sábado, 9 de mayo de 2015

Sincronía perfecta FMI, Ajuste y sindicalistas empresarios

La exactitud con la cual se han vertido manifestaciones públicas desde diversos sectores delimitando los contornos de un modelo económico de restauración neoliberal impresiona.
El triunfo macrista en las PASO de la Ciudad de Buenos Aires ha tenido la capacidad de revitalizar los músculos neoliberales que estaban aletargados desde el estallido virulento del 2001. En el lapso de unos pocos días salieron al ruedo diversos economistas del stablishment planteando sin pelos en la lengua la necesidad de achicar el gasto, es decir reducir las políticas de expansión del estado que a su vez sostiene un mercado interno en alza. Concatenado con esa posición se ha puesto el foco sobre el cuantum de los salarios, la paritaria, como herramienta facilitadora de ese inconveniente que distorsiona el mercado, y también ha aparecido la denuncia sobre la competitividad, eufemismo para sostener la reducción de salarios. Decíamos que son muchos los actores que han salido al ruedo agrandados por la victoria de la derecha porteña; para ser precisos, con las encuestas en el bolsillo, previo a las PASO ya se habían escuchado de boca de dirigentes industriales como Héctor Méndez, titular de la UIA dispararon la discusión política. Su postura de ponerle un techo a las paritarias del 20%, sumado al vaticinio de que el próximo gobierno tendrá un panorama "sombrío y muy grave", expresan la antipatía que les genera la puja distributiva que discurre en Argentina. Estos dichos son la continuación lógica de lo expresado en su momento por el CEO de Fiat, Cristiano Rattazzi, quien manifestó que el problema de la pérdida de competitividad en nuestro país está dado porque los obreros tienen los salarios más altos de la región en términos comparativos. Dicho en otros términos, son conscientes que la puja distributiva se ha robustecido desde una herramienta específica, las paritarias, en consecuencia, en lo que podríamos definir como una ofensiva amplia del capital, intentan denostarla sin percibir que dicho instrumento ha ingresado en el acervo simbólico de los trabajadores.
La ratificación electoral del PRO en capital funcionó como una suelta de las fieras. Recientemente ocurrió la insólito, en el contexto de un almuerzo sostenido entre Mauricio Macri y dirigentes sindicales del transporte, entre ellos, Omar Maturana, secretario general de La Fraternidad, quien sostuvo que se debería efectuar un ajuste que permitiera actualizar las tarifas de los servicios públicos. Resulta complejo adjetivar tal actitud, pero si podemos caracterizar el posicionamiento político del cual deviene y su trágica historia. Los dichos del titular de la Fraternidad juegan como ariete de la ofensiva que encabeza Macri, siendo un disparador público en función de los intereses de los empresarios; un retorno al sindicalismo empresario, con el cual se alinean, entre otros, Moyano, Barrionuevo y el Momo Venegas. Estos sectores se han mantenido muy activos, con alta visibilidad pública detrás de una bandera que representa efectivamente a una fracción minoritaria de la clase trabajadora, me refiero al impuesto a las ganancias, cuarta categoría. El cuestionamiento radica en una táctica consciente de presentar a una parte por el todo. La visión del movimiento obrero se agota, para estos sectores, en dicha cuestión tributaria, pero han sido incapaces de articular una visión de país, incapaces de visibilizar la tensión existente entre capital y trabajo, mucho menos han querido generar acciones político gremial para enfrentar a los sectores concentrados de la economía, quienes en el contexto de la puja distributiva han sido generadores del proceso inflacionario que por estos días comienza a apaciguarse.
Por otro lado la reaparición del FMI con voluntad de imponer su esquema económico sorprendió. Luego de un auge y sometimiento a sus dictados, el proceso nacional y popular logró repatriar la soberanía económica, es decir, las decisiones de política económica se toman en nuestro país con orientación a las necesidades del pueblo, haciendo pasar a las sugerencias e imposiciones del FMI a cuarteles de invierno. Sus anquilosadas recetas que tuvieron como mejor alumno a la Argentina, en tiempos del menemato y de la Alianza, vuelven al ruedo como parte de una operación más amplia para torcer el rumbo macroeconómico.
La figura de Mauricio Macri parece haber resultado un catalizador para traer a escena lo peor de la fiesta neoliberal que supo sobrevolar los 90´s. En rededor de él se ha configurado el armado de un bloque político de restauración conservadora e impulsora del re lanzamiento neoliberal. No son solo dos proyectos de país que disputan los destinos de los argentinos, sino la confrontación de dos bloques políticos, consignando en un extremo a los organismos multilaterales de créditos, el capital financiero especulativo como ser los Fondos Buitres, cierta parte de las industrial de capitales locales y foráneos que exigen la posibilidad de exiliar excedente de divisas, un armado frentista que apuesta a la Alianza del panmacrismo, léase el PRO, Radicalismo y las diversas colectoras de ambos, el Peronismo Conservador de Sergio Massa, entre otros; también se han sumado los bancos, los jerarcas del agro negocio, y con mucho dolor, han ampliado su participación un importante fracción del movimiento obrero. Todos son ingredientes para una receta explosiva que hemos visto en movimiento en 2001.
La exactitud con la cual todos estos actores económicos y políticos han querido marcar la cancha, hace pensar en una estrategia preparatoria que busca inocular un sentido común que puede tener empatía con un potencial retorno neoliberal, y buscando atemperar los miedos que esos posible cambios acarrean. Así, esta sincronía fina a través de todos estos cameos públicos contienen la totalidad de la visión económico al que apuesta la restauración neoliberal del PRO, no es ni más ni menos que la presentación de su programa económico.

Mariano Massaro

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