lunes, 2 de mayo de 2016

Impresiones obreras (prensa y cultura de clase)



Como se propuso en el manifiesto del 1º de mayo de 1890, la clase obrera argentina comienza a desarrollar un periodismo clasista e internacionalista que se extenderá por más de 70 años antes de la llegada del peronismo.

Negros proletarios

Los primeros periódicos con referencias a la clase obrera y la lucha social son realizados por trabajadores y artesanos, principalmente, afroargentinos, en Buenos Aires, allá por 1858. Uno de ellos, El Proletario, que guarda el privilegio de haber introducido por primera vez el término en el periodismo argentino, anuncia que nace con el objetivo de servir a “la clase de color” y reclama “democracia y libertad para los morenos de Buenos Aires”.
Pocos años después sale La Broma (Órgano de las clases obreras), que saluda la huelga de los obreros gráficos de septiembre de 1878 y “les envía palabras de aliento y desea que las ideas del socialismo cundan no solo entre los tipógrafos sino entre todas las clases obreras”.
Esta huelga de los tipógrafos es reconocida como la primera en la historia argentina, y arranca con un triunfo. Siendo la solidaridad internacional de los trabajadores uruguayos un elemento clave para lograr sus demandas, como fue la reducción de horas de trabajo y aumento salarial.
Estos tipógrafos, mezclados entre criollos e inmigrantes socialistas y anarquistas, avanzarán luego un poco más en 1906, llevando adelante una huelga de más de 60 días que paralizará las imprentas porteñas, logrando el primer convenio colectivo de trabajo.
Vale recordar que por esos años, en 1896, se editan en la Argentina unos 345 periódicos, de los cuales 225 son argentinos y 90 extranjeros. De ellos 65 son diarios y 122 salen semanalmente.
En este marco, las publicaciones obreras ya se destacan y los trabajadores publican, entre otros, El Rebelde, La Protesta Humana, Rojo y Negro, Ni Dios ni Amo, La Verdad, La Revolución Social, El Oprimido, La Idea Libre, El Descamisado, La Protesta, El Perseguido, La Vanguardia, La Voz de la Mujer, La Montaña y El Obrero, defensor de los intereses de la clase proletaria y órgano de la Federación Obrera, que saldrá en 1890, meses después del primer 1º de mayo conmemorado en el país; páginas todas donde se honra el clasismo y el internacionalismo obrero.

Alemanes socialistas

Por aquellos viejos tiempos también llegan al país muchos militantes y obreros franceses que huyen de la persecución que se desata tras la derrota de la Comuna de París en 1871, y otros tantos alemanes que escapan de la represión del régimen de Bismarck, que se extiende por toda Europa.
Es así que en diciembre de 1881 el socialista alemán Karl Mücke convoca en Buenos Aires a otros tantos compañeros exiliados a una reunión en la cervecería Bieckert, a tratar la posibilidad de constituir una organización obrera.
A los pocos días, el 1° de enero de 1882, son trece los asistentes que fundan el club socialista, cultural y deportivo Verein Vorwärts (Adelante), a los efectos de “cooperar a la realización de los principios y fines del socialismo, de acuerdo con el programa de la Social-Democracia de Alemania”.
El club Vorwärts abre locales en los barrios porteños de San Telmo y Balvanera. Y pone en la calle, en octubre de 1886, el periódico Vorwärts, editado primero en alemán y luego bilingüe, en castellano.
Estos militantes alemanes participarán luego como representantes de la Argentina en el primer congreso de la Internacional de París en julio de 1889, a través de Wilhelm Liebknecht y del exiliado francés Alejo Peyret.
Este congreso de París, que saludará Federico Engels (intelectual y fundador del marxismo y compañero de Carlos Marx), dará vida a la II Internacional que definirá (entre otras) la conmemoración del 1° de mayo y la lucha por las 8 horas de trabajo en todo el mundo.
En virtud de esta resolución tomada en París, los militantes alemanes comienzan la tarea de organizar en Buenos Aires el 1° de mayo de 1890, convocando “a todos los trabajadores de las repúblicas del Plata”. Y trazan un programa que llama a “crear un periódico para la defensa de la clase obrera y una federación obrera”; junto a un petitorio que hacen llegar al Congreso Nacional, solicitando “la creación de leyes protectoras para los trabajadores”.
Para diciembre de 1890, saldrá entonces el periódico “El Obrero”, la primera publicación marxista, que se presenta en “la arena de la lucha en esta República Argentina como campeones del proletariado”. Y su primer director será un ingeniero alemán, Germán Ave Lallemant.

