martes, 31 de marzo de 2015

Nos sobran los motivos: diez razones para una huelga contundente el 31M



El ministro de Economía, Axel Kicillof, llevó la economía a la recesión. Sacrificó el crecimiento en pos de estabilizar el tipo de cambio y las otras variables económicas. El costo del enfriamiento lo pagan los trabajadores. Es necesario un contundente pronunciamiento contra las políticas anti obreras del gobierno y las que preparan los sucesores de Cristina Fernández de Kirchner.

1. Que la Inflación no se siga comiendo al salario: El método inflacionario es una política del gobierno y las patronales para erosionar el poder de compra del salario. En los últimos años se agudizó. En 2014, luego de la devaluación de enero, la inflación pegó un salto. Según el Centro Cifra, perteneciente a la CTA oficialista que no va al paro, la inflación fue 36,8% en 2014, de lo cual deduce una caída del salario real de 4,8%.
De acuerdo al Ministerio de Trabajo, los 19 principales sindicatos consiguieron en paritarias un incremento salarial de 29,7%, considerando el último mes del acuerdo 2013 comparado con el último mes de vigencia de lo firmado en 2014. Cuando se incluye el efecto de los aumentos en cuotas y sumas extraordinarias, el incremento es menor, alcanzando 25,7% en las negociaciones de 2014. La comparación con la inflación da más de 10 puntos porcentuales por debajo para los salarios de los trabajadores registrados.
Si se toman los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que releva el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) que incluye a todos los ocupados (registrados y en “negro”) de los aglomerados urbanos, la suba de los ingresos entre el cuarto trimestre de 2013 y el mismo período de 2014 es de 29,8%. Si se lo compara contra el 36,8% de inflación, los trabajadores estuvieron al menos 7 puntos porcentuales detrás. Ni que decir si se compara con la inflación que estima la oposición de derecha en el Congreso que alcanzó 38,5% para 2014 o con la que calcula el macrismo en la Ciudad de Buenos Aires que también rondó el 38%. Esos mismos derechistas que reconocen una inflación que se acerca a la realidad niegan, donde gobiernan, aumentos que permitan recuperar el poder de compra del salario.

2. Paritarias libres y sin techo: El gobierno nacional busca que las paritarias, ya de por sí amañadas por la intervención de las burocracias sindicales que actúan como agentes patronales en el movimiento obrero, tengan techos cada vez más bajos. El año pasado comenzó hablando de techos menores al 20%, deseo que rápidamente tuvo que abandonar. La gran huelga docente en la Provincia de Buenos Aires ayudó a mejorar la posición de negociación de la clase obrera.
Este año el kirchnerismo querrá que una vez más el “ancla salarial” sea el factor que permita recomponer las ganancias empresariales. Esgrime el argumento que la inflación se desaceleró. Es cierto, pero se mantienen en un nivel elevado que por ahora no baja del 30% anual. Eso indica la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires de variación interanual para el mes de febrero de este año. La negociación paritaria tiene que sumar, a la inflación que pueda haber en 2015, la pérdida del salario en 2014. Hay que pelear por paritarias libres y sin techo que partan de un piso del 40%.

3. Para que la canasta familiar no sea un sueño: La comisión técnica de los trabajadores del INDEC organizados en ATE, que enfrentan a las patotas y a la intervención manipuladora de índices, calculó que la canasta familiar costaba $12.228 en diciembre de 2014. Es una medida, no de lo deseable, sino mínima de lo que debería tener de ingreso una familia. En febrero, el costo de la canasta ya llega a $12.800.
La gran mayoría de la clase obrera está lejos de alcanzar ese nivel. La EPH indica que en el cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2014 el 90% de los ocupados (es decir, 9,8 millones de personas) tenían ingresos menores a los $12.000. Es más, el 50% de los ocupados (5,4 millones de personas) no alcanzaba a superar los $5.500 de ingresos (menos de la mitad de la canasta).
Incluso cuando se considera el ingreso total familiar, lo que surge es que el 60% de las familias (4,9 millones de hogares) no pasaba de los $11.000 de ingresos.
Es más, el salario mínimo, vital y móvil es de $4.716 desde enero. Por lo tanto, cubre solo el 39% de la canasta familiar. Hay que pelear por un mínimo de $12.000 en todos los gremios.

4. Contra el trabajo en “negro” y precarizado: En el cuarto trimestre de 2014, el empleo no registrado (en “negro”) se incrementó llegando al 34,3% de los asalariados. Un año antes se ubicaba en 33,5%. A esta realidad hay que agregar que entre los que tienen un empleo formal abundan los contratos “basura” a plazo determinado o mediante tercerización, entre varias otras formas de precariedad laboral. El Estado es un reguero de fraude laboral con miles de contratos a término, de empleos tercerizados y de falsas asistencias técnicas. La fragmentación de colectivo de trabajadores para debilitar las luchas es otra de las conquistas del “modelo”. La pelea por pase a planta de todos los precarios con el mejor convenio es un reclamo para mejorar las condiciones laborales y unificar las filas obreras.

