Rebaja de aportes patronales, salarios subsidiados y aumento de la edad jubilatoria. Necesitamos un plan de lucha.
El debut del nuevo ministro de Hacienda no deja dudas. Su puntapié inicial ha consistido en el anuncio de una reforma laboral reaccionaria, que combina todos los aspectos reaccionarios que los sucesivos gobiernos, del menemismo hasta hoy, han encarado contra los trabajadores.
El paquete oficial contemplaría una nueva reduccion de aportes patronales, en la línea de la ley de empleo joven que está pendiente de tratamiento en el Congreso, pero con un alcance probablemente general. El macrismo retomaría así la saga de la reforma laboral menemista, cuyas consecuencias fueron un aumento de los despidos y, principalmente, la desfinanciación de las cajas previsionales. La reducción de aportes es inseparable de las reformas jubilatorias que también están en carpeta, ya que la caída de los recursos del ANSES será tomada como excusa para un aumento de la edad jubilatoria.
En el paquete de la reforma de Dujovne, está presente también una modificacion en la legislación de las ART, para bloquear definitivamente el acceso a un resarcimiento por via judicial. El macrismo, en este punto, terminaría de abrochar las reformas antiobreras a la seguridad laboral que ya se habían emprendido bajo el kirchnerismo.
Pero el elemento más novedoso de la “reforma” de Dujovne es la conversión de los actuales planes “sociales” (Argentina Trabaja) y otros en un subsidio en favor del conjunto de las patronales. En esto consiste el anuncio de convertir a estos planes en “vouchers” (chequeras individuales), donde un desocupado podrá ofrecerle a su eventual empleador la bicoca de contratarlo considerando como parte del salario a su “plan”. De este modo, el Estado se haría cargo de entre el 30 y 40% de su salario. El sistema kirchnerista de los Repro se extendería así al conjunto de las patronales. Con su reforma laboral, Dujovne ha resuelto convertir al grueso del presupuesto social o asistencial en un gigantesco subsidio a la clase capitalista.
Los funcionarios oficiales afirman que estas reformas permitirán reducir el desempleo. Mienten y se mienten a sí mismos, cuando ellos saben mejor que nadie que la “lluvia de inversiones” ha quedado sepultada bajo el alud de la crisis capitalisa internacional. El único propósito de la reforma es facilitar el relevo de trabajadores con mayor antigüedad o conquistas por estos trabajadores “subsidiados”. Con los recursos que el Estado les aportará por esta vía, las patronales podrán financiar holgadamente despidos encubiertos (bajo la forma de “retiros voluntarios”) e incluso despidos lisos y llanos.
La supuesta queja de la oposición de Massa o el kirchnerismo al plan oficial debe ser denunciada con toda energía, por su demagogia e hipocresía. En mayo de 2014, el kirchnerismo impulsó la llamada "ley de blanqueo laboral", consistente en premiar con la rebaja de aportes e impuestos a empresas de hasta 80 trabajadores que blanquearan a sus empleados, lo cual fracasó por completo. En el caso del Frente Renovador, los subsidios a las patronales –al estilo de la “ley de empleo joven”– han formado parte del corazón de su estrategia parlamentaria. El kirchnerismo, por su parte, es responsable de haber consolidado una masa de 40% de la fuerza laboral precarizada. La “reforma Dujovne” también pone de manifiesto la miseria política de la burocracia sindical y de las “organizaciones” sociales que pactaron sus respectivas treguas con el gobierno. En el caso de estas últimas, el gobierno ha derrumbado el mito de la “economía social”: el único propósito de la política “social” de Macri es arrojar a la inmensa masa de precarizados contra la clase obrera. La “reforma” plantea, como nunca, la unidad de lucha de ocupados y desocupados, y también jubilados: ningun despido, defensa de los convenios colectivos, subsidio al desocupado equivalente al 85% de la canasta familiar; pase a planta sobre la base de un plan de obras públicas bajo control obrero; aumento de emergencia y 82% móvil para los jubilados. Plan de lucha. Desarrollemos desde ya una campaña contra la reforma antiobrera, que debe ser parte de una lucha política por separar a los trabajadores de los agentes políticos y sindicales de la flexibilidad laboral.
Marcelo Ramal
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