miércoles, 4 de enero de 2017
Blanqueo: el gran lavado
Al final, el gobierno cierra el año adjudicándose un triunfo en el terreno que conoce como nadie: el de los evasores fiscales. ¿Quién puede cuestionar que ha reunido, en las distintas escalas de la administración actual, a un seleccionado profesional de cierto nivel, de quienes tienen sus fortunas en paraísos fiscales y domicilios extranjeros, por un lado, y aquellos, por el otro, que se ganan la vida organizando, precisamente, a través de bancos y financieras, la evasión impositiva de sus clientes? No nos equivocamos ni en una coma si decimos que la misión principal que le asignó el “círculo rojo” al macri-radicalismo fue concretar este blanqueo, que ahora el gobierno presenta, con toda hipocresía, como “una prueba de confianza” que le tributan a él los evasores.
El interrogante que plantea el resultado del blanqueo es sencillo: ¿representa un principio de consolidación política del gobierno y anuncia una tendencia de recuperación de la actividad económica? ¿La burguesía nacional retorna al país con una gran bolsa de divisas y se dispone a jugar su capital como clase dirigente? Es de esto que se jacta el oficialismo y lo que incluso incomoda a algunos de sus socios en la llamada ‘oposición’. Como sea, el blanqueo ‘exitoso’ debuta con el despido del miembro más importante del gabinete, Prat Gay - arquitecto de la operación. Al final de cuentas, uno de los objetivos del levantamiento del cepo fue viabilizar este lavado de patrimonios que resultó huidizo para el kirchnerismo. El examen de la entretela del blanqueo debe servir para formular un pronóstico alternativo para la etapa siguiente.
Estafadores unidos
El anuncio de que lavado de dinero y propiedades podría alcanzar los u$s120 a 140 mil millones es, antes que nada, una radiografía de la magnitud del desfalco que ha producido la burguesía nacional a través de los años y una medida del vaciamiento financiero que propinó a Argentina. Se trataría del 40% del patrimonio no declarado, que de acuerdo a una información reciente del Indec, llegaría a unos u$s230 mil millones. El blanqueo deja al desnudo la impotencia (cuando no la complicidad) de las administraciones ‘progres’ o ‘nac & pop’ para detener la fuga de la riqueza financiera, que ha sido creada, en última instancia, por la fuerza de trabajo. No fue sino CFK quien se jactó de haber pagado u$s178 mil millones de dólares por intereses y amortizaciones de una deuda pública usuraria. ¡El 60% de esa deuda ha estado en poder de la burguesía nacional! Décadas de evasión de impuestos a las ganancias (35%) y el IVA (21%) entre los principales, se ‘arregla’ ahora con una declaración de patrimonios, que pagará una multa del 10% - y que entrada es menor que eso porque se calcula a un dólar a 14.80 pesos, que está cotizando alrededor de 16. Se autorizan diversas aplicaciones de esos patrimonios con descuentos menores e incluso que no pagan ninguna multa.
Quién cuida el dinero
Otro aspecto significativo para una caracterización de conjunto del blanqueo es que, por un lado, no implica la repatriación de los capitales ‘exteriorizados’, ni existe el interés o la intención de hacerlo, por el otro. La denominada “seguridad jurídica” para esos capitales seguirá bajo la protección de los estados extranjeros, en su inmensa mayoría desarrollados, o en paraísos fiscales que se encuentran bajo la tutela de esos mismos estados y de los mayores bancos internacionales. La exhibición de ‘confianza’ de los evasores en el macri-radicalismo (y en el bloque ‘opositor’ que lo apoya en el Congreso y en la cúpula sindical), no llega al Estado argentino. El 86% del patrimonio que se ha declarado se encuentra en el exterior, solamente el 14% dentro de Argentina. Con trabajo en negro en el orden del 35%, la evasión que sigue coleando en territorio nacional, bajo la mirada ‘atenta’ de la Afip y de los inspectores del ministerio de Trabajo, es del 40%. Esto explica una paradoja de brujo: que con el ‘éxito’ del blanqueo continúe la demanda de divisas y la fuga de capitales, pues se trata del dinero negro que aprovecha la caída de la cotización, que es provocada por los dólares de multa que deben pagar los blanqueadores, para comprar un dólar barato. El llamado Estado argentino es una organización que opera para favorecer la succión del trabajo nacional, por parte del capital, que se ‘refugia’ y opera allende las fronteras criollas. Es necesario que los trabajadores más conscientes desarrollen una comprensión global acerca de cómo opera la explotación de la fuerza de trabajo en el plano de la economía, la política y las relaciones internacionales.
Fisco y bancarrota
No existe ningún comentarista o analista que no declare que el ‘éxito’ del blanqueo obedece a una presión internacional contra el ocultamiento de dinero. Un acuerdo reciente entre la Afip y su equivalente en Estados Unidos, no pasa, sin embargo, de una operación de propaganda a favor del gobierno. Ocurre que es tardío para influir en el blanqueo, no plantea un intercambio de información en tiempo real y alcanza solamente a los argentinos que tienen residencia en EEUU y a los norteamericanos con residencia en Argentina. Estados Unidos se reserva para si toda la libertad de acción en materia de ocultamiento de cuenta – con respecto a Argentina o cualquier otro país.
