Devaluación, ajuste y arreglo con los buitres
El candidato a ministro de Economía de Daniel Scioli reconoció que en su agenda está la devaluación, una baja o eliminación de las retenciones, el terminar con el dólar ahorro para dedicar los dólares al giro de utilidades al exterior, un arreglo con los fondos buitre y la reducción de los salarios.
Miguel Bein es sindicado como el futuro ministro de Economía de Daniel Scioli, en caso de que éste acceda a la presidencia. En una reciente mesa redonda, que compartió con economistas oficialistas y de la oposición, avanzó en algunas definiciones y eventuales futuras medidas.
En un auditorio colmado de empresarios, esta vez el consultor fue mucho más explícito que en otras ocasiones y adelantó las medidas que tiene en carpeta. En primerísimo lugar, adelantó la implementación de una devaluación, que si bien advirtió que sería moderada, dijo que debería colocar al dólar en un valor que medie entre los actuales del paralelo y el oficial.
Por primera vez, afirmó que es partidario de bajar las retenciones y hasta suprimirlas en ciertos rubros, empezando por las economías regionales. "Peras, manzanas, arroz, azúcar, tabaco y limón, entre otras, sufren la depreciación del euro y el real, y no generan divisas", dijo. Añadió que a "esas retenciones del 5% las borraría de un plumazo. Son 600 millones de dólares que se recaudan por hacerles la vida imposible a 15 provincias" (La Nación, 14/5).
Las rebajas, en el criterio de Bein, deberían extenderse a otros renglones. Planteó que la perpetuación de las retenciones no ayudó "a defender la mesa de los argentinos, pero, en cambio, estancó la producción de trigo en los últimos ocho años" (ídem).
Este planteo está en la misma longitud de onda de lo que vienen reclamando los ruralistas. En un cónclave que acaba de culminar convocado por Confederaciones Rurales Argentinas -una de las principales entidades del campo-, los representantes del sector pidieron una devaluación moderada y una reducción de las retenciones. Scioli, en anteriores encuentros con las patronales agropecuarias, había evitado comprometerse con estos reclamos.
Bein adelantó que las divisas que hoy se destinan al dólar ahorro serán redireccionadas a los pagos de las importaciones y al giro de utilidades al exterior. Esto despertó el beneplácito del auditorio presente, quienes escucharon de boca del consultor la música que les agrada.
Si bien Bein volvió a reiterar que el cepo debería ser levantando en forma "gradual", los oyentes interpretaron este anticipo como una señal importante en esa dirección. Y no es para menos, en momentos en que el dólar ahorro está absorbiendo unos 6.000 millones de dólares anuales.
Bein puso especial énfasis en que había que recuperar y priorizar la inversión, lo cual es un eufemismo para plantear un ataque al salario. El preferido de Scioli es partidario de terminar con la demagogia de "privilegiar el consumo", sobre la que viene batiendo el parche el kirchnerismo y que no es más que un "relato", como lo prueba el hecho que es el gobierno el que encabeza la cruzada para imponer un techo al salario.
En este punto, hubo un silencio sepulcral muy sugestivo en el debate por parte de todos los panelistas invitados, pues la polémica tuvo lugar en momentos en que ha estallado la crisis de las paritarias. Es que, en lo que respecta al cepo salarial, hay una coincidencia entre los principales candidatos, tanto del campo opositor como del oficialista.
Bein también dejó claro que había que marchar a un arreglo con los buitres, aunque era necesario hacerlo con prudencia. En este punto acompañó a González Fraga, quien actúa en las filas de Macri, asociado a los radicales, quien en forma más vehemente defendió esta perspectiva.
Tanto Bein como Fraga acarician la idea de que un giro en la política económica, incluido un acuerdo con los holdouts y un ajuste en regla, abriría las puertas para un reendeudamiento y, en términos más generales, para una corriente de ingreso de capitales al país. Este pronóstico hace abstracción, sin embargo, del escenario internacional, en el que los países emergentes vienen sufriendo en carne propia los cimbronazos de la bancarrota capitalista, a través de la caída de los precios de las materias primas y la fuga de capitales. Expectativas fantasiosas mientras el país transita al borde la cornisa.
En síntesis, un rumbo ajustador y falto de realismo.
Pablo Heller
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