la burguesía que lo mandata. Las “operaciones” que Stiuso y Alberto Nisman hicieron en la causa Amia por cuenta de Néstor Kirchner no son más que un refrito de informes que les suministraban la CIA, el Mossad israelí y los servicios de inteligencia de Alemania e Inglaterra.
El hecho de que Stiuso sea la punta de lanza de las acusaciones gubernamentales contra sus antecesores es parte de la disgregación de la camarilla K, de la cual este espía era una pieza clave. Como se recordará, él fue el encargado de organizar, por instrucciones de Kirchner, “una Gestapo, una Side paralela”, como denunció en su momento el ex ministro kirchnerista Gustavo Béliz en sede judicial.
En definitiva: Stiuso es el personaje traído por Macri para organizar otro apriete, otra vuelta al nudo del cerco judicial contra los K. Pero la catadura del elegido para esa operación, develada por sus apariciones públicas, pone en crisis a la operación misma. Por otra parte, todo el armado no tiene otro propósito que la simple extorsión: por ahora, la amenaza de encarcelar a Cristina Kirchner es un arma de presión en favor de la “gobernabilidad” buitre.

La necesidad del ocultamiento

La crisis que deriva de la muerte de Nisman es un gran escenario de ocultamientos, de los dos lados del mostrador. Sólo por mencionar un caso, la jueza Sandra Arroyo Salgado, ex mujer de Nisman, impidió que se revisaran las computadoras del fiscal con el argumento de “preservar su privacidad”. Algo oculta también ella.
Mucho más ocultan Sergio Berni, la fiscal Viviana Fein y el personal de Prefectura que intervino en la escena del crimen, dedicados a destruir evidencias sistemáticamente. Algo oculta Diego Lagomarsino, proveedor del arma que mató al fiscal, porque no quiere que la causa pase al fuero federal. Y ni hablar de Stiuso, que reparte “carpetazos” por televisión para que no hablen de él. Las 17 horas del testimonio de Stiuso no sirven para nada en términos jurídicos. Lo admitió su abogado, Santiago Blanco Bermúdez, al declarar que su cliente “no había aportado pruebas, sino una interpretación” (La Nación, 7/3). Por lo demás, lo payasesco de toda la operación hace imposible cualquier condena seria, más allá de las extorsiones políticas mencionadas. Pero seguramente en la interna macrista algunos ya les estarán reprochando la audacia a quienes pergeñaron este retorno de Stiuso: a nadie conviene, por ejemplo, que se develen los vínculos de Nisman con el propio Stiuso, con los espías Alberto Mazzino y Fernando Pocino (es el que aparece en una foto con Hebe de Bonafini durante la primera represión al Indoamericano). Elisa Carrió, por ejemplo, dice que el entregador de Nisman fue Stiuso.
Siempre se debe recordar que el macrismo es una bolsa de gatos. Y todo puede empeorar cuando empiecen a volar otros “carpetazos”, como, por ejemplo, el de la proximidad de Stiuso con lavadores de dinero vinculados con la camarilla macrista que dirige Boca Juniors. Las carpetas van pero también vuelven y a veces se hacen plomo caliente, como cuando la Bonaerense asesinó a tiros a Pedro “el Lauchón” Viale, agente de la Side, mano derecha de Stiuso y empleado de un viejo amigo de Macri: el proxeneta Raúl Martins. El Estado argentino y sus funcionarios más encumbrados hieden por todos sus costados.
Entretanto, la apelación de Lagomarsino al pase de la causa al fuero federal obliga a que intervenga la Cámara del Crimen. Se trata de otra instancia de negociaciones espurias.
Otra vez: los trabajadores necesitan librarse de esas cuevas de conspiraciones contra el pueblo que son los servicios de inteligencia. Su disolución y la inmediata apertura de sus archivos han de ser consignas en este 24 de Marzo, significativo como el que más.

Alejandro Guerrero

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