lunes, 15 de febrero de 2016

Macri: dos meses, dos “triunfos”, mil tensiones



El Senado en funciones. Las CGT y una tregua altamente cuestionada. El capital eterno desagradecido. La inflación en el centro de la escena. La muerte viaja en patrullero.

Poco más de dos meses han pasado desde aquel caluroso mediodía donde Mauricio Macri, a pesar de los retos de su esposa, bailó en el balcón más importante de la historia nacional. Y bailó mal.
Junto a la suba de su imagen negativa, lo que se acumula además son las tensiones de un proceso político marcado por el ajuste en curso. Ajuste que cuenta con el impulso activo del gran capital pero que afecta a amplias capas de las masas trabajadoras e incluso a sectores de la misma clase capitalista.
Ajuste que, además, se hace en condiciones políticas que tienen límites marcados. Los editoriales de este domingo tratan de reseñar algunos de esas contradicciones.

Senado, paritarias, reuniones

Dos fueron los hechos fundamentales de esta semana que aportan a la “gobernabilidad” del macrismo. Por un lado, el inicio de las sesiones extraordinarias del Congreso, pero solo en el Senado y, también, solo para tratar pliegos de jueces y embajadores.
El segundo fue la reunión con las CGT en la Casa Rosada, donde ex oficialistas y ex opositores pasaron a jugar juntos el papel de alfombra para la política oficial.
Desde La Nación Morales Solá afirma que “aparecieron el Senado y los gremios, que siempre fueron tormentos a veces concertados para los presidentes no peronistas. El peronismo retiene, y retendrá, la mayoría tanto en la principal cámara legislativa como en los sindicatos (…) Pichetto les dio a los gobernadores la estrategia que buscaban. Las provincias son un paisaje de desastres económicos y financieros. Las obras viales se dejaron de pagar en agosto del año pasado. El resto de las obras públicas se quedaron sin financiación desde noviembre. Cristina tomó las dos decisiones. Macri reinició algunos pagos, no todos, en las últimas semanas”.
La ventaja de Macri reside en la enorme centralización de las finanzas públicas que dejó el período kirchnerista, aunque dicho proceso ya se había iniciado con el menemismo. Con esa espada de Damocles puede negociar, blandiéndola sobre la cabeza de los gobernadores. Senadores y senadoras son quienes actúan con intermediarios.
En el mismo sentido Eduardo Van der Kooy afirma en Clarín que “al cabo de dos meses de poder Mauricio Macri parece haber logrado su primer objetivo político. Todavía módico. Empezó a aislar a Cristina Fernández y al kirchnerismo. Colocó a esa oposición mayoritaria en estado de asamblea permanente”.
Los debates en el peronismo son ahora parte de la agenda política. Lejos de cesar, la semana que pasó los multiplicó. Un “teorema” peronista afirma que los susodichos cuando se pelean, se están multiplicando. Difícil aceptarlo hoy. Pero adherir al contrario (cuando se pelean se están extinguiendo) tampoco tendría sentido. El peronismo conserva raigambre territorial, además de fuertes aparatos políticos y sociales. El descontento con el macrismo será el caldo de cultivo en el que intentará abrevar en su reconstrucción política hacia el 2017. En ese trance están todos, cada uno con su perfil.

