miércoles, 4 de marzo de 2015

Ficción y realidad en el discurso de Cristina Kirchner



La presidenta repasó los supuestos logros de su gobierno. Habló del empleo, el desendeudamiento y los acuerdos con China. Lo que Cristina no dijo.

En su discurso de inauguración de las sesiones en el Congreso de la Nación, la presidenta hizo un balance de su gestión donde destacó el desendeudamiento, la creación de empleo y defendió el acuerdo con China.
Cristina Kirchner quiso dar la impresión que los avances de su gobierno dejaban muchos problemas resueltos en un momento que, por el contrario, se están agravando las condiciones económicas.

Buitres y crisis de deuda

“Hemos desendeudado definitivamente a la República Argentina”, dijo Cristina en tono celebratorio. Si así fuera, la consecuencia lógica debería ser que la preocupación por la deuda debería desaparecer de la agenda política.
Lejos de esto el país atraviesa una crisis de deuda por la acción de los fondos buitre. La capacidad que tiene Thomas Griesa para obturar los pagos de bonos argentinos está íntimamente relacionada a la prórroga de jurisdicción a tribunales extranjeros que concedieron en los canjes Néstor Kirchner, Roberto Lavagna y Amado Boudou. Entreguismo de soberanía en estado puro.
Este año hay vencimientos de capital e intereses por aproximadamente u$s15 mil millones. Esos dólares que el oficialismo busca desesperadamente recolectar por distintas vías (ya sea “swap” o inversiones chinas, endeudamiento de YPF o nueva emisión) tienen como contrapartida una reducción inducida de las importaciones con el fin de ahorrar divisas. Por eso, la recesión que atraviesa la economía debido a la famosa restricción externa no cae de cielo, sino que es causada por la escasez de divisas, que en buena parte absorbe la deuda. Y el gobierno decide que así sea.
El kirchnerismo viene buscando desde la asunción de Axel Kicillof como ministro de Economía una vuelta a los “mercados”. Con tal fin negoció el pago a Repsol, al Club de París y al Ciadi. Pero le juez neoyorquino le arruinó los planes.
Hoy el equipo económico intenta retomar la iniciativa. Tiene en mano varias propuestas. Entre ellas trascendió una del J.P. Morgan y el Deutsche Bank por u$s2 mil millones.
Desde el gobierno cuando hablan de desendeudamiento se refieren a la caída de la relación deuda sobre PBI. Esa relación efectivamente cayó. En 2001 era 53,7% mientras que al 30 de junio de 2014 fue de 42,8%. No obstante, la deuda en términos absolutos siguió creciendo. En 2005, luego del primer de canje, se redujo a 126 mil millones de dólares. Según el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, el 30 de junio de 2014 alcanzó U$S 199 mil millones de dólares. Es decir que se incrementó 58% a pesar que los “pagadores seriales” desembolsaron unos 200 mil millones de dólares en la última década. En poco cambia que parte de la deuda sea intraestatal con la Anses, el Banco Nación, etcétera. A menos que el oficialismo piense en realizar un gran pagadiós que quiebre la caja de los jubilados y las otras instituciones públicas de las que se sacaron recursos para pagar a los bonistas.
La deuda sigue teniendo un peso muy alto en el presupuesto. En 2015 se llevará el 8% de las erogaciones totales, superando, entre otros, los recursos asignados a la salud (3%) y a la educación (7%). La lista de especuladores que comen de ese 8% del presupuesto incluye al magnate George Soros, al millonario mexicano David Martínez y otros buitres amigos del kirchnerismo. A todas luces la deuda sigue implicando una norme expoliación sobre la riqueza que cada año producen los trabajadores. En el balance de Cristina habría que anotar que, a pesar del enfrentamiento con los buitres malos, cierra su gobierno sin haber cortado los lazos con el capital financiero internacional.

La clase obrera no va al paraíso

La presidenta destacó la creación de 6 millones de puestos de trabajo y que Argentina tiene “el salario mínimo más alto de América latina”. Diputados y funcionarios oficialistas con sueldos de decenas de miles de pesos aplaudieron “emocionados” cuando la escucharon hablar de los aumentos a los jubilados, de la asignación universal por hijo o del Prog.r.es.ar.
El salario mínimo más alto de América Latina alcanzó en diciembre los $4.400. Apenas llega a aproximadamente un tercio de los $12.500 que cuesta de mínima la canasta familiar que se necesita para llegar con lo justo a fin de mes.
Ni el dibujo de los indicadores que hace la intervención del INDEC impide ver que el 90% de los 15 millones de personas con ingresos percibían menos de $12.000 por mes en el tercer trimestre de 2014, según la Encuesta Permanente de Hogares. Es decir, según datos oficiales. No sólo eso. El 60% de esos 15 millones tenían ingresos menores a $6.000 (menos de la mitad de la canasta familiar).
El meteórico aumento de las jubilaciones con el kirchnerismo deja a más del 70% de los jubilados cobrando la mínima de $3.821,73. Los deja, a su vez, meteóricamente lejos del 82% móvil y de la canasta familiar.
Por cada peso que se destina a la asignación universal por hijo que reciben alrededor de 3,5 millones de niños y adolescentes se dilapidan otros cuatro pesos en los servicios de la deuda que alimenta a un puñado de especuladores. “Lo lograron. Finalmente lo lograron. Los bonos reestructurados de Argentina al 2033 cotizan sobre la par: más de cien por cada peso nominal de la deuda argentina”, se exaltó Cristina al citar a un periodista del Financial Times. Hay un festival con los bonos argentinos. Por eso muy “emocionados” están Soros y el resto de los buitres buenos que se llenan los bolsillos con la deuda externa.
Entre las herencias del kirchnerismo habrá que anotar también casi 35% de trabajo en negro. Además, a pesar de la sanción de “48 leyes laborales de las que no hubo que avergonzarse porque no fueron leyes sospechadas de sobornos”, como sostuvo Cristina, el oficialismo dejó en pie lo esencial del neoliberalismo y la legislación menemista. Una muestra: alrededor del 60% de la fuerza de trabajo está precarizada.

Para agregar al balance

En la “década ganada” prácticamente no se creó ninguna rama industrial nueva más allá de todo el discurso “neodesarrollista”. La industrialización es otro mito del relato. Por el contrario, hay una fuerte presión a la primarización económica con el desarrollo de negocios sojeros, mineros y petroleros.
En 2001 el 80% del valor de producción de las 500 grandes empresas correspondía al capital extranjero. En 2013 esa proporción se mantiene casi inalterada. El pacto con China agravará el dominio del capital extranjero sobre la economía nacional sin romper los lazos con el imperialismo yanqui, tal como lo demuestra el acuerdo con Chevron y el intento de vuelta a los “mercados”.
En las 500 grandes empresas pasaron de ganar 46% por cada peso pagado en salario en 2001 a ganar 92% en 2013. De esta forma, las ganancias empresarias se elevaron enormemente. Parafraseando un pasaje de Carlos Marx en El Capital: el capitalista “sonríe con ínfulas” en la argentina kirchnerista.

Pablo Anino

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