martes, 9 de febrero de 2016
Macri y sus "nuevos" amigos peronistas
La división en el bloque del FpV. Gobierno por decreto y rosca en el Congreso. Macri y las paritarias. La “herencia”, el ajuste y la resistencia.
Los muchachos peronistas
La ruptura de un sector de diputados nacionales del FpV ocupa un lugar destacado en los análisis de este domingo. No es para menos. Significa la posibilidad de acercar al gobierno de Macri a lograr mejores condiciones para continuar el ajuste que está llevando a cabo. Mejor condiciones para el poder político de los empresarios, que se entienda.
Así, desde La Nación, Joaquín Morales Solá intenta ilustrar las causas de la ruptura, afirmando que “el peronismo es un partido de poder que nació en el poder. Su ideología es el poder. Ningún dirigente peronista que se precie desdeña el proyecto de regresar al gobierno si no lo tiene. Ése es el primer obstáculo con el que tropezó Cristina Kirchner. Gran parte del peronismo (un 70%, dicen algunos) sabe que ella no es una esperanza de poder”.
La división, según Morales Solá, “serviría en principio para dos cosas: replicar a quienes vienen advirtiendo sobre la floja musculatura política de su administración; conseguir abrir con más confianza las puertas del Congreso para gobernar de otra manera. Sin recurrir con tanta insistencia, como hasta ahora, a los Decretos de Necesidad y Urgencia”.
En Clarín, Eduardo Van der Kooy, tratando de mostrar una dinámica hacia mayores rupturas, afirma que “nada indicaría que la crisis esbozada esta semana en el FpV haya concluido. La fractura en Diputados tuvo el antecedente del desencuentro del jefe del bloque del Senado, Miguel Pichetto (…) Pero la actitud de los rebeldes del FpV lo sobrepasó en densidad y significado político”.
Desde otra vereda, Horacio Verbitsky señala que “por ahora predominan las alabanzas a la muñeca política del ministro de Obras Públicas e Interior, Rogelio Frigerio, y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, quienes no provienen del núcleo duro del PRO. Ellos fueron los artífices del desgajamiento del bloque de diputados del Frente para la Victoria”.
Sin descartar que haya corrido la Banelco, añade que “el volumen y la composición de ese magma recién podrán estimarse cuando se enfríe su incandescencia y, además, se sepa si el big bang se replica en el Senado”.
Por su parte, y dando cuenta de cómo funcionaría la mecánica política que pretende Macri, Mario Wainfeld afirma que “en el Congreso se vota de dos modos (…) con la mano o el brazo (levantando o pulsando el botón) o con la colita habilitando quórum para sesiones trabadas (…) Quienes fingen diferenciarse en el discurso (o aún en las votaciones) mientras posibilitan que las leyes se aprueben. Ese apoyo, da la impresión, está garantizado”.
Decretismo e hiperpresidencialismo
Sin embargo, la posibilidad de mayor juego parlamentario no implica la disminución del peso de los mecanismos bonapartistas o presidencialistas. En este terreno, el uso constante de los DNU choca con las formas “republicanas” anunciadas en campaña, pero el nuevo esquema de “juego parlamentario” no sería mucho más democrático.
Verbitsky afirma que “gracias a esa operación, el gobierno nacional se ha asegurado la legitimación de sus decretos de necesidad y urgencia, por el método de la omisión, consagrado en una ley reglamentaria de constitucionalidad improbable (…) el primer objetivo cumplido por el gobierno es asegurar que sus decretos-leyes no serán derogados por el Congreso, mientras no se modifique ese marco legal, ya sea por una nueva ley o por una decisión judicial”.
Añade Verbitsky que es “disparatado que sea más fácil para un gobierno validar un decreto que un proyecto de ley, que requiere la aprobación de ambas Cámaras”.
Aunque para el discurso progre aparezca como una paradoja “la solicitud de inconstitucionalidad de la ley que reguló los decretos de necesidad y urgencia tiene un serio inconveniente político para el kirchnerismo y es que su autora fue CFK y la promulgó Néstor Kirchner”. El mecanismo que intentará utilizar Macri es una digna “herencia” del ciclo kirchnerista.
Como señala José Natanson en la editorial de Le Monde Diplomatique de este mes, “el cordón umbilical que conecta al macrismo con las anteriores gestiones es el viejo y muy analizado hiperpresidencialismo argentino (…) Macri recurre a las prácticas decisionistas típicas de “nuestro rey con nombre de presidente”, según la célebre definición de Alberdi: decretos de necesidad y urgencia, ejercicio unilateral más que coalicional del poder, decisiones sorpresivas y, en el futuro y con toda probabilidad, vetos”.
