sábado, 14 de marzo de 2015
Dos años de Francisco: el discurso y la realidad
De Bergoglio a Francisco. Discurso y realidad del papa argentino en la crisis de la Iglesia. La verdadera cara de sus posturas que conservan lo esencial de una institución oscurantista
Todos los medios del mundo celebran los dos años de papado del argentino Jorge Bergoglio. Sin embargo, los “revolucionarios” cambios de la Iglesia, que algunos se empecinan en querer mostrar, resultan no ser tales.
El cardenal Bergoglio, ungido Papa con el seudónimo de Francisco, desde hace dos años lleva adelante una administración “gatopardista”: cambian los gestos, las palabras, algunas pequeñas e insignificantes tradiciones y costumbres para dejar intacto el núcleo central de una institución retrógrada y decadente que, desde hace dos milenios, legitima, reproduce y sostiene la existencia de la dominación, la explotación y la opresión de millones de seres humanos.
Usará zapatos de cuero y no de seda, crucifijo de madera y no de plata, sonreirá más afablemente que su antecesor el fascista Benedicto XVI que revistó en las Juventudes Hitlerianas... pero mientras tanto, nada de lo más profundo fue removido. Hoy, incluso, ante tanto homenaje por su segundo año como jefe del Estado Vaticano, hay quienes se esfuerzan por no recordar y ocultar algunas de sus palabras más discutibles.
Ya señalamos, cuando se realizó el Sínodo, que la Iglesia de Bergoglio era el mismo oscurantismo pero con cara renovada. Forzada a esta renovación, ante la pérdida de fieles y prestigio por los escándalos de abusos sexuales y desfalcos financieros, el Vaticano “renunció” a un Papa en vida (algo verdaderamente inusual), para buscar una cara más afable pero que, al mismo tiempo, fuera conservador en el dogma. Y Bergoglio vino como anillo al dedo para cumplir este papel.
Función que, por otra parte, también le fue útil al gobierno argentino. Cristina Kirchner, después de celebrar tedeums y otras misas oficiales en distintas iglesias del país, con tal de no pisar la Catedral donde el entonces arzobispo Bergoglio denostaba al gobierno desde el púlpito, se hizo más papista que el Papa. Mientras le ofreció el permiso para modificar a su antojo los puntos del nuevo Código Civil que eran críticos para la Iglesia, Bergoglio le ofreció su poderoso rol de mediación para certificarle que la oposición le garantizaría la gobernabilidad hasta el fin de su ciclo.
El otrora vilipendiado arzobispo que había sido cómplice de los crímenes de la dictadura militar, se convirtió, a pocas horas de ser ungido Papa, en un santo humilde y benefactor. A tal punto que, aunque pesan sobre él las denuncias de Estela de la Cuadra sobre la apropiación ilegal de su sobrina durante la dictadura, la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, se entrevistó con él en el Vaticano no para reclamarle justicia sino para... ¡pedirle perdón!
Nada pueden esperar los familiares de las víctimas de la AMIA, cuando el Papa al que le pidieron que interceda por verdad y justicia, resulta amigo de dos de los fiscales acusados de encubrimiento en el juicio por el atentado. Tampoco los padres de los 43 normalistas mexicanos, tras escuchar la defensa de Bergoglio a la actitud del presidente Peña Nieto.
Las mujeres, los homosexuales y lesbianas, las personas trans tampoco tenemos nada que esperar de este gran operador del doble discurso. Porque como ya dijo el periodista Osvaldo Bazán, en La Izquierda Diario, no hay nada de bondad.
Dos años que seguramente no se celebrarán fastuosamente. Dos años que, muy probablemente, Bergoglio decida compartir con los trabajadores del Vaticano, sin manjares ostentosos ni manteles de seda. Los gestos “sencillos” que encandilan al mundo, para que en la ceguera provocada por los destellos, no veamos que siguen muriendo mujeres por abortos clandestinos, que las personas que no se ajustan a la heterosexualidad normativa siguen siendo discriminadas, que la pobreza provocada por la explotación capitalista sigue causando estragos mayúsculos mientras la Iglesia es una de las mayores propietarias de tierras e inmuebles del mundo, que los curas abusan de niñas y niños sin ser expulsados de la Iglesia y que el dogma que hostiga, margina y expulsa a miles de creyentes sigue intacto.
Andrea D’Atri
@andreadatri
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