sábado, 23 de mayo de 2015

Los trabajadores de la UOM y su historia de lucha



Hace poco más de 40 años, un enorme operativo conocido invade la ciudad de Villa Constitución e interviene la combativa sede de la UOM, llevando detenidos a sus principales dirigentes.

Fue una respuesta a lo que se conoce como Segundo Villazo que incluyó 59 días de huelga, de autoorganización de toda la comunidad en apoyo a los obreros, de enfrentamientos violentos con la policía, el ejército y las bandas paramilitares enviadas para sembrar el terror. Villa Constitución se convirtió así en el laboratorio de la represión previo a la dictadura, contra un movimiento obrero que se radicalizaba para defender sus conquistas: las tendencias a la acción independiente, con democracia de base y a hegemonizar el conjunto de las fuerzas populares que ya habían aparecido en Córdoba en el ‘69, correrán su eje desde el centro del país hasta la capital, pasando por el cordón industrial del Paraná y dándole un golpe al Pacto Social del último gobierno de Perón. Se pone en jaque la última carta jugada por la burguesía para contener a un movimiento obrero en ascenso, que seguirá así hasta culminar en la experiencia de las coordinadoras interfabriles del Gran Buenos Aires. La experiencia de los metalúrgicos de Villa aporta valiosas lecciones a las nuevas generaciones de trabajadores que, como los jóvenes de Liliana, están recorriendo un camino de organización contra la burocracia.
En numerosas ocasiones se ha oído decir que la metalúrgica Villa Constitución fue un laboratorio de la represión. De hecho Acindar, su principal empresa, fue la primera fábrica en tener un centro clandestino de detención al interior de su predio.
La enorme represión y persecución desatada contra los trabajadores de la UOM de Villa Constitución también es uno de los casos que de manera más evidente expone la complicidad de los militares y del propio gobierno peronista con las grande empresas capitalistas del campo y la ciudad, desde la Sociedad Rural hasta la UIA: el claro ejemplo del ministro videlista José Martínez de Hoz como directivo de Acindar antes de asumir como parte del gobierno de facto habla por sí mismo.
A partir de 1973, el retorno del peronismo al poder tuvo el objetivo de mantener a la clase obrera subordinada. Pero tanto el Pacto Social firmado con los sindicatos y las cámaras empresarias, como la Ley de Contrato de Trabajo y de Asociaciones Profesionales, que habilitaban la condena a la ilegalidad de toda huelga y dotaban de un enorme poder a la burocracia sindical, van a chocar con la decidida resistencia del sector más avanzado del movimiento obrero que, con una serie de huelgas duras, tomas, movilizaciones y organismos de coordinación, van a ir desgastando al gobierno peronista a la vez que hacen una experiencia con él.
Como parte de esta experiencia, al interior de la UOM y alrededor de ella de todo Villa Constitución, se desarrolló uno de los procesos más agudos de organización y lucha del movimiento obrero del período, constituyendo un exponente de las tendencias más avanzadas de organización obrera independiente, mostrando a nivel local la potencialidad de una alianza social dirigida y hegemonizada por la clase obrera y dando lugar a dos grandes gestas en la historia de la clase obrera argentina: los denominados “Villazos”.

