lunes, 16 de mayo de 2016
Sobre el asado: masticando lucha de clases
Teníamos asadito hoy pero el mal clima no los arruinó. Avisándole a un compañero que se suspendió, se me vino en mente las palabras del gran maestro argentino de ajedrez Miguel Nardorf que contaba que en su Polonia natal, "cuando la gente tenia hambre salia a la calle a pedir pan; mientras que en Argentina cuando la gente tiene hambre sale a pedir por el puchero". Y, remataba Nardorf, "ustedes sabrán la enorme diferencia que hay entre comer pan y puchero".
Por su lado, el gran escritor Andrés Rivera definió alguna vez que el asado, era la comida de la democracia peronista. Ambas frases son una forma de analizar la generosidad de nuestro suelo pero sobre todo los standares de consumo de los trabajadores y sus anhelos.
Un camarada que trabaja en una gran siderúrgica, un sector que en un país como el nuestro seria una exageración llamarlo aristocracia obrera - pero a falta de un término mejor lo utilizaremos - me comentó en una ocasión que sus compañeros de trabajo más jóvenes, una de las primeras cosas que compraban con su salario era la parrilla.
Evidentemente el asadito de los domingos, es un hecho social y cultural fuertemente arraigado en nuestro pueblo trabajador, lo mismo podemos decir del asado de los viernes en las obras de construcción, ya no se respira ese olorcito al pasar por una un día antes del fin de semana.
Según los estudios cada argentino consume unos 127 kilos de carne al año, lo que vendría a ser una media res por cabeza anual. Este dato, deberíamos comprenderlo como una de las grandes conquistas sociales de nuestra clase obrera, que se niega a pasar hambre.
Allí, hay una particularidad de las políticas capitalistas nativas y una de las causas de una falsa opción en que se intenta dividir al pueblo trabajador: o el hambre de los liberales con instituciones limpias o el asado de los peronistas con el bastón de mando bonapartista.
El kirchnerismo y el peronismo en general, opone discursivamente al ajuste de la ceocracia macrista, el modelo del consumo interno. Como repite el impresentable Guillermo Moreno, el macrismo es gorila porque le sacó la comida a la gente. Pero eso es solo discurso, en los hechos el kirchnerismo aplica un ajuste tan brutal como el del macrismo en las provincias donde gobierna como son los casos de Santa Cruz y Tierra del Fuego, donde además reprimen salvajemente a los trabajadores en lucha.
Tampoco olvidemos que fue un gobierno peronista, el de Isabel Perón y López Rega, quien intento aplicar el Plan Rodrigo que fue el primer plan de ajuste que constituirá el borrador del programa económico de los militares, que redujo sustancialmente el salario de los trabajadores sacándole la comida de la boca mientras practicaba un genocidio y más tarde de Domingo Cavallo.
Fue precisamente otro gobierno peronista, el de Carlos Menem, quien condenó a la desocupación y al hambre a una gran parte de los trabajadores y que el estallido social de diciembre del 2001, tuvo como base lo hecho por el riojano durante su gobierno donde se destruyeron derechos fundamentales de los trabajadores, junto con el empleo y se entrego el patrimonio nacional.
El mismo kirchnerismo en boca de Daniel Scioli se encargaba de prometer un ajuste “bueno” frente al ajuste “malo” de Macri. Ni que hablar que todo un sector del peronismo hoy es apoyatura del macrismo y su ajuste, el mismo que le saca la comida de la boca a la gente.
Werner Sombart, un pensador alemán que supo ser elogiado por Federico Engels pero que termino sus días en la derecha alemana y con una relación aún debatida con el régimen nazi, escribió en alguna parte que el roast beef y las tartas de manzanas terminaron la utopía socialista. Uno podría estar tentado de decir que el proletariado argentino abandonó sus esperanzas revolucionarias a cambio de masticarse media vaca al año. Es una forma posible de verlo.
Pero la propia lógica del capitalismo nos desmiente, mucho más en un país sometido al imperialismo como el nuestro o en Brasil donde se consumó un golpe derechista para hacer aún más profundo el ajuste iniciado por el gobierno petista, donde la burguesía necesita atacar periódicamente, como sucede ahora en un marco de crisis mundial, las condiciones de vida del pueblo trabajador, negar su acceso a las proteínas y calorías necesarias para una alimentación digna, degradar sus condiciones de vida para disciplinar y aumentar la explotación.
Así que otra forma de verlo es que la defensa del asadito del domingo y el pedido por el puchero, es decir la defensa de nuestro nivel de vida como trabajadores, es parte de la lucha de clases que es el motor de nuestra emancipación.
Facundo Aguirre
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