viernes, 20 de mayo de 2016
“Los almuerzos” de Videla
El 19 de mayo de 1976, el general Videla como parte de un plan de acercamiento a la “sociedad” realiza un almuerzo con distintas personalidades “representativas” del mundo de la Cultura.
En medio de las detenciones, secuestros, torturas y desapariciones (incluyendo a escritores como Haroldo Conti) los escritores Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Horacio Ratti (presidente de la SADE) y el sacerdote y periodista Leonardo Castellani, fueron elegidos para el encuentro. Este almuerzo según la dictadura era para “conversar abierta, francamente de los problemas que atañen a la cultura en relación con la situación del país”.
Ya el 9 de mayo, los genocidas se reunieron con los científicos Luis F. Leloir, René Favaloro, Julio Olivera, Roque Carranza y Alfredo Lanari aunque no fue tan “mediático” como el almuerzo con la “Cultura”. El 17 de mayo, la reunión fue con las nuevas autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina (Aramburu, Zaspe y Tortolo), que dos días antes habían difundido la Carta Pastoral anual reconociendo la “nueva etapa” dadas las dificultades del país.
También hubo una convocatoria a casi 200 medios, acompañada de una declaración de la Secretaría de Prensa y difusión: “queda prohibido informar, comentar o hacer referencia a temas relativos a hechos subversivos, aparición de cadáveres y muertes de elementos subversivos y/o de integrantes de las Fuerzas Armadas o de seguridad por estos hechos, a menos que sea informado por fuente oficial responsable. Incluye a secuestrados o desaparecidos”.
El almuerzo “literario”
El escenario de los almuerzos era la Casa Rosada. En el caso de los escritores, el menú habría comenzado con whisky, jerez y jugo de frutas para seguir con “La comida comenzó con budín de verduras, puntas de espárragos, salsa blanca y golf. Después y mientras tomábamos excelentes vinos servidos de botellas envueltas en su conveniente servilleta blanca, se pasó a los ravioles con una salsita de tomates. A los postres llegaron ensaladas de frutas con dulce de leche o crema, según los gustos. Finalizamos con café”, según Ratti (La opinión, 20/5/76).
El objetivo más importante de este almuerzo era la foto, una imagen que dejara constancia que al gobierno de facto le interesaba la Cultura y así, mostrar a un sector de la intelectualidad nacional, que la Junta Militar estaba compuesta por gente “a su nivel”. Y esto permitía tirar un manto de neblina mientras en el país se comenzaban a abrir los centros clandestinos y se confeccionaban las listas negras en las que figuraban cientos de artistas. El almuerzo fue destacado por el diario Clarín en su tapa bajo el título “Videla dialogó con escritores” al lado de “la” foto (20/5/1976).
Borges era el más célebre del grupo, proveniente de una familia burguesa siempre fue ideológicamente antiperonista, proimperaislita y, por lo tanto, más allá de sus aptitudes literarias, muy lejano a la clase trabajadora. Su exposición fue alrededor de sus últimos cuatro meses transcurridos en EEUU tratando de “caballeros” a los militares. “Le agradecí personalmente el golpe del 24 de marzo, que salvó al país de la ignominia, y le manifesté mi simpatía por haber enfrentado las responsabilidades del gobierno. Yo nunca he sabido gobernar mi vida, menos podría gobernar un país”.
Según algunos testimonios Ratti, el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) habría planteado el tema de los escritores desaparecidos. El que había llegado a presidir la SADE gracias al PC, transmitió tímidamente y entre otros temas, su preocupación por Miguel Ángel Bustos, Roberto Santoro y más de quince escritores. El padre Castellani habría pedido a Videla por Haroldo Conti, solo y al final del almuerzo.
No hay un registro al interior de este almuerzo, pero sí de las opiniones posteriores en la prensa y revistas. Dicen que Videla habló poco pero Sábato estuvo muy elocuente. “Es imposible sintetizar una conversación de dos horas en pocas palabras, pero puedo decir que con el presidente de la Nación hablamos de la cultura en general, de temas espirituales, culturales, históricos y vinculados con los medios masivos de comunicación. Hubo un altísimo grado de comprensión y de respeto mutuo...”. Dijo, a la salida y a la prensa, Ernesto Sábato. Después le preguntaron su opinión sobre Videla: “El general Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del presidente”, dijo Sábato. En 1978 explicó su posición en un artículo de la revista alemana Geo: “La inmensa mayoría de los argentinos rogaba casi por favor que las Fuerzas Armadas tomaran el poder. Todos nosotros deseábamos que se terminara ese vergonzoso gobierno de mafiosos... Sin duda alguna, en los últimos meses, muchas cosas han mejorado en nuestro país: las bandas terroristas han sido puestas en gran parte bajo control”. A estas palabras pueden sumarse otras, publicadas en una valiosa investigación de la revista Sudestada, donde Sábato se expresaba sobre Onganía: “Creo que es el fin de una era. Llegó el momento de barrer con prejuicios y valores apócrifos que no responden más a la realidad. Debemos tener el coraje para comprender (y decir) que han acabado, que habían acabado instituciones en las que nadie creía seriamente. ¿Vos creés en la Cámara de Diputados? ¿Conocés mucha gente que crea en esa clase de farsas? Por eso la gente común de la calle ha sentido un profundo sentimiento de liberación... Ojalá la serenidad, la discreción, la fuerza sin alarde, la firmeza sin prepotencia que ha manifestado Onganía en sus primeros actos sea lo que prevalezca, y que podamos, al fin, levantar una gran nación” (revista Gente 1966). Luego de festejar el mundial 78, tendrá la capacidad de acomodarse a los nuevos tiempos, y cambiando radicalmente su repertorio comenzará a cuestionar a la dictadura. Su “actuación” es exitosa y se integra a la CONADEP, siendo el responsable del prólogo al informe sobre la desaparición de personas, el “Nunca Más”. Allí escribió “la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda”, y con estas palabras se difundía masivamente la nefasta “Teoría de los dos demonios”.
Develar el conjunto de las complicidades civiles con el golpe militar sigue siendo una tarea pendiente.
Gabriela Liszt
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