martes, 17 de marzo de 2015

Tras la Convención de la UCR: la Alianza de la nueva derecha



"Es un problema de nombres: es una conjunción de fuerzas que se da en un tiempo y en otro, y que en la política argentina se ha hecho histórica y permanentemente, se ha hecho siempre". Con esta definición, nada más y nada menos que Fernando De la Rúa, se refirió al parecido entre la Alianza antimenemista y la coalición entre la UCR, la Coalición Cívica y el PRO.

"Es un problema de nombres: es una conjunción de fuerzas que se da en un tiempo y en otro y que en la política argentina se ha hecho histórica y permanentemente, se ha hecho siempre". Con esta definición, nada más y nada menos que Fernando “Chupete” De la Rúa se refirió al parecido entre la Alianza antimenemista y la coalición entre la UCR, la Coalición Cívica y el PRO contra el kirchnerismo.
El resultado de la convención radical de este fin de semana consagró la derrota de Julio Cobos, quien se oponía al acuerdo tal como estaba planteado y predicaba la resurrección del UNEN y un frente más amplio que englobara a Sergio Massa. El otrora vicepresidente de Cristina Fernández de Kirchner, expulsado por ello del radicalismo readmitido luego del voto no positivo a favor de la burguesía sojera en el 2008, cosechó el apoyo de aproximadamente el 40% de los delegados presentes. Cobos contó con el apoyo de Gerardo Morales, de Jujuy.
Pero si Morales logró que al menos se respetara la conformación de alianzas provinciales a gusto y piacere de los caudillos locales de la UCR –en su caso con el massismo–, el mendocino se verá obligado a retirarse a pelear una senaduría por Mendoza o a refugiarse en la Cámara de Diputados hasta nuevo aviso.
El otro gran derrotado interno fue Ricardo Alfonsín, el hijo sin luz de quien soñó con liderar el tercer movimiento histórico, marcando una nueva caída en desgracia del “progresismo” radical bonaerense que en el 2011 supo llevar a Francisco De Narváez como candidato a gobernador. Sin embargo, ya han dejado trascender que negociaran las listas bonaerenses sin poner obstáculos, calculando cuantos legisladores podrán nominar en el nuevo armado.

Ganadores

El gran ganador interno es por supuesto Ernesto Sanz, quien se consagró como candidato y puede presentarse como el arquitecto de una alianza política que desde hoy tiene las más altas chances de ser el rival del Frente Para la Victoria en las elecciones generales. Detrás de Sanz alzan sus narices de las catacumbas de la política hombres condenados por la historia, como Federico Storani, Coti Nosiglia y Facundo Suárez Lastra, quienes del lado radical van a negociar la conformación de las listas a diputados comunes con Diego Santilli y los hombres del PRO. Como aseveró un operador radical al diario Clarín: “El compromiso es colocar lo que renovemos en los lugares más expectantes. Si no es posible definir la cabeza de lista por consenso, hacer una encuesta a ver qué resulta. También tener prioridad con los intendentes con chances de reelegir y por supuesto empujar las seis o siete gobernaciones con posibilidades”.

Ganadores II

Por fuera del universo radical, la decisión de la Convención de Gualeguaychú fue celebrada con sabor a victoria por Mauricio Macri y Elisa Carrió. El jefe de gobierno porteño manifestó por las redes sociales sus "Felicitaciones a Ernesto Sanz y la UCR por la decisión de ayer. Es un paso importante en el camino del cambio. Ojalá cada vez más argentinos se sigan sumando para que construyamos juntos una mejor Argentina". La diputada chaqueña se puede anotar la decisión radical como un éxito propio ya que desde que dio su portazo en UNEN hizo fuerza para que en el radicalismo se impusiera la alianza con el PRO. En un exceso de confianza Carrió auguró la victoria de alianza anti-kirchnerista: "Hoy ya creo que se gana en primera vuelta", sostuvo. Y pronosticó que la nueva fuerza será como la Concertación democrática chilena: "Va a ser una coalición de gobierno que es muy parecida a lo que sucede hoy en Chile (...) Tiene todas las posibilidades de mantenerse porque nadie pierde su identidad. Y además, porque no hay extremos. Es toda gente de centroderecha o centroizquierda, pero más bien gente que coaliga en el centro".

