El Gobierno proyecta bajar la edad de imputabilidad con el argumento de brindar seguridad a la ciudadanía. Una burda mentira habida cuenta de que la política de hambre y miseria implementada desde que Cambiemos asumió el poder no hace más que generar desposeídos, hambrientos y descontento social. Por otra parte, en el siniestro trayecto de la prometida pobreza cero hasta la baja de imputabilidad que pretende encarcelar jóvenes pobres para proteger a funcionarios corruptos, el gobierno incurre en desestimar que nuestro país es signatario de la Convención por los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, la cual estipula que todo sujeto menor a los dieciocho años es un niño, y por lo tanto merecedor de un trato especial por su condición de sujeto en formación.
Ahora bien, esta cláusula rige en todo el mundo excepto en los Estados Unidos, cuya embajada tal como es sabido inspira las iniciativas en seguridad de nuestro actual gobierno. Se hace interesante entonces corroborar que la baja de imputabilidad no brinda protección ciudadana alguna, tal como lo demuestran los crímenes que, casi a diario, provoca el armamentista militante de esa nación en la que los niños –para brindar tan solo un ejemplo– son aniquilados en un jardín de infantes por cualquier demente que compra armas como pasta dentífrica. Basta recordar a la niña de nueve años cuyo padre la llevó a practicar tiro en un parque de diversiones y terminó matando al instructor que, entusiasmado, le había facilitado una metralleta demasiado pesada para su pequeña humanidad. Las cámaras atestiguaron que se trató de un accidente, de lo contrario quizás hubiéramos tenido una criminal sospechosa a los nueve años de edad. Para poner un broche a esta breve racconto de dislates, vale citar que una reciente ley, aprobada por legisladores del estado de Iowa en Estados Unidos, permite a los chicos de catorce años portar armas de fuego (!!!).
Por otra parte, sabido es que en nuestro país (y en muchos otros) los menores son utilizados por la policía como mano de obra para robos, narcotráfico y otros crímenes. La baja de imputabilidad constituye entonces un jalón más en el proyecto de establecer una sociedad para ricos a costa del hambre y la represión. Así, promover la satanización de los menores implica desentenderse del compromiso que supone ejercer la autoridad. ¿Hasta cuándo ocultar que poner el grito en el cielo por la violencia que irrumpe en manos adolescentes es un síntoma que denuncia, en su propia negación, las consecuencias por el desmantelamiento del estado de bienestar?
“Cuando escucho a los que opinan que hay que poner leyes más duras, creo que ninguno de ellos está dispuesto a discutir de verdad qué hacemos con los chicos” , dijo hace unos años Raquel Robles –autora de Perder– fundadora de la Agrupación H.I.J.O.S. y ex directora del Instituto de Menores San Martín del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y directora nacional para Adolescentes Infractores a la Ley Penal.
Sergio Zabalza. Psicoanalista. Autor de El Lugar del Padre en la Adolescencia (Letra Viva, 2010).
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