La presión de los estados sobre los bancos en materia de dinero ilegal tiene que ver, en primer lugar, con la bancarrota capitalista mundial, que ha afectado la solvencia fiscal de los estados nacionales más importantes e incluso a sus bancos centrales. La necesidad de una mayor ‘presión fiscal´ se ha ejercido, sin embargo, exclusivamente sobre los consumidores y pensionistas (como lo demuestran todos los planes de ajuste que se han aplicado durante la bancarrota en curso). De otro lado, esa crisis y los rescates monumentales de bancos y empresas por parte del Estado, han forzado una onda ‘regulacionista’, supuestamente dirigida a impedir nuevas quiebras y por lo tanto nuevos rescates, que las finanzas públicas ya no podrían bancar. La tendencia a la auto regulación, detonada en el llamado ‘bing bang’ de 1985/6, ha dado lugar a una tendencia contraria, que busca involucrar a todos los denominados ‘mercados en la sombra’ en un sistema supervisado (incluido el mercado de contratos derivados, o sea la especulación sobre la base de índices). En suma, los funcionarios públicos se lanzaron a la utopía de la regulación integral del capital y de los movimientos de capital. Después de todo, la autorregulación ha potenciado el narcotráfico y el terrorismo (de uno y otro lado) y ha sido el canal por excelencia del financiamiento de la guerra. El presupuesto de EEUU contempla un fondo extrapresupuestario móvil para financiar todo lo que supere los gastos militares regulares.
Guerra económica y fiscal
El regulacionismo, sin embargo, ha fracasado, como lo demuestra la victoria de Trump, que ya prometió que tiraría abajo todo lo que haya erigido Obama, y por sobre todo el Brexit, cuyo argumento principal fue escapar a la regulación de la UE y de la zona euro, en especial una eventual unificación de los sistemas bancarios nacionales. Trump ha anunciado una reducción del impuesto a las ganancias –del 35 al 15%–, para aumentar los beneficios capitalistas, pero también para incitar a una repatriación de capitales; Apple montó una sociedad en Irlanda, donde casi no opera, para poder pagar una tasa del 15%, una ‘irregularidad’ por la que la Comisión Europea pide una reparación de u$s14 mil millones. O sea que se ha iniciado una guerra fiscal internacional, donde el lugar más seguro para repatriar dinero no es por supuesto Argentina. A cambio de una multa de morondanga, el capital blanqueado gana seguridad jurídica y movilidad internacional, sin alentar ninguna tendencia al desarrollo de las fuerzas productivas nacionales. La multa por un blanqueo de, digamos, u$s120 mil millones, oscilaría entre u$s8 y 9 mil millones. El déficit fiscal financiero de Nación y Provincias es de u$s40 mil millones, o sea $650 mil millones (que no considera el déficit fiscal del Banco Central).
Que la fuga de capitales seguirá creciendo, sin que el blanqueo cambie la tendencia, lo demuestra el balance de pagos de Argentina, que registra un saldo negativo descomunal; lo mismo la cuenta del turismo. Los pagos por utilidades y dividendos superan a la inversión extranjera, que es casi nula. La finalidad de la eliminación del ‘cepo’ fue permitir esta salida. La financiación de este déficit lo hace el incremento de la deuda externa. La acumulación de capital no procede por vía de reinversión de beneficios sino por endeudamiento. Nuevamente, aparece el interés de obtener la protección de las Cortes extranjeras, no del estado nacional.
Desarrollismo al cuete
Es instructivo el fracaso que han tenido todos los anzuelos oficiales para la repatriación del capital declarado. La razón es siempre la misma: hay que dejar la plata durante un tiempo cualquiera sea el negocio. Es lo que ocurre con los fondos cerrados, o sea que no se puede retirar lo que se aporte por un tiempo, para inversión inmobiliaria; no hablemos de inversiones industriales, como un gran fondo para desarrollar Vaca Muerta o la energía - ¡es que el principal operador, YPF, se encuentra en plena reducción de inversiones para poder pagar una deuda enorme, y está contratando deuda nueva! Tampoco ha prosperado la adquisición de títulos públicos en esas condiciones, que se han ofrecido a cambio de reducir o anular la multa. La versión ‘desarrollista’ del blanqueo se ha reducido a un cuento. El ‘éxito’ del blanqueo podría, todo indica, convertirse en un bumerán, que algunos analistas advierten.
Descalce
El Banco Central, por ejemplo, ha autorizado al Tesoro a contraer deuda en dólares con la banca local, supuestamente porque abundan. Esto produce un ‘descalce’, porque el Tesoro recauda en pesos y deberá cancelar en divisas; como ocurre con la deuda externa, una devaluación provocaría una crisis de pagos, sólo que en este caso afectaría al sistema bancario interno. El blanqueador no está autorizado a financiar la economía fuera de las vías establecidas por el blanqueo, o sea que está impedido de hacer en el país lo que sí puede hacer desde el mercado internacional. Algunos cerebros del macrismo ya se están complotando para levantar esta restricción, a cambio del ofrecimiento de un bono a una tasa un poco menor a la del mercado, pero este recurso competiría con las otras alternativas de colocación para el dinero que se repatrie, y hasta el beneficio superaría a la multa. Sería un llamado al negreo universal. Tenemos, por último, que el ingreso de divisas podría apreciar el peso y frenar los beneficios de la exportación agraria y del complejo químico que prospera con ella. Se dejarían de liquidar las divisas del comercio exterior, como lo acaba de autorizar, de nuevo, el Banco Central. Un artículo en Ámbito Financiero (23.12) denuncia que se ha dejado en desuso el “régimen penal cambiario”, lo cual da piedra libre a cualquier operación de comercio exterior. El fracaso de la repatriación podría convertir al efecto ‘confianza’ en el efecto ‘desconfianza’, y acelerar el derrumbe de las improvisaciones interesadas de los Ceo’s macristas.
“Volatilidad”
Conclusión: el blanqueo agudiza lo que los especuladores llaman la ‘volatilidad’ de la economía argentina, o sea que entra en una etapa de giros y virajes bruscos, que la ‘volatilidad’ de la economía mundial seguramente acentuará. En un “año electoral”, es necesario preparar al mundo del trabajo para un período de alto voltaje social y político.
Jorge Altamira
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