domingo, 17 de mayo de 2015
Imágenes del poskirchnerismo
La década kirchnerista termina como empezó. El poder económico controla resortes centrales de la economía. El menemista Scioli y el ex duhaldista Randazzo disputan el FpV. Fayt, Lorenzetti y una casta judicial más impune que nunca.
Juegos de guerra
Joaquín Morales Solá vuelve este domingo a sus columnas más lloronas. Dice hoy que “cierta resignación es fácilmente perceptible en la Corte Suprema de Justicia. Ya no espera nada de un gobierno dispuesto a ordenar la inhumana cacería de un anciano, pero le teme a la indiferente superficialidad de los que se postulan para sucederlo (…) Cinco miembros opositores de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados faltaron a la sesión en la que se decidió seguir sometiendo a Carlos Fayt al escarnio público. La oposición es minoría en esa comisión, pero es más minoría si encima abandona los momentos importantes”.
El reclamo del periodista suena un poco injusto. En la semana que pasó muchos salieron a defender a Fayt. Pero la defensa de una casta reaccionaria como la judicial tiene poca expansividad desde el punto de vista político. Las clases medias que podrían respaldar alguna “lucha épica” por Fayt ya se encuentran ligadas a la oposición y votarían por ella, más allá de la defensa que hagan (o no) de esa casta. Ya la marcha del 18F demostró que el llamado “Partido Judicial” puede operar en Tribunales pero su poder de movilización no supera lo ya logrado por los cacerolazos. No extraña entonces que la oposición no se la “juegue” por Fayt.
Desde el palco de enfrente, enojado por los errores del gobierno, pero sin ceder en su batalla épica de estos meses, Horacio Verbitsky afirma que “Ricardo Lorenzetti intenta erigirse en contracara de la presidente CFK, lo cual termina por alinearlo con sus más poderosos adversarios, enardecidos al iniciarse un proceso electoral que no está resultando como esperaban (…) El nerviosismo creciente obedece al fracaso de esos intentos y la ratificación del liderazgo de Cristina”.
Pero el “nerviosismo” de la Corte tiene los días contados. Con un gobierno en retirada y con los presidenciales en disputa, puede confiar en su impunidad. En el medio, como bien señala el periodista de Página, contó con el respaldo de “la Asociación Empresaria que orientan el Grupo Clarín y la transnacional italiana Techint, la Comisión Empresaria de Medios de Comunicación Independiente que también conduce el Grupo Clarín, la Sociedad Rural, el pequeño pero influyente Colegio Público de la City de Buenos Aires que integran los lawyers de las grandes empresas locales y extranjeras, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas que depende del Episcopado Católico, la usina ideológica del sector IDEA, la Fundación Mediterránea y otras entidades afines”.
La sola enumeración demuestra el peso que tiene la Corte Suprema como institución en el régimen argentino. Es directamente un llamado de atención para que el gobierno limite su ataque. Eso es, seguramente, lo que veremos. Fuegos de artificio en la Comisión de Juicio Político a la que el mismo Verbitsky aclara en su nota, no garantiza su asistencia. Así la movida del kirchnernismo viene floja de papeles y de aliados.
Una breve digresión. En estas semanas los periodistas y analistas del kirchnerismo han vuelto a tildar a la Corte de “poder contramayoritario”. Sin embargo, una institución que concentra semejante nivel de poder, tenga 5 o 9 miembros, sigue siendo profundamente contramayoritaria. Eso no es resultante de una casualidad sino de la negativa a cualquier reforma profunda que liquide el carácter vitalicio de los cargos o los ingresos intangibles, así como que impusiera los juicios por jurados populares o, una medida propuesta por sectores de la izquierda trotskista, la elección de los jueces por voto universal. Medidas democráticas que liquidarían el carácter de casta de la justicia o de poder contramayoritarrio pero que, en 12 años, no se tomaron y no se tomaran en 6 meses.
