El miércoles, el gobierno volvió a confirmar en la reunión con los sindicatos del transporte su rechazo a modificar el impuesto a las Ganancias que recae sobre los salarios. Desde 2001, el peso de este impuesto se duplicó.
A pesar de que hace semanas circulan rumores de que podría haber cambios al régimen de Ganancias de cuarta categoría, es decir, las que recaen sobre los asalariados, esta expectativa fue desmentida el miércoles por funcionarios del gobierno nacional. Fue en la reunión con los gremios del transporte, realizada en pos de frenar el paro previsto para el próximo 31 de marzo.
El gobierno de Cristina Fernández vuelve a mostrar su resistencia a modificar este impuesto, a pesar de las advertencias de gremialistas cercanos al gobierno sobre el impacto que tendrá sobre paritarias la preservación de este gravamen en sus niveles actuales. El titular del gremio estatal UPCN, Andrés Rodríguez, le manifestó a la presidenta que será difícil que las paritarias cierren por debajo de 30% si no hay modificaciones en ganancias.
Ocurre que, en las condiciones actuales, el impuesto podría llevarse hasta el 30% del aumento salarial. Con paritarias con aumentos del 30%, y sin actualización del mínimo no imponible de Ganancias y de las escalas sobre las que se aplican las alícuotas, está llevando a que, para muchos trabajadores, sea nada menos que una tercera parte del incremento salarial lo que los trabajadores perderán de recibir en beneficio de la AFIP.
Es decir que para ese segmento de trabajadores el aumento salarial de 30%, en realidad, se reduce al 18 o 21%. Señalemos que ya de por sí el hipotético aumento de 30% deja un poder adquisitivo deteriorado respecto de 2014, ya que la inflación fue de 37% durante ese año. Pero el impuesto no hace más que empeorar las cosas. Con los aumentos de sueldos que no representan un mayor poder adquisitivo, los trabajadores pasan a tributar mucho más. Muchos de los que ya estaban alcanzados por este impuesto pagan más porque suben en la escala. Por eso, resultará más difícil para los gremios resistir la presión a aumentos salariales mayores sin cambios en el régimen de ganancias.
El impuesto a las ganancias de cuarta categoría, es decir, impuesto al salario, aumentó nada menos que 224% desde 2001. Es decir más que se duplicó. No sólo aumentó la cantidad de alcanzados por el impuesto, -que llegó a su nivel máximo en 2013, antes de que se realizara la última suba del Mínimo No Imponible (MNI) de los alcanzados por el impuesto, para fijarlo en los actuales 15 mil-, sino que aumentó sobre todo la proporción de los que están en las escalas superiores. Aunque el impuesto arranca imponiendo una tasa de 9% para los menores salarios dentro de los alcanzados por el impuesto, hoy más de la mitad de los empleados alcanzados por Ganancias, paga tasas de 23% o más, y una parte importante dentro de estos, afronta tasas de entre 31 y 35%, las mismas que paga una gran empresa o una persona rica.
Hace 10 años la inmensa mayoría estaba incluida en la escala más baja, del 9%. Esto se debe a que nunca se actualizaron las escalas de la famosa tablita de Machinea de 1999. Los montos a partir de los cuáles se sube de categoría son los mismos, a pesar de que la inflación trastocó todo. Por eso, el grueso de los salarios fueron subiendo en escala del impuesto como resultado de sus aumentos nominales, cuando el salario real alcanzado por el impuesto, descontando el efecto de la inflación, no subió. Si las escalas se hubieran ajustado por inflación, casi todos tributarían el 9%.
Aunque el gobierno ha defendido en reiteradas oportunidades este impuesto al salario con argumentos de progresividad, lo hace cuando toda la estructura impositiva se mantuvo sin modificar. Como desde La Izquierda Diario hemos denunciado en varias oportunidades, el selecto club de los más ricos paga por sus ganancias una tasa que equivale a apenas el 17,7% de las mismas, es decir, una tasa inferior a la que se aplica a más de la mitad de los alcanzados por el impuesto a las ganancias.
Para hablar de progresividad en serio, habría que empezar por modificaciones más sustantivas en el régimen impositivo, y no concentrarse en cobrar más sobre aumentos salariales que apenas si llegan a empatarle a la inflación. Un primer paso es terminar con este impuesto al salario, y aumentar los gravámenes a las ganancias de los más ricos, a las grandes fortunas. Mientras tanto, todo el discurso sobre progresividad en los impuestos es pura chapucería.
Esteban Mercatante
La Izquierda Diario
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