jueves, 18 de febrero de 2016
La inflación que “preocupa” a Macri es el resultado de su política económica
La inflación más pronunciada de los últimos meses, que está generando crisis al plan económico de la administración de Macri, es resultado directo de las políticas aplicadas desde diciembre.
La ilusión de que el gobierno plagado de gerentes, con un par de pases mágicos que “liberaran” algunas variables y “sinceraran” otras, produciría un “shock” de confianza que haría crecer rápidamente las inversiones y la actividad económica, está teniendo un duro choque con la realidad. El único “shock” generado, como ya señalamos en este diario, es el que están sufriendo los ingresos de los trabajadores y los sectores populares como resultado de la formidable transferencia de ingresos que ocurre a costa suya para beneficio de variados sectores empresarios como resultado de decisiones de política económica tomadas por la nueva administración.
La aceleración de la inflación, que puede fecharse en noviembre o diciembre según tomemos como referencia el índice de la provincia de San Luis o el de la Ciudad de Buenos Aires, es un resultado directo de las decisiones de política económica de Macri. El gobierno de los CEOs pretende cargar el alza de precios en la cuenta de la “herencia recibida”, legada por la presidencia de Cristina Fernández. Se trata de una verdad a medias, y por lo tanto de una completa falsedad.
El “shock” de Macri explica la disparada de precios
La inflación está lejos de ser una novedad reciente, desde hace casi 10 años el alza de precios supera el 20 o 30 % anual. Pero, ¿cómo explicar que la variación de precios en la Ciudad de Buenos Aires, que fue de 2 % en noviembre según la Dirección de Estadísticas y Censos, pasó a 3,9 % en enero y 4,1 % en febrero? Veamos lo que hizo Macri para aportar su granito de arena a la espiral de precios.
Devaluación
No hay ningún misterio: la devaluación del peso, que desde diciembre acumula una caída de 50 % en su valor frente al dólar, es el principal elemento que explica la escalada de precios. Sólo en la mente del ministro Prat Gay una devaluación como la implementada podría no resultar inflacionaria, es decir acelerar el aumento de precios.
Retenciones y precios
Haber acompañado la devaluación con los beneficios al campo por la eliminación de retenciones a la exportación de todas las mercancías agropecuarias excepto la soja, y reducción para esta última en 5 puntos porcentuales (también la industria y la minería recibieron el mismo beneficio), es el equivalente de echar nafta a un incendio. Recortar los impuestos al comercio exterior, significa elevar el precio que reciben los capitales locales por las mercancías agrarias que se venden el exterior, es decir aumentar la masa de renta que queda en sus manos (como explicamos acá). Esto significa que para vender la misma mercancía exportable en el país, los capitales agrarios aumentarán su precio en la misma proporción en la que se incrementó su precio de exportación gracias a la quita de las retenciones. Pero eso no es todo: aunque las mercancías agrarias que se consumen en el país no están afectadas por retenciones (que son a la exportación), sí compiten por el uso de la tierra con las que sí lo hacen, el aumento de precios se traslada también a estas mercancías, a primera vista no afectadas por el cambio en las retenciones. Como señala Fernando Rosso, otras CEOcracias en la historia argentina tuvieron el cuidado de no realizar al mismo tiempo un ajuste cambiario y un recorte de impuestos a la exportación agraria, sino que en realidad compensaron lo primero por lo segundo. Pero para Cambiemos, primó la “alegría” de poder multiplicar la rentabilidad del agropower y conseguir algunos dólares, menos de los prometidos por las multinacionales que concentran la exportación de granos.
Tarifazo
Por si esto fuera poco, a un mes y medio de haber asumido el ministro de Energía Juan José Aranguren aplicó el tarifazo eléctrico y subió los combustibles. Próximamente estaría por implementar un nuevo aumento de naftas, mientras diseña el ajuste tarifario de gas. Varios analistas han tildado el plan de recorte fiscal que permitirán estos ajustes tarifarios como “gradualista”, ya que demandan un plan más drástico de disminución de los subsidios a la energía para bajar el gasto público y el déficit. Sin embargo, después de la seguidilla de medidas tomadas desde diciembre, más que “combate” a la inflación expone una vocación pirómana sin límites.
Al impacto directo sobre el bolsillo que tendrá el nuevo cuadro tarifario, se suma el que tendrá sobre los costos de los productores de bienes de consumo (la UIA cálculo que numerosas pymes pasarán de una factura promedio de $20.000 a los $100.000), que rápidamente lo cargaran sobre los precios. Por si fuera poco, en el día de hoy suben las tarifas del ferrocarril Roca. De esta forma, el cuento de una inflación de 25 %, sólo resulta creíble –en el mejor de los casos- como previsión de lo que ocurrirá de acá hasta junio, y no como inflación del año como siguen intentando sostener los funcionarios de Macri.
Receta de CEO: precios “webeados”, freno a la economía y golpe al salario
Para mostrar la aducida “preocupación” de Macri por la inflación, como si su aceleración no fuera un resultado de medidas fríamente calculadas, el gobierno lanzó la plataforma web donde podrá accederse a los precios informados por las grandes cadenas de supermercados, que estará lista dentro de 45 días (una eternidad). Se trata de una versión degrada de las medidas de Guillermo Moreno, con el agravante de que en esta ocasión las cadenas monopolistas ni siquiera deben simular que se comprometen a cumplir un determinado precio, sencillamente están obligadas a “informarlos”. Se trata apenas de una medida que le permite a los funcionarios de Macri mostrarse activos en el tema, mientras los grandes grupos concentrados, las cadenas de supermercados e intermediarios, mantienen impunidad para remarcar serialmente.
No es por supuesto, lo único que el gobierno está haciendo para atacar el alza de precios. El día martes el BCRA volvió a subir las tasas de interés, que aunque están más bajas que en diciembre están en niveles que han virtualmente congelado el crédito. De esta forma contribuyen a frenar la economía, y disminuir el “exceso de demanda”, que en el diagnóstico oficial es una de las causas explicativas de la inflación. Los editorialistas del gran diario argentino, hoy acompañando cien por ciento a Macri, también se ilusionan de que haya un “suave aterrizaje” que ayuda a los precios.
Por último, pero no menos importante, el gobierno no deja de apostar a algún tipo de techo al salario, aunque este entró en crisis con la propuesta presentada por el ministro de Educación a los docentes.
Como se ve, el “combo” antiinflacionario de la CEOcracia incluye en dosis iguales gestos intrascendentes para la tribuna, y ataque al empleo y al salario. Para que no nos conviertan a los trabajadores en variable de ajuste, es necesario redoblar la pelea por paritarias libres con aumentos de una sola vez por encima de 40 % (sin la estafa del prorrateo en cuotas), contra los despidos con los que buscan debilitar la resistencia, por un salario acorde a la canasta familiar (hoy $ 16.000) para todos, y contra la precarización laboral. Junto con esto la iniciativa por imponer verdaderas medidas de control de precios -que sólo pueden ser aplicadas por los trabajadores de forma independiente- son cuestiones fundamentales para enfrentar el ajuste que el gobierno y los empresarios quieren descargar sobre nuestras espaldas. Con este nivel inflación que no cede, los dirigentes de las centrales y sindicatos deberían poner fin a la tregua con el gobierno y convocar un plan de lucha en defensa del salario.
Esteban Mercatante
@estebanm1870
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