Disconformes y resignados
Jorge Fernández Díaz, en La Nación,afirma que “ninguno de los candidatos me representa, se sincera "el Chino" Navarro. Scioli es un neoliberal conservador y Randazzo es un Judas malparido que traicionará a Cristina, agrega Luis D’Elía. Y Mariano Recalde remata: "No estoy con ninguno de los dos, soy kirchnerista". El líder del Movimiento Evita, el piquetero oficial y el delfín de La Cámpora se atreven a decir en voz alta lo que el resto de sus compañeros callan por miedo o prudencia táctica. Y la verdad es que hoy resulta bastante difícil imaginar a Carta Abierta celebrando con euforia y banderitas en el Obelisco la noche estrellada en que acaso triunfe un simpático heredero de Menem, que es capaz de desandar muchas de las políticas oficiales y hacerse el nudo de la corbata con una sola mano”.
Por su parte Julio Blanck escribe “curiosa trampa la que se fabricó el sistema de poder más formidable construido en nuestra democracia reciente. El kirchnerismo insiste en proclamarse renovador de la política, pero sus posibles sucesores son Scioli, nacido en el laboratorio menemista de los ahora aborrecidos años 90, y Randazzo, surgido de la factoría del más puro y tradicional aparato peronista bonaerense. Y ni qué hablar de los aspirantes más firmes hoy a gobernar la Provincia: Aníbal Fernández y Julián Domínguez son dos productos del duhaldismo original que han evolucionado notablemente, pero sin renegar nunca de su origen (…) Scioli, Randazzo, Aníbal y Julián conforman un indigerible combo electoral para los “progres”, peronistas o no, que todavía entran en éxtasis con el relato.
El disgusto emergió en palabras de Mariano Recalde, camporista y candidato porteño con pronóstico dudoso: “No estoy con Scioli ni con Randazzo, soy kirchnerista”. No tienen derecho al pataleo: es la herencia que les deja su adorada Cristina”.
El “combo indigerible” será lo que deberán hacer procesar los periodistas e intelectuales afines al gobierno nacional tanto hacia las PASO, donde intentarán convencer –contra la más que segura prescindencia de CFK- de que Randazzo es “el candidato del kirchnerismo puro” y después, cuando éste caiga ante Scioli –como todo parece indicarlo- presentar al ex motonauta como el mal menor frente a Macri.
Ayer sábado ya vimos la primera puesta en escena de esta comedia de enredos (donde los intelectuales se enredan a sí mismos y a quienes lo leen) cuando el espacio Carta Abierta respaldó a Randazzo, quien dijo que ese era un “uno de los pocos lugares que funcionan como usina de pensamiento crítico”. Sería un chascarrillo como para empezar la charla, de esos que se sueltan como para romper el hielo.
Después, según el diario Página12, habló “en serio” y recordó a Néstor Kirchner y Cristina Fernández porque “ellos lograron emancipar la política de todo poder económico y mediático. No hay futuro si no se defiende esa emancipación”.
En el libro Restricción externa: el poder económico durante el kirchnerismo (Futuro Anterior, 2014) de Alejandro Gaggero, Martín Schor y Andrés Wainer (se puede leer una reseña aquí) se señala que “ni el resurgimiento en los elencos gubernamentales y en diversos exponentes de la clase política de discursos favorables a un “capitalismo nacional”, ni el renovado protagonismo de firmas de capital local supuestamente interesadas en desarrollar el mercado interno han logrado revertir durante la posconvertibilidad el proceso de extranjerización vivido en la década previa.
El peso máximo que alcanzaron las firmas trasnacionales en la cúpula empresarial fue en 2007, cuando 15 compañías foráneas explicaron el 64% de la facturación agregada. Si bien esta proporción descendió en los últimos años hasta llegar a 113 firmas en 2011 con una participación en las ventas de la cúpula del 57,5% se sigue ubicado en niveles muy superiores a la década anterior” (p.53).Si ésta es la “emancipación” preferimos no conocer el sometimiento.