Villa Constitución: una ciudad con un esqueleto de acero

En 1970 la UOM de Villa Constitución empieza a sentir los efectos del nuevo período abierto por el Cordobazo. La seccional de Villa Constitución había comenzado a tener discrepancias con la dirección nacional en 1967 y se comienza a construir una corriente antiburocrática alrededor de la misma, que luego de muchas idas y vueltas que implicaron huelgas, intervenciones y reorganización de la vanguardia alrededor de la experiencia con sus dirigentes, culmina con la conformación de la Lista Marrón. Con el sector más joven de los metalúrgicos de Villa a la cabeza e influencia de la izquierda, recupera la seccional y abre las puertas al primer Villazo que, a partir del conflicto de los metalúrgicos en defensa de su comisión interna clasista, sacude la ciudad entera. Es que la existencia de todo el pueblo estaba indisolublemente ligada a las tres principales fábricas de la UOM (1).
La victoria de los trabajadores metalúrgicos luego de una dura huelga obliga a la burocracia y al gobierno a entregar la seccional a los representantes elegidos por los trabajadores. Villa Constitución festeja en la plaza principal con una manifestación de entre 8.000 y 12.000 personas.
Luego de esta victoria se organiza un plenario de organizaciones y comisiones de internas, llamado por las comisiones internas de Acindar, Marathon y Metcon, en el Club Riberas del Paraná de Villa Constitución el 20 de abril, para rodear de solidaridad a Acindar y asegurar su triunfo, del que participan todas las organizaciones de la izquierda, y no así la Juventud de Trabajadores Peronistas, que se negaban a enfrentar el Pacto Social. Este plenario va a terminar nucleando la nueva vanguardia obrera y postulándose, aunque sin haber avanzado más, como una opción para la coordinación de las luchas dirigidas por seccionales antiburocráticas a nivel nacional.

El huevo de la serpiente: la Lista Marrón gana seccional de la UOM

Con un programa antiburocrático, antipatronal, y antiimperialista, la lista encabezada por Alberto Piccinini y formada por los trabajadores metalúrgicos agrupados en el plenario, gana las elecciones en noviembre de 1974, contra la Lista Rosa encabezada por trabajadores de Marathon y apoyada por las 62 organizaciones peronistas. Su combatividad estaba dada no sólo por su experiencia de lucha y organización, sino porque además de reconocer como sus enemigos a la burocracia y a la patronal, con la que venían de hacer una experiencia, señalan como enemigo al imperialismo, buscando que el producto de su trabajo sea para la nación, y planteando como parte de su lucha la lucha por liberarse del yugo imperialista.
Mientras se generalizaban procesos de organización y lucha clasistas y antiburocráticos en todo el país, y centralmente en las principales concentraciones industriales de Santa Fe y el Gran Buenos Aires, empieza a hacer sus primeras “apariciones” la Triple A, como respuesta a los avances de los trabajadores y la izquierda.

