A diferencia de los Ceos y algunos políticos que forman parte del gobierno de Cambiemos, la tarjeta de presentación de Juan José Gómez Centurión, fue su carrera militar, primero en Malvinas y después como carapintada. Es un militar que se levantó contra el gobierno radical de Raúl Alfonsin porque no estaba de acuerdo con los juicios por las violaciones a los derechos humanos. Debería estar en la vereda de enfrente de un gobierno en el que participan radicales que se dicen alfonsinistas. ¿Quién está más equivocado? ¿Los radicales o Gómez Centurión?
Son equívocos montados sobre discursos equívocos. Cuando Alfonsín impulsó los juicios a los ex comandantes, hubo muchos radicales que se opusieron y trataron de hacerlo desistir. Los planteos de Gómez Centurión pueden coexistir con esos radicales. Los comentarios que siempre hizo Mauricio Macri sobre los derechos humanos fueron ofensivos. Hay una coherencia entre ese pensamiento y el de Gómez Centurión.
En la época de golpes militares, había lo que se autodenominaba como una supuesta corriente nacionalista de las Fuerzas Armadas, que tomaba el poder por medio de un golpe de Estado y después ponía un ministro de Economía liberal como Alvaro Alsogaray, Adalbert Krieger Vasena o José Alfredo Martínez de Hoz. El grotesco era que se montaba un discurso para defender lo que en realidad después se iba a destruir: la Nación y la democracia.
Después de la guerra, Gómez Centurión se mantuvo activo como veterano de Malvinas. Algunos defienden su condecoración, pero otros la cuestionan por varios motivos, ya sea porque se apropia de hechos que realizaron otros o porque en la acción de guerra en la que se lo destaca, en realidad fue engañado por el jefe enemigo que lo distrajo con un parlamento que sólo buscaba ganar tiempo. Más allá de esa discusión, la carrera política de Gómez Centurión se asienta en su historial como veterano de Malvinas.
Pero el gobierno de Cambiemos no es precisamente malvinero. Podría decirse que todo lo contrario: publica mapas del territorio nacional sin las islas, baja por decreto las jubilaciones mínimas de los veteranos y ha demostrado que le interesa más restablecer las relaciones con Gran Bretaña que la soberanía. “El gobierno quiere encapsular el tema Malvinas en la relación con Gran Bretaña” fue un titular de los medios oficialistas. Era la única forma de aspirar a que la canciller Susana Malcorra fuera elegida secretaria general de la ONU. Para Cambiemos, Malvinas era moneda de cambio para conseguir ese puesto. Resulta entonces que un veterano de guerra de Malvinas, un oficial que vio morir a sus soldados defendiendo ese territorio, forma parte de un gobierno que lo primero que hizo fue intentar negociar Malvinas a cambio de un puesto en la ONU.
Como puede, Mauricio Macri antagoniza con los derechos humanos y con Malvinas. Un ejemplo reciente fue el intento de correr los dos feriados significativos de esos temas, el 2 de abril y el 24 de marzo. Pero Gómez Centurión está con Macri desde hace por lo menos nueve años. Es evidente que le interesa la posición de Macri conciliadora con los represores, que fue el planteo de los carapintadas contra Alfonsin. Por otro lado, es evidente que si el tema Malvinas estuviera entre sus prioridades no sería funcionario de este gobierno que es desmalvinizador.
Gómez Centurión discute la cantidad de desaparecidos y si hubo un plan sistemático. Antes de meterse en esa discusión tendría que aclarar cuestiones que le atañen directamente: todavía está pendiente la causa por corrupción en la Aduana en su contra. Y queda otra: Gómez Centurión fue el funcionario del gobierno de la Ciudad que habilitó el depósito de Iron Mountain en cuyo sospechoso incendio murieron ocho bomberos y dos rescatistas y desapareció documentación comprometedora de grandes corporaciones.
Luis Bruschtein
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