Santa Fe es sacudida permanentemente por las inundaciones. Decenas de centros de colectas se han formado en la provincia. Es la tercera vez consecutiva, en 20 días, que se desata esta crisis. En el sur de la provincia, la situación es muy grave y extrema: hay más de diez ciudades sitiadas por el agua, 500 evacuados y más de 2000 autoevacuados. Localidades como Arroyo Seco, Villa Gobernador Gálvez, Pueblo Esther, Lagos, Emplame, Villa Constitución, Chabas, entre otras, se encuentran en un cuadro de desesperación y crisis total.
El inmenso malestar popular ante las inundaciones ha provocado un cruce de acusaciones entre el gobierno de Macri y el gobierno provincial. Un juego del gran bonete donde se acusan recíprocamente por la falta de las obras necesarias para paliar el desastre.
Lo cierto es que estas permanentes inundaciones no son casuales, son la consecuencia de la sojización en Santa Fe.
La soja, además de acarrear situaciones muy negativas como el desempleo, la expulsión de los pueblos originarios, los desmontes y la contaminación directa que genera la aplicación del glifosato, tiene como carácter agravante la acumulación de agua en la napa freática. El suelo no absorbe más el agua. Diversos estudios como los del INTA demuestran esto, a pesar de que son ocultados por los medios de comunicación.
Al pan pan, y al PS Soja
El Frente Progresista Cívico y Social, al igual que el PJ, son arduos defensores de los intereses de la agroexportación, que en la última década y media vio crecer la sojización del territorio al calor de las devaluaciones y los extraordinarios beneficios al capital agrario.
El gravísimo estado de situación actual se completa con la carencia de infraestructura en las urbes, donde se hace gala de no hacer nada frente al exceso hídrico. El gobernador Miguel Lifschitz salió a exculparse indicando como responsable a las “tres semanas de lluvias” y también a la “falta de obra pública”, responsabilizando al macrismo por ello. El gobernador oculta que en Santa Fe se han hecho todas las obras públicas y de infraestructura pero no para la población, sino los puentes, rutas, accesos y terminales portuarias exigidas por el capital agroindustrial.
Mientras se siga sosteniendo una provincia sojera, serán recurrentes las inundaciones y las crecidas de nuestro río Paraná. La única manera de salvar la tierra es transformando las relaciones sociales de producción. Debemos ser las mayorías trabajadoras las que decidamos qué debe producirse y cómo ello debe hacerse, para resolver las necesidades sociales y no los intereses de lucro, para que el desarrollo sea en armonía con el medio ambiente.
Basta de producción de soja transgénica. Control sobre los cultivos industriales de Santa Fe. Por obras hídricas de desague urgente en la provincia.
Matias Canever
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