La respuesta de los metalúrgicos a la represión: el segundo Villazo

El 20 de marzo de 1975 comienzan los hechos que pasarán a la historia como el “Segundo Villazo”, con un intento del gobierno de Isabel y López Rega –con la colaboración de las patronales de Acindar, Marathon y Metcon y la complicidad de la burocracia de la UOM de Lorenzo Miguel– de eliminar a la dirección combativa de la seccional de Villa Constitución.
El día anterior, el gobierno de María Estela Martínez de Perón anunció por medio de un comunicado de prensa que los organismos de inteligencia habían detectado "un complot subversivo tendiente a paralizar la actividad industrial, con epicentro en Villa Constitución". En la madrugada del 20 de marzo, la ciudad de Villa Constitución fue sitiada por fuerzas represivas. Amanece militarizada: cuatro mil efectivos y 500 matones a sueldo del Ministerio de Bienestar Social de la Nación tomaron la ciudad. Una caravana de un kilómetro y medio, compuesta por varios Ford Falcon y patrulleros policiales patrulla las calles.
Varios delegados y casi toda la comisión interna son detenidos, a excepción de Luis Segovia, que logró escapar. Se efectuaron detenciones también en zonas aledañas, llegando incluso hasta Rosario, donde se detuvieron delegados de otras fábricas. El local de la UOM fue disuelto y sus dirigentes encarcelados, así como también sus abogadas. Fue el comienzo lo que se dio a llamar “Operativo Rocamora” o “Serpiente Roja del Paraná”.
Ante eso, 7.000 metalúrgicos de Villa se organizaron y declararon una huelga que duraría 59 días en demanda de la libertad de sus compañeros y la restitución de la comisión interna.
La lucha incluyó la ocupación de Acindar por una semana hasta que fue desalojada por la policía el 27 de marzo, deteniendo a 100 obreros. Se crean entonces comités en los barrios y una Comisión de Mujeres, que jugarán un rol destacado en el conflicto, en permanente coordinación con el comité de huelga que dirigía el conflicto.
Estos comités Imprimían boletines para informar a los metalúrgicos y al resto de la población de Villa, coordinaban las acciones y recaudaban el fondo de huelga. La solidaridad popular con los metalúrgicos logra que la Comisión de Mujeres pueda repartir de forma clandestina los boletines de lucha, recolectar alimentos y esconder a muchos activistas, cuestión que fue clave para evitar una derrota rápida. A su vez, los distintos barrios ayudaban a esconder a los dirigentes, que dormían en diferentes casas cada noche, organizando guardias de trabajadores armados en los techos, piquetes de autodefensa, apagones, además de importantes movilizaciones con miles de personas que se enfrentan a la policía y resisten la represión. Fue una resistencia heroica contra una alianza entre la patronal, la burocracia y el gobierno, con fuerzas represivas “legales” e ilegales de su lado.
Los metalúrgicos villenses también recibieron la solidaridad de los trabajadores del transporte de Villa Constitución, la fábrica CILSA, los ferroviarios de la UF y de La Fraternidad, los bancarios, los docentes y hasta de la Federación Agraria de Arroyó Seco, que realizaron paros escalonados y diversas medidas de apoyo a los obreros metalúrgicos. De igual forma, se recibe la solidaridad de fábricas del Gran Buenos Aires, como Martín Amato, y del cordón de San Lorenzo, como Sulfacid, PASA y Verbano.
Las maniobras de la UOM contra los combativos trabajadores de Villa fueron completamente ineficaces: sus actos y congresos no contaban con prácticamente ninguna participación de la base, mientras que las acciones convocadas por el comité de huelga eran masivas.
La represión continuó, varios miembros del comité de huelga fueron detenidos el primero de mayo, y el obrero Manzini aparece muerto en su propio auto. En esta fase las asambleas y comités barriales concentrarán importantes tareas, como los principales mecanismos de autodefensa como custodias, apagones, molotovs y la intimidación de los “carneros”.
El 10 de mayo una asamblea de 3.000 obreros decide continuar la huelga y reclama la presencia de Lorenzo Miguel en Villa, para extender el paro a otras seccionales. Ante la negativa, el desgaste que implicaba la enorme represión y persecución que ya llevaba casi dos meses y la amenaza de despidos generalizados, la asamblea decide levantar la huelga el 19 de mayo, luego de 59 días que pasarían a la historia por su enorme combatividad y por el apoyo popular conquistado.
Las empresas a continuación despedirán –de todos modos– a cientos de obreros, mientras que más de 300 son detenidos y 10 asesinados por la Triple A: fue la derrota del Segundo Villazo, que con los métodos de la clase obrera enfrentó durante dos meses enemigos con talla de gigantes. Tuvo, en toda su combatividad, el límite de no haber buscado la forma de rodearse de solidaridad en todo el país, nucleando a los sectores más avanzados del movimiento obrero clasista y antiburocrático para enfrentar los golpes que ya empezaban a dar contra ellos. Tan solo un mes más tarde, las jornadas de Junio y Julio, esta vez ya sin contar con los heroicos metalúrgicos de Villa, pero apropiándose de su experiencia, ponían en pie las coordinadoras interfabriles y enfrentaban en las calles al gobierno de Isabel y López Rega.
Los Villazos y las coordinadoras interfabriles durante las Jornadas de Junio y Julio en la zona industrial de Gran Buenos Aires, serán nuevos avances, que marcarán el comienzo de la ruptura de un sector del movimiento obrero con sus direcciones tradicionalmente peronistas, llegando a su máxima expresión, entre otros fenómenos como podría ser el clasismo, a partir de los intentos de autoorganización de los trabajadores en organismos que tendían a expresar embrionariamente su poder social y su potencialidad como actor político independiente.
Villa fue a nivel local el laboratorio de prueba donde se asentaron los elementos represivos de la mano de la policía y Triple A, una prueba y demostración de fuerza de la burguesía para derrotar a la clase trabajadora, que se profundizaría con la salida del golpe con métodos de guerra civil y persecución sistemática de todos los trabajadores combativos que enfrentaban a la burocracia, a las patronales y al gobierno. Del lado de la vanguardia obrera, Villa demostró la necesidad de avanzar en la experiencia con sus direcciones y asumir una orientación y estrategia a la altura de las circunstancias, con la dirección de un partido revolucionario a la cabeza.