5. Defender los puestos de trabajo: En el cuarto trimestre de 2014 la tasa de desocupación llegó a 6,9% cuando un año antes se ubicaba en 6,4%. Se trata de 837 mil trabajadores sin ocupación en los aglomerados urbanos. Pero esas cifras podrían ser mayores, dado que están sospechadas de sufrir el “dibujo” de la intervención del INDEC.

Con la recesión económica, el año pasado se extendieron las suspensiones y despidos, principalmente en la industria automotriz. Los “indomables” de Lear se plantaron frente a la prepotencia patronal. En Donnelley los trabajadores respondieron al intento de vaciamiento con la toma y puesta en funcionamiento de la planta gráfica. Entre muchos otros casos, hubo luchas contra la pérdida de puestos de trabajo en Calsa, Shell y Honda. Ahora, la gráfica WorldColor se encuentra parada por el reclamo del pago de salarios y contra el riesgo de vaciamiento.
La defensa de los puestos de trabajo requiere la acción decidida de toda la clase obrera.

6. Tirar abajo el impuesto al salario: Si bien el impuesto al salario abarca a una parte reducida de la clase trabajadora que podría llegar a alrededor del 15% (1,5 millones de trabajadores en relación de dependencia y jubilados estiman algunos gremios; para el gobierno serían sólo 850 mil asalariados), cada vez más trabajadores lo pagan porque el mínimo no imponible no se mueve de los $15.000 brutos mensuales establecidos en 2013. Aunque el impuesto sólo aplica a los que entre enero y agosto de ese año superaron los $15.000 brutos, los puestos de trabajo nuevos que superen ese salario tributan. Por eso con cada aumento paritario más asalariados son abarcados y los que ya lo pagaban se ven sometidos a mayores alícuotas. El impuesto alcanza a asalariados que tienen un ingreso neto de apenas $12.450, muy cercano a la canasta familiar.
El kirchnerismo construyó ciertos mitos sobre la supuesta progresividad de este impuesto. Pero mientras ataca a los trabajadores que lo pagan como si fueran privilegiados, los curas y el “partido judicial” de jueces y fiscales corruptos, tan defenestrado por el oficialismo, están exentos del impuesto a pesar de tener ingresos mensuales gigantescos. Lo mismo ocurre con los intereses que ganan los que especulan con los bonos de deuda y otras colocaciones. La renta financiera no paga un centavo. El salario no es ganancia. Hay que reclamar impuestos progresivos a las grandes fortunas.
En el último informe de distribución del ingreso que surge de la EPH también se exhibe un crecimiento del Coeficiente de Gini, lo cual señala un aumento de la desigualdad entre los sectores de mayores ingresos y los de menores. El relato K ya no resiste ni sus propias estadísticas.

7. Contra las jubilaciones de hambre: Desde marzo la jubilación mínima que cobra la mayoría de los jubilados es de $3.821. El kirchnerismo celebra que este monto es el 81% del salario mínimo, vital y móvil, que está en $4.716. Pero lo cierto es que esa jubilación condena a la miseria a nuestros mayores y está bien lejos del 82% móvil que se debería aplicar sobre el salario que percibirían si estuvieran activos.

8. Evitar que más trabajadores caigan en la pobreza: Los desvaríos del ministro de Economía, Axel Kicillof, lo llevaron a restar importancia a las cifras de la pobreza que el INDEC “llamativamente” dejó de publicar. Nuevamente, las trabajadoras y trabajadores que enfrentan la intervención dentro del organismo hicieron una estimación propia que indica que la pobreza alcanzó al 25,5% de las personas en el primer semestre de 2014->http://www.ateindec.org.ar/documentos/documento%208%20anios.pdf]. La pérdida del poder de compra del salario y de los puestos de trabajo también se refleja en la precarización de las condiciones de vida.

9. Las empresas la siguen “levantando en pala”: El Centro CIFRA, antes mencionado, indica que la caída del salario real tuvo su contrapartida en “un incremento en la rentabilidad de las grandes firmas que treparon al 8,0% sobre ventas” durante 2014.
En la cúpula de las 30 empresas más importantes, las ganancias netas se incrementaron 30,8% en 2014 descontando el efecto de la inflación. Como se ve la devaluación, la inflación y la recesión no maltrata a todos. A algunos les va bastante bien.

10. Frenar los ajustes que preparan Macri, Scioli o Massa: Sobran los motivos para hacer un gran pronunciamiento por todos los reclamos de la clase obrera. Por el contrario, la burocracia sindical reduce el paro al reclamo del impuesto al salario y evita poner en movimiento la fuerza de los trabajadores. Busca la alquimia que le permita descomprimir el malestar a la vez que ser funcionales a los sucesores de Cristina Kirchner. Se postulan para controlar a la clase obrera frente a un ajuste mayor que prepararan para después de las elecciones todos los candidatos patronales. Nuevas devaluaciones, más tarifazos y mayor entrega al capital financiero imperialista es la receta de los equipos económicos de los Macri, Scioli o Massa. Para enfrentar el plan de los capitalistas, los sectores combativos del movimiento obrero y la izquierda apuestan a un paro activo, masivo y organizado desde las bases que lleve en sus banderas todos los reclamos obreros.

Pablo Anino

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