martes, 26 de mayo de 2015

¿Qué fue la Revolución de Mayo?



Lo primero que viene a la memoria cuando hablamos del 25 de Mayo de 1810 es la representación escolar correspondiente de cada año, disfraces de patricios, señores bien que querían independizarse, la infaltable vendedora de mazamorra, etc. El hecho histórico se ha transformado por la fuerza de la costumbre en un hecho mítico y a la vez “cuasi-familiar”, desprovisto de interrogantes y contradicciones, como cuando de niños creíamos que Sarmiento había “inventado” la escuela y otras cosas por el estilo. En este artículo intentaremos plantear algunas cuestiones que consideramos centrales pero que no agotaremos en estas líneas, para entender lo que fue el 25 de Mayo de 1810 y su actualidad.

Las invasiones inglesas y la crisis del aparato colonial español

Una gran parte de los historiadores coincide en que el 25 de Mayo de 1810 no cayó del cielo. Fueron las invasiones inglesas (1806-1807), las que demostraron, por un lado, el poderío del comercio y la flota inglesa y la precariedad del dominio español en el Río de la Plata, producto del retraso económico y social de España respecto de Inglaterra y Francia, así como también el surgimiento de sectores locales no todavía con una identidad “nacional” pero sí con un interés que no coincidía con el del invasor inglés ni tampoco del todo con el de los funcionarios coloniales españoles. Desde el ángulo de la organización popular, las milicias con comandantes electos por sufragio universal, como los Patricios, pasarían a jugar un papel muy importante como expresión si no de todo el pueblo por lo menos de un sector del pueblo en armas. Esta “militarización de la sociedad” descrita por distintos historiadores expresa una crisis del aparato colonial en suelo rioplatense, que es liberado de la invasión británica pero pierde una parte del monopolio de la fuerza pública.

El mito de la “Primera Junta de Gobierno”

Otra de las cuestiones que señala la historiografía a quien quiera prestar atención, es que la del 25 de Mayo no fue la “primera junta de gobierno patrio”. En realidad la “primera Junta” había sido elegida el día 24 con el ex - virrey Cisneros a la cabeza. La presión de los diversos grupos criollos opositores al virrey fue lo que impuso que el 25 se eligiera la junta que todos conocemos como la “Primera Junta” con Cornelio Saavedra a la cabeza.
En segundo lugar, el carácter “patrio” de la Primera Junta resulta también discutible. Como señalaba Liborio Justo, la Primera Junta no se proponía la independencia respecto de España sino que declaraba “no reconocer a otro Soberano que al Sr. D. Fernando VII y sus legítimos sucesores según el orden establecido por las Leyes”[1]. La junta se pretendía heredera de la legalidad colonial, frente a la capitulación de la monarquía española ante Napoleón.
Fue, como señalaba otro historiador marxista, Milcíades Peña, la intransigencia de los “mandones” españoles y de la propia metrópoli lo que llevó a la proclamación de la independencia.
Por estos motivos, el 25 de mayo de 1810 es sólo el comienzo, por cierto vacilante, de un proceso mucho más amplio que vale la pena conocer.

Revolución política y Revolución social en la Revolución de Mayo

Uno de los grandes problemas de la historiografía, sobre todo de la de tendencia marxista o marxistizante, es cómo definir un proceso como la revolución de Mayo. Durante décadas, el Partido Comunista Argentino, con diversas variantes interpretativas, creyó ver en la revolución de mayo una revolución democrático-burguesa del tipo de la revolución francesa, que no había logrado consumarse. Contra esta tesis, Milcíades Peña, planteaba que la revolución de Mayo había sido únicamente un cambio en el régimen político pero no había afectado la estructura social. En esto, Peña combinaba sus propios análisis de historiador marxista y trotskista con los análisis de Juan Bautista Alberdi, de quien proviene la tesis de que la revolución de Mayo fue solamente una revolución política. Desde esta lectura, el proceso de Mayo habría implicado solamente un cambio de régimen y de personal político, en un marco de consolidación de la relación del Río de la Plata con el capital británico.
Sin embargo, corresponde a otro historiador marxista como Liborio Justo el mérito de haber señalado los aspectos más radicales del proceso de la revolución de Mayo. Sin negar de plano los análisis de Milcíades Peña en cuanto a las limitaciones de la revolución de Mayo, Liborio Justo hace hincapié en la campaña de Castelli al Alto Perú, que proclamó la liberación de los aborígenes, y en el pensamiento de Mariano Moreno, expresado en su “Plan Revolucionario de Operaciones”, que proponía la nacionalización de las minas, los ingenios, obrajes y talleres.
Entonces, en qué quedamos? Fue solamente una revolución política? O fue un proceso emancipador de los sectores más oprimidos por la sociedad colonial? Ni tanto ni tan poco.
Si analizamos sus resultados concretos, la revolución de Mayo no fue una revolución social, porque no modificó lo esencial de la estructura económico-social, salvo dar mayor impulso al comercio inglés, que ya tenía un peso preponderante, limitado sólo por el monopolio español, maltrecho por el contrabando
Ahora bien. Este hecho, no permite circunscribir el proceso de Mayo a un mero recambio por arriba en las élites gobernantes. Esa es una lectura reduccionista que olvida que la revolución de Mayo fue el inicio de un proceso de lucha independentista a nivel continental, que había sido precedido durante las últimas décadas del siglo XVIII por la independencia norteamericana, la rebelión de Tupac Amaru y la revolución en Haití.
En segundo lugar, iniciativas como las de Castelli en su campaña al Alto Perú indican que si bien no fueron predominantes, existieron dentro de la revolución, sectores que perseguían distintos aspectos de emancipación social, que resultaban indispensables para que hubiera un cambio en profundidad respecto de la dominación colonial. Y esos intentos, aunque no se impusieron, existieron.

Juan Dal Maso
juandalmaso@gmail.com

Nota:

[1] Acta final de la sesión del 25 de mayo de 1810.

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