domingo, 22 de marzo de 2015
La Comuna de París: la primera revolución del proletariado
La Comuna de París de 1871 fue sin dudas uno de los mayores acontecimientos revolucionarios de la historia. Por primera vez el proletariado se sublevó y fue capaz de derrocar el poder establecido, formar sus propios órganos de gobierno y reemplazar al Estado monárquico, burgués y capitalista. Se declaró la ciudad de París independiente, libre y dueña de sí misma. Esto nunca lo perdonaron los burgueses-capitalistas, que vieron en la Comuna la posibilidad de perder todos sus privilegios económicos y sociales. Eso explica la fuerte represión y que gran parte del mundo lo viera como una simple revuelta de vagos y la chusma. A tal punto que este acontecimiento tan importante casi no lo nombran en los libros de Historia, solo es comentado como una anécdota de la guerra franco-prusiana que derrocó a Luis Napoleón III, que trajo la III República a Francia y unificó a Alemania.
En las elecciones celebradas el 10 de diciembre de 1848 en Francia, Carlos Luis Napoleón Bonaparte (sobrino del emperador Napoleón Bonaparte) ganaría por abrumadora mayoría. El 31 de mayo de 1850, la Asamblea vota una ley electoral que elimina el sufragio universal masculino y retorna al voto censitario, lo que elimina a tres millones de personas del electorado, entre las que están artesanos y obreros.
El 2 de diciembre de 1851 Bonaparte da un golpe de Estado. El 14 de enero de 1852 se promulga una nueva Constitución que refuerza los poderes del Ejecutivo, la duración de la presidencia sería de 10 años, reelegible y disminuye el poder del legislativo dividiéndolo en tres cámaras: Asamblea, Senado y Consejo de Estado. Finalmente, mediante un plebiscito celebrado en noviembre, Francia crea un Imperio, que se proclama solemnemente el 2 de diciembre de 1852. Se autoproclamará Emperador, Napoleón III. Hasta 1860 gobierna sin oposición, en parte, por el control policial y la censura de prensa, y en parte por la mejoría económica y triunfos en política exterior.
El 19 de julio de 1870 le declaró la guerra a la Prusia de Guillermo I y Otto von Bismarck, ante las intenciones de crear un Imperio Alemán y por la posible subida al trono de España de un rey germano. En la batalla de Sedán, el 2 de septiembre de 1870, fue capturado el emperador Napoleón III junto con su ejército de 100.000 hombres. Los diputados republicanos derrocaron el Imperio y proclamaron la República. Días después París quedó bajo el asedio del ejército enemigo. La escasez de comida, sumado al constante bombardeo prusiano, llevó a un descontento general.
En octubre de 1870 se empezaron a producir en París manifestaciones para seguir la guerra contra Prusia. En enero de 1871, Louis Adolphe Thiers, futuro jefe ejecutivo (más tarde presidente) de la Tercera República Francesa, buscó un armisticio que fue firmado el día 26 en el Palacio de Versalles. El canciller Otto von Bismarck exigió la cesión de las provincias de Alsacia y Lorena a Prusia, el pago de un rescate de 200 millones de francos, el desarme de los soldados que aseguraban la defensa de la capital y la posibilidad de entrar en París para hacer un desfile en honor a Guillermo I quien se proclamó emperador de Alemania en el Palacio de Versalles.
Por aquel tiempo más de 200.000 parisinos eran miembros armados de la Guardia Nacional, una milicia de ciudadanos dedicada al mantenimiento del orden público en tiempos de paz, pero que desde septiembre de 1870 se había expandido mucho (de 60 a 254 batallones) para ayudar a defender la ciudad. Poseían algunos cañones y ametralladoras que habían sido fabricados en París y pagados por suscripción pública. La ciudad y su Guardia Nacional habían resistido el ataque de las tropas prusianas durante meses, por lo que la población de París consideraba una ofensa, una traición y una humillación tanto la rendición como la ocupación.
En la víspera, el 28 de febrero, el comité de la Guardia Nacional mandó pegar en todo París el Cartel negro, con bordeado negro en señal de luto recomendando a los parisinos que no salieran de sus casas y evitaran todo altercado o manifestación. La Guardia Nacional, ayudada por civiles, puso a salvo de los prusianos 400 cañones y ametralladoras, almacenándolos en distritos seguros situados en las colinas de Montmartre y Belleville, en los límites de la ciudad. El 1 de marzo el ejército prusiano desfiló en una ciudad desierta abandonándola el mismo día y sin ningún incidente.
Las primeras medidas impulsadas por Thiers y aprobadas por la nueva Asamblea confirmaron las inquietudes de la población, acordando las medidas impopulares durante la II República en 1848: el 10 de marzo suprime la moratoria sobre letras de pago, alquileres y deudas que han de pagarse casi inmediatamente, lo que aboca en París a 300.000 obreros, pequeños talleres y tiendas a la quiebra. Suprime el salario de los guardias nacionales, dejando a miles de familias sin recursos. El general Joseph Vinoy, recién nombrado comandante jefe del ejército en París, prohíbe seis periódicos republicanos y manda condenar a muerte en ausencia a Gustave Flourens y Auguste Blanqui por su participación en la revuelta de octubre de 1870.
