lunes, 16 de noviembre de 2015

Alegría gorila, tristeza oficialista y el país del ajuste y la resistencia

El camino del balotaje. Crisis de la campaña oficialista. Algarabía gorila en La Nación. Un debate que no promete sorpresas. Lo que queda y la agenda que vendrá. Dos palabras sobre París.

Dos palabras sobre París

El mundo todavía sufre las imágenes de la masacre cometida en las calles parisinas. Una masacre que dispara el crecimiento de los discursos reaccionarios y xenófobos. La Europa imperialista se fortifica y militariza en nombre de "nuestro modo de vida" como dijo el presidente del Estado español. En Medio Oriente, las masas pobres sufrirán el creciente peso de esa "lucha por la libertad" que impulsan las potencias que los oprimen hace décadas.
Los métodos impulsados por el islamismo radical, lejos de aportar a la emancipación de las masas de Medio Oriente, conducen al camino de la xenofobia. Solo una política internacionalista revolucionaria, que busque unir a las masas oprimidas y explotadas de las potencias y las naciones más pobres, puede ser una alternativa para enfrentar la opresión imperialista.

Algarabía gorila

La alegría invade las oficinas de La Nación a más no poder. Joaquín Morales Solá dice este domingo que “la derrota probable está derrumbando la leyenda antes de tiempo. Personajes fanáticos, racistas y sexistas, que antes se escondían detrás del éxito electoral del peronismo kirchnerista, convierten sus deplorables frases en un crimen político contra su propio candidato. Los intendentes del conurbano se están despidiendo sin pagar sus deudas. No tienen dinero más que para los salarios”.
El periodista señala que “Cristina se guardó -y se guardará- en los últimos días de campaña. No hay generosidad en ese gesto. Ella también presiente que al oficialismo lo aguarda la derrota. Que la derrota sea entonces de Scioli (…) la campaña de Scioli es otra equivocación. Casi no habla de él y de lo que haría si llegara a la presidencia. Habla de Macri. Macri habla de Macri. Los dirigentes de Macri hablan de Macri. El gobierno y Cristina hablan de Macri. Y Scioli habla de Macri. Todos ayudan a Macri”.
En el mismo diario, y con el mismo nivel de entusiasmo, Jorge Fernández Díaz afirmaque “"Si la montaña viene hacia ti, ¡corre! Es un derrumbe." El falso aforismo de Les Luthiers parece escrito para la poderosa corporación justicialista, que vive inéditos momentos de descascaramiento y de naufragio, y que protagoniza verdaderos actos de vileza. Cuentan que en algunas zonas del conurbano ciertos burócratas se escapan llevándose computadoras de las escuelas municipales, televisores de los hospitales públicos, escritorios de las oficinas y bancos de plaza para adornar sus jardines”.

A las piñas

Esa alegría está fundada, en gran parte, en la crisis que recorre a la coalición oficialista donde, lejos de la “unidad” que pidió la presidenta hace unas semanas en el interior de la Casa Rosada, sobre los reproches y críticas.
Así, hablando sobre las acusaciones contra Alejandro Vanoli -presidente del Banco Central- Julio Blanck señala que “toda campaña de un candidato oficialista es la campaña de su gobierno. Scioli intentó, y lo sigue haciendo, diferenciar su propuesta y remarcar su propio perfil. Le faltará audacia, determinación o habilidad para hacerlo; la cuestión es que casi no lo consigue, y cuando lo consigue la intensidad de los actores del Gobierno le borronea el libreto y le impone el curso de acción y su propio discurso”.
Las tensiones internas del FpV, que menguaron bajo la consigna “Scioli presidente”, empiezan a aflorar por todos lados cuando esta perspectiva se aleja. La “grieta” se ensancha desde adentro del oficialismo.
Augurando un reacomodamiento en el peronismo, el cronista detalla que la “la futura recomposición peronista podría ser la representación en el Congreso. De los 98 diputados que tendrá ahora el Frente para la Victoria (…) alrededor de un tercio sería kirchnerismo puro. Los dos tercios restantes tienen como referencia a gobernadores, intendentes o jefes sindicales. Algo similar ocurre en el Senado (…) Después del 10 de diciembre Cristina podrá conservar el látigo, pero ya no tendrá la chequera. ¿Cuánto tiempo permanecerán todos esos legisladores unidos y organizados?”
Por su parte, Eduardo Van der Kooyafirma que “Daniel Scioli está todavía peleando el balotaje (…) Pero el kirchnerismo en el poder, la fuerza política más visible que dice acompañarlo, no estaría dejando escapar buenas sensaciones. Aparecen preocupados antes por atrincherarse en el Estado para resistir la hipotética llegada de Mauricio Macri que en tenderle en la campaña una mano verdadera al candidato K (…) Su mayor obstáculo, entonces, es Cristina. Aunque no el único”.