De traidores y otras yerbas

El segundo elemento político de la semana fue el avance en la reunión con las cúpulas sindicales de todas las CGT. Una suerte de sueño de la “unidad sindical” logrado desde el gobierno y como no vio en muchos años.
La “novedad” de la reunión solo sirvió para confirmar la verdadera función social de esas conducciones: ser una fuerza de contención de la clase trabajadora frente al ajuste un curso, una “policía al interior de las filas de la clase obrera” como la definió un dirigente revolucionario ruso hace más de 70 años.
Los rostros a la salida lo evidenciaron. Todos felices. ¿Resultados? La promesa de presentar un proyecto que deberá pasar por el Congreso –donde el macrismo no tiene mayorías propias- para subir el piso del Impuesto a las Ganancias. Al día siguiente, de un plumazo, las mineras ganaban cientos de millones de dólares por el fin de las retenciones. El mecanismo: un decreto.
Eduardo Van der Kooy ilustra que “otro aspecto diferenciador sería el papel del sindicalismo. Con Alfonsín y De la Rúa los jefes gremiales actuaron como brazo ejecutor del peronismo. Cristina dividió las centrales obreras tras su pelea con Hugo Moyano. Tampoco resultó complaciente con el líder de la CGT K, Antonio Caló. Todos estuvieron sentados el jueves, incluso el dirigente de la UOM, con Macri en la Casa Rosada. Luis Barrionuevo habló de darle tiempo al mandatario (…) “Hugo, estoy preocupado por la inflación y necesito que los gremios me ayuden”, le dijo Macri a Moyano en un diálogo que Marcelo Bonelli reveló en Clarín del viernes. Respuesta: “Ningún gremio va a aceptar la pauta del 25%”. Macri busca en el sindicalismo el apoyo que no consigue en la medida que quiere de los sectores que, a priori, apoyaron al macrismo a hacerse del poder”.
Por su parte Horacio Verbitsky afirma que “tan notable como la confluencia de los tres gajos de la CGT fue la exclusión de los dos de la CTA, cuyos trabajadores estatales y docentes confluirán en el primer paro general dentro de diez días, demostrativo de la capacidad macrista para cerrar las divisiones producidas durante el anterior gobierno”.
También en Página 12, Mario Wainfeld señala que “la CGT conducida por Hugo Moyano era opositora hasta el 10 de diciembre de 2015, ahora es oficialista camuflada. La CGT conducida por Antonio Caló era oficialista... ahora se ignora su condición (…) La tenida en la Rosada fue breve, amable y bastante hueca. Sobrevoló generalidades sobre aumentos de precios y necesidad de ser prudentes. Nadie conturbó la calma presidencial hablando de despidos (…) Menos explicable es el silencio del otrora verborrágico e ingenioso Hugo Moyano, quien calló ante los micrófonos”.
El periodista agrega que “la dirigencia sindical clásica está trabada, a pesar de sí misma, para cerrar trato muy a la baja. La inflación ya corrida torna avaros al mango los porcentajes sugeridos por Macri y por los ministros Alfonso Prat-Gay, Marcos Peña o Jorge Triaca (…) la perspectiva de desdoblar las paritarias está en el menú, tal vez serviría para zafar en el corto plazo. De cualquier modo, sería inaceptable para laburantes de a pie un piso de menos de un 20 por ciento para el primer semestre (…) El Gobierno postula que en el segundo se planchará la inflación. Pero las patronales avizoran otro horizonte, que les haría espeso el panorama invernal en nuevas tratativas. Capitostes de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) bregan en privado para que el Gobierno les ajuste las clavijas a los muchachos ahora, mientras dure la luna de miel con el electorado”.
Wainfeld sopesa que “las cúpulas cegetistas no mentaron tampoco a la informalidad laboral, al trabajo esclavo o al (aviesamente llamado) trabajo infantil. Su horizonte conceptual son los compañeros contenidos en las convenciones colectivas. Es una base que creció significativamente en la etapa kirchnerista, en particular en los primeros años. Desde 2011 se cristalizó, en tendencia, el número de trabajadores “en negro”, una de las expresiones más claras de injusticia y desigualdad dentro de la clase trabajadora”.
Esa estrechez de miras no nació ayer. Durante el ciclo político anterior, tampoco se hizo. Los paros nacionales contra el gobierno de CFK solo levantaron la bandera de los reclamos de los sectores más explotados de la clase obrera, gracias a la intervención de la izquierda y el sindicalismo combativo, no a esas dirigencias.