Pollitos en fuga
Eduardo Van der Kooy señala que “Massa arrastró en su triunfo a muchos dirigentes peronistas que frente a los dilemas dudan si seguir o regresar al PJ. Emigró Darío Giustozzi, un ex intendente cofundador del FR. Su ex jefe de campaña, Juan José Alvarez, cambió por décima vez de camiseta y anda de buenas migas con sciolistas. Un intendente del cordón norte bonaerense se sinceró delante de un emisario renovador. “Vamos a poner todo para defender a Sergio. A muerte. Hasta el 25 de mayo”, juró. Su interlocutor se sorprendió por la fecha. “Bueno, si las cosas no va bien, veremos”, aclaró el alcalde”.
Como señalamos hace pocos días está por verse si la fuga de intendentes se convierte en fuga de votos. Pero el poder territorial tiene que propio régimen específico. Por eso, muchos señalan la contradicción de que Aníbal Fernández sea electoralmente poco “potable” pero muy necesario para atraer a los intendentes peronistas del conurbano. Así lo deja entrever Francisco Olivera en La Nación de ayer cuando relata que “cuatro encuestadores contratados por una multinacional pusieron a varios sciolistas en estado de alerta. Según esos sondeos, ningún candidato a gobernador le sumaría un solo voto a Scioli, pero hay uno solo que podría restarle: Aníbal Fernández”.
Clásico, escándalo y poder político
Mario Wainfeld, columnista de Pagina12 e hincha de River, dedica su columna dominguera a hablar del escándalo del pasado clásico. No somos especialistas en el tema (más bien estamos cerca del más cabal desconocimiento) así que remitimos al lector/a a esta columna de Lucho Aguilar que, seguramente más de uno o una, encontrará parcial.
Solo queremos señalar una cuestión política de lo que afirma Wainfeld. El periodista escribe que “Fútbol para Todos (FPT) palia la privación de la cancha al hincha visitante: es todo un valor, para nada el único. FPT es antes que nada un aporte al patrimonio del ciudadano-consumidor, relevante porque integra un combo de ampliaciones de derecho. Pero como el oro y el barro saben venir juntos, el FPT construyó una cohabitación entre el gobierno, la AFA y los clubes. O sea, una trama de pactos entre el gobierno que más combatió contra (y más se diferenció de) los poderes fácticos y un sector de éstos, poderoso por donde se lo mire, rapaz e insolidario”.
Resulta un poco incoherente hablar de “combatir a las corporaciones” y haber pactado con Julio Grondona hasta el último día de su vida. Las famosas “Hinchadas Unidas Argentinas”, impulsadas desde el gobierno nacional para ir al mundial del 2014, fueron expresión de una relación orgánica ente gobiernos y barrabravas, garantizadas por las mismas directivas de los clubes.
Las barras bravas han estado al servicio de conformar grupos de choque contra sectores que salen a luchar. Patotas sindicales y barrabravas tienen, crecientemente, una simbiosis completa. Lo evidenció el asesinato de Mariano Ferreyra. Un gobierno que mantiene una alianza estratégica con la burocracia sindical de los Caló, los Martínez y los Pignanelli junto los intendentes del conurbano, no puede poner ningún control real al crecimiento de las barrabravas.
Una falacia más del llamado Relato. La década termina donde empezó pero con dos notorias diferencias. En primer lugar, una clase trabajadora que se ha recuperado socialmente y protagoniza una dura pelea por el salario, limitada por sus propias conducciones sindicales, herencia del menemismo con el cual todavía no logró ajustar cuentas.
Por el otro, un peso creciente de la izquierda trotskista, identificada con la independencia política de la clase trabajadora, orientación estratégica opuesta a los nacionalismos burgueses y progresismos que, en la última década, ocuparon el centro de la escena política y el poder estatal y facilitaron el retorno de la derecha (en una versión aggiornada). Hoy el Frente de Izquierda, en las elecciones de Salta, puede realizar otra buena elección y seguir dando pasos en esa consolidación.
Eduardo Castilla
@castillaeduardo
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