El 18 de marzo: se inicia el gobierno de la Comuna
En la madrugada del 18 de marzo Thiers ordenó a sus tropas recuperar el armamento. El plan era ocupar los puntos estratégicos de la ciudad, capturar las armas y arrestar a los revolucionarios conocidos. Al principio, París estaba dormido. Pero pronto las mujeres despertaron, comenzaron a enfrentarse a los soldados y dar aviso a los residentes. Las tropas regulares se vieron pronto superadas en número. Los sucesos dieron un giro serio en Montmartre cuando el general, Claude Martin Lecomte, ordena disparar a la muchedumbre desarmada y en vez de eso es arrestado por sus propios soldados. En contra de la opinión de los miembros del comité del distrito, Claude Martin Lecomte fue fusilado junto con el general Clément Thomas. Por la tarde Thiers decidió abandonar la capital, dictó la orden de la evacuación del ejército a Versalles. La retirada del ejército fue tan caótica y tan apresurada que varios regimientos fueron olvidados en París (unos 20.000 soldados). Los oficiales fueron tomados prisioneros, mientras que unos 1.500 hombres dejados atrás sin órdenes se sentaron a esperar el periodo de la Comuna. El gobierno había abandonado la ciudad.
El 26 de marzo se realizan elecciones libres en la ciudad, se eligieron 92 miembros del Consejo Comunal con un promedio de edad de 38 años. Incluían obreros, artesanos, pequeños comerciantes, trabajadores del cobre, carpinteros, decoradores, libreros, profesionales y un gran número de políticos. Abarcaban todas las tendencias, desde socialistas, anarquistas (tanto de Proudhon como de Bakunin), marxistas, jacobinos, blanquistas e independientes. Louis Auguste Blanqui fue elegido para presidir el consejo pero nunca desempeñó su cargo ya que estuvo preso durante todo el tiempo que existió de la Comuna.
Los elegidos para representar al pueblo iban a actuar como delegados, no como miembros del parlamento. Aquellos que habían sido elegidos por el pueblo estaban sujetos a la revocación de su cargo por parte del pueblo y era una obligación de los elegidos permanecer en constante contacto con las fuentes de soberanía popular.
A pesar de las diferencias internas, el Consejo tuvo un buen comienzo al mantener los servicios públicos esenciales para la ciudad con la creación de correos y de un sistema sanitario, que garantizara la salud del pueblo y de las tropas de la Guardia Nacional en lucha. La obra de la Comuna fue amplia, teniendo en cuenta lo poco que duró su gobierno, estuvo fundamentalmente orientada a recomponer derechos sociales reclamados durante años por la comunidad.
Durante casi tres meses pudo implementar una serie de decretos como: todos los miembros del gobierno tendrían un sueldo similar a un obrero teniendo prohibido la acumulación y aprovechamiento propio de sus cargos. Disolver al Ejército regular sustituyéndolo por la Guardia Nacional democrática; la concesión de pensiones para las viudas de los miembros de la Guardia Nacional muertos en servicio, así también como para sus hijos. La devolución gratuita de todas las herramientas de los trabajadores, a través de las casas de empeño estatales; se pospusieron las obligaciones de deudas y se abolieron los intereses en las deudas; se crearon guarderías para cuidar a los hijos de las trabajadoras; se prohibió el trabajo nocturno; las fábricas abandonadas por sus dueños fueron entregadas a los trabajadores por medio de cooperativas autogestionadas. Se separó a la iglesia del Estado; todas las propiedades de la Iglesia pasaron a ser propiedad estatal; se les permitió a las iglesias seguir con su actividad religiosa sólo si mantenían sus puertas abiertas al público por la tarde para que se realizasen reuniones políticas.
La educación pasó a ser laica, gratuita y obligatoria; los programas de estudios pasaban a ser realizados por los propios profesores, los cuales garantizaban el carácter científico de las disciplinas; se creó una Formación Profesional en donde los obreros daban gratis las prácticas a los alumnos; también se destacó la Asociación Republicana de Escuelas con el propósito de crear en las universidades un estímulo basado en el conocimiento científico. Se dio una atención especial de la educación a la mujer, que habían sido olvidadas hasta entonces; se crearon escuelas para mujeres; se formó una comisión especial, para supervisar el establecimiento de escuelas para chicas.
En el mundo del arte y cultura aparecen gran cantidad de asociaciones para la promoción del teatro y las bibliotecas. Se adoptó el Calendario de la I República Francesa; la bandera tricolor fue remplazada por la bandera roja como un símbolo de todas las fuerzas comuneras; se quemó públicamente la guillotina; se derrumbó la columna de Vendôme y se demolió la residencia de Louis Adolphe Thiers por considerarlo un traidor.
Una de las principales característica de la Comuna fue la Libertad. De ésta se podían beneficiar todos, incluso los partidarios del gobierno de Versalles; había libertad de prensa, de reunión y asociación; los prisioneros tenían todos sus derechos garantizados, incluso el castigo era fuerte para los casos de detenciones injustas. La libertad de asociación hizo aparecer a muchos grupos de todas las ideologías, las cuales se podían expresar libremente.