Un golpe para Massa

El gran perdedor en el escenario político opositor es Sergio Massa, que se quedó a la espera de que un sector del peronismo diera el salto hacia el Frente Renovador. Perdió a Carlos Reuteman birlado por el PRO y terminó deshojando la margarita esperanzado de que Gerardo Morales se impusiera en la Convención. La decisión radical obliga a Massa a nadar contra la corriente, contra una nueva fuerza de oposición que le cierra el camino a la Rosada, derechizando su discurso.
La debilidad de la nueva coalición esta en su armado en la propia provincia de Buenos Aires, ya que no cuenta con un candidato a gobernador de peso (el macrismo había propuesto a María Eugenia Vidal). Y Massa, aunque ganó en Buenos Aires en 2013 y en la provincia es donde más mide como candidato a presidente, todavía tiene que definir su candidato a la gobernador donde tampoco tiene nombres de peso y volumen.

Lectura oficial

Aunque desde el gobierno se entusiasmen con polarizar comparando al nuevo acuerdo con la Alianza, lo cierto es que la elección presidencial se definirá en segunda vuelta y no en primera como se entusiasmaban antes de la crisis Nisman. La candidatura de Macri como cabeza de un frente opositor liquida esta pretensión. Aníbal Fernández ninguneó el resultado del conclave y polarizó: "En el ’99 se formó una alianza con un objetivo electoral, que destrozó el país, degradó las instituciones y el país quedó puesto gráficamente en el infierno. La historia vuelve a repetirse con Ernesto Sanz, que representa a la más rancia derecha, y Elisa Carrió, la Juana de Arco de esta historia. El fronting es un conservador conquistado por el neoliberalismo con muy pocas luces como Macri". Para colmo de males el kirchnerismo aún no tiene resuelto a quien apoyar en el Frente para la Victoria, si a un Daniel Scioli ultracondicionado o a Florencio Randazzo, llevando al bonaerense al punto de tener que barajar como plan B recostarse en los brazos de Eduardo Duhalde quien hizo un, judicialmente discutido, Congreso del PJ en Avellaneda para allanar el pase del motonauta al pejotismo duro.

Ensayos

En los 90, luego de la retirada anticipada de Raúl Alfonsín del poder y el fracaso de su ensayo socialdemócrata, el radicalismo intentó dos grandes acuerdos para mantenerse en el centro de la escena política y no desaparecer como una fuerza testimonial.
Uno fue el Pacto de Olivos que le otorgó a Carlos Saul Menem la reelección y una Constitución en 1994 que sancionó como norma constitucional muchos de los avances del neoliberalismo en nuestro país. A cambio, la instauración de un tercer senador que permitía al radicalismo aspirar a conservar parte de su poder. El otro ensayo fue la Alianza por el Trabajo, la Educación y la Justicia, que elevó como primer mandatario al radical conservador Fernando De la Rúa, con su final sangriento con casi cuarenta muertos en diciembre de 2001.
Ciertamente, las clases medias fue duramente castigada en los dos últimos gobiernos radicales, con Alfonsín mediante la hiperinflación, con De la Rúa por el corralito. Eso explica porque la nueva derecha empresarial que expresa el macrismo, nutrida desde el origen por cuadros radicales como los “sushi boys”, ha logrado imponerse como opción para derrotar al peronismo en esa franja social, en detrimento de los radicales.
A diferencia de la Alianza de 1997/2001, donde sus arquitectos fueron Raúl Alfonsín y Carlos “Chacho” Alvarez, el nuevo acuerdo no tiene como eje reciclar a un conservador como cabeza de un acuerdo centroizquierdista.
La Alianza se pretendió salida progresista de la convertibilidad, pero su postración frente al capital financiero hizo que terminaran dominados por los neoliberales de como Domingo Cavallo, Alvarez abandonando el gobierno y el Frepaso desapareciendo para siempre de la primera plana política hasta que fuera reciclado por el kirchnerismo.

Un proyecto conservador

Este acuerdo Macri-Sanz-Carrio es un frente de centroderecha, que retoma la tradición política conservadora y desde el vamos renuncia a toda veleidad progresista para presentarse como alternativa de gestión, orden y “fuerza republicana”.
Otra vez en su historia, el radicalismo se constituye como la rueda de auxilio de proyectos conservadores. Pero si en su pasado se erigía como la fuerza legitimante ante las clases medias de gobiernos golpistas como la Revolución Libertadora o la Unión Democrática, hoy la UCR ha vuelto a las gradas del teatro grande de la política como rueda de auxilio, como red de punteros y territorios, al servicio de la derecha empresarial.
El alquiler de la UCR es una metáfora del final patético de las fuerzas políticas patronales de base popular en Argentina.
Los grandes medios opositores y los que responden al oficialismo, intentan instalar una polarización política entre el candidato del Frente Para la Victoria y la nueva alianza del centroderecha. El Frente de Izquierda es la única fuerza que expresa una política independiente, en defensa de los trabajadores y el pueblo pobre.

Facundo Aguirre

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