miércoles, 18 de enero de 2017

La toma del Frigorifico Lisandro de la Torre y la política represiva del radicalismo



Se cumplen 58 años de la toma del frigorífico en respuesta a los planes de privatización del presidente radical Arturo Frondizi. Breve análisis de esta lucha ejemplar y del fallido modelo desarrollista.

El radicalismo: Una historia de debilidad política

No ahondaremos en esta nota, porque no nos es pertinente y ya ha sido desarrollada en notas anteriores, la trágica historia del partido radical en las primeras décadas del siglo XX. Solo nos limitaremos a decir que empieza con una historia que va desde las mal denominadas “revoluciones radicales” –cuando se enfrentaba al fraudulento sistema democrático que imponía el Partido Autonomista Nacional en 1890 y desembocaba en la primera división del Partido Radical con un ala de derecha que termina negociando con el gobierno– hasta el abandono por Yrigoyen de la vía armada, su posterior asunción a la presidencia y la traición a la clase trabajadora durante la toma del taller Pedro Vasena e Hijos, la masacre del cementerio de Chacarita y el proceso de lucha conocido como “La Patagonia Rebelde”.
Siguiendo con esta lógica el propio Frondizi viene de un radicalismo divido en Unión Cívica Radical Del Pueblo, fiel a la postura de las Fuerzas Armadas de proscripción al peronismo, y la Unión Cívica Radical Intransigente, que de intransigente tuvo poco ya que pactó con el peronismo el apoyo de su amplio electorado a cambio de remover la proscripción que este tenía desde la última dictadura. Promesa que nunca cumplió.
Inclusive en la actualidad el radicalismo volvió a ser noticias por sus divisiones internas. Pasó de integrar UNEN (Coalición Cívica ARI de Elisa Carrió, Proyecto Sur de Pino Solanas, Libres del Sur de Victoria Donda, Partido Socialista de Hermes Binner, ente otros), de tintes progresistas, a Cambiemos en el 2015.
Como podemos ver el partido radical ha pendulado a lo largo de su historia entre lógicas que podríamos tildar de “progre” y otras abiertamente de derecha. Es la propia historia de su escisión.

El Desarrollismo

Arturo Frondizi asumió el 1 de mayo de 1958 con un “prestado” 44,79%, que no tardaría en devolver. La situación económica era pésima, la Argentina se encontraba con una deuda externa diez veces mayor que las reservas. Con un sector industrial compuesto por pequeños capitalistas y pequeños talleres de baja competitividad. Y con gran parte de la industria y los sectores de servicios en la órbita estatal lo que generaba un enorme gasto público.
En el inicio de su gobierno optó por intentar desarrollar la industria pesada utilizando capitales extranjeros. Impulsó la inversión en sectores claves de la industria como YPF, que recibió cerca de 1.000 millones de dólares, así como en las industrias químicas, petroquímicas, metalúrgicas y eléctricas.
Para lograr esto tuvo que prepararle el terreno a la gran burguesía extranjera. Aplicó los planes económicos del FMI, que iban desde el recorte en el gasto público eliminando subsidios al transporte, el aumento en los precios de los servicios estatales, la “Ley de Inversiones Extranjeras” que les otorgaba las mismas condiciones legales que al capital nacional, llevando a éste último directo al matadero y logró de esta manera un crédito de 75 millones de dólares por parte del organismo internacional.

Toma del Frigorífico

El resultado no fue para nada estimulante y la inflación se disparó superando el 100%. El pueblo trabajador cada vez más golpeado salió a las calles y en el barrio porteño de Mataderos la situación llegó a su punto cúlmine cuando, antes de su visita a Norteamérica, Frondizi anunció la “Ley de Carnes”.
Ésta contemplaba la privatización del frigorífico nacional Lisandro de la Torre a manos de la CAP (Cooperación Argentina de Productores). Con la excusa de modernizar, escondía despidos y el aumento de la explotación.
El frigorífico ocupaba un lugar importante en el barrio, desde el punto de vista económico, por la gran cantidad de trabajadores que desempeñaban sus tareas ahí, así como por un sentimiento nacional que se vio expresado en consignas que destacaban en la toma como “Patria si, colonia no”, y por la solidaridad de los vecinos que se acercaban para hacer su aporte en esta lucha.
Luego de movilizarse al Congreso y de una reunión que mantuvo la comisión directiva con Frondizi sin resultados, las 62 Organizaciones, el gremio de la carne, la Asociación de Propietarios de Carnicerías, Personal Aeronáutico, Federación Universitaria de Buenos Aires y las Asociaciones Rurales de la Provincia de Buenos Aires (cooperativas) llamaron al paro general y el 15 de enero los trabajadores tomaron el frigorífico.
El 17 de enero el capitán de la Policía Federal Niceto Vega declaró ilegal la toma y desató un operativo represivo brutal contra los trabajadores y vecinos del frigorífico. Estos lucharon hasta el último momento en que las fuerzas represivas derribaron el portón con un tanque y tomaron el predio. Hubo varios heridos y 95 detenidos.
Empalmando con esta lógica Frondizi aplicó el plan de Conmoción Interna del Estado, Conintes, que determinaba la realización de juicios de civiles por tribunales militares. Las zonas con importantes concentraciones de obreros fueron declaradas “zonas militares” y custodiadas por el Ejército. Mientras se procedía a allanar los locales del Partido Comunista, gremios peronistas, apresando a sus dirigentes. Todo esto sumado a la campaña que promovía el propio presidente intentando hacer ver la lucha como un plan subversivo.
La burocracia sindical terminó levantando el paro argumentando que lo hacían para evitar la pérdida de vidas y bienes materiales. Y a fines de febrero solo tres mil obreros quedaron en el frigorífico. Cinco mil despidos fue el saldo y se efectivizó la privatización. Sebastián Borro, uno de los principales, dirigentes fue apresado.
La lucha que supieron llevar adelante los trabajadores y vecinos fue ejemplar. Como dice Alicia Rojo en Cien años de historia obrera, la huelga “ha quedado en la memoria de la resistencia obrera: sus métodos de lucha, la ligazón del frigorífico con el barrio y la extensión del conflicto, la amplia solidaridad generada y el alto impacto social logrado fueron elementos que la convirtieron en un hito”. El intento de disciplinar al movimiento obrero por parte del gobierno le fue insuficiente para generar estabilidad y concretar todos sus objetivos y los de la burguesía nacional e internacional que pujaban por sus ambiciones de clase.
Es importante aprender de estas experiencias de lucha lecciones clave como la de reconocer que la burocracia sindical nunca será capaz de defender los interés del pueblo trabajador, más bien es este último el que históricamente la ha presionado hasta el punto de no tener más salida que movilizarse.
También que los partidos que por diferentes vías intentan la reforma del sistema terminan como el radicalismo. Oscilando entre el progresismo y la derecha más rancia y ajustadora.
La salida para el movimiento obrero no es otra que la organización de base de este mismo en defensa de sus propios intereses y tomando las demandas de todos los demás sectores oprimidos como propios, en solidaridad con estos y siempre con el objetivo de un gobierno de los trabajadores, para los trabajadores. El socialismo.

Santiago Daniel García

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