lunes, 16 de noviembre de 2015

A 64 años de que las mujeres argentinas votasen por primera vez



El sufragio femenino es conocido en la Argentina como un logro del peronismo. Sin embargo, aunque Evita participó en la sanción de la ley, su logro fue gracias a largas luchas a nivel internacional y nacional de agrupaciones femeninas.

Los reclamos a nivel internacional

Los cambios políticos, económicos y sociales que vinieron unidos a la “Segunda Revolución Industrial”, iniciada en la década de 1870, provocaron una clara aceleración del movimiento feminista en el último tercio del siglo XIX.
En Gran Bretaña, por ejemplo, a principios del siglo XX el 70.8% de las mujeres solteras, entre 20 y 45 años, tenían un trabajo remunerado. Ya en 1850 se observaba como el número absoluto de mujeres solteras mayores de 45 años había crecido entre las clases medias. La “carrera del matrimonio” registraba así un cierto retroceso para muchas mujeres, no sólo como proyecto de vida, sino también como opción económica.
Otro elemento clave lo constituyó la incorporación de la mujer al trabajo durante la Primera Guerra Mundial para sustituir a los hombres que habían marchado al frente. La consciencia de su valor social alentó sus demandas del derecho de sufragio.
Los principales reclamos fueron: el derecho de voto, la mejora de la educación, la capacitación profesional y la apertura de nuevos horizontes laborales, la equiparación de sexos en la familia como medio de evitar la subordinación de la mujer y la doble moral sexual.
La gran novedad vino de la amplia movilización colectiva que supo dirigir el movimiento sufragista en determinados países.
El antecedente más antiguo lo encontramos durante la Revolución Francesa, cuando Olympe de Gouges, lanzó la “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”, al año siguiente fue guillotinada.
Con los países anglosajones al frente, la evolución en el mundo europeo fue muy diversa: “El sufragismo aparece como una forma de encuadramiento de mujeres de todas las clases sociales, a pesar de sus distintas ideologías y objetivos, pero coincidentes en reclamar el derecho a la participación política, uno de cuyos requisitos es el voto, para reformar la legislación y la costumbre y, en consecuencia, la sociedad”.
A principios del siglo XX, la inglesa Emmeline Pankhurst, encabezó a combativas mujeres que, según la prensa “rompían vidrieras y detenían trenes”, reclamando la igualdad en las votaciones.
El sufragismo surgió en los países que adoptaron el régimen capitalista, países de clase media poderosa y con unos ideales democráticos asentados en sus instituciones políticas.
Una evolución diferente presentó el mosaico de países del Este procedentes de los Imperios centrales: austro-húngaro y alemán, turco y ruso. El desmoronamiento de los primeros tras la Primera Guerra Mundial (Alemania, Austria, Checoslovaquia, Polonia) trajo reformas muy progresistas, el voto femenino entre ellas, sin existencia previa del sufragismo.
En Rusia fue posible después de la revolución de 1917. En el caso de los Estados surgidos del Imperio turco, Yugoslavia, Grecia y Bulgaria, el peso de la tradición era todavía muy fuerte y no hubo sufragismo ni reformas tocantes a la situación femenina.
Por último, en los países occidentales cabría diferenciar entre los protestantes (Inglaterra, Holanda): más modernos y evolucionados, y prósperos económicamente, y los católicos (Italia, España, Portugal): atrasados, tradicionales y conservadores.
En los países protestantes hubo un movimiento sufragista fuerte, y sólo gracias a su lucha se consiguieron las reformas y el voto. En los católicos apenas se dio el movimiento sufragista y sólo tras mucha batalla femenina y muy tarde, caso de Italia, o por el reformismo de sus gobernantes, caso de España, se obtuvieron estas conquistas.
Los años de la obtención del derecho al voto de las mujeres en algunos países son: Nueva Zelanda 1893, Australia 1901, Finlandia 1906, Noruega 1913, Dinamarca 1915, Reino Unido 1918, Alemania, Países Bajos, Polonia 1918, Estados Unidos 1920, España 1931, Francia 1945, Italia 1945, Suiza 1974.

