jueves, 26 de mayo de 2016

Salario ultramínimo



Eslabón fundamental de una nueva reforma laboral

La reunión que fijó los nuevos valores del salario mínimo y del seguro al desempleo duró menos de una hora. Fue la escenificación de un acuerdo con la burocracia sindical.

El acta establece un salario mínimo a partir del 1º de junio, a cobrar en julio, de $ 6.810, luego de un salto inflacionario que sólo en ocho meses (datos del Banco Central), se llevó el 10% de la capacidad de compra del salario. Ese monto es casi exactamente un tercio de la canasta familiar vigente en marzo –$ 20.380, según la encuesta de la Universidad Nacional de Rosario. A ella hay que agregar el voluminoso abril de un 7% de inflación y mayo que no bajará de un 3%.
Los diarios han informado casi sin excepción en la línea que trazó el gobierno, haciendo hincapié en los $8.060 que serán percibidos en febrero del año que viene, un acto inescrupuloso. La información, sesgada, pone el acento en el 30% acumulativo en términos anuales, una turrada desde el momento que no considera el costo real de la canasta familiar y ni siquiera una actualización rigurosa de lo perdido desde la anterior convocatoria al Consejo y que ningún economista hace bajar del 40%.
Este saldo ignominioso del Consejo del Salario Mínimo explica el virtual festejo de las centrales empresarias – “es un buen acuerdo, porque para el sector empresario no es una cosa grave”, dijo el titular de la Cámara de Medianas Empresas (CAME), hablando como vocero del resto. Agudamente, Daniel Funes de Rioja, de la UIA y de la Cámara de la Alimentación colocó a la convocatoria del Consejo como parte de la agenda auspiciosa de “sinceramiento de la economía” que incluye la baja de “los salarios más altos de la región”, un pensamiento de todas las cúpulas empresarias.
La brecha entre el salario mínimo, vital y móvil y la canasta familiar es la más alta de toda la secuencia posterior al salario mínimo de 200 pesos dólares fijado por Menem. Esta tendencia al hundimiento del salario mínimo en términos reales comenzó con el kirchnerismo, en caída libre sus últimos cinco años. La maniobra de compararlo con los ‘90 es una manipulación: la única comparación legítima es con la canasta familiar que es el origen del concepto de mínimo, vital y móvil.
El acuerdo del Consejo del Salario es parte de la tregua que estableció la burocracia sindical, que no parece alterarse siquiera con el veto a la ley de prohibición de despidos.
El Consejo aumentó también el seguro de desempleo a una escala que irá de $1875 a $3000. El punto de partida es la absurda cifra de $400 mensuales congelada desde hace diez años y que suponía su virtual desaparición. Una actualización por inflación haría que el valor actual debiera rondar los $ 5.000. ¿Pero cuál es el concepto? El seguro al desempleo es arrancado por los trabajadores europeos al fin de la Segunda Guerra Mundial y como instrumento para impedir que los capitalistas utilicen la desocupación para imponer el descenso del salario real. Por eso debería estar en línea con lo que cobraba un trabajador ocupado.
El aumento del seguro de desempleo tiene como contrapartida la completa “libertad de despedir”, marcada por el gobierno con el reciente veto.
Omar Maturano, de La Fraternidad, reconoció la entregada, dijo que querían “alcanzar (el costo de) la canasta básica, de $14.800, pero llegamos a $ 8000 y es un avance. No es fácil consensuar”. El pez por la boca muere.
La burocracia también abandonó el reclamo por la actualización del mínimo en el Impuesto a las Ganancias y el tema quedó para la discusión en “comisión”, acompañando así el planteo del gobierno Cambiemos de que cualquier modificación quede postergada para el año próximo.
Los temas del ausentismo y los descuentos salariales por huelga, planteados por el gobierno, no formaron parte del “acuerdo” pero han pasado a ser parte de la agenda de las comisiones que se reunirán el mes próximo.
El presidente pudo incluso balbucear un discurso hablando de la batalla de la “productividad” (obrera), “la estrella polar de la que hablaba el general”. Este salario mínimo es la muestra de lo que pretende el gobierno y acompaña la “unidad” de las centrales sindicales: una nueva reforma laboral con el “empleo joven” a salario mínimo a la orden del día.

Christian Rath y Néstor Pitrola

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