Es el capital, estúpido

Horacio Verbitsky cita largamente un informe del centro de estudios CIFRA que señala los nuevos rasgos del poder político y su carácter de representación de la clase dominante. Afirma el periodista que “lo que de verdad procura la política en curso es la disminución del nivel de empleo y/o del salario real, como herramienta de disciplinamiento de la clase trabajadora”.
Añade, citando el informe, que “para detectar qué fracción del capital ejerce la hegemonía, es decir el control del Estado, el trabajo analiza el origen de los funcionarios en distintos niveles del gobierno nacional, a quienes denomina como intelectuales orgánicos de los sectores dominantes, en el sentido que Antonio Gramsci dio a esa categoría: aquellos que cumplen funciones organizativas “tanto en el campo de la producción como en el de la cultura, como en el campo administrativo-político”. La conclusión es que la hegemonía se desplazó de los grupos económicos locales a los bancos trasnacionales y las empresas extranjeras (…) El propósito de apuntalar el crecimiento a partir de la mayor rentabilidad de la producción agrícola y agroindustrial, también se aprecia en la reducción o eliminación de buena parte de las retenciones a los productos agroindustriales (…) A partir de la sobrerrepresentación de los bancos transnacionales, del oligopolio petrolero y las distribuidoras de electricidad y de la falta de representación de firmas industriales extranjeras, el estudio prevé políticas tendientes a profundizar la reprimarización de la economía y por ello “potenciales conflictos interoligopólicos”. Esta administración “está bajo la égida del capitalismo internacional, razón por la cual no es dable esperar de la misma sino políticas de corte netamente ortodoxo cuya aplicación estará signada de conflictos sociales que no solamente tendrán como protagonistas a los sectores populares que buscan disciplinar sino también a otros dentro del mismo bloque de poder e incluso dentro de la fracción hegemónica”.
Esa primacía económica del gran capital extranjero ya existía en territorio nacional antes de la llegada del macrismo al poder. El kirchnerismo legó un peso descomunal del gran capital imperialista en las exportaciones y en el conjunto de la economía nacional, una alta dependencia del mercado exterior –expresada en la llamada restricción externa- y una estructura de poder altamente concentrada.
Macri y sus CEO expresan de manera directa esa configuración. Pero el kirchnerismo, a pesar de su discurso, garantizó la continuidad de los mismos intereses esenciales. El rol del Estado fue mediar para evitar el impacto de la crisis internacional, a través de lo que fue llamado por algunas economistas “el inflador fiscal”, pero sin atacar el verdadero poder del gran capital. Se puede decir que, con Macri, los dueños del país tomaron el poder, desalojando a la vieja “administración”.
Pero ese mismo Capital tampoco tiene mucha “bondad” hacia su propio gobierno. Lo ilustra en Clarín Ricardo Kirschbaum “hay conductas que responden más a un patrón histórico, a un interés determinado, que a una filiación política (…) el macrismo salió a cumplir con una promesa de campaña y bajó las retenciones (…) El resultado, sin embargo, dejó perplejos a los funcionarios. La liquidación de los dólares fue la mitad de lo esperado, esperando la segunda etapa de la rebaja de retenciones (…) Tampoco la conducta de los formadores de precios siguieron la senda de las expectativas de los funcionarios. Desde noviembre, cuando el kirchnerismo –que maltrató al sector agropecuario y que apretó hasta el hueso a estos sectores– vio que todo terminaba, hubo una remarcación muy fuerte. Después vino el sinceramiento de las tarifas eléctricas”.

La muerte viaja en patrullero

En la mañana de hoy se conoció un nuevo asesinato por parte de integrantes de las fuerzas policiales. Ocurrió en Villa Ballester, en provincia de Buenos Aires. La víctima fue un niño de tan solo 6 años, atropellado por un patrullero. Hace una semana, una mujer de 82 años había sido muerta de la misma forma.
Hace pocas semanas, los atacados por las llamadas “fuerzas del orden” eran los integrantes de la Murga “Los Auténticos Reyes del Ritmo” en el Bajo Flores de la Ciudad de Buenos Aires.
Mientras tanto el gobierno anuncia que está terminando un protocolo para “tratar” la protesta social. Léase, para reprimir abiertamente. Macri y su gobierno y dejaron demostrado que el ajuste se acompaña de represión. Eso le da rienda suelta a las fuerzas represiva. La impunidad con las que dos móviles policiales mataron a un niño y una mujer mayor lo evidencia. Es necesario el más amplio rechazo al fortalecimiento del aparato represivo y a la impunidad policial.

Eduardo Castilla
@castillaeduardo

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