Antecedentes y cronología en Argentina

Ya en 1862, Sarmiento, en San Juan otorgó el voto calificado a nivel municipal para las mujeres.
Mientras que 1902, el “Centro Socialista Femenino”, inició una campaña por el voto femenino. Y en 1905, la Liga Frente Nacional de la República Argentina, que se afilió a la “Internacional para el sufragio de la Mujer”, y en 1907 se crea el Centro Pro-Sufragio Femenino, integrado por socialistas y feministas.
Por otra parte, la médica Julieta Lanteri, creó el Partido Feminista Nacional. Luego de hacer un juicio en el que logró su carta de ciudadanía nacional, logró ser incluida en los padrones electorales para votar autoridades municipales en las elecciones del 26 de noviembre de 1911. Y así se convirtió en la primera mujer sudamericana que pudo votar, y en un caso único en el país hasta que las sanjuaninas pudieron votar en esa provincia mucho antes de que el sufragio femenino fuera una ley nacional.
Y luego dobló la apuesta: apenas ocho años después de su victoria judicial, Lanteri lanzó su candidatura como diputada nacional por la Unión Feminista Nacional. Los resultados fueron pobres pero alentadores: obtuvo 1.730 votos, todos masculinos, obvio.
Fue en 1914 en que las sanjuaninas votaron en las elecciones municipales. Y en 1919, se presentó en el Congreso Nacional un proyecto con el nombre de “Sufragio de las Mujeres”.
Durante la década del ‘20, hubo una intensa actividad, por una parte las integrantes del Partido Feminista Nacional, resolvió levantar un empadronamiento femenino y realizar un simulacro de votación. En ese año, la integrante de la UCR, Elvira Rawson de Dellepiane, fundó la Asociación por los Derechos de la Mujer, junto con Adelina Di Carlo, Emma Day y Alfonsina Storni, que pronto contó con 11.000 afiliadas dispuestas a luchar por la igualdad en el plano jurídico, político y social. Por su parte, la socialista, Alicia Moreau de Justo, presidía la Unión Feminista Nacional.
Y fue en la Constitución de la provincia de la Provincia de Santa Fe, sancionada en 1921, donde se incluyó el voto femenino. El gobernador Enrique Mosca la vetó por decreto, ese año.
Los reclamos continuaron cuando se creó en 1923, otra agrupación radical “Mujeres de Hipólito Yrigoyen”, cuya razón de ser fue pedir el voto femenino. Apoyaron activamente el proyecto de ley del senador radical por la provincia de Buenos Aires, Fernando Taurel, que no progresó.
San Juan continuó a la vanguardia, y en 1927, se dio la igualdad de los derechos electorales de las mujeres con los hombres. La primera mujer legisladora de Latinoamérica se eligió en 1934, en esa provincia y fue Emar Acosta.
Los socialistas Mario Bravo y Alfredo Palacios, presentaron proyectos a favor del sufragio femenino, pero no prosperaron.
Las mujeres que se destacaron en esos años fueron entre otras: Cecilia Grierso, Alfonsina Storni, Adelina Di Carlo, Emma Day, Alicia Moreau de justo, Victoria Ocampo, etc.

La etapa del peronismo

Antes de 1947, se habían presentado 30 proyectos. Durante la campaña electoral de 1946, donde se elegiría como presidente a Perón, no se escuchó en ninguna alocución alguna referencia al voto femenino.
Evita en 1947, presidio el Comité Pro Sufragio, y su primer discurso sobre el tema lo pronunció el 27 de febrero de 1946, tres días después de las elecciones que llevaron al gral. Perón a su primera presidencia, en un acto organizado para agradecer a las mujeres su apoyo a la candidatura del fundador del Partido Justicialista.
En esa oportunidad, exigió la igualdad de derechos para hombres y mujeres y en particular el sufragio femenino: “La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. La mujer debe afirmar su acción, la mujer debe votar. La mujer, resorte moral de su hogar, debe ocupar el sitio en el complejo engranaje social del pueblo. Lo pide una necesidad nueva de organizarse en grupos más extendidos y remozados. Lo exige, en suma, la transformación del concepto de mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes sin pedir el mínimo de sus derechos”.
Entre esa fecha y el 19 de marzo, pronuncio 6 discursos, refiriéndose a esa temática. El proyecto de ley fue presentado inmediatamente después de asumido el nuevo gobierno constitucional, el 1 de mayo de 1946. La oposición de los prejuicios conservadores resultaba evidente, no solo entre los partidos opositores sino incluso dentro de los partidos que sostenían al peronismo.
Evita presionó constantemente a los parlamentarios para que lo aprobaran, causando incluso protestas de estos últimos por su intromisión. A pesar de que era un texto brevísimo en tres artículos, que prácticamente no podía dar lugar a discusiones, el Senado recién dio media sanción al proyecto el 21 de agosto de 1946, y hubo que esperar más de un año para que la Cámara de Diputados sancionara el 9 de septiembre de 1947 la Ley 13.010, estableciendo la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres y el sufragio universal en la Argentina.
Dos meses después de su último discurso, sobre el voto de las mujeres en 1947, Evita viajó a Europa, y al regresar el 23 de septiembre se le entregó la ley en un acto en Plaza de Mayo. En los discursos de ese día, ni Borlenghi, ni Perón ni Evita hicieron referencia a la luchas pasadas por el sufragio de las mujeres.
Durante los años ‘30, se rechazaron los proyectos presentados, haciendo hincapié en “las debilidades mentales y físicas de las mujeres, como su educación”. Mientras que en 1947, se destacó su contribución y participación en las fuerzas del trabajo y su presencia en los momentos importantes de la historia argentina.
El 11 de noviembre de 1951 se realizaron elecciones generales, y las mujeres votaron por primera vez. Fueron elegidas parlamentarias: 23 diputadas nacionales, 6 senadoras nacionales, y si se cuentan a las legisladoras provinciales fueron electas en total 109 mujeres. La igualdad política de hombres y mujeres, se complementó con la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida que garantizó el artículo 37 de la Constitución de 1949.
Las postales de la primera jornada del voto femenino, fueron las largas colas de las mujeres, Evita votando desde la cama donde se hallaba por estar muy deteriorada su salud, mientras que Alicia Moreau de Justo, que tanto había luchado por el voto de las mujeres, no lo pudo hacer, por estar clandestina, ya que se había ordenado su detención, por parte del ejecutivo nacional.

Leónidas Ceruti
Historiador

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