Periódicos marxistas y anarquistas

Desde “El Obrero” se informa y se hace periodismo de clase, pero también se realiza una fuerte tarea de formación ideológica.
En sus páginas surgen serias denuncias al régimen, donde “el caudillaje ha llevado al país a la bancarrota. El Estado debe a los ingleses 328 millones de pesos oro que se capitalizan con un interés anual de más de 18 millones. El monto total de capital inglés colocado en el país asciende a 624 millones de pesos oro, y hay que pagar anualmente más de 54 millones de pesos oro a las cajas de los banqueros en Londres por ese capital”.
Para esos años se incrementa el desarrollo de las organizaciones sindicales. Y entre 1890 y 1896 se forman un total de 32 sociedades obreras.
El Obrero, que fundan intelectuales y obreros alemanes, será el primer medio que analiza la realidad social y política argentina desde una perspectiva socialista y marxista, y se mete de lleno y profundiza en las cuestiones obreras. Es, sin duda, una referencia ineludible para las organizaciones periodísticas posteriores, como ocurrirá con el diario La Vanguardia, del Partido Socialista.
A la vez, desde el anarquismo sale en 1890 el periódico El Perseguido, ya antes circula El Descamisado y La Protesta Humana, que luego será La Protesta en 1903. Su primera tirada será de 2000 ejemplares, pero alcanzará un promedio de 4000, con llegada incluso a ciudades como Montevideo, San Pablo, Río de Janeiro, Santiago de Chile y Lima.
La influencia anarquista se hace notar, y llevará a un corresponsal del periódico The Times (Londres) a escribir en 1910 que “quizás el problema más serio al que se enfrentan las repúblicas sudamericanas sea la dispersión del anarquismo y su crecimiento en las nuevas atmósferas libres. Y Argentina es el Estado más afectado”.
Dando cuenta de ese temor burgués, desde El Descamisado (Periódico Rojo), escriben (casi a modo de manifiesto): “Somos la razón y somos la fuerza. La razón, porque pretendemos obtener la justicia que se nos niega, porque queremos que el hombre que trabaja sea, por lo menos, igual al potenciado que pasa la vida en la ociosidad alimentando vicios que corrompen. Somos la fuerza, porque somos los más y porque la historia tiene probado que cuando el pueblo ha recurrido a la lucha, ha conquistado la victoria, y ha demostrado a sus opresores que es imposible contenerlo y dominarlo”.
Entre 1897 y 1901 la lista de suscriptores a periódicos socialistas y anarquistas incluirá a las ciudades de Buenos Aires, Rosario, Mendoza, Mar del Plata, Junín, Ensenada, La Plata, San Juan, Villa Constitución, Carcarañá, Chascomús, Zárate, Bahía Blanca, Villa Mercedes, Córdoba, Victoria, Río Cuarto, Corrientes, Santa Fe, Resistencia, y más de 100 localidades en todo el país, además de numerosos barrios de la Capital Federal.
Entre los socialistas, además de La Vanguardia que comienza a dirigir Juan B. Justo, habrá rápidamente un sector disidente que publica La Montaña, que encabeza José Ingenieros, que años más tarde (en 1919), destacará en sus artículos de Los Tiempos Nuevos, que la Revolución Rusa es “una nueva etapa histórica, cuyos resultados para la humanidad pueden resultar más importantes que los del Cristianismo, el Renacimiento y la Revolución Francesa”.