¿Debate sin grandes novedades?

El cruce que protagonizaran esta noche Daniel Scioli y Mauricio Macri aparece en los análisis. Pero la mayoría de los editorialistas apuesta a pocos cambios.
José Natanson escribe hoy en Página12 que “¿cuál es la verdadera importancia del debate? ¿Alcanza por sí mismo para cambiar el resultado de una elección? El politólogo Marcelo Leiras, en amable respuesta a una consulta para esta nota, explica que los estudios empíricos en la ciencia política norteamericana, que ha dedicado los mayores esfuerzos a investigar el tema, coinciden en que los debates no tienen un impacto discernible en los resultados de las elecciones: las encuestas realizadas antes y después del evento no muestran, salvo en unos pocos casos opinables, alteraciones significativas”.
Por su parte, en Clarín, Ricardo Kirschbaum escribe que “esta noche ocurrirá la tardía novedad de un debate entre los dos candidatos presidenciales. No va a cambiar a los candidatos pero alguno puede aparecer con alguna novedad. Se dará en un proceso de proselitismo agotador que ya determinó la mayoría de las adhesiones a uno y a otro. Se juega más a la captación de los que aún están indecisos que al cambio de los ya decididos.
Pero análisis y política van de la mano. Tratando de inclinar la cancha contra el candidato de Cambiemos, Mario Wainfeld señala en Página12 que “el recomendable estudio de Pérez Liñán propone una lectura que llama la atención, fundada en datos duros. Según sus propias palabras y resumen “(El balotaje) resulta innecesario cuando el candidato más votado en la primera vuelta recibe suficientes votos para garantizar su legitimidad y peligroso cuando el presidente electo en la segunda vuelta no obtiene suficiente respaldo para gobernar. El caso extremo de este problema se produce cuando se revierte el resultado de la primera vuelta y el candidato inicialmente perdedor obtiene la presidencia. Un análisis estadístico de 93 elecciones (1979-2006) confirma la relación entre reversión del resultado y crisis de gobernabilidad”. El especialista no saca su conclusión de la galera sino de una frondosa reseña de casos de surtidos países”.
El periodista de Página se suma a la campaña matizada que intenta mostrar la ingobernabilidad que recorrería el país de la mano de Macri en la presidencia. Sin embargo, como veremos más abajo, también va “dialogando” con un futuro gobierno macrista.

