sábado, 14 de mayo de 2016

Esteban Bullrich: enemigo “público” de la educación pública



El ministro niega la crisis y ataca la organización que mostró la Marcha Educativa Nacional. La defensa de la educación pública, hoy como ayer, está en manos de estudiantes y trabajadores.

La histórica Marcha Educativa Nacional que congregó el jueves en la Ciudad de Buenos Aires a más de 40 mil estudiantes y docentes, sacudió en medio de la comodidad de su despacho al ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich.
A no confundirse, el ministro no se sintió interpelado para salir en defensa de la educación pública. Por el contrario, aprovechó para despacharse contra la movilización, negar la crisis presupuestaria que atraviesan las universidades y estigmatizar a los que luchan y se organizan.
“Lamentablemente hay sectores que usan la universidad pública para hacer política partidaria, y buscan inventar una ’crisis’ donde no la hay. Los que hablan de crisis lo hacen por malicia o por hipocresía”, fueron algunas de las declaraciones que realizó en su cuenta de Twitter y en reportajes a los medios.
Bullrich niega algo que miles ya constataron y se proponen enfrentar: la educación pública, en todos sus niveles y en todos los distritos, es uno de los blancos favoritos del ajuste de Cambiemos. Y el ministro es un brazo ejecutor más que apropiado para esta política.
El presupuesto para el funcionamiento de las universidades nacionales es miserable y algunas no saben si cuentan con la plata suficiente para pagar la luz a partir de agosto. Esto, a pesar de la desmentida de Bullrich, fue sostenido por los mismos rectores. El reciente anuncio de Macri de una partida bajísima de $ 500 millones para solventar los gastos de funcionamiento de las universidades intentó ser un paliativo que serenara a los rectores ante el grave problema presupuestario.
Pero el problema se extiende a todas las regiones del país. Por caso, la negativa a implementar el boleto educativo gratuito en la Provincia de Buenos Aires por parte del gobierno de María Eugenia Vidal, pone en jaque la posibilidad de los estudiantes de continuar sus estudios y amenaza con dejar chicos fuera de la escuela y la facultad.
En el contexto de tarifazos a los servicios y el transporte, el reclamo por el boleto se nacionalizó y las dificultades para hacer andar a diario la escuela y la universidad pública también. Esta es la crisis que atraviesa a la educación en todos sus niveles y que, según Bullrich, se trata de un invento interesado de los que quieren “hacer política” en la universidad.

¿Acceso libre y gratuito? ¿Para qué?

En las vísperas de la movilización del jueves Bullrich también se posicionó respecto al fallo del juez federal Pablo Cayssials, que anula la vigencia de dos artículos de la Ley de Educación Superior (LES) vigente desde el menemismo. El fallo anula la prohibición de los exámenes de ingreso eliminatorios con el argumento de que constituye una “violación a la autonomía universitaria”.
Extraña interpretación del concepto de autonomía: tanto para el juez como para Bullrich se trata de que cada facultad cuente con la libertad para dejar afuera mediante exámenes de ingreso eliminatorios a cuantos estudiantes quieran. ¿Universidad pública? ¿Gratuita? ¿Para todos? ¿Para qué?
Su postura ante la cuestión de los ingresos no va para nada a contramano de lo que hizo durante su gestión como ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires a partir de 2009, cuando aumentó casi un 5 % los subsidios a la gestión privada; el presupuesto para Educación en 2015 tocó el piso histórico del 20 %; mantuvo los salarios de los maestros porteños en $ 8.500, muy por debajo de la canasta familiar calculada por el gobierno porteño en $ 14.000.
Bullrich también ordenó el cierre de 221 cursos en todos los niveles educativos de la Ciudad. En 2014 implementó el sistema de “inscripción on line” que dejó en evidencia la falta de escuelas y de vacantes para miles de chicos en el nivel inicial. Y durante toda su gestión no construyó ninguna escuela y la propuesta para paliar la situación fue la compra de aulas container.
No cuesta imaginarse al ministro sentado en su despacho aplaudiendo el fallo del juez. Bullrich se formó en instituciones privadas y en el exterior. Estudió Licenciatura en Sistemas en la Universidad Caece. Cursó un máster en Administración de Empresas en la Escuela Kellogg de Estados Unidos y se perfeccionó en la Fundación Eisenhower Fellowships.
¿Por qué estaría a favor de la gratuidad de la educación? La escuela y la universidad deben ser públicas y gratuitas para que puedan estudiar los hijos de los trabajadores, los jóvenes precarizados. Precisamente, aquellos a quienes Bullrich y el resto del gabinete de los CEO de Macri pretenden hacer pagar los costos de la crisis.

