CFK encabezó los festejos por el 205 Aniversario de la Revolución de Mayo en nuestro país. Más allá de las consideraciones que se tengan respecto de aquel proceso histórico, lo cierto es que para el imaginario popular, aquella Revolución significó el nacimiento de “la Patria” y comenzar a escuchar “el ruido de rotas cadenas”. Muy bien, si en toda nuestra historia eso fue una fábula, a pesar del discurso “encendidamente patriótico” de la jefa del kirchnerismo y repetido como loritos hasta el hartazgo por sus cortesanos y seguidores, hoy es más entelequia que nunca.
Los integrantes de la corriente política que gobierna el país desde hace 12 años insisten en su táctica de “declamar” la independencia argentina al mismo tiempo que hacen lo imposible por no sacar los pies del plato de la globalización capitalista. Pues bien, lamentablemente, no hay posibilidades de “independencia” para un país subdesarrollado como el nuestro dentro de los cánones de tal globalización, cuya denominación más acertada es “imperialista”.
¿Por qué? Pues porque el mundo globalizado funciona de esa manera y no de otra. El capital financiero domina al productivo, determina su funcionamiento, radicación de terminales, decide sobre inversiones y préstamos, dirigiendo todo desde las metrópolis, que lo son por su desarrollo económico, justamente. Es decir, desde EEUU, China, Europa y Japón. Pretender “pertenecer” a ese mundo y proclamarse “soberano” es la imbecilidad o el engaño más grande que pueda dirigirse al pueblo.
La única manera de intentar lograr la independencia tan cacareada por los mismos que nos someten, es romper con ese mundo y crear una estructura financiera y productiva autóctona y autónoma de esas fuerzas imperiales.
Por supuesto, esa no es la intención del kirchnerismo ni de la oposición tradicional. Sólo la izquierda revolucionaria tiene programas alternativos a los del imperialismo.
Argentina tiene hoy su economía aún más extranjerizada que en los 90. Según el Instituto de Estudios Fiscales y Económicos (IEFE), en su balance de la “Cuenta Corriente 2002-2011”, indica que después de la devaluación del gobierno duhaldista y la continuidad kirchnerista, y el consecuente aumento de la productividad y las exportaciones, “beneficiaron mayormente al capital extranjero, cuya presencia entre las empresas más grandes del país se ha consolidado”, a pesar del discurso oficial de recuperar la soberanía a través de un “capitalismo nacional”. “Da cuenta de ello que la cantidad de empresas extranjeras entre las 500 de mayor tamaño de la economía ha pasado de 221 en 1993-2001 a 292 en el período 2002-2008 y que su peso en la generación de valor bruto de producción y en las exportaciones se ha incrementado, pasando del 56% al 75,4% y del 41,7 al 57%, respectivamente, entre ambos periodos”. Eso, en la actualidad se ha mantenido o empeorado.
Argentina no sólo está infectada de empresas foráneas, sino que depende para su desarrollo de inversiones y financiamiento extranjeros. Todos sus recursos estratégicos están en manos de multinacionales. Hasta la producción agropecuaria y su exportación y cobro. Y el problema de la “Deuda” no ha sido solucionado, sino que ha sido gravemente incrementado en la “Década K”, tal como lo denuncia permanentemente Hector Giuliano, referente del Foro contra la Deuda.
Qué lejos quedaron las aspiraciones de los russonianos que fueron parte de la gesta de Mayo en 1810. Hoy el país que ellos intentaron crear, es más dependiente que nunca.
En ese marco se desarrollan no sólo el 25 de Mayo, sino todas nuestras fiestas “patrias”. Espejitos de colores para las masas. Y en ese marco, la presidenta no sólo MIENTE al repetir la consigna falsa “tenemos patria”, sino que en el Acto preguntó “que es lo que quieren cambiar los que dicen que hace falta un cambio en el país”:
Pues, hay que cambiar justamente lo que el kirchnerismo y la oposición patronal ni se proponen modificar: la dependencia a todas las miserias a las que nos condena la globalización imperialista.
Gustavo Robles
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