Lo que queda y lo que viene

El país de la década ganada deja una agenda pendiente que Daniel Scioli intentó tomar como propia en su discurso. Pero los 12 años transcurridos ponen de manifiesto lo limitado de ese “relato”.
Así, Horacio Verbitskty escribe en Página12, entre otras cosas, sobre la toma de tierras en Merlo y afirma que “lo sucedido es un reflejo del más grave problema social que enfrentan la provincia de Buenos Aires y el país como consecuencia del avance de los cultivos transgénicos y los barrios cerrados, que relegan a los sectores de menos recursos a los terrenos de peor calidad, cuyo acceso sólo les resulta posible a través de las tomas”.
Por su parte, poniendo en discusión la resolución de la Corte Suprema que obliga a YPF a hacer público el acuerdo con Chevron, dice Eduardo Van der Kooy que “hasta ahora trascendieron apenas dos aspectos del pacto sobre el cual la Corte Suprema obliga a echar luz. La primera: en caso de algún incumplimiento o diferendo, la ley aplicable del convenio no sería la de la Argentina sino la que rige en Nueva York. La segunda: frente a un eventual desacuerdo se daría intervención a la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional (CCI), con sede en Francia. Es decir, lejos de la jurisdicción nacional. Dos aspectos que el kirchnerismo siempre se encargó de agitar como críticas a los canjes de la deuda externa, que tiene todavía como lastre el conflicto con los fondos buitre (…) Aquel fallo de la Corte Suprema podría desatar a futuro otros nudos. ¿Por qué tampoco nunca se ventilaron las cláusulas del acuerdo con Repsol, más allá de la suma (US$ 5.000 millones) que se abonó a modo de compensación por la estatización de YPF?”
Los puntos que trascienden dan cuenta de la continuidad de una política destinada a satisfacer al gran capital. Tanto Relato contra los Fondos Buitres y tanto discurso sobre "soberanía energética” se sostienen sobre la base de entregas millonarias al gran capital extranjero. Aranguren podría revistar en las filas del FpV, con algunas contradicciones menores, pero revistar al fin.

La protesta social, la izquierda y el voto en blanco

Mario Wainfeld empiezan a preparase para escribir en un país diridido por el PRO. Así, inicia el sistema de advertencias que caracteriza a muchas de sus columnas.
Hablando de los años kirchneristas, escribe que hubo “una presencia constante de la protesta social de cualquier pelaje o pertenencia: la ocupación del espacio público valiéndose de recursos y lesividad que serían asombrosos (y ferozmente castigados) en otras latitudes. La revuelta y las militancias fueron constantes y no dan la impresión de querer bajar los brazos ni retroceder (…) el esquema se mostró eficaz para preservar una (tensa o intensa o las dos cosas) paz social combinada con acciones que generaban mal humor de otros ciudadanos en el día a día. Alterarlo, como predica el macrismo todo el tiempo y Scioli a veces (como cuando abomina de los piquetes y promete combatirlos), es explorar un territorio ignoto: puede resultar o no (…) el oficialismo que entre a la Casa Rosada el 10 de diciembre tendrá que vérselas con un Congreso no unánime (…) “la calle” altiva, jacobina y autoconsciente, organizaciones sociales atentas a los derechos adquiridos y que siempre “van por más”. El movimiento obrero podría a priori parecer más complaciente con mudanzas futuras pero solo podrá conservar un sesgo oficialista (con el que venza) si se conservan el valor adquisitivo del salario y el nivel de ocupación. Cooptar a las cúpulas no alcanzaría para frenar hipotéticas reacciones porque en la larga década han crecido el protagonismo y liderazgo de gremios alternativos y comisiones internas radicalizadas con notable gimnasia de protesta”.
Como siempre, Mario Wainfeld “olvida” algunas cosas. Daniel Scioli repitió en muchas ocasiones que reprimiría la protesta social. No solo lo dijo sino que lo hizo –véase sus “actuaciones” en los conflictos de Lear y la Línea 60- como lo mencionó en varios programas de TV.
En segundo lugar olvida decir que las “comisiones internas radicalizadas” a las que hace mención tienen un fuerte protagonismo de la izquierda trotskistas, en particular del PTS y de las fuerzas que integran el Frente de Izquierda. Estas mismas fuerzas son las que hoy, como primer paso de la resistencia al ajuste que vendrá, están impulsando una campaña activa por el voto en blanco.
El país que viene -con Macri o con Scioli- es el país del ajuste. La izquierda, que se manera consecuente, resistió en las calles junto a la clase trabajadores y otros sectores oprimidos, será parte activa de la resistencia por venir.

Eduardo Castilla
@castillaeduardo

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