Días atrás, el suicidio del argentino Eduardo Dellagiovanna, un ex militante del ERP que a fines de los ´70 eligió exiliarse en la ciudad italiana de Brescia para salvar su vida de la sangrienta dictadura militar, era noticia en la edición de esa misma ciudad del Corriere dela Sera y causaba conmoción en la opinión pública italiana.
Su carta de despedida –enviada por mail a distintos medios y amigos- fue escrita en español pero traducida automáticamente al italiano.
Además de hacer una descripción detallada de desaveniencias y contingencias devenidas en “tragedias personales” en la existencia de cualquier sujeto (ruptura de vínculos, muertes de pareja y enfermedades en los últimos años), Dellagiovanna destaca el cuadro desesperante que lo empujó al suicidio, como a millones en Europa, casi como el “tiro de gracia”: en la carta, con total crudeza cuenta que “Políticas y Sistemas de Gobierno deciden como debo morir: si de hambre, o de deudas” para aclarar más adelante “soy un desocupado "oficial" desde Junio 2015 y cobro un subsidio de desocupación que terminará en Abril o Junio del 2017… luego de más de 34 años de contribuciones jubilatorias al Estado italiano, con las nuevas disposiciones legales en materia …estaría yo 18 meses sin la posibilidad económica de sobrevivir, pues no tendría ingresos hasta el momento en el cual la ley me permitiría percibir una jubilación… Mi posibilidad real de poder encontrar una ocupación retribuida en Italia hoy, como para "llegar a la edad de la jubilación" es tan poco probable como ganar una lotería sin tener el número vencedor…El último subsidio que he recibido (el 14/12/2016) ha sido de euros 599,00; como podrán imaginar, es completamente insuficiente..” Una de las extractos más gráficos y elocuentes de la carta, que refleja cómo a veces la crisis de un régimen civil de los capitalistas puede resultar más mortal que una de las dictaduras más sangrientas es cuando Dellegiovanna con una ejemplar lucidez concluye: “Confieso, no me vencieron los militares argentinos, pero ya no puedo más. He subestimado al enemigo (sistema), no lo creí, no lo imaginaba tan inhumano y feroz… He perdido mi autoestima y esto ha provocado que mi instinto de sobrevivencia, de conservación, escasee; que mi eros caiga ante mi thanatos. Cuando me despierto, lo que me empuja a levantarme es mi vejiga llena… y el apetito de mis gatos.”
La crisis capitalista como factor fundamental (pero no el único) de suicidios no solamente resulta mortal y enfermiza en los países semicoloniales. En las principales metrópolis de los países imperialistas de Europa, viene haciendo verdaderos estragos en los últimos años. El caso de Dellagiovanna es un “caso testigo” de miles de italianos que se quitan la vida en el anonimato absoluto. Se calcula que un tercio de los 4.000 suicidios promedio de los últimos años tienen su causa en la situación de “precariedad económica” de un amplio sector de la población italiana. También, en los últimos años, aproximadamente 200 empleados de France Telecom y Renault eligieron el suicidio frente a despidos y “relocalizaciones” (en muchos casos arrojándose desde las ventanas de sus oficinas). En España, se calcula que el 34% de los suicidios del último lustro se origina en los “desahucios” (así se llama a los desalojados por las ejecuciones hipotecarias).
Dellagiovanna no perdió su halo de esperanza en la vida exenta de las vicisitudes del capitalismo, aún en el momento más oscuro –y último- de la suya, concluyendo en su carta de despedida con una cita del escritor uruguayo Mario Benedetti: “Después de todo, la muerte es sólo un síntoma, de que hubo vida”. Los embates del capitalismo pueden contribuir a que la vida se transforme en un derrotero de padecimientos y hasta empujar a millones de explotados al “deseo” de dejar de existir. Aún en aquellos que cobren conciencia en la necesidad de organizarse colectivamente. Cuando luchamos por el socialismo, luchamos por la vida.
“La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente” concluyó Trotsky en su Testamento. De eso se trata la (nuestra) lucha por el socialismo.
Hernán Scorofitz
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