Nada nuevo

La discusión por los ingresos eliminatorios y la LES menemista no es nueva. En octubre del año pasado la exdiputada del Frente para la Victoria Adriana Puiggrós presentó un proyecto de ley, conocida como “Ley de Gratuidad”. Con un pie fuera de la Rosada, a través de esta ley el kirchnerismo quiso mostrar, cínicamente, que reformaba la LES estableciendo la gratuidad en universidades públicas y prohibiendo los exámenes de ingreso eliminatorios.
Pero mientras producía esa maniobra leguleya, al mismo tiempo el gobierno de Cristina Fernández dejó intactos muchos aspectos de carácter privatista y mantuvo, entre otras cosas, los convenios con empresas y laboratorios.
El fallo de Cayssials implica un revés respecto a una conquista del movimiento estudiantil que lucha contra la LES menemista y privatista desde los años 90. El kirchnerismo la sostuvo intacta durante casi trece años y quiso mostrarse con “voluntad política” de modificarle algo a semanas de perder las elecciones.
Pero la lucha contra la LES es una bandera histórica de los estudiantes de todo el país y hoy se constituye en una bandera más a defender en el marco de un ataque total a la universidad pública. Como ya lo demostró, para esta pelea Bullrich también está en el bando enemigo.
El ministro plantea que la prohibición de los ingresos eliminatorios fue una medida “demagógica” del kirchnerismo. A su vez, sostiene que “crisis” en la educación fue la que encontró el gabinete de Cambiemos al asumir el 10 de diciembre. Bullrich se apoya en el hecho real del desfinanciamiento de la educación pública que ya venía realizando el kirchnerismo, pero para justificar sus propios planes de ajuste.
La LES se mantuvo durante todo el período K y los presupuestos votados para educación venían siendo de ajuste desde hace años. De la misma manera los salarios para una gran mayoría de la docencia no alcanzaban la canasta familiar, para no hablar del ejército de docentes universitarios que trabajan ad honorem desde hace años. Son esos mismos docentes que fueron fuertemente estigmatizados por la misma Cristina Fernández de Kirchner en varias oportunidades.
He aquí la herencia que dejó el kirchnerismo. Lo que niega Bullrich es que este es el camino que se propone profundizar.

Enemigo de todos

La toma de facultades, como la de los estudiantes de Filosofía y Letras de la UBA; las asambleas y clases públicas que se realizan a lo largo y ancho del país; la movilización provincial por el boleto educativo gratuito con diez mil estudiantes y trabajadores de la educación en La Plata; la lucha sin tregua de los docentes universitarios en defensa de su salario. Todos reclamos que confluyeron el jueves en una marcha nacional que mostró de forma concentrada la resistencia que se fortalece desde hace semanas en cada facultad y escuela argentina.
El ajuste de Macri, Bullrich y los gobernadores se topa con la disposición a dar pelea de miles que les advierten que la educación pública no se toca.
La crisis que Bullrich niega podría resolverse con la plata que el gobierno destina para otros fines. Los más de U$S 12 mil millones que le pagaron sin demora a los fondos buitre y otros tantos entregados a la megaminería contaminante y el agropower con la quita de las retenciones, podrían ser destinados a garantizar que las universidades puedan abrir sus puertas con luz y calefacción el cuatrimestre que viene.
Y mucho más. Con ese dinero se podrían construir las escuelas que el PRO no construyó en CABA y pagar salarios docentes acordes a la canasta familiar.
Obviamente esto no está en los planes ajustadores de Cambiemos. Por el contrario, la razón de ser de Bullrich y cada uno de los ministros de Macri es avanzar en el cercenamiento de los derechos del pueblo pobre y trabajador, en defensa de los intereses de los grandes capitalistas.
Por eso, la gran fuerza docente y estudiantil que se ha puesto en marcha contra el ajuste en la educación debe unirse al reclamo contra los despidos, la inflación y los ataques al conjunto de los trabajadores y sectores que luchan para pararle la mano a Macri y los gobernadores.

Juana Galarraga

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