De aristocracias y otras yerbas
A pesar de que Diego Bossio apareció como el apotegma del “traidor” en todos los medios, Verbitsky señala que “tanto o más importante que la domesticación del minibloque hipersensible al fetiche de la gobernabilidad es que la reunión decisiva se haya realizado en el sindicato de taxistas con la asistencia de los secretarios generales de las uniones de trabajadores mecánicos y ferroviarios. A esto debe sumarse el acuerdo con el sindicalista camionero Hugo Moyano”.
Si para el kirchnerismo esa separación expresa las tensiones con sectores del movimiento obrero que solo supieron ser parte del “proyecto” cuando este era oficialista, para el macrismo aparece como una buena noticia.
Sin embargo, eso no deja de implicar que la mayor prueba en esas semanas para el gobierno será, precisamente, la negociación paritaria.
Verbitsky afirma que “Macrì ofreció compensar la caída salarial mediante la elevación de 15.000 a 30.000 pesos del piso salarial a partir del cual se paga el impuesto a las ganancias, el retoque de las escalas, la eliminación del IVA a los alimentos para los sectores de menores recursos y el reparto de 26.000 millones de pesos del fondo para las obras sociales sindicales (…) los grandes beneficiarios de tal acuerdo serían los trabajadores de la denominada aristocracia obrera. Según las definiciones del Centro de Estudios de la CTA (Cifra), se trata de quienes trabajan en las 15 actividades de mayores salarios, que constituyen “un estrato de la clase trabajadora que tiene un marcado diferencial de salarios respecto al resto del proletariado y pautas de consumo más parecidas a las de los sectores medios de ingresos elevados”. La heterogeneidad en la estructura de la clase trabajadora facilita la tarea divisiva del macrismo”.
Esa heterogeneidad no nació de la nada. Los años kirchneristas estuvieron muy lejos de revertir las tendencias a la fragmentación del colectivo de la clase trabajadora que habían nacido en las décadas anteriores. La precarización laboral y la división de las filas obreras se sostuvieron y ampliaron. Esto también es parte de la “herencia”.
Por su parte, Mario Wainfeld afirma que “el ala caritativa del oficialismo calcula que podrá compensar a los laburantes con el aumento de mínimo no imponible para Ganancias y una ampliación de las asignaciones familiares. Y lubrica la relación con los jerarcas sindicales concediéndoles el manejo de cajas suculentas. El retoque en Ganancias y las asignaciones son bienvenidos, pero no compensarán el sablazo inflacionario ni conciernen a la mayoría de la clase trabajadora (…) Aun si se lograra, la conciencia de los argentinos de a pie registrará el perjuicio en su patrimonio. Podrá traducirse en acciones colectivas o de base. O quedará para el momento del cuarto oscuro”.
El momento del “cuarto oscuro” es precisamente la “estrategia” desplegada por el peronismo y el kirchnerismo. Lejos de enfrentar el ajuste en curso, la única “salida” que parece proponerse a mediano plazo es la opción electoral en 2017 y 2019.
Por su parte Eduardo Van der Kooy señala que “el grado de liquidez y solvencia política para negociar los salarios con los sindicatos, domar la inflación y evitar que la economía continúe amesetada. Desafío bravo. Ni Hugo Moyano, ni Luis Barrionuevo, ni la propia cúpula de la CGT K estarían en una posición irreductible. De hecho, varios gremios avalaron la fractura en el bloque del FpV. Pero requerirán de condiciones mínimas para acordar con el Gobierno (…) la complejidad de la situación, quizás, obligaría a profundizar el ingenio político. ¿Por qué razón no proponer dos paritarias al año? Aunque sea de manera excepcional, como lo es objetivamente la situación. ¿Por qué no apostar a que en junio o julio el Gobierno pueda mostrar un índice de inflación decreciente?”.
Junto a las propuestas, vienen las advertencias: “el fracaso de la estrategia salarial podría implicar para el macrismo quizás un severo retroceso: la posible y riesgosa convergencia de peronistas, kirchneristas y el sindicalismo. Con el añadido certero de la izquierda”.
Precisamente la izquierda, junto a sectores de la clase trabajadora, es la que viene efectivamente resistiendo el ajuste. Los dirigentes sindicales, a pesar de los discursos opositores, parecen preparar el acuerdo que el gobierno anuncia, mientras avanza la inflación y los despidos.
Frente a la parálisis de esas mismas conducciones sindicales y la escasa "resistencia" de la cúpula del kirchnerismo, la única alternativa es fortalecer una perspectiva de lucha y organización desde abajo.
Ayer desde La Izquierda Diario dimos a conocer la Carta abierta de Nicolás del Caño y Myriam Bregman que llama a avanzar en ese sentido, organizando la resistencia de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Eduardo Castilla
@castillaeduardo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario