La estrategia del silencio y del encubrimiento de la Iglesia ha funcionado muy similarmente tanto frente al genocidio como frente al abuso sexual de niños y niñas por parte de curas pedófilos.
Hace cuarenta años, mientras más de 30 mil jóvenes de este país eran perseguidxs, echadxs de sus trabajxs, acorraladxs, desaparecidxs, torturadxs, violadxs, tiradxs al río, enterradxs en fosas comunes y sus desesperadas familias los buscaban, ustedes ¿dónde estaban? Salvo honrosas excepciones, no estaban, miraban para otro lado y colaboraban.
Cuarenta años después saltan a la opinión pública los tremendos relatos sobre los curas y monjas abusadorxs en distintos puntos de nuestro país, desde mucho tiempo acallados. Y nuevamente escuchamos a lxs sobrevivientes, a esas valientes personas, que con sus testimonios ponen blanco sobre negro.
Cada unx, con su dolor, con su tiempo interno, con su proceso personal para poder decir aquel horror que vivió, a quién decir, qué decir, cómo hacerlo.
Lxs sobrevivientes de genocidio, lxs sobrevivientes de pedofilia eclesiástica, aquellxs que pudieron transformar su historia en lucha colectiva.
Y vuelve a caer sobre ellxs, la duda, se lxs culpa, no se les cree, por algo será, se lo buscaron, por algo fueron elegidxs, algo quieren, ¿buscan fama o plata?
Nuevamente, desacreditar a quien fue víctima.
Gracias a los valientes testimonios de lxs sobrevivientes de la dictadura genocida y años de lucha de los organismos de derechos humanos y de la sociedad, algunos cuántos genocidas están presos. No todos los que deberían. Faltan.
Gracias a los valientes testimonios de lxs sobrevivientes de abuso eclesiástico, algunos pocos, muy pocos están presos, faltan muchos y nos falta también más compromiso social.
¿Será que estamos tan atravesados por mandatos, dogmas, creencias culturales tan antiguas que operan y se refuerzan tratando de impedir el pensamiento crítico?
¿Es que esta sociedad no puede escuchar y reflexionar sobre la búsqueda de lxs sobrevivientes, que es Verdad y Justicia, como reaseguro para toda la sociedad, para el Nunca Más?
Cuartenta años después estos “pobres viejitos”, los genocidas y los curas abusadores, claman como en eco por la prisión domiciliaria.
En el año 2007 el cura, quien fuera capellán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Christian Von Wernich, fue condenado a perpetua en la cárcel de Marcos Paz, por 31 tormentos (presenciaba interrogatorios), siete homicidios y privación ilegal de la libertad de 34 jóvenes militantes.
En el año 2012 el cura Julio César Grassi fue condenado en la cárcel de Campana, a quince años de prisión por abuso sexual infantil y corrupción de menores.
Ninguno de los dos tuvo sanción eclesiástica. Ambos siguen dando misa.
Liliana Rodríguez
Psicóloga
La autora integra la red de Profesionales Latinoamericanos/as contra el Abuso de Poder y es asesora profesional de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico
No hay comentarios:
Publicar un comentario