La voz de la mujer trabajadora

Asimismo, en la prensa obrera, el hecho de que las mujeres no se sumen masivamente a la organización gremial es fruto de discusiones y polémicas.
Hay apelaciones a las mujeres para que participen más y (en algunos casos) a los hombres para que las ayuden a participar. Pero la mayoría de los hombres mantienen una visión más bien tradicional y conservadora.
En el periódico socialista La Vanguardia (continuidad de El Obrero) y en las publicaciones anarquistas se denuncia abiertamente la explotación que padecen las mujeres en los lugares de trabajo y en sus casas.
En este marco, las voces de las mujeres se independizan y suenan temprano. Y para 1896 sale un periódico producido y escrito solo por mujeres que se llamará La Voz de la Mujer (Periódico comunista anárquico).
Desde el vamos las militantes anarquistas y marxistas que lo componen y realizan, encaran las cuestiones de género ligadas a la lucha de clases y el combate contra la opresión capitalista. Por eso en todos sus números sobresalen artículos políticos y culturales, bajo una constante consigna que agita: “Ni dios, ni patrón ni marido”.
Sin embargo, el conservadurismo de algunos anarquistas y socialistas no deja de sorprenderlas: “esto no puede ser; esta no es manera de escribir; no se pueden tolerar semejantes provocaciones de parte de esas mujeres; es necesario que ese periodicucho desaparezca”.
“Linda manera de pensar (contestan) ¿no es cierto? ¡Bonito respeto a la autonomía! ¡En nombre de la anarquía hacer la guerra a un periódico que al venir a la lucha periodística, vino dispuesto a no transigir con nada ni con nadie en lo referente a defender la emancipación de la mujer!” Y continúan: “(…) a pesar de vuestra guerra, seguiremos firmes en la brecha, dispuestas a mantener bien alta la bandera de la intransigencia pese a quien pese y duélale a quien le duela (…) Nos mantendremos firmes en nuestra divisa, cumpliendo nuestra más completa autonomía dentro de los ideales del comunismo y la anarquía”. Por lo tanto (y cierran), “esperamos que nos prestéis la mayor ayuda posible para poder echar en cara a la actual sociedad burguesa todas sus bajezas, todas sus infamias y lanzar al rostro de los tiranos de la humanidad el lodo que nos pretenden arrojar a los proletarios y a las proletarias”.
Publican una decena de periódicos durante dos años, con una tirada de 2000 ejemplares por número y, como reza en su encabezado, “aparece cuando puede y por suscripción voluntaria”. En la Buenos Aires de aquellos años saludaban sus páginas las empleadas domésticas, cocineras, obreras textiles, costureras, maestras y enfermeras.

Prensa y cultura de clase

Como vemos, son años de luchas intensas, dramas y derrotas. De primeras conquistas políticas y derechos sociales. De injusticias y mucha sangre derramada. Pero también de organización, cultura y bibliotecas.
De ideas de izquierda que se extienden profundamente en fábricas, barrios, pueblos y calles; arraigadas en el internacionalismo y la solidaridad obrera, que irá desarrollando una identidad de clase extensa.
Una prensa gráfica, pues, clasista e internacionalista que luego se extenderá en revistas culturales y literarias, en el teatro y más tarde en la radio y el cine, construyendo una identidad obrera que llenará de valores y contenido la cultura popular argentina.
Hojas construidas y escritas por intelectuales, militantes y cuadros obreros de las diversas tendencias de la izquierda. Páginas que reflejan más de 70 años de esa otra historia, escondida y olvidada. Ediciones que nos legaron anarquistas y socialistas, a los que más tarde se sumarán sindicalistas revolucionarios, comunistas y trotskistas.

Hugo Echeverre

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