Resistencia y contrarrevolución
Esta libertad hizo que los reaccionarios se movieran libremente por la ciudad, provocando muchas veces actos de sabotaje. Solamente al final, cuando la situación se hizo difícil, se empezó a detener a los saboteadores y todo aquel que se resistiera por la fuerza, aún así durante toda la Comuna no murieron más de cien personas a manos de la misma (saboteadores, espías y un obispo).
Thiers y sus ministros de Versalles no tenían ninguna duda de que la Comuna de París era una declaración de cambio social que debía ser aplastado. La existencia de la Comuna enloqueció a la burguesía europea. El 29 de marzo el London Times describió la revolución como “predominio del proletariado sobre las clases pudientes, del artesano sobre el oficial, del Trabajo sobre el Capital”. Ante las amenazas de Bismarck con emplear al ejército prusiano si Thiers no se daba prisa con una represión a la Comuna, el zar de Rusia Alejandro II presionó al gobierno alemán para que no estorbe porque consideraba que el gobierno de Versalles era "una salvaguarda para Francia y Europa".
Thiers pacta con Bismark la devolución de prisioneros de guerra para fortalecer el ejército francés y poder realizar la represión. La financiación del ejército salió del Banco privado de Francia con sede en París, ya que los comuneros ingenuamente no lo expropiaron, por querer respetar la propiedad privada burguesa.
Desde el 2 de abril las fuerzas del gobierno de Thiers bombardean constantemente la ciudad. La ventaja del gobierno era tal que desde mediados de abril negaron la posibilidad de negociaciones.
La Comuna se iba fortificando trabajosamente. Pero el domingo 21 de mayo, las fuerzas de Thiers entraron en París. Un ejército de 180.000 hombres ocupó rápidamente dos distritos burgueses del sudeste de la ciudad. La población respondió heroicamente, hombres, mujeres y refugiados políticos. Pero todo fue en vano, las tropas oficiales estaban mejor organizadas y contaban con un mejor armamento. Para la mañana del 22 de mayo el tercio oeste de París estaba en manos de Thiers, después de una ardua lucha se habían rendido 1.500 Guardias Nacionales.
Se levantaron barricadas en el centro de París: más de 160 en el primer día, más de 600 en total. La mayoría eran de 2 metros de alto y estaban construidas con piedras de pavimento sacadas de las calles con parrillas de metal, un cañón o una ametralladora y una Bandera Roja ondeando en lo alto. Otras eran simplemente obstrucciones de la calle con carretas cruzadas, ladrillos, bolsas de arena o cualquier cosa.
El martes en la Plaza Blanche un batallón de 120 mujeres, guiadas por la anarquista Louise Michel, levantó la legendaria barricada que defenderían vigorosamente hasta ser masacradas después de su caída. Una de las últimas luchas tuvo lugar en el cementerio Pere-Lachise donde unos 200 Guardias Nacionales habían fallado en establecer un sistema de defensa adecuado. El ejército abrió la puerta y hubo un duro mano a mano alrededor de las tumbas. Aquellos que no murieron en la lucha fueron alineados y fusilados. La última barricada, construida en un cuarto de hora, estaba defendida por un sólo hombre. Disparó su último cartucho y murió como todos, fusilado. Para el domingo 28 de mayo, la Comuna había desaparecido.
La batalla había terminado, los fusilamientos no. Cualquiera que había estado conectado con la Comuna de alguna forma fue fusilado en lo que ahora se llama “El Muro de los Comuneros” en el Cementerio de Père-Lachaise. Murieron más personas durante la última semana de mayo que durante todas las batallas de la guerra franco-prusiana, y que ninguna masacre anterior de la historia francesa, es por eso que a esa semana se la llamó la Semana Sangrienta. No hay cifras exactas pero entre 20.000 y 50.000 parisinos murieron en esos días.
Hubo alrededor de 50.000 arrestados, entre ellos la anarquista Louise Michel. En su juicio pidió ser fusilada diciendo: “Parece que cada corazón que late por la libertad sólo tiene derecho al plomo, pido mi parte”. En vez de eso fue deportada a Nueva Caledonia, colonia francesa cerca de las costas de Australia junto con otros 4.500 prisioneros.
Muy pocos comuneros lograron escapar como Eugène Pottiers refugiándose en Inglaterra y Estados Unidos. Durante los días de lucha en defensa de la Comuna, escribió la obra Cantos Revolucionarios, de la cual se tomó el texto de La Internacional, para crear el himno oficial de los trabajadores del mundo y de la mayoría de los partidos socialistas y comunistas.
Comunistas, anarquistas y simpatizantes de izquierdas como Marx, Engels, Bakunin, Kropotkin, Lenin y Trotsky intentaron sacar lecciones teóricas y han visto a la Comuna como un modelo o como una base para la clase obrera, demostrando que el proletariado podía tomar el poder para crear una sociedad más justa, igualitaria y fraternal.
Pedro Malatesta
Obrero de FATE
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