sábado, 6 de febrero de 2016

Gatos en el Espacio: el “humor” como excusa para humillarnos



Últimamente, en las redes sociales abundan páginas dedicadas al humor, a la política, y a la mezcla de ambas. Lamentablemente, y con cada vez más frecuencia, se encuentran chistes o imágenes que supuestamente buscan la risa, pero ¿qué hay detrás de todo esto?

Por suerte somos varixs quienes reaccionamos ante semejantes muestras de odio, y las respuestas no se hacen esperar. Cuando a estos iluminados del humor se les cuestiona por estos llamados chistes parecen recurrir a una fórmula común: la supuesta susceptibilidad de quien es objeto del chiste y el excusarse en que, justamente, se trata de una broma, de algo ficticio o poco serio.
Quien tiene el privilegio de nunca haber sido blanco de burlas por su físico, orientación sexual, identidad de género o color de piel, parece presentar una cierta dificultad para entender en carne propia lo que este humor genera y regenera en nuestrxs cuerpxs expuestxs y burladxs una y otra vez, para divertimento de unos pocos.
Pero el problema es un poco más complejo, ya que este llamado humor refuerza un sistema que oprime a quienes salimos de las normas del deber ser, lxs que tenemos cuerpxs de lo más diversos, gordxs, chicos trans con tetas, maricas, chicas trans o travestis; y lo perpetúa, envalentonando a quienes se ríen de nosotrxs a descargar su odio y desprecio: gritándonos en la calle, dándonos golpizas, y como último escalón de la violencia, violándonos y matándonos. No es casual que el objeto de humor nunca es una persona blanca, flaca, heterosexual y cisgénero (no trans).
Por dar otro ejemplo, la foto de perfil de una de las más aclamadas páginas de Facebook de humor político (EAMEO), con medio millón de suscriptores, muestra (y se ríe de) Zulma Lobato, esperable de cualquier medio de comunicación televisivo y su público, y no de una página que se dice de izquierda.

¿Cuál es el límite del humor?

Hace pocos meses el programa de televisión Duro de Domar, conocido, entre otras cosas por su machismo y misoginia, pasó un video de un grupo de hombres que, cobardemente, desde un auto, rociaban con un matafuego a una chica trans en los bosques de Palermo. Desde el estudio del programa se escuchaban risas de fondo. Perfecto ejemplo de que las risas fugaces para algunos, son las violencias cotidianas y sistemáticas de otrxs.
Aquellas personas que reproducen este humor y juran no tener ningún tipo de prejuicio o maldad, bien podrían hacer el ejercicio de chequear de antemano si el objeto del chiste es el cuerpo de otra persona. Si así fuera, es motivo suficiente para ahorrárselo, ya que no sólo no hace saltar carcajadas, sino que tampoco revela nada novedoso. Hace años que a las mujeres trans se les dice que no son mujeres por tener pene, o que los chicos trans no somos chicos por no tenerlo. Hace años que a lxs gordxs nos dicen, entre risas, que no tenemos cuerpos deseables, o nos dicen qué ropa debemos usar o cómo debemos ser.
Es hora de dejar esta excusa barata del humor y hacerse cargo de los prejuicios que se tienen. Es hora de preguntarse con seriedad por qué sienten la necesidad de ridiculizarnxs. Cuestionar este tipo de chistes, este sentido común, es importante en la perspectiva de combatir un sistema patriarcal que rige nuestrxs cuerpxs, imponiéndonos roles de género y estéticas hegemónicas, cuyo fin es que unos pocos sigan oprimiendo a las grandes mayorías (y no minorías, como se suele mal decir) de mujeres y gente LGTBI.
Y quienes insistan en promover este tipo de humor asesino, sepan que no lo vamos a aceptar pasivamente y que ninguna agresión, por más disfrazada de chiste que esté, va a quedar sin respuesta.

Milo Casadei

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