La salida de la presidencia del Banco Nación del 'íntimo' de Mauricio Macri e integrante de larga data del Pro, Carlos Melconian, y su reemplazo por el radical Javier González Fraga -ambos enemigos declarados de los trabajadores-, constituye un nuevo episodio de la crisis política del gobierno. Se trata del octavo funcionario de fuste que da un paso al costado en el plazo de un año, precedido por Néstor Pérez Baliño en Salud. A esto se suma la salida de Daniel Chaín, saliente secretario de Obras Públicas.
Varios medios han coincidido en mostrar la salida de Melconian, que habría manifestado críticas a la "lentitud" del gobierno para reducir el gasto fiscal, como un intento del gobierno por alinear a la tropa. Pero la fuente de las desbandadas y las críticas cruzadas -las contradicciones explosivas de la política del gobierno- se mantiene en pie, anunciando nuevas disputas internas. El fracaso de la política económica, manifiesto en la creciente recesión, la incapacidad de parar la inflación y el déficit fiscal, ya se había llevado puesto al ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, hace menos de un mes.
El periodista Pablo Wende menta, sobre la última etapa de choques del renunciado con un sector del gabinete (en particular, Marcos Peña), que "la sangre llegó al río en diciembre, cuando el Tesoro salió a pedirle ayuda al Nación para cerrar las cuentas. Melconian quiso poner límites, pero finalmente la entidad terminó dándole casi $ 70.000 millones al Gobierno para que pudiera cerrar las cuentas en forma más holgada antes de fin año." (Infobae, 18/1). Con ese antecedente, la asunción de Fraga podría anunciar una descapitalización del Nación para garantizar los pagos de deuda y planes de mayor endeudamiento del gobierno, luego de que kirchnerismo y macrismo secaran con ese fin otras fuentes estatales. Quieren exprimir aún más al Nación.
Un ajustador por otro
Melconian contaba entre su abultado currículo en favor de los capitalistas su participación de juventud en la "estatización de la deuda externa privada, que ideó Domingo Cavallo como presidente del Banco Central de la dictadura (...) como jefe del Departamento de Deuda Externa de la entidad, archivó las investigaciones sobre fraudes cometidos por multinacionales y grupos económicos locales con los seguros de cambio a principios de los ochenta. El equipo de auditores del Central había detectado autopréstamos, créditos ficticios y otras maniobras dolosas por 6000 millones de dólares. Sin embargo, esas operaciones cuestionadas fueron registradas como legítimas y cargadas a la deuda pública argentina" (Página12, 11/5/03), una maniobra de la que se benefició el empresario y progenitor de Mauricio, Franco Macri. Su breve paso reciente por el Banco Nación comenzó con decenas de despidos de empleados, algunos de los cuales tenían más de 12 años de antigüedad.
También un destacado prontuario tiene su sucesor Fraga, autor de frases como "Le hicieron creer a un empleado medio que podía comprarse celulares e irse al exterior", "Me gustaría saber qué tan pobres son los pobres” y “La clase más baja no depende tanto de las tarifas porque consume muy poco o está colgado”. El empresario (militante de la UCR) integró el equipo económico de Carlos Menem y fue una de las cabezas tras el desguace del patrimonio público mediante las privatizaciones. Fue presidente del Banco Central en 1989 y 1991; ni bien tomó el cargo, disolvió el Centro de Estudios Penales que investigaba los fraudes financieros del organismo. También fue imputado por su rol como asesor del millonario banquero saudita Gaith Pharaon cuando este lavaba dinero en Argentina, y fungió como director del Banco República y de Federalia SA del banquero criminal Moneta.
Que se adecuará perfectamente a la línea de ajuste antiobrero del gobierno está fuera de duda. Uno de sus artífices, el salido Prat Gay, saludó por Twitter su asunción.
Tomás Eps (@tomaseps)
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