Letizia Valeiras
Docente - SUTEBA La Matanza @letiziav83
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Referencias:

1. El PST sobre Villa Constitución

El periódico del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) expresa muy gráficamente la relación entre los trabajadores metalúrgicos y todo el pueblo de Villa Constitución: “Villa Constitución debe su vida a las tres grandes metalúrgicas: Acindar y Maratón, que son una sola empresa y Metcon, que está enclavada entre las otras dos, pertenece a la Ford (…) poseen, como todas las compañías extrajeras, una guardia de gendarmería. Las tres plantas están enlazadas por la angosta y superpoblada ruta 9 que pasa por delante y por el río que corre detrás. En total, albergan a 5 mil trabajadores, cuyas familias viven en Villa Constitución y en el trayecto de la ruta (…) entre San Nicolás y Rosario. Cuando en Acindar, Metcon o Maratón alguien se resfría, Villa Constitución estornuda. Es que obreros, empleados, comerciantes, partidos políticos, iglesias, bancos, cooperativas, mutuales, medios de transporte y de propaganda, policía, clubes, bares (…) giran alrededor de ese movimiento constante de las tres grandes fábricas. Villa Constitución nunca duerme. En dos cuadras céntricas, iluminadas a mercurio, alrededor de las cuales están la Plaza San Martín, el bar principal, la oficina de teléfonos, la comisaría, la iglesia y los locales de la Lista Marrón y del Partido Socialista de los Trabajadores, siempre hay movimiento. Durante la noche del viernes al sábado, el movimiento tuvo algo especial: los zorros grises dejaron pasar algunos camiones y las máquinas tragamonedas y la rocola del bar estuvieron mudas. Activistas sindicales y políticos, periodistas, policías con armas largas (que dejaban un momento el acuartelamiento para tomar una cerveza), mujeres de la noche y simples desocupados murmuraban quedamente en sus mesas ¿Qué estaba pasando? Villa Constitución estornudaba y tenía escalofríos porque Acindar se había pescado un flor de resfrío” (Avanzada Socialista N°95, Año II, del 13 al 20 de Marzo de 1974).
El resfrío de Acindar que se transformó en el primer Villazo y los primeros ataques a sus delegados y activistas eran expresados así: “El martes a las 15 hs. la situación en Villa Constitución era la siguiente: Acindar y Maratón, ocupadas por los trabajadores; el resto de las fábricas, los comercios, los bancos, el transporte y el puerto, parados. Acaba de llegar Lorenzo Miguel que ha ofrecido otorgar las elecciones en la seccional de la UOM a 6 meses. La dirección de Acindar, verdadera promotora de la lucha, exige que sean a 2 meses. Por la radio de San Nicolás, el Comando de Organización acaba de amenazar de muerte a 5 de los dirigentes por “marxistas” e “infiltrados”, Piccinini, uno de los dirigentes de la Comisión Interna de Acindar, ha contestado: “Por cada uno de nosotros que caiga hay mil obreros dispuestos a salir a la lucha”. (Avanzada Socialista N°95, Año II, del 13 al 20 de Marzo de 1974)

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